FOGARATE
RAMÓN COLOMBO
Unos cuatro mil dominicanos y dominicanas que viven en Haití, que hacen la vida con los haitianos, que trabajan con ellos y ellas, que hacen vecindad y amistad puerta con puerta con ellos y ellas, que alientan la fraternidad, tienen miedo al escarnio público por hechos ominosos de los que son ajenos y que son el lógico resultado de la ineptitud de una burocracia que no ha sabido hacer leyes migratorias modernas y organizar con inteligencia el control de la extranjería. Y miren quiénes pagan allá las consecuencias. Porque los dominicanos somos también migrantes, en un mundo que, como lo definiera Ciro Alegría, es ancho y ajeno.