Una vigorosa pero estilizada mujer trabaja frente a las formas cilíndricas de una maquinaria también colmada de líneas duras. Abajo, a la derecha, un fotomontaje de rostros femeninos en una manifestación popular forma un triángulo de negro, gris y rojo.
Estas figuras hacen parte de un cartel que elaboró Valentina Kulagina para conmemorar, en 1930, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
En este, como en muchos de los carteles que elaboró Kulagina, se destaca a la mujer proletaria y su trabajo al servicio de la revolución y, por ende, de la sociedad. De Kulagina podríamos decir que pasó a la historia porque fue capaz de crear una iconografía que apoyaba el feminismo revolucionario, por esos momentos ligado a los objetivos y el espíritu del Gobierno soviético. Como si eso ya no fuera bastante, junto a su esposo Gustav Klutsis y el inolvidable Alexander Rodchenko, se disputan el título de ser creadores de los primeros fotomontajes publicitarios de la historia; sin embargo, Kulagina, al contrario de Klutsis, no cortaba y pegaba fotografías ajenas, sino que se basaba más en la ilustración original y otros medios.
Valentina Nikiforovna Kulagina-Klutsis nació en Moscú, en 1902; en el mismo año en que “el proletariado de Rostov ganó por asalto, por primera vez, el derecho de reunión y de libre expresión” (Rosa Luxemburgo, Huelga de masas, partido y sindicatos)
Entre 1920 y 1924 estudió pintura en la escuela estatal de arte y técnica conocida como Vjutemas, donde se buscaba generar arte de todos y para todos. Allí mismo estudió gráfica (1926 – 1929) y conoció a Gustav Klutsis, un fotógrafo que había participado en el derrocamiento del zar en 1917.
El 2 de febrero de 1921 Kulagina y Klutsis se casaron. Cuatro años después, Kulagina empezó a crear fotomontajes, y también ilustró muchas de las portadas de los libros del poeta Aleksei Kruchenykh. Desde 1928 trabajó como artista, cartelista y diseñadora unida al grupo de artistas “Octubre”, del que hacían parte otras lumbreras artísticas soviéticas: Gustav Klutsis, Alexander Rodchenko, Boris Ignatovich y Lissitzky.
Después de graduarse de Vjutemas, trabajó para la Izogiz (Editorial estatal de arte) y la VOKS (Sociedad para las Relaciones Culturales con el Exterior), recibiendo comisiones nacionales e internacionales sobre diseños de carteles y exposiciones.
A inicios de la década del 30 empezó a ser miembro de la Asociación Rusa de Artistas Proletarios (RAPJ); y de 1941 a 1945, elaboró varios folletos antifascistas, como parte de un fuerte trabajo de educación y propaganda, en el que la imagen artística se sumaba a mensajes certeros llamando a la gran tarea de defender el Estado de obreros y campesinos, que estaba siendo atacado por el frente imperialista que encabezaba el nazismo alemán. Esa propaganda fue un elemento importante para orientar, levantar la moral y contribuir a que el Ejército Rojo venciera al fascismo y el nazismo en la II Guerra Mundial imperialista.
Valentina Kulagina y Gustav Klutsis crearon carteles de propaganda política y trabajaron conjuntamente en fotomontajes al servicio de la revolución, con ello contribuyeron al desarrollo de una nueva identidad visual del socialismo soviético. A través de su trabajo artístico en la editorial gubernamental Gosizdat, que imprimía cerca de 4 millones de afiches al año, lograron comunicar las consignas y los ideales revolucionarios al pueblo soviético, que para inicios de la revolución contaba con una tasa de analfabetismo del 65%. Pero gracias a la correcta dirección y planeación del Estado soviético, sumado a los esfuerzos de cientos de miles de revolucionarios, educadores y propagandistas, el analfabetismo logró ser reducido a su mínima expresión.
Valentina Kulagina murió en Moscú el 14 de diciembre de 1987, a los 85 años. En medio de los miles de carteles, libros y folletos en los que participó, es difícil saber exactamente cuáles son los suyos; los pocos de los que tenemos certeza demuestran el alto grado de calidad y renovación de la gráfica y la publicidad a la que llegó el pueblo, el gran valor que tenía la mujer en el Estado soviético.
El compromiso de Valentina Kulagina es una bella fuente de inspiración para las artistas actuales, para que desde la labor gráfica se eduque y se movilice al pueblo, especialmente a las mujeres, cuya rabia y cuyo poder son precisos en la revolución socialista que romperá todas las ataduras que le impiden a las mujeres ejercer una plena participación en la sociedad.
UNIDAD OBRERA COMUNISTA MARXISTA LENINISTA