Cual fue el papel desempeñado por el Ejército español, segun Marx en el curso del turbulento siglo XIX? ¿ Y en el XX?
A lo largo de la historia de España, el Ejército ha adoptado múltiples roles, oscilando entre su alineación con las élites conservadoras y su apoyo a las aspiraciones populares de libertad y justicia. Esta dualidad se ha reflejado en episodios claves, como la Guerra de la Independencia, el Trienio Liberal y el franquismo, revelando la capacidad de esta institución para actuar tanto en defensa del orden como en favor del cambio social.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
A lo largo de la historia de España, el Ejército ha sido protagonista de una trayectoria compleja y frecuentemente paradójica, en la que ha pasado de ser un brazo de las élites conservadoras a representar en algunos momentos la voluntad del pueblo y el deseo de libertad.
Esta dualidad ha llevado a interpretaciones extremas: unos lo ven como defensor del conservadurismo, mientras que otros lo consideran una casta impermeable a las ideas democráticas. Pero ¿cual ha sido, el realidad, históricamente su papel?
Existen no pocos episodios en los que el Ejército español se levantó junto al pueblo, en contra el poder absoluto, evidenciando un vínculo con los ideales de libertad.
Esos momentos fueron minuciosamente analizados en el siglo XIX por Karl Marx, quien consideraba al Ejército español de aquellos momentos, una fuerza transformadora en el ámbito revolucionario de España.
EL EJÉRCITO Y EL ESPÍRITU POPULAR EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Uno de los primeros episodios en los que el Ejército español se alió con el pueblo fue la Guerra de la Independencia (1808-1814) contra la ocupación napoleónica. Esta guerra fue un hito en la formación de un Ejército popular, en el que soldados y civiles lucharon juntos contra el invasor francés. Las guerrillas se convirtieron en el símbolo de la resistencia española, y oficiales como Daoiz y Velarde se unieron a las masas en el levantamiento del 2 de mayo de 1808, enfrentando con honor a uno de los ejércitos más poderosos de Europa.
Este conflicto inspiró al pueblo español, que consideraba la guerra no solo como una lucha por la independencia, sino también como una oportunidad para demandar derechos y libertades que la monarquía había negado durante siglos.
De hecho, en esa época un periódico español describió el alzamiento como el “primer año de libertad e independencia” (4 de mayo de 1808). Karl Marx, en sus escritos, identificó esta guerra como un momento crucial en el cual el Ejército se transformó radicalmente en un cuerpo progresista y revolucionario.
Para Marx, la Guerra de la Independencia había impregnado al Ejército de un “espíritu revolucionario” que le permitió establecer una conexión con el pueblo, algo que no se veía en otras instituciones de la monarquía absolutista española. Según Marx, el Ejército español actuaba como un canal para las demandas sociales cuando las instituciones políticas se veían dominadas por las élites. Aunque esta interpretación no implica que todos los militares fueran revolucionarios, Marx subrayaba que el contexto histórico y las presiones populares hacían que muchos oficiales se alinearan con el pueblo en lugar de con las élites. Este fenómeno no era común en otras naciones europeas, donde los ejércitos solían actuar estrictamente como defensores del poder estatal.
EL TRIENIO LIBERAL Y EL PRONUNCIAMIENTO DE RIEGO
Tras la Guerra de la Independencia, uno de los episodios más significativos del siglo XIX fue el pronunciamiento de Rafael de Riego en 1820, que restauró la Constitución de 1812. Este pronunciamiento, dirigido por el teniente coronel Riego, buscaba derrocar el absolutismo del rey Fernando VII y establecer un régimen liberal que reconociera los derechos populares. La Constitución de 1812 había sido una de las primeras en otorgar derechos y libertades en España, representando una ruptura radical con el sistema feudal y la monarquía absolutista. Este episodio abrió el periodo conocido como el Trienio Liberal (1820-1823), en el que el Ejército se convirtió en un símbolo de las aspiraciones liberales de España.
Marx destacó este pronunciamiento como un ejemplo de cómo el Ejército español podía actuar como un agente del cambio social, transformándose en un aliado de los ideales revolucionarios. En su análisis, Marx subrayó que el Ejército, al estar influido por el “espíritu revolucionario”, había sido clave en la movilización del pueblo y en la defensa de la Constitución. Sin embargo, el Trienio Liberal terminó en 1823, cuando el absolutismo regresó con la intervención de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, un ejército francés enviado para restaurar el poder de Fernando VII. Este evento reflejó cómo las potencias reaccionarias de Europa temían el avance del liberalismo en España y estaban dispuestas a intervenir para reprimir cualquier intento de cambio.
