China, Revolución en la educación (3/4) (Documentos sobre la GRCP)

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La educación secundaria

A- Las grandes líneas de la revolución en la educación secundaria

La decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria (8 de agosto), escrita bajo la dirección personal del Presidente Mao, dice: «Reformar el antiguo sistema educativo, así como los antiguos principios y métodos de enseñanza, es una tarea extremadamente importante para la gran revolución cultural proletaria en curso«.

En esta revolución sin precedentes para la reforma del antiguo sistema educativo, los proletarios revolucionarios de todo el país adoptan como programa supremo la directriz del 7 de mayo del Presidente Mao: «Los estudiantes, dedicándose principalmente a los estudios, deben adquirir al mismo tiempo otros conocimientos. Deben instruirse no sólo en un plano cultural, sino también en los planos industrial, agrícola y militar; también deben criticar a la burguesía. La escolarización debe ser reducida y se debe llevar a cabo una revolución en la educación. El dominio de nuestras escuelas por los intelectuales burgueses no puede durar más tiempo«. Con la ayuda del EPL, los revolucionarios continúan dando pruebas de espíritu revolucionario que consiste en atreverse a pensar, hablar y actuar, entran en ciertos caminos nunca antes transitados y emprenden acciones nunca efectuadas hasta entonces. Inspirados en las enseñanzas del Presidente Mao: «No hay construcción sin destrucción, la destrucción trae consigo la construcción«, rompen con las viejas convenciones, los viejos sistemas, manuales y reglamentos yendo al encuentro del Presidente Mao Tse-tung en materia de educación . Se muestran muy valientes en la práctica y en la invención, luchan por la creación de un sistema de educación proletaria absolutamente nuevo. Los siguientes informes están dedicados a este asunto.

¿Cúal es el curso más importante?

En marzo de 1967, profesores y estudiantes de la escuela secundaria de Chekingchan, en Pekín, regresaron a las clases continuando, sin embargo, la revolución. Con la ayuda de los mandos y combatientes de una unidad de los ferrocarriles del EPL, establecieron, antes de nada, el curso sobre el pensamiento de Mao Tse-tung. Todas las clases establecieron la regla de estudiar diariamente las obras del Presidente Mao. Todas las semanas tiene lugar un curso piloto de las obras del Presidente Mao; todos los meses, una reunión para la aplicación creativa de sus obras; cada seis meses, una conferencia de los elementos activos en este estudio. En esta escuela, y durante la gran crítica revolucionaria de la línea revisionista en materia de educación, más de 170 personas se distinguieron en el estudio y la aplicación creadora de las obras del Presidente Mao; se incluyen, además, muchas clases y grupos de estudio de vanguardia.

Los alumnos son todos de origen obrera y campesina; viven en la región industrial de Chekingchan o en las comunas populares de los alrededores. Tienen un profundo sentimiento de clase para con el Presidente Mao y, todos los días, al llegar a la escuela, lo primero que hacen es desearle una larga vida. Todas las mañanas consultan sus obras con miras a los problemas surgidos durante la Gran Revolución Cultural Proletaria y la revolución de la educación. Todas las noches hacen un examen de lo sucedido durante el día para ver si sus ideas, en el trabajo y en el estudio, están o no de acuerdo con el pensamiento de Mao Tse-tung.

Los profesores y estudiantes adoptan como tarea fundamental de la revolución de la educación, la colocación de este pensamiento en el puesto de mando. Además del curso piloto de las obras del Presidente Mao, introdujeron un curso para combatir el egoísmo y refutar el revisionismo y otro para la educación de clase. El curso de chino y el de las lenguas extranjeras se basan en las obras del Presidente Mao. Las matemáticas y las ciencias también son enseñadas de acuerdo al pensamiento de Mao Tse-tung, tanto desde el punto de vista ideológico como de contenido. Con la ayuda de los trabajadores de la Compañía Siderúrgica de Cheoutou y la de los profesores y estudiantes de la escuela normal superior de Pekín, algunos profesores y estudiantes revolucionarios de la escuela rompieron la separación de las disciplinas y fusionaron en un sólo curso el álgebra, la geometría y la trigonometría. Así crearon, a grandes rasgos, un sistema de disciplinas vinculado a la práctica de la producción.

En el pasado, a los maestros les gustaban los estudiantes dóciles y siempre inmersos en los libros. Actualmente se distinguen los buenos estudiantes por su elevada conciencia socialista, por el estudio y por la aplicación creadora de las obras del Presidente Mao.

