La justicia burguesa falló en el caso del capo de la mafia colombiana Álvaro Uribe Vélez: ¡culpable! dijo la juez que lleva el proceso en su contra por fraude procesal y soborno de testigos; el próximo viernes leerá la sentencia y establecerá la pena.
Si bien es el «menos grave» de los crímenes cometidos por este asesino, es un motivo de alegría para el pueblo que ve cómo el uribismo recibe este golpe directo contra el que se consideraba «intocable» por los poderes del Estado burgués.
Esto obedece a las contradicciones que existen y se agudizan entre los de “arriba», es decir, entre las diferentes facciones de la burguesía y los terratenientes que se enfrentan permanentemente, incluso, mandándose a la cárcel entre ellos mismos.
Pero también hay que decir que una gran parte del pueblo oprimido y explotado estuvo al tanto de las audiencias, de las triquiñuelas usadas por la defensa del criminal AUV para dilatar el proceso y presionar a la juez, hubo una parte de las masas trabajadoras que constantemente se pronunciaron en redes sociales en contra del despojador más grande en la historia del país, etc. Esta es una pequeña victoria para el pueblo que vio cómo, aquella despreciable persona que hizo las leyes más regresivas en materia laboral, pensional, en salud; que despojó de sus tierras y desterró del campo a millones de campesinos pobres y proletarios agrícolas por medio de la violencia militar y paramilitar; que constantemente reprimió con sevicia el movimiento popular en las calles; que persiguió con la bota paramilitar al movimiento sindical, popular y revolucionario… es condenada por uno de sus innumerables crímenes contra el pueblo.
Sin embargo, esta victoria es relativa y pasajera. Relativa porque aún le quedan garras filosas a la mafia para apelar el fallo y hacerlo torcer; porque harán hasta lo imposible para que el paraco Uribe Vélez pague su pena en «El Ubérrimo», la gigantesca hacienda propiedad del capo y no en una cárcel común y corriente cómo en las que el podrido Estado burgués encerró a los presos por luchar en las Huelgas Políticas de Masas de 2019 y 2021; porque no está siendo condenado por los crímenes más horrendos que cometió contra el pueblo, cómo por ejemplo, la conformación y comandancia de grupos paramilitares que, en el campo y la ciudad, asesinaron, desmembraron y desplazaron a cientos de miles de personas del pueblo colombiano para favorecer tanto sus intereses personales como los de los más grandes monopolios económicos de Colombia y de los imperialistas, principalmente, de los monopolios estadounidenses; porque no está siendo condenado por los 6491 jóvenes asesinados durante su macabra política de la «Seguridad Democrática» con la que ejecutó el terrorismo de Estado durante sus mandatos presidenciales.
Y es una victoria pasajera porque existe la probabilidad de que en segunda instancia se revierta esta decisión y siga gozando de la impunidad con que ha contado desde que fue gobernador de Antioquia, director de la Aerocivil, presidente y congresista de Colombia. Pasajera porque la lucha continúa, porque sus crímenes más brutales no pueden quedar en la impunidad y depende de la lucha del pueblo que sea juzgado por la justicia burguesa y por la justicia revolucionaria del proletariado. Pasajera porque si bien hoy cantamos victoria, falta por condenar a decenas de burgueses, terratenientes, imperialistas y a sus lugartenientes que han ejecutado todo tipo de atrocidades contra el pueblo.
La lucha continúa por juzgar a los asesinos del pueblo en verdaderos tribunales populares en los que las masas decidan el castigo para sus verdugos. Otra sociedad es necesaria para juzgar a los asesinos del pueblo, la Dictadura del Proletariado será la tumba de los verdugos del pueblo. Es hora de arreciar la lucha en las calles, de salir del somnífero que inoculó el reformismo en el movimiento popular y retomar las Asambleas Populares y la lucha callejera por el conjunto de las reivindicaciones del pueblo que no han sido satisfechas, preparando a la vez el camino y las fuerzas que derriben el poder de la mafia y de las clases dominantes en general.
