«Siempre hay que preguntarse quién paga por dar noticias»

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El Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la información, evidentemente con unos medios públicos suficientemente plurales, participativos, democráticos, dejando un protagonismo a los movimientos sociales, con personas independientes, con recursos, formación, calificación, es decir, existen muchos mecanismos, pero en cualquier caso y que no se nos olvide nunca porque yo creo que alguna vez la izquierda asume la marginalidad y se olvida del Estado, y el Estado somos nosotros y tiene responsabilidades con que el ciudadano esté informado. 

Sobre la prensa hablamos con el periodista español Pascual Serrano. Este es un breve adelanto de la entrevista central.

Caras y Caretas Diario

Por Ricardo Pose

El reconocido periodista español estuvo unos días por Uruguay y aprovechamos la ocasión para entrevistarlo y conocer su análisis en profundidad sobre la prensa y el papel desinformativo de las grandes cadenas internacionales de noticias y el rol de la prensa alternativa cuyos periodistas entiende, deben estar comprometidos con la veracidad y el contexto de la información, sin caer en un práctica de periodismo militante.

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¿El periodismo como oficio está en crisis o son las empresas las que están en crisis?

Hay un modelo económico que está en crisis desde hace varios años, que es una crisis de la que además yo me alegro, es decir, hay un periodismo mercantil que tenía y tiene grandes anunciantes y cuando llega internet le rompe el negocio porque empieza a ser gratis lo que antes se cobraba.

Supongo que aquí pasaría como en mi país hace 20 años. ¿Ustedes recuerdan que iban a comprar un periódico y te regalaban libros, entradas al cine, videos? Evidentemente lo estaban pagando unos anunciantes. Como todos sabemos, producir el periódico de papel vale el doble de lo que uno lo está pagando. Luego alguien está pagando la otra mitad y, si está pagando la otra mitad, no es gratis, dicho de otra manera, existía un mercado corrupto de anunciantes publicitarios, accionistas y estrategia ideológica que hacía que el producto sufriera un dumping, de que estuviera por debajo de su precio de mercado, porque tiene un objetivo ideológico. 

Y compramos a mitad de precio algo que valía el doble porque había un interés escondido. Todo eso con la crisis de la prensa, con internet, se derrumba y entonces cae la rentabilidad de los periódicos escritos, baja la tirada; ocurrió en España, Estados Unidos, aquí, en cualquier lado, ya no hay tiradas de decenas de miles o de cientos de miles que había en los periódicos, ya caen y empieza esa crisis económica. 

¿Por qué digo que no me preocupa? Pues no me preocupa porque el periodismo de izquierda siempre tuvo crisis económica, porque a nosotros nunca se nos anunció la gola [la voz], nunca nos han solucionado las grandes empresas, siempre estuvimos en crisis, así que si en un determinado momento a los grandes periódicos de la oligarquía les va mal, pues no nos tiene que preocupar en absoluto.

Nosotros somos un medio escrito y entramos en crisis como otros órganos alternativos. 

Esto viene bien que lo preguntes porque la crisis afecta más en la medida en que tu medio estuviera al servicio de los grandes poderes económicos que te mantienen, te financian con la publicidad, con el gran capital, con los accionistas y con los préstamos bancarios. Evidentemente más te dañarán el modelo si tus partidas no te dan una determinada independencia financiera, pero tú no dependías de los grandes anunciantes, porque tu viabilidad no te la daban los anuncios de Coca-Cola, tu viabilidad no te la daba un préstamo de un gran banco, tu viabilidad no te la daban los fondos reservados de una gran grupo de poder. 

Si tu partida te da una cierta independencia, evidentemente la crisis para ti no era tan grande como para los demás. Y el panorama, en contra de lo que puede parecer, creo que mejora para el periodismo alternativo, aunque aparentemente nos hayan pegado a todos un hachazo de publicidad, porque evidentemente la vocación de un medio alternativo no son los anuncios de Coca-Cola. 