EL BIENIO PROGRESISTA Y LA VICALVARADA
A mediados del siglo XIX, otro pronunciamiento militar conocido como la Vicalvarada, liderado en 1854 por el general Leopoldo O’Donnell, dio inicio al periodo conocido como el Bienio Progresista. Este levantamiento fue una respuesta a la creciente influencia de las élites y la monarquía sobre el gobierno español, y sus promotores exigían reformas políticas y sociales para crear un sistema más democrático. Aunque el Bienio Progresista solo duró dos años, impulsó importantes cambios, como la Ley de Desamortización, que buscaba redistribuir las tierras en manos de la Iglesia y la nobleza para favorecer a los sectores populares.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y EL PAPEL DEL EJÉRCITO EN EL PODER
En 1923, con el país sumido en una crisis y en medio de la presión de sectores militares para «restaurar el orden», el general Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un golpe de Estado, instaurando una dictadura militar que duraría hasta 1930. Primo de Rivera justificó su golpe argumentando que el gobierno civil era incapaz de gestionar el país y resolver los problemas de corrupción, terrorismo y caos social. Desde su visión, el Ejército era la institución que podía asegurar el orden y la estabilidad.
Durante su mandato, Primo de Rivera instauró un Directorio Militar, en el cual el Ejército ocupaba los principales puestos de decisión y se erigía en el principal poder del Estado. Su régimen, con características autoritarias, buscó eliminar la influencia de los partidos políticos y los movimientos sindicales, así como la disidencia popular. En esta etapa, el Ejército desempeñó un papel de opresión social, actuando contra movimientos obreros y revolucionarios, especialmente en Cataluña, donde se oponía al auge del nacionalismo y a las demandas autonómicas.
Primo de Rivera también impulsó una ofensiva militar en Marruecos, con el objetivo de “redimir” la derrota de Annual y restaurar el honor del Ejército. Esta campaña culminó con la victoria en Alhucemas en 1925, en la que fuerzas combinadas de España y Francia lograron derrotar a las tropas de Abd el-Krim. Aunque esta victoria fue presentada como un triunfo para el Ejército y el país, el alto costo en vidas y recursos económicos multiplicó el descontento popular hacia la política colonial y la presencia militar en África.
CONSECUENCIAS DE LA DICTADURA MILITAR Y SU IMPACTO EN EL EJÉRCITO
La dictadura de Primo de Rivera tuvo repercusiones duraderas en el Ejército y en la política española. Si bien el régimen militar logró momentáneamente instaurar un orden autoritario, pronto quedó claro que no era una solución a las tensiones sociales y políticas del país. A medida que aumentaba la oposición a la dictadura, el Ejército comenzó a desgastarse políticamente, perdiendo el apoyo popular y quedando dividido entre facciones conservadoras y reformistas.
Cuando Primo de Rivera dimitió en 1930, el prestigio del Ejército se encontraba en uno de sus momentos más bajos. Muchos sectores de la sociedad española, incluidos algunos militares jóvenes, veían en la Monarquía borbónica y el régimen militar los culpables de la decadencia de España. Este descontento facilitó el advenimiento de la Segunda República en 1931, marcando el inicio de un periodo en el que el Ejército se vería de nuevo en conflicto con la población y las fuerzas democráticas que intentaban modernizar el país.
En síntesis, durante la Guerra de África y la dictadura de Primo de Rivera, el Ejército se convirtió en una fuerza colonial y autoritaria, alejada de los intereses populares y al servicio de las élites y la monarquía. Estos eventos reflejan la capacidad del Ejército de actuar tanto como una fuerza opresora en el interior y en las colonias, así como el creciente conflicto entre la institución militar y la sociedad española, un conflicto que sería central en la historia de España hasta bien entrado el siglo XX.
