EL «DESASTRE DEL 98»: ENTRE EL COLAPSO DEL IMPERIO ESPAÑOL Y UNA GUERRA COLONIAL DE EXTERMINIO

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¿Qué lecciones dejó la «Guerra de Cuba» para las potencias globales de hoy? Te contamos lo que nunca se atrevió a narrarte tu maestro en la escuela

¿Qué lecciones dejó la «Guerra de Cuba» para las potencias globales de hoy? Te contamos lo que nunca se atrevió a narrarte tu maestro en la escuela

El trágico desenlace de la Guerra de Cuba – escribe nuestro colaborador Manuel Medinai-, no solo selló el destino de un imperio, sino que marcó el inicio de una profunda crisis en España, cuyas proyecciones aún hoy son perceptibles. Descubre cómo una serie de batallas perdidas y una gestión desastrosa desencadenaron una conmoción que reverberaría a lo largo de las décadas, transformando radicalmente a una nación y su gente. ¿Estaremos destinados a repetir ad infinitum los errores del pasado?

POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS- SEMANAL.ORG.-

    El llamado «Desastre del 98» no fue otra cosa más que la pérdida de una de las últimas colonias que a finales del siglo XIX todavía permanecían en manos de un Imperio, el españolque ya había dejado de serlo. Esa postrera batalla imperial perdida no solo conmocionó a la sociedad española, sino también a su economía, a sus instituciones y a la moral de sus clases dirigentes, proyectándose de forma dramática sobre los avatares históricos que se producirían a lo largo de las décadas siguientes.


      Con la rendición en Santiago de Cuba y el hundimiento de la escuadra de Cervera ante el ataque de la armada de los Estados Unidos, el destino de un imperio quedó sellado bajo los efectos del desgaste implacable de una guerra que, aunque en  su última fase había durado solo tres años, acabó con la vida de miles de jóvenes españoles  obligados a participar en la defensa de unos intereses que nunca habían sido los suyos.

     Pero el calificado por la historiografía española como «Desastre del 98» no consistió solamente en una serie de batallas perdidas. Fue también el resultado de años de política imperial pésimamente gestionada, acompañada por la subestimación crítica de la resistencia y el deseo de independencia de  la última de sus colonias americanas. 

    Este período de la historia nos ofrece una lección crítica sobre los costes de la guerra y los efectos que provocan los cambios  en los poderes globales. Un dato este último que en una época como la que nos ha tocado vivir deberíamos tener muy en cuenta.

«50.000 jóvenes españoles, una buena parte de ellos canarios, fueron arrancados de sus hogares para ir a morir por una causa y unos intereses que nada tenían que ver con los suyos»

      En este primer capítulo del espacio «Interpelando a la historia», que ahora inauguramos en Canarias Semanal, trataremos de acercarnos a las secuencias de aquel acontecimiento, tratando de distanciarnos del relato, a veces farragoso, de la mera narrativa bélica. En un espacio tan corto como el que se puede disponer en un magazine digital, en el que el mensaje solo puede ser transmitido a través de la pantalla reflectante, trataremos de «interpelar a la historia», enfatizando aquellos aspectos que además de ilustrar al lector lo induzcan, igualmente, a reflexionar sobre los hechos que se narran.

   Con objeto de intentar llegar a un amplio espectro de lectores, hemos escogido el interrogatorio periodístico como la herramienta didáctica adecuada.  Al final de cada tema figurará no solo la bibliografía consultada, sino también, en la medida que nos sea posible, adjuntar los libros en formato pdf que puedan ayudar al lector a profundizar en la cuestión tratada.

LA «GUERRA DE CUBA», UN CONFLICTO BÉLICO DE EXTERMINIO 

 
  – El 12 de julio de 1898 marcó un punto de no retorno para las fuerzas españolas en Cuba. ¿Cómo llegó España a este punto crítico y qué lecciones podemos extraer de este capítulo de la historia?

     La última fase de la «Guerra de Cuba» comenzó en 1895  con revueltas muy bien coordinadas y lideradas por figuras como Máximo Gómez y José Martí. A pesar de los esfuerzos realizados por España para sofocar la insurrección, incluyendo el envío masivo de tropas y la adopción de tácticas de tierra quemada bajo el mando de Valeriano Weyler, la resistencia cubana no hizo más que intensificarse. Las condiciones en la Isla, junto con el apoyo tácito de la población civil a los rebeldes, complicaron aún más la situación.

