Capítulo 8 de “Ludo Martens. Otra mirada sobre Stalin“:
“Para denigrar su [de Stalin] obra, casi todos los autores burgueses retoman las payasadas de Trotski que escribió: «La capacidad de visión política de Stalin es extremadamente limitada. Su nivel teórico es totalmente primitivo. Por su formación espiritual, es un empírico obstinado y falto de imaginación creativa». […]
“El individualismo a ultranza de Trotsky, su menosprecio ostentoso por todos los cuadros bolcheviques, su estilo de dirección autoritario y su gusto por la disciplina militar espantaban a muchos cuadros del Partido. Pues estimaban que Trotsky podría jugar el papel de Napoleón Bonaparte, realizar un Golpe de Estado e instaurar un régimen autoritario contrarrevolucionario. […]
“En 1904, Trotski, individualista obtuso, había combatido con particular virulencia la concepción leninista del partido. Había tratado a Lenin de «escisionista fanático», de «revolucionario demócrata-burgués» de «fetichista de la organización», de partidario del «régimen cuartelario», y de la «mezquindad organizativa», de «dictador queriendo sustituir al comité central», de «dictador queriendo instaurar la dictadura sobre el proletariado» para quien «toda intromisión de elementos que pensaban de otra manera era un fenómeno patológico» (Trotski: «Nuestras tareas políticas», éd. Pierre Belfond, París, 1970, p. 40,195,204,159,39, 128,198 y 41). El lector habrá observado que toda esta palabrería rencorosa no estaba dirigido al «infame» Stalin, sino al maestro adorado, Lenin. Este libro que Trotski publicó en 1904 es crucial para comprender su ideología. Se hizo conocer como un inveterado individualista burgués. Todas las calumnias e insultos que vertió durante más de 25 años contra Stalin, las había escupido ya en este texto, al rostro de Lenin. […]
“En su obra de 1904, Trotski dice a propósito del libro capital de Lenin «Un paso adelante, dos pasos atrás». «No debemos prestar atención a una tal pobreza del pensamiento» (Nuestras Tareas, p.43). Trotski se encarnizó proclamando a Stalin como un dictador reinando sobre el partido. Pues bien, cuando Lenin creó el Partido bolchevique, Trotski le acusó de instaurar una «teocracia ortodoxa» y un «centralismo autócrata-asiático» (Idem, p.97,170). Trotski no ha cesado de afirmar que Stalin ha adoptado una actitud cínica, pragmática hacia el marxismo que ha reducido a formularios. En 1904, criticando la obra de Lenin «Un paso adelante», Trotski escribió: «¡No se puede manifestar más cinismo respecto al mejor patrimonio ideológico del proletariado que el que hace el camarada Lenin! Para él, el marxismo sólo es un método de análisis científico» (Idem, p.160).
“Trotski fue uno de los primeros en lanzar la idea de que el bolchevismo y el fascismo son dos hermanos gemelos. Esta tesis fue muy popular en el curso de los años treinta, sobre todo entre los partidos reaccionarios católicos. […] «En realidad, nada distingue los métodos políticos de Stalin de los de Hitler. Pero la diferencia de los resultados sobre la escena internacional salta a la vista» (24-3-40, Trotski: La lucha, p.161-162) […]
«Berlín sabe perfectamente hasta que grado de desmoralización la pandilla del Kremlin ha arrastrado al Ejército y a la población en su lucha por su propia autopreservación. (…) Stalin continúa minando la fuerza moral y la resistencia del país en general. Los carreristas sin honor ni conciencia sobre los cuales se ve cada día más obligado en apoyarse, traicionarán al país en los momentos difíciles» (12-3-1938, Trotski, Llamamiento, p.234). En su odio hacia el comunismo Trotski incita así a los nazis a la guerra contra la URSS. Él, el «refinado conocedor», informa a los nazis de que tienen todas las bazas para ganar la guerra contra Stalin: el Ejército y la población están desmoralizados (¡falso!), Stalin mina la resistencia (¡falso!), los estalinistas capitularán desde el principio de la guerra (¡falso!)”.
