
(A Juan Daniel Balcácer: Para que cese de ocultar que la “excomunión mayor” a Duarte —Latae sententiae ipso facto incurrenda*— fue un mortal tiro de gracia disparado por la Iglesia contra Duarte y contra la dominicanidad )
A pesar de que el jesuita José Luis Sáez reveló públicamente que en aquel entonces el general Santana le pagó sus servicios patrios al vicario Tomás Portes por haber excomulgado a Duarte, recomendándolo inmediatamente a Roma como arzobispo de Santo Domingo, he considerado oportuno presentar más datos históricos que verifican esta revelación que ha confirmado el jesuita, en honor a la verdad, aun en contra de los intereses de su propia Iglesia, empeñada en ocultar este delito histórico.
Y lo hacemos ante la insistencia de unos flojos historiadores pro clericales, apologistas de la Iglesia- incluyendo obispos destemplados- que han sido designados para defenderla de sus delitos contra la dominicanidad y contra Duarte, sirviendo como instrumento de la mentira, distorsionando la verdad histórica.
Por ello trataremos aquí asuntos puntuales de nuestra historia que demuestran que la Carta Pastoral del vicario Portes del 24 de julio de 18444 fue evacuada con el solo propósito de desprestigiar políticamente al Duarte masón, en el momento preciso, excomulgándolo junto a los Trinitarios, pues sin dudas la Pastoral fue un “tiro de gracia” que se le dio a Duarte”, contemplado dentro del plan antidominicanista que la Iglesia venía gestando desde 1840 para entregar nuestra dominicanidad a una potencia extranjera con el solo fin de conservar sus intereses materiales, asunto que inútilmente se empecina en negar el presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias Juan Daniel Balcácer , junto a sus cómplices amigos directivos del Instituto Duartiano, los que, a pesar de haber sido emplazados, sin rubor alguno, permanecen callados.
Para demostrarlo nos vamos a valer de un texto histórico: “La Iglesia en la Independencia”, expuesto por el historiador Fernando Pérez Memén en su libro “EL PENSAMIENTO DEMOCRATICO DE DUARTE y otros temas de historia dominicana y de Haití” (2005), texto que se inicia en la página 157 de dicha obra y termina en la 174, el que ahora citamos.
Veamos los asuntos puntuales tratados por nuestro historiador invitado:
1) Que todo aquello obedecía a un plan específico, pues la Iglesia conspiraba contra la dominicanidad desde 1840.
Dice Pérez Memén refiriéndose al vicario Tomás Portes Infante:
“Se ha de recordar que inició [PORTES] contactos con Levasseur desde el 1840, en los momentos en que el rey Luis Felipe de Orleans favorecía al clero devolviéndole bienes confiscados, al igual que ciertas prerrogativas. En España, por el contrario, el régimen de Espartero (1840-1843) había desatado una política anticlerical con un poco más de radicalidad que la del régimen ‘liberal de 1820-1823, de tal manera que la Santa Sede temía que la Iglesia Española se desplomase.”
2) Que la cúpula clerical y la mayoría de los curas estaban contra la dominicanidad y contra Duarte.
Dice Pérez Memén refiriéndose al clero: “Al parecer la mayoría se inclinaba por el protectorado. Dentro de esa mayoría una parte era prohispana, quizás la más numerosa, y la otra era profrancesa”.
“El jefe de la Iglesia [vicario Portes] adoptó diversas actitudes con respecto a la solución al problema de la separación haitiana. No favorecía la independencia puray simple, como preconizaba Duarte.”
Y explicaba: “En cambio, la protección francesa, cuya iglesia estaba en alianza con el trono de Luis Felipe, traería por vía de consecuencia la recuperación de las inmunidades y prerrogativas del clero dominicano. Como entre el mitrado y Levasseur habla mucha confianza, de tal manera que los documentos que el primero mandaba a la Corte Pontificia eran remitidos primero al cónsul francés en Puerto Príncipe, quien a su vez los enviaba al Nuncio en París, que finalmente los hacia llegar a la Santa Sede, se ha de colegir que Portes probablemente fue de los primeros afrancesados”
3) Que la Independencia pudo haber sido un 25 de abril de 1844 y no un 27 de febrero, pues ésa fue la fecha establecida por la Iglesia y sus socios antiduartianos para venderle la dominicanidad a los franceses.
Y dice el historiador: “[…] Portes probablemente fue de los primeros afrancesados. Entre éstos jugaba también un prominente papel de liderazgo el cura Santiago Díaz de Peña, junto a Buenaventura Báez, Manuel María Valencia —que después tomará el hábito religioso— Juan Nepomuceno Tejera, Remigio del Castillo, Francisco Javier Abréu y M. A. Rojas, los cuales prepararon, el 15 de diciembre de 1843, un proyecto de ayuda de Francia a la separación y el protectorado y lo entregaron al día siguiente a Levasseur. De ahí el nombre del plan.
El 1ro. de enero de 1844 el sacerdote Días de Peña, Valentino, Abreu y Báez firmaron el Manifiesto de Azua, un documento en que se favorece la independencia bajo la égida de Francia . Según José María Serra, uno de los próceres del movimiento separatista, el grupo profrancés recibió seguridades de Levasseur en el sentido de que su gobierno apoyarla todo movimiento revolucionario que declarara la voluntad del pueblo de unirse a Francia. Y planteó levantarse en armas en contra del régimen haitiano el 25 de abril del precitado año, pero enterados los trinitarios decidieron adelantarse “a la audacia de un tercer partido” —los afrancesados— y pronunciarse en contra de la dominación haitiana la noche del 27 de febrero de 1844.
Antes de este levantamiento, llegaron a Santo Domingo Juchereau E. de Saint-Dennys, enviado por Levasseur, y aprobado por el Comisionado Extraordinario Frances en Haití, Adolf Barrot, y el Contralmirante de Moges, a fin de que trabajaran a favor del referido plan. Una de las personas influyentes aliada a ese proyecto fue el vicario Portes.” (Págs. 158 y 159)
4) Que la Iglesia fracasó en su plan anexionista porque Haití tenía una deuda con Francia y no por falta de diligencias de la Iglesia.
Dice Pérez Memén: “Las primeras gestiones del Plan Levasseur se estrellaron en el fracaso, debido a que el gobierno de Luis Felipe de Orleans entendía que elloimpedirla el cumplimiento de Haití con la deuda estipulada en 1825 y renegociada en 1838, además, porque la política exterior de Francia en aquellos momentos se caracterizaba por mantener una entente con Inglaterra y una intervención en la isla podía afectar los intereses británicos en el Caribe, como también, los de España, que al igual que aquella mantenla buenas relaciones con el Palacio de las Tullerias. De ahí que la política francesa en la nueva república eraprocurar que Haití cumpliera con la deuda, lograr beneficios comerciales, e influir en el gobierno dominicano para que trazara una política exterior favorable a los intereses galos.” (Pág. 161)
5) Que el arzobispo Tomás Portes fue afrancesado e hispanófilo, pero jamás dominicanista o produartiano
Refiriéndose al padre Gaspar Hernández dice el historiador: “En carta del sacerdote limeño al Capitán General de Puerto Rico, del 22 de agosto de 1843, le expone el grado de colaboración de Monseñor Portes y los propósitos que a ambos animaban. Así, después de explicar que la reforma no se adoptó en el Este para secundar las ideas haitianas, sino para unir a sus habitantes “a otro fin más elevado”, asevera que: “El gobernador del arzobispado y yo influimos mucho en ella siempre mirando hacia adelante y preparando los ánimos para otra cosa”. Obviamente, ese “fin más elevado” y esa “otra cosa”, era el repudio a los haitianos y la vuelta a la dominación colonial hispana. Tanto Portes como él creían —así dice el Capitán General y Gobernador de Puerto Rico, Méndez Vigo— que mientras los haitianos se entregaban a la anarquía, los dominicanos se separarían y “enarbolarán nuestra antigua bandera”, y la otra parte del plan era pedir auxilio a las autoridades de las dos colonias españolas en el Caribe, Cuba y Puerto Rico, a fin de que “vinieran a tornar el mando entre nosotros”.
“Pero a fines del 1843 y en los primeros días de la Separación, el arzobispo Portesreveló que prefería más el Plan Levasseur que la vuelta al dominio colonial español. Es posible que a causa desu investidura y la gravitación de su influencia en el clero, varios de sus miembros favorecieran el protectorado francés. Otro sector del clero se inclinaba por el retorno a la colonización española cuyo número sería poco. Sus líderes eran el padre Pamies, español, y el padre Gaspar Hernández, cuya mentalidad, aunque peruano, era rigurosamente hispana.” (Págs. 161 y 162)
6) Que aunque algunos sacerdotes se identificaron con Duarte, ninguno fue fundador de la Trinitaria como afirmó erradamente Rosa Duarte
Lo desmiente Pérez Memén diciendo: “Algunos sacerdotes estaban muy identificados con el pensamiento duartista, como por ejemplo Pedro Carrasco y Capeller, cura de El Seibo, y José Antonio de Bonilla, que Rosa Duarte le atribuye el carácter de socios fundadores de La Trinitaria. Al parecer, la hermana del eximio prócer se basó en un folleto publicado en 1871 en la Opinión Nacional de Caracas, sin firma, en la que se señala al Padre Bonilla junto a Duarte, Sánchez y Mella , Pedro Alejandro pina y Juan Isidro Pérez como fundadores de La Trinitaria y en el caso del cura de El Seibo, en la carta de Duarte a Félix María Delmonte, en cuya posdata le decía:
Ad: nuestro muy amado amigo el R. 0. Pedro Carrasco, P.D.E.P. cura de la heroica villa de San José de Los Llanos, presidió con nosotros a la fundación de la República.Ambos documentos no prueban la membresía en la sociedad patriótica de los referidos sacerdotes, pues el primero no tiene firma, y en cuanto al segundo, Duarte traducía la identidad de pensamiento entre el cura de Los Llanos y el que lo llevó a desplegar una extraordinaria labor patriótica en su jurisdicción sacerdotal, primero en favor de la Reforma, y luego en pro de la Separación. Ambos sacerdotes tampoco aparecen en la nómina de trinitarios de José María Serra. Pero es innegable que dichos curas fueran fervientes cooperadores del ideal duartiano.”(Pág. 166)
7) Sobre la persecución de la Iglesia a los “sacerdotes duartistas” en busca de frustrar la dominicanidad planteada.
Dice el historiador: “Una semana antes del golpe de Estado de Santana, el Arzobispo destituyó de la parroquia de La Vega a Espinosa, al parecer por estar seriamente comprometido con los duartistas. Y para ello comisionó al sacerdote prolago Días de Peña. El cura de esta ciudad rehusó aceptar el mandato del mitradoy se mantuvo en aquella iglesia con apoyo de laautoridad civil de la localidad. Esto llevó a un serio conflicto que permite inferir que tantoel comisionado como elmonseñor Portesprocuraban impedir que los duartistas prevalecieran, quizás presumían que triunfantes éstos, la Iglesia nosería reivindicada en sus inmunidades y prerrogativas, o que estarían convencidos de que el país sólo podía mantenerse separado de Haití con el apoyo deFrancia o España, países en los que se podían encontrar garantías para la religión católica. (Pág. 170)
8) De cómo la Iglesia desconfiaba de Duarte y los trinitarios, pensando que una vez en el poder la tratarían peor que los haitianos, sujetándola al despotismo civil de los liberales anticlericales, al estilo de la revolución francesa.
Dice el texto: “El arzobispo, como Días Peña y otros sacerdotes conservadores quizás pensaron, también, que el régimen de los trinitarios no se sostendría y que los haitianos volverían a dormir, por lo que en aquella coyuntura reafirmaron su mentalidad proanexionista y contraria a los trinitarios. Dias de Peña reprendióa Espinosa por no aceptar su destitución del curato, y sujetar su cargo a la autoridad temporal, que libró una orden autorizándole a permanecer en el mismo. El comisionado del Arzobispo plantea en su carta la desconfianza que la autoridad eclesiástica le tenía a la potestad civil en manos de los trinitarios. En esetenor, escribió a Espinosa:
Bien persuadido estoy que V. conoce la existencia de los limites entre lo espiritual y lo temporal, y que las vejaciones sufridas por la Iglesia dominicana en tiempo de la dominación haitiana son para nosotros una lección de dolorosa experiencia y que nuestra sensible memoria no debe jamás olvidar y si nuestra gloriosa lucha por sacudir aquel ominoso yugo no ha ten ido otro objeto que la reivindicación de nuestros derechos de independencia y seguridad, si el grito de Separación fue en unión de Dios, Patria y Libertad, es a la religión por si sola a quien el éxito feliz de nuestras batallas se debe . Indicaba al cura vegano que si durante la dominación haitiana la Iglesia y los ministros fueron maltratados, era inverosímil que hecha la Separación se repitieran aquellas escenas escandalosas. Libre el país de la dominación haitiana, la iglesia debía volver a disfrutar de sus antiguas prerrogativas y servir de punto de apoyo al nuevo régimen. En rigor, el retorno a la sacralización del poder temporal. Así asienta que:
Sería admirable la creencia del más estúpido dominicano que todo variase de aspecto por nuestra triunfante revolución y que siendo nuestra protectora, fuese desprotegida y desconocida, que lejos de hallar favor en los beneméritos de la patria, de esa patria que ella nos ha proporcionado ostensiblemente, encontrase en ellos sus más encarnizados oprimidores y crueles destructores, y ¿con qué derechos? Los ignoro. Confesó a Espinosa el malestar que le causó al leer la orden de la potestad civil, a la que él había obedecido en contradicción a la de la autoridad eclesiástica, y que no pudo más que exclamar:
Qué poco hemos adelantado en orden a nuestros deseos de ver restablecido el esplendor de la Iglesia, y hacerla recobrar sus perdidos derechos con que la intención de V. es que el clero sea gobernado por los legos coma principios heredados del despotismo civil haitiano… Así deja ver, que en orden a este punto,tan haitianos como estamos, si tal se pretende, estábamos… ( Pág. 176 y 177)
9) Que la excomunión de Duarte y los trinitarios con su demoledor efecto político, fue planificado por Portes y Santana: “Muestra del apoyo del distinguido prelado al régimen fue la pastoral que publicó el mismo día del preanalizado documento” (Pérez Memén).
Dice el historiador: “Desalojados los trinitarios del poder, por el golpe de Estado del 16 de julio de 1844, Santana asumió el mando. El Arzobispo electo Portes e Infante se apresuró a apoyar al nuevo régimen. La Junta Central Gubernativa, bajo la presidencia del referido caudillo, publicó un manifiesto por el que justificaba el levantamiento contra el gobierno anterior, y la persecución de los trinitarios, a quienes acusaba de ambiciosos, de querer engrandecer a Duarte ‘cuyos servicios a la patria, ni es hombre que puede salvarla de ningún peligro’ desaprobaba la actitud de los pueblos del Cibao por proclamar de un modo “tumultorio” (sic) sin forma legal a Duarte presidente.
Muestra del apoyo del distinguido prelado al régimen fue la pastoral que publicó elmismo día del preanalizado documento, en la que señala lo que denomina las atrocidades haitianas, que sufrió el pueblo del Este como un castigo divino, exalta, en una perspectiva providencialista, el 27 de febrero, día de la Separación, y el 28 de la Virgen de Guadalupe y los éxitos en las campañas bélicas contra Haití, eventos que atribuye a la Divina Providencia, por lo que pedía:
Dar gracias a Dios porque se ha dignado usar su misericordia, rompiendo, destruyendo las pesadas cadenas que nos cubrían, cambiado nuestras desgracias en felicidad, los grillos en libertad, la tristeza en alegría, la aflicción en júbilo…y últimamente se ha dignado poner sus ejércitos en medio de su pueblo escogido para libertarnos de todos nuestros enemigos. El documento, finalmente, se contrae a su idea central, a saber, mandar a los fieles, bajo la pena de excomunión mayor, a mantenerse en tranquilidad y obedecer los mandatos y órdenes del General de División y Jefe Supremo Santana, como la Junta Central Gubernativa.” (Pág. 173 y 174)
10) Que lejos de incentivar la dominicanidad, la Iglesia solo procuraba recuperar sus privilegios y gravitar sobre el poder civil. (Como lo verifica el propio Portes en su enfrentamiento con Santana el 14 marzo 1853)
Nos dice el historiador: “Así Portes e Infante, a quien Rosa Duarte atribuye haber calificado como Padre de la Patria a su hermano Juan Pablo, cuando éste regresó al país después de proclamada la Separación, apoyó el golpe deEstado contra los febreristas, a diferencia de algunos miembros del clero. Actitud que revela la reafirmación de su pensamiento de que la República solo podía sostenerse bajo el manto protector de una potencia, particularmente, Francia o España. Y la Iglesia, por consiguiente, podría recuperar sus privilegios y prerrogativas y gravitar de nuevo sobre el poder civil.” (Página 174).
*Nota:
“Latae sententiae ipso facto incurrenda”: “Sentencia automática por el hecho incurrido”. (Latae = automático. Ipso facto = por el hecho). Aplicada sin necesidad de mencionar nombre de acusado ni celebrar juicio. Aplicada automáticamente a quien inflinge la norma anunciada por el decreto que genéricamente le advierte o lo conmina. Según el canon la Latae sententiae se diferencia de la Ferendae: que sí necesita de mencionar al reo y celebrar juicio.http://www.iuscanonicum.org/index.php/derecho-penal/derecho-penal-en-general/34-penas-latae-sententiae-y-penas-ferendae-sententiae-en-el-derecho-penal-canonico.html
Publicado 8th July 2014 por Anonymous
https://guidoriggio.blogspot.com/2014/07/revelaciones-sobre-la-conspiracion-de.html