HISTORIA ALTERNATIVA: ¿QUÉ HABRÍA SUCEDIDO SI ALEMANIA HUBIERA GANADO LA II GUERRA MUNDIAL? (I)

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¿Cuáles serían las implicaciones sociales y económicas de un hipotético triunfo nazi?

Imagine por un instante, – propone a nuestros lectores Manuel Medina, autor de este artículo- un mundo en el que la Alemania nazi hubiera triunfado militarmente en la II Guerra Mundial, imponiendo su régimen político fascista sobre todo el continente europeo. ¿Cómo se hubiera reescrito la historia? ¿Cuál sería la reconfiguración actual de nuestro planeta si Hitler y el nazismo hubieran dominado el mundo? ¿Qué cambios políticos, sociales y económicos podrían haberse producido bajo un dominio nazi en Europa. Descubra cómo este escenario contrafactual podría haber alterado el curso de la historia mundial.

POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL.ORG


      El término «contrafactual» se refiere a algo que es contrario a los hechos reales o a la realidad históricamente acaecida. Dicho de otra manera, en el contexto del análisis histórico o filosófico, un escenario contrafactual sería una hipótesis o un relato sobre lo que podría haber sucedido si los eventos hubieran ocurrido de manera diferente a como realmente ocurrieron. Es una manera de tantear alternativas posibles y sus implicaciones, basándose en la pregunta «¿qué hubiera pasado si…?».
 
    Explorar en un escenario contrafactual desde el punto de vista marxista, requeriría analizar las posibles consecuencias de un evento histórico alternativo, considerando las fuerzas económicas, sociales y políticas en juego, así cómo estas podrían afectarían a la lucha de clases, a las relaciones de producción y a la estructura de poder en una sociedad dada.

    El espacio del que disponemos en un artículo necesariamente limitado no nos permite realizar tal proeza. Igualmente, asumimos nuestra propia incapacidad para abordar una tarea ingente, en la que habría que tener en consideración múltiples factores, sujetos todos ellos, además, a la aleatoriedad de la dinámica de los mismos acontecimientos.  Por ello, nos hemos limitado en este trabajo, que solo aspira a ser divulgativo, a realizar una somera aproximación a la siguiente pregunta:

¿Qué hubiera sucedido si Alemania hubiera ganado la II Guerra Mundial?

   Imagine por un instante el lector un mundo donde los poderosos Ejércitos de la Wehrmacht alemana, tras sus fulminantes campañas militares en la Europa occidental y en el Norte de África, hubieran logrado consolidar su dominio y, finalmente, hubieran derrotado al conjunto de las fuerzas aliadas. Es decir, en aquellos momentos a la Unión Soviética, Inglaterra y los Estados Unidos. Este escenario, aunque inquietante y tenebrosamente apocalíptico, ofrecería una rica base para detenerse a cavilar sobre la hipótesis de cómo podría haberse desarrollado la historia mundial bajo un Régimen nazi triunfante y sin tener enfrente a ninguna potencia capaz de replicarles.

LA HEGEMONÍA DE ALEMANIA EN EUROPA

   Con una hipotética victoria germana en la Segunda Guerra Mundial, la Europa ocupada por el Tercer Reich habría experimentado una reestructuración radical. La ideología nazi, centrada en la supremacía racial y la expansión territorial hacia el Este, dictaría las políticas en el continente. Polonia, Francia, los Países Bajos y otros territorios conquistados se habrían visto sometidos a una explotación sistemática de recursos, así como a un Régimen de terror probablemente obsesionado – y con razón- con la necesidad de aplastar la más mínima expresión de rebelión ante su dominio.

    Los regímenes colaboracionistas, resultantes de sus victorias militares, semejantes al de Vichy en Francia, Hungria, Rumania, etc.,  habrían sido la moneda común. Estos gobiernos títeres tratarían de facilitar el control político nazi, implementando políticas de germanización y colaborando en la persecución y exterminio de determinadas minorías étnicas u opositores políticos.