Después del reclutamiento de nuevos alumnos en noviembre de 1967, la Escuela Secundaria de Chekingchan adoptó el sistema de cursos por turnos, es decir, la mitad de los estudiantes utilizan las salas por la mañana y la otra mitad por la tarde. Los guardias rojos de la escuela organizaron, fuera de sus cursos y en varios bloques, más de 200 grupos de estudio de las obras del Presidente Mao. Este estudio debe ser vinculado a la situación nacional e internacional, al trabajo de la escuela y del aula, al pensamiento vivo de cada uno. Las madres participan en ellos con sus hijos. Los mayores son invitados a hablar de la cruel explotación de clase que había sufrido en la vieja sociedad. Estos grupos, además, conversan con trabajadores veteranos de las factorías de Chekingchan sobre la excelente situación de la Gran Revolución Cultural. De este modo, durante y fuera de los cursos, tanto en la escuela como en la familia, se forma poco a poco un excelente estilo de estudio revolucionario, que consiste en estudiar las obras del Presidente Mao y actuar según sus enseñanzas.

Crítica a la larga duración de los estudios

¿Para qué clase y al servicio de qué clase debemos formar continuadores? Este es, invariablemente, el quid de la lucha a muerte que se desarrolla entre el proletariado y la burguesía en el frente de la educación. La escuela de Medicina de China, donde los estudios duraban ocho años, ilustra de la mejor manera la larga escolaridad predicada por el Kruschev chino y sus lacayos, para formar a los seguidores de la burguesía. Fundada en 1959, heredó pura y simplemente la práctica del Peking Union Medical College, fundado también por el imperialismo norteamericano; era, en todo el país, la escuela donde la escolaridad era más larga y el programa más pesado.

Bajo el poderoso movimiento de la revolución en la educación, los profesores y estudiantes revolucionarios de esta escuela procedieron, desde la reanudación de las clases, a una crítica total del viejo sistema. Se escribieron dazibaos y hubo reuniones de todo tipo para condenar el ciclo de ocho años.

Los intelectuales de la burguesía se habían servido siempre de sus cátedras para llevar a cabo un combate encarnizado con el proletariado, para disputarle la nueva generación. En una ocasión, un profesor burgués de medicina general tomó un estetoscopio, levantó las manos y le dijo a los estudiantes: «Con esto, recorreréis el mundo«. Predicaba, de hecho, el «poder soberano del conocimiento«, teoría de la burguesía. «Técnicos» burgueses llegaron a incitar abiertamente a los estudiantes a buscar la fama.

Un programa sobrecargado oprimía a los estudiantes. En los tres años preparatorios había tantas horas de matemáticas, física y química como en las escuelas politécnicas cursos que, en realidad, no son tan necesarios para el futuro médico. En los cinco años siguientes, se reanudaban los cursos del antiguo Peking Union Medical College, exigiendo un promedio de quince horas de estudio al día. En el octavo año se requería que fuesen responsables de sus pacientes las 24 horas del día. Así, encerrados en el hospital durante un largo período, los estudiantes estaban alejados de las masas y no tenían tiempo para participar en la lucha de clases ni en el trabajo productivo.

A partir de 1959 y en ocho años, la Escuela de Medicina China formó a 50 médicos, 50 ratones de biblioteca. En la escuela de «autoridades» burguesas se respetaban numerosos dogmas extranjeros, se ignoraba la práctica y sólo se pretendía alcanzar las «cumbres de la disciplina«. Los licenciados sólo podían ejercer su oficio en los grandes hospitales de las grandes ciudades; en los campos estaban completamente desarmados. Además, esta escolaridad maratoniana dañaba la salud de los estudiantes. Todos los años, el 15% tenía que repetir o abandonar el curso por enfermedad.

Hoy en día, los estudiantes y profesores revolucionarios de la Escuela de Medicina China estudian con aplicación las directrices del presidente Mao sobre el trabajo médico y la educación. Están decididos a reducir en gran medida una escolaridad tan larga y, sobre todo, a desplazar el centro del trabajo médico y sanitario al campo. Estudian la manera de transformar radicalmente los principios y los métodos de educación con el fin de ligar la práctica y poder servir de todo corazón a la masa de obreros y campesinos.

¿De la teoría a la práctica o de la práctica a la teoría?

Los profesores y alumnos revolucionarios de la Universidad de Tongtsi, en Shanghai, avanzaban por el sendero luminoso indicado por la directriz del 7 de mayo del Presidente Mao. Desbordantes de espíritu revolucionario, formularon un proyecto de reforma de las escuelas de arquitectura e ingeniería civil, es decir, una combinación de escuela, centro de estudios y unidad de construcción. En este momento, en el local de construcción donde se necesita ejecutar este proyecto, un embrión de sistema educativo proletario, lleno de vitalidad, hace su aparición.

Allí, estudiantes, trabajadores, profesores y desarrolladores de proyectos estudian juntos las obras del Presidente Mao, critican la línea revisionista en materia de educación, combaten su egoísmo y refutan el revisionismo. En el estrado, soldados del EPL propagan el pensamiento de Mao Tse-tung, los estudiantes abren un debate con sus profesores y los obreros con los trabajadores del centro de estudios. Los estudiantes, dedicándose principalmente a los estudios, también se instruyen en los planes industriales y militares; los obreros, a su vez, se informan en los planes culturales y militares.

¿Qué debemos aprender primero, la concepción de los proyectos o su aplicación? Esto es objeto de un intenso debate. Al parecer, se trataba de un problema de orden de los cursos pero, en realidad, era una lucha entre las dos concepciones del mundo. Aquellos que defendían la prioridad de la concepción de los proyectos pensaban, como estudiantes y futuros ingenieros, que debían empezar por ahí. Lo que implicaba la primacía del conocimiento libresco. Los soldados del EPL y los trabajadores hacían notar que no se trataba de una cuestión de método, sino, en última instancia, del camino a seguir para la revolución de la educación; era necesario decidir qué se debía poner en primer plano: la política o la especialidad; la práctica o el conocimiento libresco.

Los trabajadores dijeron a los estudiantes: «El Presidente Mao os ha confiado a nosotros, la clase obrera. Haremos de vosotros continuadores del proletariado«. Estas significativas palabras tocaron a los estudiantes en lo más hondo de su corazón. «En el pasado, contaminados por la línea revisionista en materia de educación, concebíamos los proyectos para nuestra propia fama y construíamos solares de individualismo. El Presidente Mao nos enseña en «Sobre la Práctica»: «Los marxistas consideran que la actividad del hombre en la producción es su actividad práctica más fundamental, la que determina todas sus demás actividades.«. La directriz del 7 de mayo del Presidente Mao es un mapa que conduce al comunismo. Estamos decididos a ir por el camino que conduce al comunismo«.

¿Cómo organizar los cursos y preparar las lecciones?

El Instituto de silvicultura de Pekín reanudó las clases persistiendo siempre en la revolución. Surgió una cuestión: «¿Cómo organizar los cursos?» Maestros y alumnos no tenían ni idea de ello. Entonces consultaron las obras del Presidente Mao. Nuestro gran dirigente indicó en «Contra el culto a los libros«: «¿No puede usted resolver un problema? ¡Pues bien, póngase a investigar su situación actual y sus antecedentes! Cuando haya investigado cabalmente el problema dejándolo claro, sabrá como resolverlo«. Entonces fueron a investigar a las fábricas y a las explotaciones florestales. Después organizaron debates y reuniones críticas.

La iniciativa pertenecía a los estudiantes de la sección forestal. Hicieron esta propuesta audaz: un nuevo sistema de educación debe centrarse en la lucha de clases, debe considerar la lucha por la producción como la línea de dirección y, en base a estos principios, organizar el «encadenamiento» de las especialidades y de los cursos básicos para que los estudiantes, los maestros y los trabajadores participen todos en la educación. Su propuesta encontró un cálido apoyo de parte de todos los estudiantes, profesores y trabajadores revolucionarios de la escuela.

Se establecieron, uno tras otro, en numerosas clases, grupos responsables de la preparación de los cursos, compuestos por estudiantes, profesores y trabajadores revolucionarios. Dirigen el funcionamiento de la educación y hacen investigaciones en esta área. Se complementan entre sí, aprenden unos de otros y se perfeccionan en conjunto.

Siguiendo las enseñanzas del Presidente Mao: «La educación debe estar al servicio de la política del proletariado y estar combinada con el trabajo productivo«, el sistema de «encadenamiento» coloca la política en el puesto de mando, de dirección y permite que los estudiantes se formen al mismo tiempo en los planos moral, intelectual y físico, y se conviertan así en trabajadores cultos con una conciencia socialista. El programa incluye educación de clase, trabajo manual y formación profesional.

La lucha de clases es el curso principal; toda la enseñanza debe estar basada en él. Tomemos, por ejemplo, la clase B de la sección de carpintería promovida en 1963: los estudiantes fueron a los talleres de carpintería de Pekín para seguir un curso sobre aglomerados. En la primera lección, invitan a los trabajadores a hablar por primera vez sobre la lucha de líneas proletaria y burguesa en esta industria y sólo después se les enseña el proceso de fabricación de aglomerados. Los estudiantes se mostraron muy satisfechos: «Cada lección incide, al mismo tiempo, sobre la lucha de clases y sobre la lucha por la producción. ¡Es maravilloso!«.

La participación en el trabajo manual es obligatoria. Maestros y estudiantes trabajan para las comunas populares, explotaciones forestales y fábricas; además, hacen habitualmente trabajo manual en el transcurso de la educación profesional. Esto les permite asistir a la escuela de los trabajadores y campesinos, refundir mejor su ideología, comprometerse en este objetivo: la fusión de los intelectuales con la masa de obreros y campesinos.

La educación por «encadenamiento» vincula estrechamente la instrucción con la producción. Basándose en las características de cada especialidad y en el progreso de la producción, esta educación suprimió los cursos y las materias no adecuadas a la práctica, reduciendo así la duración de los estudios y los efectivos del cuerpo docente. Se combina la enseñanza en el aula y la educación en la producción. El principio de «la práctica y el conocimiento, luego de nuevo la práctica y el conocimiento» es aplicado en todo el proceso. La educación en la producción, factor principal, está acompañada de estudios personales y de discusiones en clase. Antes de cada lección se prepara un plan a partir de la práctica; después la lección tiene lugar en una unidad de producción y luego es discutida y analizada en clase. Los conocimientos sensitivos adquiridos son, entonces, elevados al nivel de conocimientos racionales. Se vuelve rápidamente a la práctica para examinar la validez de estes, hacer el balance y preparar finalmente el plan de la lección siguiente. Esta práctica y este conocimiento repetidos no dejan de enriquecer y mejorar los cursos. Así es como los grupos encargados de prepararlos elaboran el nuevo manual.

El sistema de «encadenamiento» combina, por otro lado, los cursos de base y de especialidad con la práctica. Los alumnos de silvicultura, por ejemplo, desde su inscripción en la escuela, deben empezar por aprender las técnicas necesarias para el trabajo forestal y sólo entonces las teorías indispensables. «Esta nos permite una mejor retención de las lecciones, un perfeccionamiento más rápido y la posibilidad de poner en práctica aquello que nos enseñan«.

Relaciones entre profesores, alumnos y trabajadores

«Los oficiales enseñan a los soldados, los soldados enseñan a los oficiales y los soldados se enseñan mutuamente«. Esta es una brillante tesis de nuestro gran dirigente, el Presidente Mao; una buena tradición de nuestro EPL. La escuela secundaria de Tsaotchangti, en Pekín, siguiendo este método democrático de educación, rompió las amarras del antiguo sistema educativo; abandonó el viejo método de «el maestro habla, los alumnos escuchan» y creó uno nuevo: ahora los profesores y alumnos se instruyen mutuamente, suben unos y otros al estrado.

Primer método: Profesores y alumnos preparan juntos una lección y la dan ambos, lo que les permite completarse mutuamente y demostrar su conocimiento. Para una lección de topografía, el profesor propuso, a las tres clases del segundo año del primer ciclo, un método libresco. Los alumnos propusieron otro tomado de su práctica que se demostró mucho más fácil de aprender y aplicar. Inspirándose en esto, el profesor salió de clase, fue al campo a consultar a los campesinos veteranos y llevó a cabo las mediciones con sus alumnos al tiempo que estudiaba y discutía. «Este método combina la teoría y la práctica. Aprendemos rápidamente. Nos ayuda a fijar las lecciones. Además de esto, podemos poner en práctica los conocimientos adquiridos«, dicen los alumnos.

Segundo método: Un alumno da la lección, el maestro la completa y le ayuda a hacer el resumen. Si el alumno es capaz de explicar una lección, el maestro se la confía; si él no la conoce a fondo, el maestro le ayuda a prepararla y luego da la lección con él. Así, la capacidad de iniciativa de los estudiantes puede ser plenamente aprovechada. Por ejemplo, un estudiante de la clase A del tercer año del primer ciclo fue encargado de dar una lección, para el curso de física, sobre lámparas fluorescentes. El maestro le dejó totalmente a su voluntad. Cómo no entendía el principio de las lámparas fluorescentes, se sumergió en esta área, consultó a electricistas y a otros camaradas. Finalmente, con la ayuda del maestro, pudo no sólo explicar la lección de una manera viva, sino convertirse en experto en las técnicas de reparación de este tipo de lámparas.

Tercer método: Maestros y alumnos tienen reuniones democráticas para examinar la educación tanto desde el punto de vista del profesor como de los alumnos. Hay una reunión particular al final de cada lección y una reunión general al final de cada ciclo. Cada una de ellas es, en realidad, un test sobre los resultados de la educación a la luz del pensamiento de Mao Tse-tung, un balance de los esfuerzos realizados para aplicar la línea proletaria del Presidente Mao en materia de educación. Los profesores y alumnos revolucionarios pueden así perfeccionarse juntos, enriquecer constantemente su experiencia.

Estos métodos pedagógicos se basan en una obligación: enseñar y estudiar para la revolución. Favorecen el establecimiento de las relaciones de clase que consisten en velar unos por otros y ayudarse. Movilizan la iniciativa de los profesores y alumnos, concentran su sabiduría, dan rienda suelta a su fuerza creativa. Impulsan de manera efectiva la revolución proletaria de la educación en su marcha victoriosa.

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B – La revolución de la educación en una escuela secundaria de Pekín

Por el grupo encargado de la revolución en la educación de la Escuela Secundaria Nº 31 de Pekín.

Había ya unos diez años que enseñábamos matemáticas, física y química, pero fue sólo después de desencadenar la Gran Revolución Cultural Proletaria que comprendimos por qué y cómo tenemos que enseñar.

Es cierto que hicimos nuestros estudios secundarios y superiores después de la liberación pero, en esa época, la línea revolucionaria del Presidente Mao en el campo de la educación estaba gravemente perturbada por la línea revisionista de Liu Shao-chi que, haciendo apología del individualismo, buscaba formar una aristocracia intelectual. Nuestros maestros, sin preguntarse a sí mismos a qué clase social deberían servir sus alumnos más adelante, nos enseñaban muchas ideas burguesas tales como «estudiar para convertirse en famoso» y nos animaban a hacer esfuerzos en el futuro para «formar estudiantes brillantes y disfrutar, en la jubilación, de la felicidad de ver florecer bajo el sol los melocotoneros y ciruelos«.

Después llegó nuestro turno de subir al estrado. No pensábamos más que en dar a los alumnos un cierto bagaje cultural, dejando de lado la educación política y la educación proletaria. No éramos conscientes de que nos limitábamos a retransmitir el pensamiento burgués de nuestros maestros. Por otro lado, el conocimiento que nosotros habíamos adquirido no tenía ninguna relación con el trabajo, con la práctica y con la vida de las masas. Aquel que entre nosotros enseñaba química, ignoraba el proceso de producción de los fertilizantes químicos y de los pesticidas y los que daban el capítulo de las máquinas-herramientas no sabían cómo manejarlas. Con un libro abierto bajo los ojos y sobre la mesa, nuestros maestros nos obligaban a copiar una gran cantidad de principios, definiciones y fórmulas; nosotros, a su vez, aturullábamos a nuestros alumnos. Instruidos de esta manera, dejaban los bancos de la escuela con la «cabeza bien llena pero sin saber qué hacer con sus diez dedos«, porque lo que les habíamos enseñado estaba completamente desligado de la práctica.

Tales alumnos no podían, por supuesto, abrazar el ideal revolucionario de «liberar a toda la humanidad«, ni hacer suya la concepción proletaria del mundo de los que están decididos a «servir al pueblo«. No podían adquirir conocimientos realmente útiles ni convertirse en continuadores de la obra revolucionaria del proletariado. Entonces, ¿cómo no reformar radicalmente este sistema educativo que, como dijo Lenin, estaba destinado «al adiestramiento de lacayos sumisos y adecuados para el servicio de la burguesía?» ¿Cómo no transformar completamente este estado de ánimo de los maestros?

Y fue por eso que nuestro gran dirigente, el Presidente Mao, hizo el gran llamamiento invitándonos a «hacer la revolución en la educación«.

En el transcruso de la Gran Revolución Cultural Proletaria, sin precedentes en la historia, los guardias rojos, los profesores y los alumnos revolucionarios, levantándose contra el viejo sistema de educación, publicaron en nuestras escuelas miles de periódicos en grandes caracteres e hicieron cientos de reuniones críticas para repudiar la línea revisionista en la educación.

Dar prioridad a la política

A finales de octubre de 1968, un equipo de propaganda del pensamiento Mao Tse-tung fue enviado a nuestra escuela. La primera cosa que hizo, nada más llegar, fue organizarnos  para un estudio a fondo de las obras del Presidente Mao. Estudiando con nosotros la directriz del Presidente Mao: «El problema fundamental en la reforma de la educación es de la educación y de los maestros«, nos animó a comprometernos activamente con la reforma del antiguo sistema educativo con el fin de crear un nuevo sistema de carácter proletario, necesario para la formación de los continuadores del proletariado.

La devoción inquebrantable que los trabajadores y militantes del equipo de propaganda demostraban por la labor educativa del Partido, su preocupación por los estudiantes y el ardor en la educación de los jóvenes en el espíritu del pensamiento Mao Tse-tung, fueron para nosotros un magnífico ejemplo. «Los niños a los diez años son como los árboles jóvenes: hay que asegurarse de que crecen bien rectos» nos dijo un delegado del equipo. Para ayudar a un estudiante con problemas, se fue una noche a su casa, a pesar del viento y de la nieve; le prodigó mil consejos y estudió con él las directrices del Presidente Mao hasta la madrugada. Gracias a este trabajo ideológico, que continuó con gran paciencia y sutileza, el estudiante progresó rápidamente y tuvo el honor de ser admitido en la Guardia Roja. El alto sentido de responsabilidad que tenían los camaradas trabajadores con la educación de las jóvenes generaciones fue para nosotros la enseñanza más importante. Se nos hizo comprender la necesidad de acabar con el viejo sistema que instruía a los alumnos sin educarlos ideológicamente y de dar prioridad a la política proletaria en todo el trabajo, incluida en la reforma de la educación. Sólo de esta forma los profesores y los alumnos podrían, poco a poco, adquirir la concepción comunista del mundo a través del trabajo productivo y del estudio.

Cómo establecer el nuevo contenido de la educación

La reforma de los manuales y de los métodos de enseñanza constituye un eslabón importante de la revolución en la educación. En los manuales utilizados antes de la Gran Revolución abundaban conocimientos disparatados, obsoletos y desligados de la práctica. Las materias impartidas, demasiado numerosas y excesivamente complicadas, pesaban demasiado sobre los estudiantes que ya no sabían dónde poner la cabeza. El Presidente Mao dijo: «Las materias impartidas serán radicalmente modificadas y algunas de ellas podrán serán, en primer lugar, simplificadas«. De acuerdo con esta directriz, suprimimos los capítulos inútiles de los viejos manuales y sólo conservamos lo esencial.

Durante el año pasado, los maestros de nuestro grupo que enseñaban física y química, visitaron más de veinte fábricas. El contacto que tuvieron con la realidad de la producción y las conversaciones que mantuvieron con los trabajadores les fueron muy útiles en dos maneras: no sólo recibieron una profunda educación ideológica, sino que también adquirieron muchos conocimientos tangibles. Los innumerables logros industriales, científicos y técnicos que vieron con sus propios ojos nos ayudaron mucho para completar y renovar el contenido de sus cursos. Por ejemplo, la técnica del temple del acero expuesta en el viejo manual de química databa de los años 20 del presente siglo y fue abandonada hace mucho tiempo en nuestro país. Después de haber consultado a los trabajadores veteranos, incluyeron en los nuevos manuales la técnica moderna de los años 60 utilizada por nuestros trabajadores metalúrgicos en su carrera para alcanzar y sobrepasar el nivel más avanzado en todo el mundo. Los manuales dirigidos de esta forma, darán a los estudiantes los conocimientos científicos y culturales del nivel más avanzado, animándoles al mismo tiempo a escalar las más altas cumbres de la ciencia para el triunfo de la revolución.

En cuanto a la educación dada en el aula, hemos logrado muchas reformas. La principal consiste en hacer prevalecer el pensamiento de Mao Tse-tung en las materias de educación cultural. De hecho, fue a éstas, en particular, que el Presidente Mao aludió en sus instrucciones respecto a la revolución en la educación, en particular en su directriz del «7 de mayo», en la que establece que los estudiantes «se dedicarán principalmente a sus estudios«. La educación cultural dada en el aula ocupa más del 60% del tiempo que los estudiantes pasan en la escuela y alrededor del 70% de las horas anuales de estudio. Antes de la Revolución Cultural se creía, erróneamente, que la educación política sólo debía ser impartida en los cursos de política y que la educación cultural no tenía nada que hacer no pintaba nada en esto. En realidad, esta desempeña un papel muy importante en la formación de los continuadores de una determinada clase y, por lo tanto, constituye un terreno fuertemente disputado por la burguesía y por el proletariado. El vicepresidente Lin Piao, dijo: «La cuestión de saber si el proletariado puede ocupar firmemente las posiciones de la cultura y de la educación y transformarlas con la ayuda del pensamiento de Mao Tse-tung es la cuestión clave para determinar si la Gran Revolución Cultural Proletaria puede ser llevada hasta el fin«. Como preparación para esta «guerra de posiciones», los trabajadores y militares del equipo de propaganda se pusieron a estudiar con nosotros las enseñanzas del Presidente Mao: «Nuestra política en el campo de la educación debe permitir que aquellos que la reciben se formen en el plano moral, intelectual y físico para convertirse en trabajadores cultos con una conciencia socialista«. Al mismo tiempo que nos recordaban la tarea fundamental que nos incumbe, nos mostraban la necesidad de hacer la revolución proletaria en la educación para combatir y prevenir el revisionismo, consolidar la dictadura del proletariado y hacer que se desmoronen los sueños quiméricos de estos imperialistas, revisionistas y reaccionarios que ponen sus esperanzas en las futuras terceras o cuartas generaciones. Entonces tomamos la firme resolución de lanzarnos valerosamente al combate para colocar la educación cultural bajo el mando del pensamiento Mao Tse-tung.

Agrupando nuestra inteligencia y nuestra energía, estudiamos y preparamos colectivamente nuestros cursos. Nosotros ya hacíamos lo mismo antes de la Gran Revolución Cultural, pero era simplemente para ponernos de acuerdo sobre los progresos del curso, sobre puntos claves y difíciles de las lecciones, en una palabra, por cuestiones puramente intelectuales. Ahora, cuando los profesores de una determinada materia preparan su curso, otros pueden venir a ayudarles en su trabajo. Si cada materia tiene sus peculiaridades, el problema político fundamental es cosa de todos. De la discusión se presentan a menudo muy buenas ideas. Desde hace un año, procedimos audazmente a numerosos experimentos para colocar la enseñanza de las materias culturales bajo el mando del pensamiento Mao Tse-tung.

Para explicar a los estudiantes el concepto de números positivos y negativos, el profesor de matemáticas tomó como ejemplo el presupuesto de China y de los EE.UU.. Citó cifras mostrando que en nuestro país, libre de cualquier deuda interna o externa, los ingresos presupuestarios exceden los gastos y el excedente se representa mediante un número positivo con el signo «más». Por el contrario, el imperialismo estadounidense que practicaa la represión en el interior del país y la agresión en el extranjero, contrajo deudas internas y externas por valor de cientos de miles de millones de dólares. Así pues, superando los gastos a los ingresos, el déficit, registrado en los libros de cuentas con números rojos, representa un número negativo con el signo «menos». Dibujando gráficos en la pizarra que permitían una mejor comprensión de los dos presupuestos, el maestro no sólo hizo comprender rápidamente a los estudiantes el concepto de números positivos y negativos, sino que también les ayudó a comprender el sentido completo de esta tesis clarividente del Presidente Mao: «Los enemigos se desintegran más cada día, mientras que para nosotros la situación es siempre mejor«, y a tener una idea más concreta de la superioridad del mundo socialista.

Al exponer su lección sobre la combustión y la extinción, la profesora de química llevó a los estudiantes a estudiar una vez la siguiente enseñanza del Presidente Mao: «Las causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y que aquéllas actúan a través de éstas«. Citó a este respecto el ejemplo de los trabajadores de la escuela que, contando con sus propios medios, habían transformado una caldera para poder utilizar los residuos de la combustión de carbón en lugar de carbón ordinario, ahorrándole así 1.500 kg de carbón por mes al estado.

«¿Por qué los restos del carbón pueden arder y la piedra ordinaria, en las mismas condiciones, no puede?» Preguntó la profesora.

«Pues porque los restos encierran un poco de carbón, es decir, una causa interna de combustión que no encontramos en ninguna otra piedra«. Respondió un estudiante.

«¿Y por qué no podemos quemar los restos antes de la transformación de la caldera?»

«El horno era demasiado estrecho y no permitia la entrada de oxígeno en una cantidad suficiente para alcanzar el punto de combustión de los restos, es decir, en otras palabras, el problema de la causa externa no estaba todavía resuelto«.

La profesora, entonces, hizo un experimento. Mostró a los estudiantes tres hojas de papel empapadas en fósforo, gasolina y aguarrás. El papel empapado en fósforo ardió automáticamente al contacto con el aire; el de gasolina ardió al aproximarle la llama de una cerilla; para que el papel empapado en aguarrás ardiese, fue necesario un calentamiento previo. El estudio de la enseñanza del Presidente Mao: «Las contradicciones cualitativamente diferentes sólo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes» permitió a los estudiantes comprender mejor la relación entre las causas internas y externas. Y así, como es natural, pasamos al capítulo de extinguir incendios. Una vez que la combustión requiere ciertas condiciones, algunas causas externas, para impedir que se produca, basta con eliminar estas causas.

Entonces la profesora hablo de los métodos de uso de extintores. Como conclusión, preguntó: «¿Si, en el caso de una agresión desatada por el imperialismo estadounidense o por el socialimperialismo contra nuestro país, los bienes del Estado se incendiasen, qué haríamos sin el material adecuado de extinción a nuestra disposición?» A las respuestas de los estudiantes, todas muy acertadas, agregó: «Para salvar los bienes del Estado del fuego, habrá héroes que no dudarán en subir hasta la cima para sofocar el fuego con su propio cuerpo. ¿Cómo explicar esto sin mencionar el factor humano que juega un papel clave junto a otras condiciones necesarias para la extinción del fuego?«. Finalmente, la lección terminó con el estudio de esta enseñanza del Presidente Mao: «El hombre es lo más preciado de todos los bienes del mundo. Mientras haya hombres, los milagros de todo tipo podrán ser llevados a cabo bajo la dirección del Partido Comunista«. Este es un ejemplo, en nuestra opinión, de un curso que, al mismo tiempo que proporciona a los estudiantes conocimientos científicos, da prioridad a la política proletaria.

Nuevos métodos de educación

En el transcurso de la revolución de la educación, que sigue creciendo en profundidad, llevamos a cabo una serie de reformas relativas a los métodos de enseñanza. En las viejas escuelas, los estudiantes decoraban todo aquello con que los maestros les llenaban sus cerebros y, lejos de ser maestros del estudio, se habían convertido en esclavos de los libros. Después de haber criticado los viejos métodos de enseñanza que permanecieron largo tiempo fijos e inmutables, proporcionamos, como el Presidente Mao siempre nos ha enseñado, la mayor atención al desarrollo en los alumnos de la capacidad para analizar y para resolver los problemas. Nosotros llamamos a la iniciativa y al pensamiento de los estudiantes, los animamos a hacer investigaciones y estudios, guiándolos si es necesario. Fotocopiamos ciertas lecciones que distribuimos para el estudio y la discusión y el papel del respectivo profesor se limita a responder a las preguntas que pudieran ser planteadas. A veces, el profesor ayuda a uno o más estudiantes a preparar y a explicar una lección al final de la cual él mismo es responsable de las conclusiones. Durante el último semestre, en el tercer año, para explicar el capítulo sobre el circuito eléctrico para la iluminación, el profesor de física fue el primero en consultar a un trabajador electricista con el fin de vincular la teoría a la práctica; después, bajo su dirección, los estudiantes se dedicaron a estudiar el texto de la lección. Al terminar, montaron juntos el circuito en cuestión y, en base a la práctica, se les dio explicaciones que ayudaron a los estudiantes a regresar de nuevo a la teoría. Después de dos horas de clase, la mayoría de los estudiantes sabía cómo montar lámparas eléctricas ordinarias y reparar interruptores. Recientemente, durante la construcción, en una escuela, de una sección de triodos de cristal de alta frecuencia, el montaje de los seis cuadros de distribución y otras instalaciones eléctricas fue llevado a cabo por los estudiantes del tercer año bajo la orientación del maestro y de los trabajadores. Al ver que los conocimientos aprendidos en clase podían ser utilizados en la práctica, los estudiantes, muy contentos, me dijeron: «¡Estas lecciones son fáciles de comprender y solucionar, son verdaderamente útiles y esto es lo que queremos!«.

Con el fin de unir la educación a la producción y a la investigación científica, y explorar la vía de establecimiento de una escuela secundaria de nuevo tipo, varios profesores participan, hace más de un año, en el trabajo de producción en los talleres dependientes de la escuela. Así, guiados por los trabajadores y formándose al mismo tiempo en el trabajo productivo, los profesores y estudiantes se comprometen a la reforma de la educación y a la investigación científica. Esta reforma se ve facilitada en gran medida por el hecho de que asimilaron rápidamente la técnica de producción y otros conocimientos prácticas. Antes, las lecciones orales ocupaban medio semestre del curso de física y sólo se enseñaban nociones abstractas, fastidiosas, sin gran valor práctico. Ahora, además de la sección de los triodos de cristal de alta frecuencia, hemos creado un taller de circuitos impresos, una estación meteorológica y montamos las instalaciones de los cuadros. El profesor de física enseña a los estudiantes el cuadro de los circuitos electrónicos, el montaje bajo el microscopio de ciertos triodos, la observación telescópica de la superficie de la luna; esto enriquece en gran medida el conocimiento práctico de los jóvenes. Por otra parte, como el propio maestro trabaja en el taller de circuitos impresos y de este modo adquiere cierta experiencia en la práctica de la producción, ya no tiene gran dificultad en ligar la teoría a la práctica y en hacerse comprender en clase. De este modo, los estudiantes pueden asimilar rápidamente sus lecciones de física y ponerlas en práctica en la producción. Aún más importante es el hecho de que la participación en el trabajo productivo refuerza en los estudiantes su amor al trabajo, profundiza sus sentimientos hacia el pueblo trabajador y, mostrándoles el papel indispensable de cada uno en toda la cadena de producción, desarrolla en ellos el espíritu colectivo de completa dedicación al interés público y a la revolución. Los maestros, a su vez, progresan rápidamente en su reformulación ideológica.

La visión de la joven generación, que crece vigorosamente bajo los rayos saludables del pensamiento Mao Tse-tung, nos alegra en lo más profundo y, al mismo tiempo, nos impulsa a proseguir la marcha para completar nuestra gloriosa misión de reformar la educación.

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