CAYETANO RODRIGUEZ DEL PRADO.- Fragmentos de Notas Autobiográficas.- Recuerdos de la Legión Olvidada (2008) No. 45

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MI REINCORPORACION ACTIVA AL COMITÉ CENTRAL DEL MPD LUEGO DE LA LLEGADA AL PAIS DESDE EL EXILIO

 Disfrazado y con documentos de viaje a nombre de otra persona pude ingresar al territorio dominicano, procedente de Francia, en los primeros meses de 1966 burlando el impedimento de entrada que nos había aplicado el gobierno entreguista de Héctor García Godoy en enero de ese mismo año. Unos pocos meses antes había terminado la Conferencia Tricontinental de La Habana y mi segunda visita a China, donde sostuve importantes conversaciones con el Premier Chou En-lai. En Francia yo había recibido la valiosa ayuda de grupos revolucionarios radicados en ese país y de compañeros solidarios del “14 de Junio” que me facilitaron el regreso a la Patria.

 Tan pronto llegué al país me reintegré a mis funciones dirigenciales en el Comité Central del MPD, en forma clandestina, pues tendría que burlar las persecuciones del gobierno de entonces.

 El MPD se hallaba, en esos momentos, sometido al impacto de la llegada masiva de miembros del movimiento “14 de Junio“ que habían llegado a la conclusión de que no podían continuar su lucha dentro de su organización y que, por el contrario, deberían ingresar al MPD, adoptando sus principios, normas y estilos de trabajo político.

 Algunos de los “catorcitas” constituyeron importantes refuerzos políticos e ideológicos para el MPD, como Amín Abel por ejemplo, pero otros significaron un retroceso importante para nuestra organización que, efectivamente, había surgido de la guerra de Abril como el partido más fortalecido de la izquierda dominicana aunque todavía padecía de grandes deficiencias ideológicas.

 En los partidos, y particularmente en los de izquierda, sucede algo parecido a lo que acontece con las naciones: cuando la afluencia de personas externas es selectiva y realizada en forma paulatina y ordenada, entonces podría convertirse en un factor de fortalecimiento orgánico y moral, pero cuando se produce de forma masiva y desordenada, por el contrario, la nación o bien el partido, perecerá irremediablemente a consecuencia de graves desgarramientos internos. 

 Y muchas veces esos desplazamientos masivos en realidad ocultan a los verdaderos promotores extranjeros de decisiones que tienen que ver con la destrucción de un partido o de una nación.

 Asimismo, en el seno del Comité Central del MPD se reflejaban numerosas contradicciones que no solamente se manifestaban en el seno del pueblo dominicano, sino también en las bases de nuestro partido. En gran medida los debates en el seno del Comité Central (CC) se referían no solo a la estrategia a seguir por nuestro grupo en el futuro inmediato e incluso mediano y largo plazo, sino también a los procedimientos y métodos de trabajo que deberían utilizarse. Algunos dirigentes del MPD, entre los que me encontraba yo, creíamos en aquel momento que el partido debería continuar afianzando el proceso de consolidación ideológica, política y organizativa iniciada con el Pre-Congreso realizado en agosto de 1965 en el propio frente de guerra. Este evento, del cual fui Presidente y redactor de casi todas sus resoluciones, fue el primer intento serio y masivo de un partido de izquierda dominicano por establecer una plataforma política e ideológica firme en sus principios pero flexible en su táctica cotidiana y, sobre todo, basada en la realidad dominicana y sin copiar modelos extranjeros.

 Otra parte del Comité Central (CC) pensaba de diferente manera y, considerando al perverso Balaguer como la única fuente de todos los problemas nacionales, planteó incluso la alianza con aquellos sectores de la ultraderecha que habían apoyado decididamente la invasión norteamericana de 1965. Lamentablemente olvidaron que una misma mano extranjera movía los hilos de ambos sectores: el sector balaguerista y el sector wessinista. 
  Cualquier llamado a respetar principios era tildado como “colonialismo ideológico”, aunque quienes enarbolaran esos principios fueran los mayores defensores de los valores patrióticos y los menos proclives a aceptar el tutelaje extranjero en ninguna de sus formas.

 Se dio el caso verdaderamente insólito de que grupos provenientes de otros partidos, que desconocían cuanta sangre y sacrificios había costado mantener vivo al pequeño partido que había desafiado a la dictadura batistiana de Cuba y luego la furia de Trujillo en las calles de Santo Domingo y Santiago en 1960, esos grupos recién llegados, repito, lograron aislar y asfixiar a los sectores emepedeístas y asumir el control casi total de la organización.  A partir de 1966, en dos o tres años a lo sumo, al menos el 80% del Comité Central estaba integrado por antiguos “catorcitas” o por agentes enemigos infiltrados. 

 En aquellos momentos la casi totalidad de los luchadores antitrujillistas del MPD se encontraba fuera del MPD. Máximo López Molina había sido suspendido, su hermano Tico también, Andrés Ramos Peguero se hallaba preso, el Chino Ramos Peguero aislado, el Comandante Pichirilo asesinado, Baldemiro Castro muerto en la Guerra de Abril, Ilander Selig, Gustavo Ricart, Monchín Pinedo, Breno Brenes, César Rojas, Riverita y muchos otros de los primeros emepedeístas nos encontrabamos aislados y perseguidos ferozmente por las fuerzas derechistas en la post guerra.

  En todo momento sentí gran respeto por los militantes del “14 de Junio” que decidieron permanecer dentro de su propio partido, fortalecerlo y protegerlo de las fuerzas que trataron de destruirlo desde dentro.

CONTINUARA...
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