CAYETANO RODRIGUEZ DEL PRADO.- Fragmentos de Notas Autobiográficas.- Recuerdos de la Legión Olvidada (2008) No. 39

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ENERO 1966: NUESTRO SEGUNDO VIAJE A LA REPUBLICA POPULAR CHINA

 DEDICADO A CARLOS AMIAMA, UNO DE LOS DELEGADOS A LA CONFERENCIA TRICONTINENTAL DE LA HABANA, POR EL FRENTE UNIDO, Y DIRIGENTE MEDIO DEL MPD, QUIEN JUNTO CONMIGO REALIZO ESTA HISTORICA VISITA A LA REPUBLICA POPULAR CHINA EN ENERO DE 1966.


 Después de nuestra llegada a París, lo organizamos todo para salir lo antes posible hacia Peking, la emblemática capital de la República Popular China. Llevaba yo la idea de fortalecer los vínculos entre los revolucionarios dominicanos y el Partido Comunista de China (PCCh) y los dirigentes del Gobierno Chino, dándole continuidad a nuestra reunión con el fundador de la República Popular China, Mao Zedong, en 1964, es decir un año y medio antes.

 Me acompañaba en ese largo viaje Carlos Amiama, quien era un dirigente medio del Movimiento Popular Dominicano (MPD), y un valioso luchador por las mejores causas del Pueblo Dominicano. Aterrizamos en Pekíng en los días finales de enero de 1966, en pleno invierno en el hemisferio norte. 

 Esta estación del año, sin ninguna consideración, desplegaba un delgado manto de escarcha que, si bien no llegaba a extenderse como una gigantesca alfombra blanca, al menos nos avisaba con débiles destellos de luz procedentes del suelo que una temperatura tremendamente fría cubría todo el ambiente de la milenaria capital del lejano gigante asiático. Yo conocía los inviernos de Europa, sobre todo del centro y del norte de aquel continente, y sabía que gran parte de la temporada de invierno expandía por doquier esas inmensas mantas que todo lo envolvía o simplemente lo pintaba de un blanco inmaculado que nos hacía sentir como si estuviéramos entre las nubes , que nos deslumbraba los ojos  y a veces, cuando un poco de claridad se proyecta desde el cielo, nos obligaba a usar gafas oscuras para resistir las molestias y proteger nuestro sentido más valioso.

Tan pronto aterrizamos en el aeropuerto de Pekín, un nutrido grupo de funcionarios se acercó al avión para darnos la bienvenida al pie de la escalerilla. Yo conocía a muchos de ellos desde mi anterior visita a China, y ellos con mucha amabilidad, después de saludarnos efusivamente, nos invitaron a subir a un automóvil que se hallaba esperando en el área de estacionamiento de los aviones, bastante cerca de la aeronave que nos había transportado. “¿Y nuestras maletas?”, un poco confundido le pregunté al intérprete que nos recibía. “No hay ningún problema. Les entregaremos sus maletas muy pronto, en la habitación del hotel”, nos contestó el intérprete sin mucha vacilación. 
 Como nuestros anfitriones no conocían personalmente a nuestro compañero de viaje, les presenté entonces a Carlos Amiama. “Él es el delegado del Frente Unido a la Conferencia Tricontinental y, además, es dirigente medio del Movimiento Popular Dominicano (MPD)”, les dije.

 En pocos minutos nuestro automóvil, avanzando rápidamente por las amplias avenidas de la capital china, no solamente nos protegía del frio sino que nos servía de observatorio para apreciar el colorido de aquella enorme ciudad. Incontables bicicletas que, sin dejarse vencer por la inclemencia del clima, transportaban una masa de trabajadores verdaderamente formidable la cual, más tarde o más temprano dejaría pasmadas a todas las naciones de la Tierra. Autobuses, con dos cuerpos adicionales a remolque y gigantescos tanques de gas desplegados a lo largo de sus techos cruzaban en todas direcciones imprimiéndole gran dinamismo al exótico paisaje. Me sorprendía siempre la disciplina y organización de aquel pueblo tan laborioso.

 Mientras íbamos absortos contemplando las infinitas facetas de la gran ciudad, nuestros anfitriones nos informaron el verdadero motivo de la prisa en el aeropuerto.  “El Presidente del Consejo de Estado, camarada Chou En-lai, desea reunirse con ustedes hoy mismo, tan pronto ustedes puedan llegar a su habitación y prepararse un poco”, me dijo nuestro anfitrión. “Muy bien, es un gran Honor para nosotros y para nuestra organización que el Presidente del Consejo de Estado nos reciba”, les contesté a los anfitriones, sin esconder la admiración que sentía yo por el hombre que en ese momento ejercía la jefatura del gobierno de la nación más poblada del mundo con un cargo equivalente al de Primer Ministro.

 Una vez en la habitación del hotel, Carlos Amiama y yo, comenzamos los preparativos para la reunión. A los pocos minutos de nuestra llegada al hotel, el mismo donde estuve yo en 1964 junto a Ilander Selig, llegaron nuestras maletas y procedimos a prepararnos para la visita.

  Poco tiempo después fuimos conducidos por nuestros anfitriones al imponente edificio desde donde el Premier chino manejaba los asuntos del poder ejecutivo. En el frente de la edificación, que se halla situado junto a la enorme Plaza del Tien An Men y muy cerca de nuestro hotel, los oficiales del ejército rojo de China nos dieron la bienvenida y nos escoltaron hasta el Salón de Recepción del magnífico palacio donde los encargados del protocolo del gobierno nos ofrecieron un cordial recibimiento. Casi inmediatamente nos invitaron a pasar al despacho de Chou En-lai quien nos recibió de pie y con una amplia sonrisa en el rostro, dándonos la más calurosa bienvenida.

 Pronto tendríamos la oportunidad de dar a conocer las experiencias de lucha del pueblo dominicano y de nuestro partido durante la invasión norteamericana de 1965 y recabar el apoyo mundial en nuestra lucha por establecer la verdadera independencia nacional, y mucho más en un momento en que dirigía el gobierno dominicano un presidente títere, Héctor García Godoy, que únicamente pensaba en arrodillarse ante la voluntad del gobierno de los Estados Unidos y que pensaba muy poco en su pueblo y no demostraba interés ni preocupación por la sentencia de la Historia.

 Chou En-lai, que contaba en aquel momento con alrededor de 68 años de edad, había nacido en Juai An, en la Provincia de Chiangsú (o Jiansú) en el año 1898. Mientras yo apenas había cumplido 24, es decir, 44 años menos. Esta provincia, poblada por la etnia Han, tiene un clima sub-tropical, no demasiado frio, en parte debido a los mil kilómetros de costa que tiene en el Mar Amarillo. Territorio en gran parte lluvioso, ha sido siempre un terreno de producción arrocera aunque cultiva también trigo, maíz y sorgo, así como producción de gusanos de seda que le dan sustento a una importante industria textil. Producen también carbón, petróleo y gas natural y en sus extendidas costas siempre ha florecido la pesca.

 El hombre que teníamos de frente me parecía más joven de lo que realmente era y además proyectaba la imagen de una persona muy culta que, a su vez, descendía de hombres también cultos y educados. Su padre, abuelo, bisabuelo y otros ascendientes fueron mandarines, lo que permite establecer que había nacido y se había criado en un ambiente refinado y rodeado de algunas facilidades y comodidades que no eran muy abundantes en aquellos tiempos dentro de la sociedad que lo vio nacer.

CONTINUARÁ…

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