Tras la llegada del covid-19, todo cambió. La campaña se cubrió de tapabocas y ahora las fumigaciones y raciones pesan más que los discursos. El quién da más, al parecer, es más importante que saber quién propone lo mejor. Pero, ¿ha de extrañar?
Poco a poco, mientras salían las denuncias de que a Gonzalo y a su gente le dejaban circular en horas prohibidas, los demás partidos intensificaron su prensencia en los barrios. Fue así que el Zoom se fue olvidando y regresaron las convocatorias presenciales pero, de pronto, aparecieron fuertes acusaciones que comenzaron a llamar la atención.
La semana pasada hubo un cambio en el guion después que la Direccción Nacional de Control de Drogas (DNCD) apresó a Yamil Abréu Navarro, exdirector de la Junta Municipal de Las Lagunas (Azua), quien está vinculado al cártel de Sinaloa. Abréu fue candidato a alcalde por el PRM.
A raíz de esto, llueven las acusaciones y las contraacusaciones: el PLD dijo estar preocupado por los víncuos del PRM con el narcotráfico, vinculándolo a alegados narcos de Hato Mayor, El Seibo, Santo Domingo, Duarte, María Trinidad Sánchez, Azua, Barahona, Valverde, La Vega, Santiago y La Romana. La respuesta no se hizo esperar y el PRM le pidió cuentas al PLD por César Emilio Peralta (César el Abusador), Pedro Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito), Odebrecht y la Oisoe.
Mientras el circo avanza, desatando la batalla campal en Twitter, la gente olvida lo esencial: en este momento, matizado por la covidianidad, no podemos seguir bajando la guardia. Las excusas no valen: ningún político se merece nuestra vida. ¡Guárdense y dejen de hacer campaña!