EL EJÉRCITO EN EL SIGLO XX: DE LA REPÚBLICA A LA GUERRA CIVIL
Ya desde los primeros años del siglo XX, el Ejército español ya se encontraba lejos de sus tradiciones progresistas del siglo anterior. Después de las derrotas coloniales de 1898, particularmente la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, el Ejército fue sumido en una profunda crisis de identidad, viendo su prestigio deteriorado y cuestionado por la opinión pública. Esta situación llevó a que se fortalecieran en su seno las tendencias conservadoras y centralistas, alineándose más con las élites y menos con los intereses populares.
Sin embargo, durante la Segunda República (1931-1939), algunos sectores del Ejército volvieron a alinearse con las ideas de progreso y reforma. La República intentó implementar reformas militares para reducir el poder y número de los mandos conservadores que representaban una amenaza para el nuevo sistema democrático. Esta reforma buscaba modernizar el Ejército, reducir el número de oficiales y eliminar los títulos de nobleza de los escalafones militares. El gobierno republicano aspiraba a que el Ejército fuera más representativo de los valores democráticos, pero las resistencias internas y el resentimiento de ciertos sectores terminaron generando tensiones entre los altos mandos y el poder civil.
Uno de los testimonios más ilustrativos es el del general José Miaja, quien defendió la República y encabezó la defensa de Madrid contra las fuerzas franquistas. Miaja veía en el Ejército un vehículo para proteger los logros sociales de la República y las aspiraciones populares, enfrentándose a una institución cada vez más dividida entre lealtad al poder civil y el apoyo a las fuerzas conservadoras. Las reformas militares de la República, en su intento por democratizar el Ejército, provocaron también una reacción violenta entre los sectores tradicionalistas, quienes veían en ellas una amenaza a sus privilegios.
EL PAPEL DEL EJÉRCITO EN LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO
El punto de inflexión definitivo ocurrió con el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, que desencadenó la Guerra Civil Española. Este levantamiento, liderado por el general Francisco Franco y otros altos mandos, marcó el inicio de una era en la que el Ejército se convertiría en defensor de los intereses de la oligarquía y la Iglesia, luchando contra el gobierno republicano que buscaba implementar políticas sociales y de redistribución de recursos.
Durante la guerra, el Ejército rebelde se consolidó como el brazo armado del conservadurismo, defendiendo el status quo contra las reformas progresistas. La victoria franquista en 1939 culminó en un régimen dictatorial que mantendría el poder durante casi cuarenta años, apoyado firmemente por un Ejército que asumió el rol de garante de la estabilidad autoritaria.
El régimen franquista colocó al Ejército en un papel central como custodio de un Estado que limitaba las libertades democráticas y reprimía cualquier expresión de disidencia. El Ejército se convirtió en una suerte de “Estado dentro del Estado”, formando una estructura poderosa e independiente con un mando vertical rígido y una lealtad absoluta al dictador.
Durante este periodo, la educación y formación en las academias militares promovían una cultura de obediencia y rechazo a cualquier ideología democrática, acentuando los valores nacionalistas y anticomunistas. En este contexto, se justificaba el poder militar como necesario para evitar la desintegración de España y el avance de las “amenazas” extranjeras y comunistas.
El propio Franco, con su título de «Caudillo por la Gracia de Dios», utilizó el Ejército como un símbolo de la continuidad histórica del conservadurismo español, vinculando su régimen con una versión idealizada del pasado monárquico y católico de España. En uno de sus discursos, Franco llegó a calificar al siglo XIX como “maldito”, despreciando abiertamente las tradiciones progresistas y liberales de esa época, lo cual refleja el rechazo del franquismo a los valores de libertad y justicia social que habían impulsado el Ejército liberal.
La historia del Ejército español en los siglos XIX y XX, pues, muestra cómo esta institución fue mucho más que un simple defensor del Estado. En momentos críticos, como la Guerra de la Independencia, el pronunciamiento de Riego o el Bienio Progresista, el Ejército se alineó con el pueblo en la lucha por la libertad y contra el poder absoluto.
La interpretación de Karl Marx subraya esta dimensión progresista, resaltando que el Ejército español fue capaz de transformarse en una fuerza revolucionaria que reflejaba las aspiraciones populares de su tiempo. Esta es la historia de un Ejército que, en ocasiones, se puso al servicio de la justicia y la libertad, representa un testimonio de cómo, en ciertas coyunturas, una institución puede trascender su papel tradicional y convertirse en un actor puntual de cambio social.