   El colapso español fue tanto militar como moral. Los soldados españoles no lucharon solamente contra los insurgentes, sino también contra el clima y las enfermedades, viendo mermadas sus capacidades y su moral. La captura de Santiago y la posterior rendición significaron más que una simple derrota militar. Simbolizaron también el fin de una presencia colonial que ya resultaba imposible sostener.

 – Entonces …  ¿la insurrección anticolonial cubana duró tan solo tres años, de 1895 a 1898?

   No. No fue exactamente así. La insurrección anticolonial en Cuba, que culminó en la Guerra de  Independencia de 1895-1898, se gestó a lo largo de décadas.  Antes de la Guerra de independencia de 1895, hubo previamente varios intentos significativos por liberar a Cuba del dominio español.

    La primera Guerra de independencia, conocida como la Guerra de los Diez Años, se produjo entre 1868 y 1878. Fue iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, quien liberó a sus esclavos y declaró la independencia de Cuba. Aunque esta guerra no logró su objetivo, estableció un precedente importante y mostró la viabilidad de la resistencia organizada.

   Tras el fracaso de la Guerra de los Diez Años, se produjo una segunda pero menos exitosa revuelta en 1879-1880, conocida como «La Guerra Chiquita». Aunque breve, esta sirvió para reflejar cuál era el persistente descontento y el deseo de independencia entre los cubanos.

   -¿Qué factores sociales, económicos y políticos empujaron a los cubanos a considerar indeseable la presencia española en la Isla y a tomar las armas para luchar por su independencia?

     Como es sabido, Cuba fue la última colonia de España en América. Durante el siglo XIX, mientras otras partes de América Latina ya habían logrado su independencia, Cuba permanecía bajo un control colonial estricto. La economía cubana estaba dominada por la producción de azúcar, en la que la esclavitud jugaba un papel central hasta su abolición final en 1886.

    Por otra parte, el monopolio español sobre la economía cubana era absoluto. Incluía altos impuestos y restricciones al comercio. Todo ese conjunto de medidas restrictivas terminó frustrando tanto a los poderosos hacendados, como a los pequeños agricultores. La crisis económica de la década de los 90 provocó que estas tensiones terminaran reventado.


 
     Pero no solo influyeron estos factores reseñados. A lo largo todo el siglo XIX, los cubanos estuvieron demandando reformas políticas que otorgaran a Cuba un estatus que ofreciera unos márgenes de mayor autonomía dentro del imperio español. Ni por esas. Estas demandas fueron en buena parte ignoradas o insuficientemente atendidas por la metrópoli.

     La revolución anticolonial cubana no fue más que el resultado de largas décadas de opresión colonial, desigualdad económica y falta de reformas políticas. La insurrección fue tanto una expresión de descontento local como el resultado de influencias y apoyos transnacionales.

      «Inicialmente unos 15.000 soldados españoles estaban presentes en la isla.  Ese número aumentó drásticamente a más de 100.000 para fin del primer año y superó los 200.000 en las campañas subsiguientes. Ese gigantesco esfuerzo militar en America solo se reprodujo en la II Guerra mundial con la intervención de EE.UU. en Europa»

 
-¿Que número de españoles fueron movilizados para acabar con la insurrección cubana?
 

   Para sofocar la insurrección en Cuba, España desplegó un número significativo de tropas a lo largo del conflicto, que se inició en 1895 y culminó con el estallido de la guerra hispanoamericana en 1898. Inicialmente, al inicio de la primavera de 1895 unos 15.000 soldados españoles estaban presentes en la isla. Sin embargo, este número aumentó drásticamente a más de 100.000 para fin de año y superó los 200.000 en las campañas subsiguientes. Este fue uno de los mayores esfuerzos militares llevados a cabo por una potencia colonial en América, y tal despliegue no fue superado hasta la intervención norteamericana en la Segunda Guerra Mundial.

    Este esfuerzo gigantesco fue la respuesta que España dio a la creciente efectividad y movilidad de las fuerzas rebeldes cubanas, que utilizaban tácticas de guerrilla y contaban, además, con el fuerte apoyo de la población civil.  
 


-¿Cuántos soldados españoles murieron en esa Guerra colonial?
 

    En la guerra en Cuba, de los más de 200.000 soldados españoles movilizados, un número significativo perdió la vida. No obstante, la mayoría de las muertes no fueron causadas por heridas de guerra. Solo un 4% de los más de 50.000 soldados españoles que murieron en Cuba, falleció debido a heridas de combate. La gran mayoría de las bajas fueron resultado de enfermedades, principalmente la fiebre amarilla, el paludismo, la disentería y la fiebre tifoidea, entre otras afecciones. Estas enfermedades tropicales se cebaron en unos cuerpos agotados, mal alimentados y con indumentaria inadecuada para el clima y las condiciones de la Isla.


  – ¿Contaron con muchos reclutas canarios las expediciones militares españolas destinadas a aplastar la rebelión cubana?


 
     Sí, desde luego, con muchísimos. Las Islas Canarias, debido a su proximidad geográfica a Cuba y su histórica conexión con América Latina, fueron un punto de reclutamiento importante para el ejército e en español durante la guerra de independencia cubana.

     Durante el conflicto en Cuba, muchos canarios fueron reclutados, tanto de manera voluntaria como forzosa, para servir en el Ejército español. La leva, o el reclutamiento obligatorio, fue una práctica común en estas Islas, donde se enrolaba a hombres para «completar» las cuotas necesarias que el Gobierno central imponía al resto de las regiones.

      Las Islas Canarias y Cuba tenían fuertes lazos migratorios y económicos que datan de siglos. Muchos canarios habían emigrado a Cuba en busca de mejores oportunidades económicas, y esto también se reflejaba en las relaciones familiares y comunitarias entre ambas regiones. Esto hizo que el conflicto en Cuba tuviera un impacto directo y personal en muchas familias canarias.


     Aquellos reclutamientos masivos tuvieron un fuerte impacto en las Islas. Afectaron gravemente a la demografía y la economía locales. Muchos hombres jóvenes, que eran parte fundamental de la fuerza laboral, fueron enviados a la guerra, lo que afectó a las comunidades y a las economías locales. Por otra parte, no pocos de los soldados canarios que participaron en el conflicto jamás regresaron. Murieron de enfermedades o en el combate. Esto generó el luto y un impacto duradero en las comunidades de las Islas.

    La guerra y el reclutamiento forzoso fueron recibidos con rabia entre la población isleña. Existía la generalizada percepción de que los canarios habian sido desproporcionadamente afectados por las políticas de reclutamiento y que el Archipiélago había sido abusivamente usado en aquella Guerra colonial por parte del gobierno central en Madrid.
 

 
– Paradojas de la historia, pero curiosamente en Santa Cruz Tenerife todavía existe una plaza céntrica que lleva el nombre de un militar español que tuvo una actuación «destacada» en aquella guerra: el general Valeriano Weyler. ¿Quién fue este personaje y en qué consistieron sus «hazañas» en la guerra de Cuba? 

      En efecto, así es. Insólitamente así es. Ese personaje de tristísima memoria, fue el General Valeriano Weyler y Nicolau. Desempeñó un papel prominente en la historia colonial española, llegando a ser Capitán General en Cuba durante aquel conflicto bélico. Nacido en 1838 en Palma de MallorcaWeyler sirvió en varios [Img #78648]

puestos militares y administrativos en el Imperio español, incluidos destinos en las Filipinas y en la península ibérica antes de ser enviado a Cuba.

    Weyler fue conocido principalmente por el uso de métodos de una crueldad infinita para intentar suprimir la rebelión cubana. Su nombre está asociado históricamente con la «reconcentración», una táctica militar y estrategia de contrainsurgencia que tenía como objetivo intentar aislar a los rebeldes del apoyo popular.  Su idea consistía en privar a los guerrilleros de recursos y apoyo logístico, cortando su conexión con la población civil.

    La política de «reconcentración» de Weyler implicó el traslado forzoso de ingentes cantidades de campesinos cubanos de sus hogares y granjas a campos de concentración, supervisados por las autoridades españolas. Estos campos de concentración estaban destinados a prevenir que la población rural ayudase a los insurgentes, pero estaban mal equipados y ofrecían condiciones de vida muy precarias. Como resultado de ello, miles de civiles murieron debido a enfermedades, hambre y malas condiciones sanitarias.  En esas condiciones morían como moscas.

