FOGARATE
RAMÓN COLOMBO
Estoy seguro —y los últimos meses me sirven para afirmarlo— que lo único que no escasea en esta patria (“Patria, patria, ¡qué rica está la patria”, a ritmo de merengue y según el estilo de cualquiera de nuestros noventa combos) es el político dispuesto a sacrificarse por ella… ¿Por qué (y no es que yo sea haragán) esta patria ya tan vieja necesita tanto sacrificio? Creo que lo que más necesita esta patria de sus políticos, más que obsesivos sacrificios, así, generalizados por todas partes, es más consideración y respeto… por ejemplo, que no le levanten tanto la falda, para empezar (¡Pobrecita!).