
Del periodismo comprometido a la lucha armada
Columnista incansable, Ulrike Meinhof acabó convirtiéndose en símbolo de una generación que no quiso olvidar el pasado nazi camuflado en la República Federal Alemana. Su paso de la pluma al fusil —afirma Federico Rubio Herrero— fue la consecuencia lógica de una resistencia que dejó de confiar en las palabras.
Por FEDERICO RUBIO HERRERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Columnista durante diez años de «Konkret», un modesto periódico de izquierdas, fue escalando posiciones gracias a su constancia y combatividad. Ulrike Meinhof, perteneció a la generación que creció a la sombra de Auschwitz y se desarrolló con el mito del «Milagro alemán» (la recuperación económica de la República Federal impulsó un crecimiento desigual que acentuó las diferencias sociales. A finales de 1948, el paro afectaba a 780.000 personas. En 1950, había crecido hasta los dos millones).
El Tercer Reich no había durado mil años, pero persistía su hedor. El Estado alemán occidental estaba infestado de antiguos dirigentes del partido nazi: Magnates (Thyssen, Krupp, Flick, etc.), magistrados, policías, jueces, cancilleres como Kiesinger, (que fue agredido en público por la activista Beate Klarsfeld, para denunciar su pasado); ministros (Oberlaender) etc. En ese período cuando participaba en debates y coloquios se preguntaba: «¿Qué se puede hacer contra las armas atómicas, contra la guerra, contra un gobierno que no negocia, sino que solo se rearma, contra un gobierno que prohíbe a los militantes del Partido Comunista trabajar en la administración?».
![[Img #87208]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2025/2134_libro.jpg)
«Se acabó la broma», anuncia Ulrike en 1968, «se ha hecho resistencia, pero no se han ocupado posiciones de fuerza. Si digo que tal o cual cosa no me gusta estoy protestando si me preocupo, además, porque eso que no me gusta no vuelva a ocurrir estoy resistiendo. Protesto cuando digo que no sigo colaborando. Resisto cuando me ocupo de que los demás tampoco colaboren».
Para Ulrike Meinhof, «tirar una piedra es una acción punible, tirar mil piedras es una acción política. Incendiar un coche es una acción punible, incendiar cien coches es una acción política. Lo que determina el significado de un acto no es este en sí mismo, sino su magnitud y finalidad».
Fue fundadora, en abril de 1968, con Gudrum Ensslin y Andreas Baader, de la Fracción del Ejército Rojo (RAF) en la República Federal Alemana. Después de varias acciones armadas contra la oligarquía alemana y los intereses económicos norteamericanos que la sustentaban fue detenida, junto a varios compañeros, en junio de 1972.
El 9 de mayo de 1976, apareció ahorcada en su celda de aislamiento (minúsculo espacio completamente insonorizado, pintado de blanco y con una fuerte luz de neón funcionando las 24 horas del día). El filósofo francés Jean Paul Sartre, juzgó escandalosa y repugnante su condición de detención, en una visita que efectuó a la prisión de alta seguridad de Stuttgart-Stammheim.
Ulrike Meinhof, había nacido el 7 de octubre de 1934 en Oldemburgo (Alemania) ya con los nazis en el gobierno. Tenía, pués, 41 años el día de su muerte.
Fuentes: Pequeña Antología (traducido por Manuel Sacristán)
Yo, Ulrike, grito (Darío Fo, Franca Rame).