    Las tácticas de Weyler, especialmente la idea de la reconcentración de civiles, tienen paralelos con otras estrategias utilizadas posteriormente en conflictos del siglo XX. Por ejemplo, durante la Guerra de Vietnam, los Estados Unidos implementaron el programa de “pacificación”, que incluyó la creación de «aldeas estratégicas» en las que se reubicaba a la población rural para aislarla de las fuerzas del Frente Nacional de Liberación de Vietnam, a quien los norteamericanos denominaban el Viet Cong. Algo similar hicieron los británicos en Kenia para combatir a las guerrillas de los Mau-Mau.


    De manera que la existencia de lugares como la Plaza en Santa Cruz de Tenerife, que lleva el nombre de Weyler, indica la complejidad de la memoria histórica y cómo diferentes aspectos de la misma son increíblemente recordados o conmemorados.

    – ¿Pudo contar el Gobierno de Madrid con el apoyo de la población española en su propósito de aplastar la rebelión anticolonial cubana?


   Al principio, cuando se produjo la última fase de la «Guerra en Cuba» en 1895, el Gobierno español, encabezado por diferentes líderes políticos durante el período, contaba con un nivel significativo de apoyo popular para mantener la soberanía española sobre Cuba. Este apoyo se manifestaba, en parte, debido al fuerte sentimiento nacionalista y al deseo de preservar el imperio colonial, que se veía como un símbolo de prestigio nacional y poder internacional.

   Sin embargo, a medida que la guerra se prolongaba y los costos humanos y económicos crecían, el apoyo popular comenzó a disminuir. Las noticias de las duras condiciones en el frente, las altas tasas de mortalidad debido a enfermedades y políticas como la reconcentración implementada por el General Weyler contribuyeron a un cambio de percepción en la metrópoli.

     El descontento con la guerra contribuyó a cambios políticos en España, incluyendo cambios de gobierno y el ascenso eventual de partidos más reformistas que buscaban alternativas a la continuación del conflicto. Cuando la guerra terminó finalmente, con la derrota española en 1898 y la pérdida de sus últimas colonias importantes en el Tratado de París, España entró en un período de profunda introspección y crítica, que en el ámbito del pensamiento dio lugar a la conocida como «Generación del 98», que reflexionó sobre las causas y consecuencias del desastre.


 
  – ¿Cuál fue la posición de intelectuales de la época  en relación con la «Guerra de Cuba?
 


    Durante la Guerra en Cuba, un número de intelectuales españoles tomaron posiciones a favor o en contra del conflicto. Estas posturas reflejaron una variedad de opiniones y preocupaciones, desde el «patriotismo y la defensa del imperio», hasta la crítica de la corrupción y el mal manejo del colonialismo.
 
     Algunos intelectuales y figuras públicas apoyaron inicialmente la guerra como una cuestión de deber nacional y defensa del imperio. Este apoyo a menudo se basaba en un sentido del «honor nacional» y en la idea de que España debía mantener su posición como potencia colonial. Sin embargo, es importante indicar que el apoyo no era uniforme y muchos de los que inicialmente apoyaron la guerra cambiaron de opinión a medida que se prolongaba el conflicto y se hacían evidentes sus costos y brutalidades.

    – ¿Podrías personalizar las posiciones sostenidas en relación con la Guerra de Cuba por parte de los intelectuales más destacados de la época?

     Sí, claro. Creo que recordar cuál fue la posición de cada uno de ellos en relación con el conflicto cubano constituye un saludable ejercicio de «justicia histórica», que aunque sea realizado con más de un siglo de retraso, puede ayudarnos a establecer quién fue quién en aquel dramático contexto. Vamos a hacerlo, aunque sea de forma telegráfica, para ahorrar espacio. Veamos:

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– Miguel de Unamuno: Aunque sus opiniones evolucionaron con el tiempo, Unamuno expresó críticas sobre la política española y el tratamiento de las colonias.

– Ángel Ganivet: Ganivet es conocido por su ensayo «Idearium español», en el que reflexiona críticamente sobre el destino de España y su imperio, aunque murió antes de que la guerra alcanzara su clímax.

– Ramón del Valle-Inclán: Aunque más conocido por su obra literaria posterior, Valle-Inclán expresó su desilusión con el estado del país y sus aventuras imperiales.

– Marcelino Menéndez Pelayo – Erudito y crítico literario, Menéndez Pelayo es a menudo recordado por su defensa del catolicismo y su visión conservadora de la historia española. Durante la guerra, su nacionalismo y sus ideales conservadores le llevaron a apoyar con vehemencia la posición del gobierno español.

– Juan Valera – Aunque es más conocido por su carrera literaria, Juan Valera también tuvo una carrera diplomática y expresó opiniones que reflejaban un apoyo al mantenimiento de las colonias como parte integral del «honor nacional».

-Ramiro de Maeztu – Aunque Maeztu es más asociado con su evolución hacia posiciones más críticas después del desastre de 1898 y durante la Generación del 14, inicialmente tuvo sentimientos más nacionalistas y se mostró a favor  de la guerra de Cuba y del aplastamiento de los insurrectos.
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– José Echegaray – Como político y dramaturgo, Echegaray, que fue también Ministro de Hacienda, en algunos momentos reflejó un apoyo a las políticas del gobierno, aunque sus posiciones fueron «más matizadas».

 – ¿Cuál es el origen y cómo debe traducirse la conocida frase «¡Más se perdió en Cuba!»?


   Resulta muy curioso. Esa frase se convirtió en un refrán español que utilizado para relativizar un problema o pérdida, sugiriendo que, en comparación con otras adversidades —en este caso, las grandísimas pérdidas sufridas durante la Guerra en Cuba—, el problema actual es menor y se puede superar. La expresión se refiere a los grandes costos humanos, económicos y territoriales que España tuvo como resultado de la también llamada «Guerra Hispanoamericana» de 1898, especialmente en relación con la pérdida de Cuba, que era una de sus últimas y más importantes colonias.

 
 
  –  Finalmente, desde la perspectiva del materialismo histórico, ¿cómo deberíamos interpretar la llamada «Guerra de Cuba»?
 


    La guerra de independencia cubana, a nuestro juicio, puede interpretarse como un conflicto que pone de relieve las tensiones inherentes al sistema capitalista y colonial,  en el que las dinámicas de clase y los intereses económicos configuran los conflictos políticos y sociales.

 
     La dominación colonial española sobre Cuba fue un ejemplo clásico de explotación colonial, donde la metrópoli extrae recursos y riqueza de la colonia, subyugando a su población local en un estado profundo de dependencia económica y política. Esta relación viene a ser como una suerte de microcosmos de una explotación capitalista aún más amplia, en la que las élites dominantes, en este caso los colonialistas españoles, maximizan sus ganancias a costa de las clases trabajadoras y subordinadas, en el caso que hemos narrado, los cubanos.

    La economía cubana estaba dominada por el monocultivo del azúcar, lo que la hacía extremadamente dependiente de los precios globales y de las políticas comerciales españolas. Un marxista debería argumentar que esta estructura económica no solo perpetuaba la pobreza y la desigualdad, sino que también hacía de Cuba una colonia vulnerable a las fluctuaciones en el mercado internacional, una característica propia de las economías periféricas en el sistema capitalista mundial.

    Aquella Guerra de independencia contra el decadente Imperio español fue también una movilización de clases subalternas contra una élite opresora. Líderes como José Martí y Antonio Maceo deberían de ser vistos como representantes de un movimiento nacionalista que trataba de liberar a las clases productivas cubanas del yugo del capitalismo colonial español.  
 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

«Historia de España en el siglo xx».

«La Guerra de Cuba de 1898: Un Análisis Marxista de la Lucha de Clases».

«Imperialismo y Guerra: Cuba 1898 desde la Perspectiva Marxista».

«El Conflicto Cubano-Estadounidense de 1898: Una Interpretación Marxista».

«Cuba 1898: Resistencia Popular y Revolución Marxista».

«La Guerra Hispano-Estadounidense y la Crisis del Capitalismo: Una Mirada Marxista a Cuba».

«Clase, Imperialismo y Revolución en Cuba 1898: Una Perspectiva Marxista».

«Guerra de Independencia Cubana: Una Evaluación Marxista del Conflicto con Estados Unidos».

«Cuba 1898: Una Batalla por la Liberación Nacional desde una Óptica Marxista».

«Contra el Imperialismo: Cuba 1898 desde el Enfoque Marxista».

«Cuba Libre: La Guerra de 1898 y la Lucha de Clases en Perspectiva Marxista».

https://canarias-semanal.org/art/36053/el-desastre-del-98-entre-el-colapso-del-imperio-espanol-y-la-guerra-colonial-de-exterminio

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