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La victoria del Ejército soviético sobre las tropas de la Alemania nazi en la batalla de Stalingrado cumple 80 años en 2023. Varios analistas explicaron a Sputnik la importancia del enfrentamiento y el intento de Occidente de reescribir los hechos.
La batalla de Stalingrado (17 de julio de 1942 — 2 de febrero de 1943) fue uno de los acontecimientos más importantes de la Segunda Guerra Mundial y se considera un hito, ya que fue la victoria soviética en el enfrentamiento que puso al Ejército de la Alemania nazi, por primera vez, en posición defensiva en la guerra. Uno de los enfrentamientos más sangrientos de la historia moderna, se cobró la vida de unos 700.000 soldados soviéticos, que murieron al impedir que las tropas alemanas atravesaran la ciudad.
«La batalla de Stalingrado fue una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial, no solo por la victoria militar, sino por la victoria política que consiguió la Unión Soviética frente a Alemania, invencible hasta entonces», expresó a Sputnik el profesor de Historia e investigador de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, Joao Cláudio Pitillo.
Además, añadió que al derrotar al 6 Ejército alemán en Stalingrado, la URSS impidió que las fuerzas nazis recuperaran la iniciativa en Europa del Este.
«Con ello, [los soldados soviéticos] impidieron que Japón y Turquía entraran en la guerra en el bando del Eje y permitieron a los aliados occidentales proseguir sus operaciones en África, que culminaron con la invasión de Italia de forma más segura», puntualizó Pitillo.
Los aliados de la URSS «participaron» en la batalla de Stalingrado como observadores

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MOSCÚ (Sputnik) — La Unión Soviética tuvo que luchar sola para ganar la batalla de Stalingrado porque los aliados no se apresuraban a abrir el segundo frente en Europa prefiriendo «participar» como observadores, declaró a Sputnik el director científico de la Sociedad Histórica Militar de Rusia, Mijaíl Miagkov.
«Los aliados —Estados Unidos e Inglaterra— adoptaron una postura expectativa porque no sabían cuánto tiempo resistiría la URSS. Tratándose de la batalla de Stalingrado, una de las más cruentas del siglo XX, nuestros aliados occidentales prefirieron participar como observadores», relató.
Según destacó Miagkov, cuando las tropas hitlerianas lanzaron la ofensiva hacia el sur, la Unión Soviética seguía luchando sola, lo que permitió al enemigo concentrar sus fuerzas en Stalingrado.
El historiador considera que precisamente la victoria en Stalingrado, cuando creció inmensamente el prestigio de la Unión Soviética, obligó a Roosevelt y Churchill a empezar a buscar un encuentro con Stalin. El asunto sobre el segundo frente se resolvió en otoño de 1943 en la Conferencia de Teherán, pero en práctica eso ocurrió solo en junio de 1944 cuando los aliados lanzaron la operación Overlord.
«De esta manera, los aliados abrieron el segundo frente contra Hitler exactamente dos años después de haberlo prometido. Así era su estrategia de ‘hacer la guerra con sangre ajena», comentó Miagkov.
Hitler soñó con exterminar a la población de la URSS y esta le ‘saltó a la yugular’
En los dos años de guerra que transcurrieron entre la promesa de Roosevelt de abrir el segundo frente en junio de 1942 y su apertura real en junio de 1944, perdieron la vida 5,5 millones de soldados soviéticos.
«Tal fue el precio del ‘pragmatismo’ de los aliados», concluyó el director científico de la Sociedad Histórica Militar de Rusia.
Hace exactamente 80 años comenzó la batalla de Stalingrado (17 de julio de 1942–2 de febrero de 1943), considerada una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial por su envergadura, duración y número de participantes.
Como resultado de la contienda, los alemanes y sus aliados de Italia, Rumanía, Hungría y Croacia sufrieron 1,5 millones de bajas entre soldados muertos y heridos. Además, se entregaron prisioneros unos 90.000 nazis, incluidos 24 generales y un mariscal de campo.
La derrota alemana en Stalingrado hizo cambiar radicalmente la marcha de la Segunda Guerra Mundial y presagió la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi.
Occidente trató de borrar el logro soviético en Stalingrado
Pitillo apuntó que con el auge de la Guerra Fría, Occidente vio la necesidad de restar importancia a las victorias soviéticas en la Segunda Guerra Mundial.
«Después de la Segunda Guerra Mundial, el ambiente de concordia que se generó entre la URSS y los países imperialistas, se derrumbó. Toda esa alianza que había para derrotar a Hitler se derrumbó. Los países que rindieron homenaje a la URSS por la victoria en Kursk, Stalingrado, Moscú y Leningrado, lo olvidaron por completo y empezaron a tratar a la URSS como a un enemigo», resaltó.
Además, el analista anotó que la Guerra Fría desencadenó una batalla cultural, en la que EEUU promovió el American Way of Life (Estilo de vida norteamericana), al tiempo que iniciaba un proceso de demonización de la URSS. Según él, esta propaganda estadounidense explica por qué en Occidente la invasión de Normandía, liderada por las fuerzas estadounidenses, tiene mayor protagonismo que la batalla de Stalingrado.
Eden Pereira compartió la opinión de Pitillo, afirmando que «hubo y sigue habiendo un intento de reescribir los hechos» por parte de la retórica occidental. Pero, en su opinión, «la Unión Soviética fue la que contribuyó con mayor peso a la derrota de la Alemania nazi».
Wojtek, el oso que luchó contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial

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El oso Wojtek sirvió en las filas del ejército polaco durante la Segunda Guerra Mundial ante el desplazamiento masivo de alrdedor de 200.000 uniformados y 1,5 millones de ciudadanos.
Luego de que Adolf Hitler atacó a la Unión Soviética en 1941, rompiendo el pacto de no agresión, Iósif Stalin se vio orillado a buscar nuevos aliados, por lo que restableció las relaciones diplomáticas con Polonia, lo que permitió el reagrupamiento del Ejército polaco bajo las órdenes del general Wladyslaw Anders.
Los soldados polacos viajaron hacia su país desde distintos territorios, como Irán, Irak, Siria, Palestina y Egipto, y en 1942 encontraron entre los civiles a un pequeño niño acompañado con un oso cachorro huérfano.
El animal fue comprado al niño por un puñado de monedas persas, chocolate, un cuchillo suizo y un poco de carne, para luego recibir un nombre típicamente polaco: Wojtek, que significa «Guerrero sonriente«.
La espía nazi que conquistó a los poderosos de México para ayudar a Hitler
19:11 GMT 19.01.2022 (actualizado: 21:01 GMT 19.01.2022)

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Eduardo Bautista
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Era rubia, alta, de ojos azules y lealtad inquebrantable: el ideal femenino del Tercer Reich. Su nombre era Hilda Krüger y fue el puente entre México y la Alemania nazi.
Los mexicanos crecen con la idea de que su país no tuvo una participación protagónica en la Segunda Guerra Mundial. En la escuela y los libros de texto, se transmite la versión de que México fue casi un cero a la izquierda en el conflicto, salvo por el escuadrón de aviones que envió en 1945 para liberar una isla de las Filipinas.
La realidad, sin embargo, dista mucho de la historia oficial. Sin el apoyo de altos funcionarios mexicanos —como el expresidente Miguel Alemán—, el régimen nazi quizá no habría fabricado tantas bombas.
La clave en esta historia fue Hilda Krüger, una mujer que dejó su incipiente carrera en Hollywood para integrarse al Tercer Reich como la espía oficial de Hitler en América Latina, particularmente en México, país que, por su cercanía económica y geográfica con Estados Unidos, resultaba estratégico para las naciones del Eje.
https://x.com/salmazan71/status/857668521861435392?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E857668521861435392%7Ctwgr%5Eeedba1ab3d0b9809aa32d61e17ec522b16f797f5%7Ctwcon%5Es1_c10&ref_url=https%3A%2F%2Fnoticiaslatam.lat%2F20220119%2Fla-espia-nazi-que-conquisto-a-los-poderosos-de–mexico-para-ayudar-a-hitler-1120504796.html
De acuerdo con el libro Hilda Krüger. Vida y obra de una espía nazi en México (2016), esta rubia tejió una red de contactos entre los círculos de poder de México, donde se movían políticos, empresarios, diplomáticos, militares y hasta actores de la Época de Oro, como Cantinflas.
Gracias a sus acciones de espionaje y estrategia, se estableció un contrabando entre México y Alemania a través de Panamá para transportar insumos para el régimen de Hitler, como petróleo, mercurio y tungsteno. Estos dos últimos elementos fueron sumamente codiciados durante la Segunda Guerra Mundial, ya que se utilizaban para fabricar bombas y blindar vehículos, tanques o aviones.
«Los grandes secretos de los políticos se consiguen en la cama; la función de Hilda era averiguar qué tan dispuestos estaban a seguir mandando petróleo a Alemania, porque con Lázaro Cárdenas se habían detenido las exportaciones», asegura el periodista mexicano Juan Alberto Cedillo, autor de ese libro y de otros como Los nazis en México (2007).