Ludo Martens. El trotskismo al servicio de la CIA contra los países socialistas
L.Feuchtwanger. Moscú, 1937 [no logré encontrar el texto en español en la red, por eso aquí mi tradución superficial]
“Trotsky me parece un típico sólo-revolucionario, muy útil en tiempos de la lucha patética, pero inútil del todo donde es necesario un trabajo tranquilo, tenaz, sistemático y no llamaradas patéticas. Después del final de la época heroica de la revolución él empezó a imaginarse el mundo y la gente en una forma distorsionada. Empezó a percibir las cosas erróneamente. Mientras que Lenin hace mucho había adaptado sus puntos de vista a la realidad, el testarudo Trotsky siguió agarrándose fuertemente a los principios que eran justificados en la época heroico-patética, pero que fueron inaplicables para realizar las tareas planteadas por las exigencias del día. Trotsky sabe – y esto se desprende de su libro – cautivar a las masas en un minuto de la gran tensión. Él probablemente fue capaz de entusiasmar a las masas en un momento patético. Pero él fue incapaz de llevar este ímpetu en un cauce, canalizar y aprovecharlo a favor de la construcción del gran Estado. Es Stalin que sabe hacerlo.”
“¿Odia Joseph Stalin a Leon Trotsky como a un hombre? Probablemente debe de odiarlo.Ya he señalado que el contraste de sus carácteres los divide en la misma medida que las contradicciones en sus opiniones. Apenas se puede imaginar unos contrarios más agudos que presentan el elocuente Trotsky con sus ideas rápidas y repentinos, por un lado, y el simple, siempre reservado y serio Stalin que lenta y persistentemente trabaja en sus ideas, por el otro. “Una idea repentina no es el pensamiento”, dijo el escritor austriaco Grillparzer. “El pensamiento conoce sus límites. Las ideas repentinas los desatenden, “realizándose, están estancadas”. Leon Trotsky, el escritor, tiene ideas fulminantes, repentinas, a menudo erróneas; Joseph Stalin tiene pensamientos lentos, cuidadosamente reflexionados, justos hasta los fundamentos. Trotsky es un deslumbrante fenómeno esporádico. Stalin es el tipo del campesino y trabajador ruso que se elevó hasta un genio y a quién la victoria le será garantizada, porque reúne en sí la potencia de ambas clases. Trotsky es un cohete que se extingue rápidamente, Stalin es un fuego que arde largo y calenta”.
“Stalin vé ante sí una tarea de grandiosas proporciones, la que requiere el trabajo a pleno rendimiento incluso de un hombre excepcionalmente fuerte; en vez de esto, él tiene que dedicar una gran parte de sus esfuerzos para eliminar los efectos perjudiciales de los antojos brillantes y peligrosos de Trotsky. “El pasado no-bolchevique de Trotsky no es una casualidad”, se dice en el testamento de Lenin. Stalin, sin ninguna duda, nunca se olvida de esto y vé en Trotsky a un hombre, quien, gracias a su gran flexibilidad, puede en cualquier momento, estando seguro de la justeza de sus convicciones, volver atrás hacia su pasado no-bolchevique. Sí, Stalin debe odiar a Trotsky, primero, porque aquél con toda su esencia no encaja con Stalin, segundo, porque Trotsky con todos sus discursos, escritos, acciones, incluso con su propia existencia lo pone en peligro su – de Stalin – causa“.
Dante Castro: “No es casual que el trotskismo en América Latina y Europa sea el opio de los intelectuales burgueses, de los estudiantes rebeldes por tiempo breve y de castas privilegiadas. Tampoco es casual que los hijos de la casta dirigente se enamoren de la figura egregia de Lev Davidovich Bronstein, el líder incomprendido y sacrificado, el profeta que anunciaba el fin del socialismo real. Desde Cubanacán o desde otros barrios residenciales de La Habana, bien puede pensarse en trotskismo”.
Capítulo 8 de “Ludo Martens. Otra mirada sobre Stalin“: