CAYETANO RODRIGUEZ DEL PRADO.- Fragmentos de Notas Autobiográficas.- Recuerdos de la Legión Olvidada (2008) No. 41

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FRENTE A CHOU EN-LAI Y CON LA IDEA DE QUE UN PUEBLO QUE NO PRODUCE LOS ALIMENTOS QUE NECESITA NO ES NI PODRÁ SER NUNCA VERDADERAMENTE INDEPENDIENTE

 Dedicado a los hombres del campo dominicano, que día a día producen los alimentos que necesita nuestro pueblo para subsistir.

 Después de algunos cumplidos de muy fina cortesía, Chou En-lai inició su conversación haciendo referencia a mi anterior visita a China en 1964 y a la reunión que tuvimos con Mao Tse-tung en esa ocasión. Se interesó mucho por conocer las impresiones que yo guardaba de aquel importante viaje así como por conocer la situación del pueblo dominicano y particularmente la situación de nuestro grupo luego de la guerra de abril de 1965, acontecimiento éste que se había producido precisamente en medio de mis dos viajes a China.

 En lo que podría considerarse como una breve introducción, el Premier Chou me sorprendió con una serie de preguntas a través de su intérprete, “¿viene usted ahora de Cuba, no?, ¿qué tal le pareció el discurso de Fidel Castro donde arremetió contra China y contra el gobierno chino?”

 Chou se refería al discurso de Fidel del 2 de enero de 1966 en la Plaza de la Revolución y ante todos los delegados a la Conferencia Tricontinental allí presentes, en el cual el máximo dirigente cubano reprochó al gobierno chino haber reducido los suministros de arroz que enviaban a Cuba y que aparentemente resultaban ser muy importantes para el bienestar y la alimentación de los cubanos.

 Mi respuesta fue básicamente “diplomática”, sobre todo porque mi partido mantenía, y deseaba seguir manteniendo buenas relaciones tanto con Cuba como con la República Popular China, tal como había sido la política desarrollada por nosotros como encargado de las relaciones internacionales del MPD durante bastante tiempo. 
“Compañero – le dije sin titubeos – yo creo que se trata de un discurso tan importante, por los señalamientos que el Comandante Fidel Castro hizo sobre la actitud de las autoridades chinas, que tendrá que ser estudiado cuidadosamente por nuestro Comité Central, en pleno, y por tanto, mi opinión personal no tiene mucho valor. Sin embargo puedo asegurarle que me ha causado gran preocupación porque los pueblos pequeños, como el nuestro, necesitan la unidad de todos los revolucionarios del mundo y muy especialmente la solidaridad de China y de Cuba”.
 Estas palabras mías tenían algunas vertientes que no pudieron escapar al inteligente dirigente chino: primero, mi deseo de evadir una respuesta concreta, segundo, la importancia que dábamos al acontecimiento mismo del discurso de Fidel Castro y tercero, que sin duda era la vertiente principal, nuestra preocupación por la unidad de todos los revolucionarios del mundo.

 Algo parecido yo le había manifestado anteriormente a algunos dirigentes cubanos que de manera informal me habían preguntado: 
 “¿Qué te pareció la bomba de arroz que le tiró Fidel a los chinos?”. La palabra “bomba” era una referencia a la primera bomba atómica china detonada en 1964 y que había ocasionado gran revuelo en todo el mundo.
 “Compañero, nos preocupa mucho la unidad de los revolucionarios de todo el mundo. Esperamos que esa unidad se restablezca lo más pronto posible”, les decía a todos los que me formulaban la pregunta.
 Pensativo, con rostro grave, el Premier chino empezó entonces a formularme varias preguntas que yo le iba respondiendo con presteza.

 “Ustedes en la República Dominicana, ¿comen arroz como base de su alimentación como lo hacen en Cuba?”. 
 “Sí, sí, los dominicanos comen arroz todos los días”, le contesté.
 “¿Producen ustedes este arroz o lo importan desde el extranjero?”, agregó.

  “Nosotros producimos todo el arroz que consumimos. Se trata de una larga tradición”, le contesté.
  “¿Cómo es posible que ustedes puedan producir el arroz necesario para su alimentación, mientras cuba no puede hacer lo mismo? ¿No son buenas las tierras en Cuba?, insistió sobre el tema.

 “Mientras nuestro país tiene aproximadamente un cincuenta por ciento del territorio con llanuras aptas para el cultivo, Cuba tiene las tres cuartas partes de su territorio con llanuras, es más llano que el nuestro, pero los cultivos de caña de azúcar cubren la mayoría de esas llanuras”, le expliqué teniendo en la mente la situación de la agricultura dominicana al comienzo de 1966.

 Cada vez que yo desarrollaba una idea, Chou En-lai hacía breves comentarios en chino con un grupo de funcionarias y colaboradores que lo acompañaban, varios de los cuales iban haciendo anotaciones de todo lo que allí se hablaba.

 “Pero, ¿podrían ser aptas para la siembra de arroz las tierras llanas de Cuba, tienen esas tierras disponibilidades de agua suficientes para cultivar arroz?, insistió el dirigente chino.
 “Bueno, aunque yo no soy experto en agricultura ni conozco exhaustivamente esos lugares, puedo decirle que esas tierras son muy parecidas a las dominicanas. En Cuba hay buenas siembras de arroz en diferentes partes de su territorio, pero son pequeñas en comparación con las demandas de la población”, explicaba yo, cuando nuestro interlocutor me interrumpió.

 “Entonces, lo que usted nos dice confirma plenamente la idea que nosotros teníamos sobre el asunto, es decir, que Cuba no está produciendo el arroz que necesita para su alimentación porque dedica sus tierras al monocultivo de la caña de azúcar”, dijo, mientras me miraba fijamente a los ojos y yo permanecía sin decir palabras.
 “De modo que el gobierno cubano quiere echarnos la culpa de sus problemas, dedican sus tierras a la caña de azúcar, no cultivan el arroz necesario y ahora quieren que nosotros nos sintamos obligados a proveérselo”.
  “Pero también hay que tomar en cuenta que los suelos que se dedican al cultivo de arroz necesitan tener ciertas condiciones, como la abundancia de agua, por ejemplo, mientras que la caña resiste mejor la sequía y los terrenos de poca calidad”…, me atreví a argumentar, con mis 24 años de edad mientras el Premier y Presidente del Consejo de Estado con sus 68 volvió a tomar la voz cantante.

  “Pero existen muchos tipos de cultivos de alimentos que requieren poca agua y que pueden prosperar en terrenos relativamente pobres. ¿Por qué no reducen el monocultivo de la caña de azúcar y mejor se dedican a sembrar otros productos? ¡No, compañero! No se trata de tal o cual tipo de terrenos, el problema es más profundo. Se trata de un gran error estratégico, inducido por la política equivocada de los revisionistas soviéticos, que descuida la producción de alimentos en Cuba, para dedicarse a la producción que necesita la Unión Soviética. Pero no olviden esto compañeros: un pueblo que no produce los alimentos que necesita, no es, ni podrá ser nunca verdaderamente independiente”.

CONTINUARÁ...
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