
«La colaboración del Estado francés se incrementó al tiempo que lo hacía la guerra sucia»
Las chapuzas cometidas por los organizadores y ejecutores de la Guerra Sucia dejaron al descubierto -escribe Xabier Makazaga – la directa responsabilidad del Estado español. Y al volverse abrumador el peso de las evidencias, a los españoles no les quedó otro remedio que dejar de lado aquel famoso «No hay pruebas, ni nunca las habrá» del Presidente Felipe González (…).
Por XABIER MAKAZAGA URRUTIA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Las chapuzas cometidas por los organizadores y ejecutores de la Guerra Sucia dejaron al descubierto la directa responsabilidad del Estado español. Y al volverse abrumador el peso de las evidencias, a los españoles no les quedó otro remedio que dejar de lado aquel famoso «No hay pruebas, ni nunca las habrá» del Presidente Felipe González.
Entonces, empezaron a recurrir a otra versión de los hechos según la cual, pese a las chapuzas cometidas, obtuvieron el resultado que buscaban, ya que las autoridades francesas comenzaron a colaborar con las españolas en la lucha contra ETA, a cambio de que los GAL cesaran en su actividad terrorista en suelo francés.
Ahora bien, la colaboración francesa no se obtuvo gracias a los atentados reivindicados usando las siglas GAL. Para el Gobierno francés y el Presidente Mitterrand aquella campaña de atentados no fue sino un «mal necesario» para “engrasar” dicha colaboración que estaba ya conseguida de antemano. Fue uno de los medios que diseñaron para llevar a buen puerto aquella bien estudiada estrategia que no podía ser sino conjunta, franco-española.
Así lo prueba, por ejemplo, la reunión que en enero de 1984 celebró en Baiona un enviado gubernamental, el ministro André Labarrere, con una quincena de secretarios locales y dirigentes del PS en Iparralde. Una reunión en la que éste les transmitió el mensaje de que «El GAL es un mal necesario».

Los atentados terroristas siguieron produciéndose y las pruebas de la implicación del Estado español acumulándose, sin que las autoridades francesas elevaran protesta diplomática alguna. Al contrario, a partir del 10 de enero de 1984 empezaron a tomar medidas administrativas y policiales contra los refugiados. Primero, fueron detenciones, confinamientos y deportaciones a terceros países. Después, llegaron las extradiciones y, por último, las entregas.
Es evidente que la colaboración prestada por el Estado francés al español se incrementó al mismo tiempo que también lo hacía la guerra sucia y fue precisamente esa colaboración la que sirvió como contundente argumento a Felipe González para rechazar de plano que las autoridades españolas tuviesen absolutamente nada que ver con los GAL.
Otro tanto arguyó quien fuera embajador francés en el Estado español, Pierre Guidoni, miembro honorario del PSOE, gran amigo de Felipe González y un hombre clave, junto con Mitterrand, en el acuerdo secreto franco-español adoptado a finales de 1983.
Guidoni escribió una tribuna titulada “Una página de historia”, publicada por el diario El País, en la arguyó que era imposible que el Ministro del Interior José Barrionuevo y el Secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera tuvieran nada que ver con los GAL, porque ambos eran plenamente partícipes del acuerdo secreto. Según él, para el Gobierno español, «la aparición de los GAL precisamente en este momento» era «lo peor que podía ocurrir en el peor de los momentos».
Según él, «habría sido demencial» que las autoridades españolas estuvieran tras los GAL, porque «el primer resultado habría sido retrasar, sin duda durante varios años, la entrada de España en Europa. ¿Unos GAL, antes de 1983, cuando los dos Gobiernos no se hablan, no se reúnen? Se hubiera podido entender. En 1983 sería idiota y tremendamente peligroso. Y tremendamente peligroso por idiota».
Sin embargo, está judicialmente probado que Barrionuevo y Vera hicieron precisamente eso que Guidoni arguyó que era tan demencial y absurdo. Y lo hicieron no cuando según él era plausible, antes de 1983, sino precisamente cuando era tan ilógico y absurdo. A buen entendedor…
No, no tiene ninguna lógica que el PSOE lanzara aquella campaña de guerra sucia sin el acuerdo de Mitterrand y otros dirigentes del PS. En ese caso, tenían mucho que perder y poco que ganar. Ahora bien, con el acuerdo francés sí que tenían mucho que ganar y muy poco que perder.
Es de suponer que, si se avinieron a hacer la vista gorda ante aquellos crímenes, y a tomar tales medidas contra los exiliados vascos, lo harían a cambio de contrapartidas de la parte española en la negociación mencionada por Guidoni y González. De ahí la importancia de estudiar a fondo esa negociación.
¿Cuál fue la génesis y el contenido real de aquel acuerdo secreto franco-español? ¿Qué es lo que sucedió realmente entonces? Va a ser bien difícil que algún día se sepa toda la verdad, porque los detalles de ese tipo de actuaciones tan solo se llegan a conocer en muy raras ocasiones, pero un estudio riguroso seguro que podrá arrojar no poca luz sobre lo que sucedió entonces.
Nótese al respecto la abundancia de material militar y tecnología francesa adquirido en aquellos años por el Estado español, y que el representante de la firma Alsthom, fabricante del Tren de Alta Velocidad francés adquirido por los españoles, fue precisamente Pierre Guidoni.
Otra probable razón, una más, por la que los dirigentes socialistas franceses pudieron decidir hacer la vista gorda ante los atentados terroristas reivindicados usando las siglas GAL pudo ser que, a finales de 1983, tenían un serio problema a la hora de tomar medidas contra los exiliados vascos: una importante parte de su electorado estaba en contra. Y todo indica que aquellos atentados terroristas no les vinieron nada mal para influenciar a ese electorado sobre la necesidad de adoptar dichas medidas.
Ya lo dijo Ricardo García Damborenea, Secretario General del PSOE en Bizkaia, justo tras los primeros atentados mortales: «La población francesa ha necesitado muy pocas intervenciones del GAL para llegar a la conclusión de que se vive más tranquilo sin etarras».
Eso era precisamente lo que buscaban quienes diseñaron aquella campaña. ¿No es cierto, señor X? Ce n’est pas vrai, monsieur X?
Lo pregunto en español y también en francés, porque es evidente que aquel acuerdo secreto franco-español tuvo que llevarse a cabo con el pleno acuerdo de las autoridades francesas y españolas. De ambas.
(*) Xabier Makazaga. Investigador del terrorismo de Estado.
https://canarias-semanal.org/art/38301/terrorismo-de-estado-franco-espanol