    La «solución final» ideada y ejecutada por Hitler no solo habría continuado adelante, sino que muy probablemente se habría intensificado, pudiendo tener como resultado un gigantesco genocidio.

     Por otra parte, cabe recordar que durante los años que precedieron a la II Guerra Mundial, las burguesías europeas, ante el impetuoso auge del movimiento obrero y de los Partidos comunistas, no tuvieron la más mínima reserva en expresar sus simpatías por los movimientos fascistas que se crecieron como setas en todo el Continente.

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 La propia Iglesia Católica, encabezada entonces por el Papa Pío XII, hoy históricamente conocido con el sobrenombre de «el Papa de Hitler», no escondió en ningún momento tampoco sus inclinaciones favorables a la implantación de gobiernos fascistas autoritarios. La benevolencia reiteradamente mostrada por Pío XII hacia la dictadura de Franco, por ejemplofue un claro ejemplo de cuál habría sido la conducta del Vaticano y de la Iglesia Católica en general, en una hipotética situación política como la que estamos tratando de describir.

   Pocas dudas caben, pues, de que desde el Cuartel general del Führer en Berlín se habría procedido a redibujar el mapa europeo para que éste reflejara las ambiciones políticas, económicas y territoriales de Alemania, que, por cierto, Hitler ya habia expresado muchos años antes en su libro Meim Kampf.  En países como Checoslovaquia y Austria, que ya habían sido anexados antes de que estallara la conflagración mundial, a partir de una contrafactual victoria alemana, la influencia nazi se habría expandido aún más, probablemente absorbiendo completamente los Estados bálticos, Ucrania y Bielorrusia. Estos territorios habrían sido convertidos, tal y como los jerarcas nazis dejaron constancia en la abundante documentación incautada, en graneros y fuentes de recursos naturales abastecedores del Tercer Reich.

LA RESISTENCIA Y LOS MOVIMIENTOS SUBVERSIVOS


   No obstante, a pesar del omnipresente dominio hitleriano, la resistencia contra el mismo habría surgido en múltiples frentes. Guerrillas y movimientos de resistencia en la Unión Soviética, FranciaYugoslavia o Polonia habrían abierto frentes de lucha y combate en contra de la presencia alemana en sus territorios o de sus gobiernos títeres, aunque contando con recursos limitados y bajo los efectos brutales de la represión hitleriana. Estos movimientos habrían mantenido viva la llama de resistencia, ofreciendo sus destellos de esperanzas a sus respectivos pueblos, en un Continente sometido a las tinieblas del fascismo.

    Posiblemente, la resistencia antinazi no habría quedado centrada exclusivamente en acciones militares, sino que también se habría extendido a otros terrenos de combate, como la cultura y los valores socialistas y democráticos, a través de la educación clandestina y de la literatura prohibida.

   El Régimen nazi trataría de implementar una economía de guerra permanente, centrada en la explotación intensiva de los recursos naturales y humanos de los territorios ocupados o bajo su influencia. La mano de obra semi esclava habría podido ser la base de la producción industrialLas innovaciones tecnológicas alemanas, muchas ellas derivadas de investigaciones éticamente más que cuestionables, serían aplicadas sin ningún tipo de restricciones morales.

   En el ámbito social, la propaganda nazi se intensificaría para mantener el control ideológico sobre una Europa unificada bajo la egida del III Reich alemán. Las políticas raciales y la eugenesia se habrían expandido sin restricciones, con un impacto devastador en la diversidad cultural y étnica de todo el Continente. La educación y los medios de comunicación estarían estrictamente controlados y bajo su vigilancia. Cualquier disidencia habría sido duramente reprimida con mano de hierro.

CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO DEL TRIUNFO ALEMÁN

    El impacto cultural y científico de una hipotética victoria nazi habría sido, sin duda, muy profundo. La censura y el control ideológico ahogarían la libertad de pensamiento y de la creatividad. Muchos de los científicos, artistas y pensadores que hasta entonces disponían áreas de libre expresión, habrían sido suprimidos, encarcelados o cooptados, tal y como ya sucedió en el propio Régimen nacional-socialista alemán, en la Italia fascista y en la España de Franco.

  El desarrollo tecnológico podría haberse orientado hacia áreas específicas como la militar y la exploración espacial, en la cohetería y los misiles. Los proyectos como el de la bomba atómica habrían sido desarrollados por los nazis, convirtiendo esta arma letal en una eficaz herramienta para el ejercicio de su omnipresente poder planetario.


    ESTADOS UNIDOS: ¿UNA «GUERRA FRÍA CON NUEVAS CARACTERÍSTICAS Y PROTAGONISTAS?

    Con una Europa bajo el control nazi, las relaciones internacionales habrían cambiado drásticamente. Dos grandes potencias habrían entrado en liza en el control y disputa tanto de los recursos naturales de otras áreas de la geografía del planeta, como en la comercialización de sus productos.

    Si tanto Alemania como EE.UU. se hubieran encontrado en posesión de la bomba atómica, posiblemente se habría producido una suerte de «equilibrio de fuerzas», semejante al que se produjo entre la Unión Soviética y los EEUU después de 1945, con la llamada «Guerra Fría».  Pero la naturaleza de enfrentamiento   habría sido esencialmente distinta. Mientras que la confrontación entre los EE.UU. y la Unión Soviética tuvo un carácter netamente ideológico, las disputas entre la Alemania nazi y los EE.UU. habrían tenido unas características similares a las confrontaciones interimperialistas clásicas de los siglos XIX y XX entre Inglaterra,  Francia y otros países europeos, en las que sus respectivas burguesías comerciales del continente  se disputaban  los recursos y mercados de los países colonizados.   

  Ante la eventualidad de una hipotética victoria alemana, durante un tiempo los Estados Unidos podría haber adoptado una postura aislacionista, concentrándose en proteger su territorio y sus intereses en el hemisferio occidental, particularmente en America Latina. La Doctrina Monroe, –«America para los americanos»-, habría cobrado una especial relevancia para intentar mantener a los poderes de las potencias Eje fuera del hemisferio sur americano. Sin embargo, la dinámica del propio desarrollo económico capitalista estadounidense hubiera terminado rompiendo esos marcos y tratando de ampliar su presencia, su influencia comercial y militar sobre otras áreas geográficas de planeta que fueran apetecibles para el expansionismo económico de su burguesía .

  La política interior norteamericana también podría haber sufrido importantes cambios. Una «amenaza externa» habría podido ser utilizada para ejercer una mayor vigilancia interna y una reducción de derechos civiles bajo el pretexto de la «seguridad nacional». Esto incluiría la censura y la persecución en contra de un movimiento obrero que durante la década de los años treinta había dado pruebas evidentes de revitalización.

    Frente a la nueva situación, creada tras una victoria militar alemana arrolladora en Europa, las grandes corporaciones capitalistas estadounidenses, ante la necesidad de una «defensa fuerte», podrían haber utilizado ese pretexto para propulsar el desarrollo intensivo de una potente industria militar y tecnológica, muy similar a la del boom económico  que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial y los años de la post Guerra Fría,  con el  argumento de la «amenaza comunista»

OTRAS HIPÓTESIS SOBRE LA ACTITUD DE EE.UU FRENTE A UNA VICTORIA ALEMANA


    No obstante, la posibilidad de que se hubieran plasmado otras hipótesis diferentes tampoco carecería de sentido.  La existencia de numerosos movimientos pro-nazis en Estados Unidos podrían haber influido de manera significativa en el escenario contrafactual que estamos imaginando. Aquí presento al lector un análisis de cómo estos movimientos podrían haberse movido y desarrollado.

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      Antes de la entrada de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial, en ese país se desarrolló un influyente movimiento contrario a su participación en la conflagración europea. En el curso de la década de los años 30, el aislacionismo había ganado mucha influencia en la sociedad americana. Muchos estadounidenses estaban convencidos de que la participación estadounidense en la I Guerra Mundial había sido un craso error y no deseaban repetir esa trágica experiencia.  Ese sentimiento estaba reforzado por los informes del Comité Nye, que en 1934 había sugerido que los grandes Bancos y grandes fabricantes de munición habían influido decisivamente en la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, movidos por sus propios intereses financieros.

    El Comité «America First«,-(«America Primero«)-, una expresión que retomada hoy por el expresidente Donald Trump, fue una de las corrientes más organizadas de esos grupos aislacionistas prominentes. Fundado en 1940, abogaba por mantener a Estados Unidos fuera de la guerra, contándose  entre sus miembros figuras destacadas y populares como Charles Lindbergh.

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  Lindbergh, el primer aviador que cruzó el Atlántico, se convirtió en el portavoz principal de ese movimiento, y argumentaba que la guerra en Europa no afectaba directamente a los Estados Unidos, por lo que el país debía dedicarse a  fortalecer sus defensas en lugar de involucrarse en aquel lejano conflicto. Lo que realmente sucedía era que la simpatía de  Lindbergh por la Alemania nazi era tal que llegó a ser condecorado por el Mariscal Herman Goering, el segundo en la jerarquía nazi después de Hitler.  La ceremonia de aquella condecoración tuvo tal acogida en los medios de comunicación estadounidenses, que reforzó aún más la popularidad que ya tenía Lindbergh en la sociedad estadounidense.

    Por otra parte, la influencia de los grupos fascistas que proliferaban particularmente en los Estados sureños del país, así como las grandes Corporaciones, mantenían relaciones comerciales con la Alemania nazi. Algunos grupos fascistas estadounidenses, como el German American Bund, apoyaban abiertamente a Hitler y el Régimen hitleriano. Estos grupos organizaban multitudinarias manifestaciones y mítines, frecuentemente exhibiendo su antisemitismo y promoviendo la idea de que Estados Unidos debía alinearse más estrechamente con Alemania en lugar de enfrentarse a ella.

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     Muchos grandes consorcios estadounidenses mantuvieron estrechas e importantes relaciones comerciales con la Alemania nazi, incluso después del inicio de la II Guerra en Europa. Empresas como Ford, la General Motors, IBM y Coca-Cola tenían poderosas filiales y negocios en Alemania. Un ejemplo notable es el caso de IBM, cuya tecnología fue utilizada por Hitler para organizar censos y gestionar campos de concentraciónHenry Ford, fundador de Ford Motor Company y autor de un celebérrimo libro «El judío internacional», era muy conocido por sus opiniones antisemitas y una enfebrecida admiración por Hitler, de quien, por cierto, también recibió una condecoración.

    ÍNDICE DE LOS EPÍGRAFES DE LA PRÓXIMA Y SEGUNDA ENTREGA:

1- EEUU: ALEMANIA ¿ALIADA O ENEMIGA?

2- LA DERROTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA: UN OBJETIVO LARGAMENTE DESEADO POR HITLER

-La invasión y ocupación

-El Holocausto de los eslavos

-El Plan General del Este (Generalplan Ost)

-Rebelión y resistencia

-Probables efectos de la ocupación alemana de la Unión Soviética  

3- LAS POSIBLES REPERCUSIONES DE LA VICTORIA ALEMANA EN LA ESPAÑA DE FRANCO

(*) Manuel Medina es profesor de Historia y divulgador de temas sobre la misma materia.

https://canarias-semanal.org/art/36414/historia-alternativa-que-habria-sucedido-si-alemania-hubiera-ganado-la-ii-guerra-mundial-i

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