Evidentemente para The New York Times lo es y esa es la diferencia del medio contrahegemónico o alternativo y el medio hegemónico. Dicho esto, entramos en la galaxia internet y a continuación en las redes sociales, entonces la internet ya es barata. Evidentemente, en la medida en que la información no tiene que pasar por esos grandes costes de imprenta rotativa, de distribución, aunque también crea otras determinadas servidumbres de las grandes empresas tecnológicas que a continuación llega a las redes sociales. Que también se ha demostrado que, como he dicho en algún otro momento, no democratiza la información, pero democratiza la desinformación en la medida en que ahora todos lloramos de basura, hay una sobredosis de información, Internet se convierte, como alguien dijo, en un basurero con algunos diamantes. Y entonces el problema ahora es decirle al ciudadano, ayudarle a elegir la información. Ya está todo en internet, lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira. Una verdad oculta que hace 30 años no salía a la luz, ahora sí que está en internet. Ahora bien, lo que pasa es que hay otros mecanismos de censura que es enterrar la verdad con 100 mentiras. Si no enseñamos al ciudadano a escarbar entre la basura de las mentiras y sacar la verdad, seguimos como en la peor de las censuras de una dictadura, por lo cual ahora el reto vendría a ser ese y, a continuación, las redes sociales, donde yo creo que ya hay una responsabilidad ciudadana en crear un mecanismo de distribución regional riguroso. 

El grado tan deteriorado y tan corrupto que tienen las redes sociales de odios, mentiras, falsedades por verdades, es tan grande que yo creo que hay que hacer una apelación a la ciudadanía para que desconfíe, para que cree un mecanismo de control y para que en la medida en que también es emisor, no forme parte de la estructura de desinformación, me parece que vale la pena. 

¿Habría que dar una batalla por reivindicar el valor del texto escrito sobre este mundo de imagen? 

Totalmente, es decir, yo soy de los que sigue pensando que la imagen es una cosa terrible porque apela a la emoción y aprobar el sentimiento y eso es lo más internacional del mundo y que me perdonen las televisiones. Si uno se va a la guerra de Yugoslavia con una televisión y entrevista al huérfano y a la viuda de un soldado serbio, en tres minutos ha conseguido que la audiencia piense que el soldado bosnio es un criminal. Si me voy al lado bosnio y entrevisto a la viuda y al huérfano de un soldado bosnio, inmediatamente la audiencia va a pensar que el serbio es un criminal, es terrible y no sé si existe algo más antiperiodístico, tremendo y más manipulador que lo que te hacen creer en una crisis y en una guerra. ¿Quién es el bueno? ¿Quién es el malo? Simplemente eligiendo al huérfano adecuado. Es tremendo eso. Esa es la gran barbaridad de lo audiovisual, eso es lo grave. 

Eso no ocurre en el escrito porque uno puede explicar la crisis. Si uno no es una televisión, tienes que explicar las negociaciones de un conflicto palestino israelí, eso es una cosa soporífera que ninguna tele soporta para su audiencia y evidentemente hay que explicarlo. En cambio, en la televisión, lo que lo priva de esa tarea es ver cómo sale volando un coche por una bomba lapa de un grupo armado en un país, pero eso no explica nada, pero, claro, es estupendo ver en la televisión cómo vuela un coche con una bomba, es magnífico, es el colmo de las audiencias. 

Luego ya tenemos otro elemento negativo para lo audiovisual, donde sigo reivindicando la palabra escrita, porque la palabra escrita es el razonamiento, es la argumentación, es la reflexión y la imagen es el espectáculo, es el espectáculo de la frivolidad. 

Desgraciadamente tampoco podemos renunciar a la imagen, no podemos entrar en “tenemos que adecentar la imagen”, es decir, tenemos que conseguir incorporar unas técnicas narrativas que logran profundizar en la imagen e intentar superar esa corriente de frivolidad y de trascendencia que son las que nos atropellan con la imagen. Tenemos que intentar superarlas y no quedarnos con el morbo que ya sabemos que es lo que da audiencia, pero la izquierda debe de seguir luchando por la reflexión y el análisis porque es el arma con la que se defiende la razón.

Pascual Serrano

Pascual Serrano

Foto: Meri Parrado

(Pascual Serrano en C&C. Foto: Meri Parrado) 

A nivel mundial se da un proceso de concentración de los grandes medios de comunicación con la característica de que sus dueños poco tienen que ver con el periodismo, con la prensa. ¿Cómo te imaginas las posibles brechas que se puedan abrir en la información desde un periodismo que sea alternativo a este proceso? 

Hay una brecha que ya hemos reducido y hemos olvidado. 

Quiero aprovechar para recordar que es la responsabilidad del Estado; evidentemente a corto plazo no es la solución ni mucho menos, pero no debemos olvidarlo nunca. 

Todos tenemos claro que la solución para que a un viejito sin recursos se le puede atender de un infarto es un Estado que tenga un hospital, ¿verdad? Tenemos claro que para que una mamá con cuatro niños sin trabajo pueda tener a sus niños educados, tiene que estar el Estado con un colegio público. ¿Por qué tenemos que pensar que el derecho a la información de la ciudadanía lo van a garantizar unas grandes empresas privadas al igual que el derecho a la educación y la sanidad? Eso no te lo va a garantizar una empresa privada. 

El Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la información, evidentemente con unos medios públicos suficientemente plurales, participativos, democráticos, dejando un protagonismo a los movimientos sociales, con personas independientes, con recursos, formación, calificación, es decir, existen muchos mecanismos, pero en cualquier caso y que no se nos olvide nunca porque yo creo que alguna vez la izquierda asume la marginalidad y se olvida del Estado, y el Estado somos nosotros y tiene responsabilidades con que el ciudadano esté informado. 

Dicho esto, y dado que este sentimiento social del Estado no parece, a corto plazo, fácil de conseguir, creo que hay que conseguir una profesionalidad alternativa que funcione. 

Eso quiere decir dos elementos: cuál es la pauta de comportamiento profesional y cuál es la pauta de saneamiento para que el tema funcione, que son los dos grandes retos del tratamiento profesional. 

Hay que tener claro, como fue dicho en alguna ocasión, un periodismo con valores, con principios y no necesariamente militantes. No estamos para hacer arengas ni para hacer discursos ni para poder llamar a las manifestaciones, que eso lo hacen otros. Nosotros somos los que damos contenido informativo a esos principios y los valores que algunos con los que compartimos ideología podrán utilizar para la lucha política. 

No es de nosotros, damos materia de verdad para la lucha política, somos los que damos la información, los datos, los argumentos de los razonamientos, que les damos la voz a ellos para que puedan intervenir en la sociedad, pero nosotros no somos los activistas, que quede bien claro. 

Dicho esto, evidentemente tampoco somos neutrales, no es algo imparcial porque es otra tremenda mentira, ni somos los equidistantes, no, no es lo mismo. 

Cuando unos nazis apalean a un africano, no somos equidistantes del africano, cuando la OTAN bombardea a la gente que va a una boda, no nos ponemos en la versión de la OTAN. 

Creo que eso también es importante, situar que no somos el activista, pero tampoco somos neutrales y a continuación hay que buscar los mecanismos de viabilidad. Es ese el reto y eso consiste en exigir fondos públicos para empezar, el Estado tiene una responsabilidad con el derecho a la información de la ciudadanía y si yo soy un medio profesional que estoy intentando informar a la ciudadanía de cosas sobre las que no saben qué es verdad, el Estado me tiene que ayudar, igual que ayuda a una asociación que recoge perritos de la calle o una asociación ecologista que quiere reforestar un parque y debería ayudar porque cumplimos una función social que es la de informar. 

Segundo y, mientras tanto, debemos conseguir implicar a los ciudadanos en un proyecto que necesitamos económicamente. Es que es evidente, si el Estado no me da dinero, si ya hemos visto lo que pasa cuando el dinero viene de Coca-Cola, ya sabemos que no es a cambio de nada, entonces hacemos un llamamiento y yo creo que viene bien hacerlo cada vez en nuestro medio, no solamente por el staff de los periódicos, sino también por los propios profesionales. Decir: “Oiga, esto que usted está leyendo en este periódico usted no lo está pagando por leerlo, está pagando para que pueda existir”, ese es el mensaje. 

Hoy se lo puedo dar gratis, pero el problema es que mañana tenemos que seguir informando, entonces necesitamos su ayuda para poder seguir informando. 

Si usted quería leer algo gratis, puede ser si lo paga Coca-Cola, pero ya le advierto que lo que se paga con un anuncio de Coca-Cola a lo mejor no es lo más decente, sobre todo si ese día había una huelga en la fábrica de Coca-Cola. 

Si usted quiere leer algo que no dependa de las ayudas de la financiación de un banco, de las acciones del multimillonario de turno o de la publicidad de la Coca-Cola, necesitamos ser independientes de esas grandes empresas y para eso usted nos tiene que ayudar. 

Cómo definirías la libertad de expresión. 

No me gusta mucho el término “libertad de expresión”. Hay que saber con qué potencial de fuego tengo libertad de expresión. ¿Quiere decir que me vaya al parque a gritar o que pueda tener la portada de The New York Times? ¿Qué es exactamente “libertad de expresión”? 

Evidentemente no es verdad la misma libertad de expresión; para que haya libertad de expresión, hace falta que yo esté previamente alfabetizado; para que haya libertad de expresión tengo que haber almorzado; para tener libertad de expresión esa noche tenía que haber dormido bajo un techo; para tener libertad de expresión tengo que saber que mañana tengo un trabajo para poder comer. 

De ahí que la libertad de expresión del periodista en un medio no existe porque ese medio tiene la libertad de despedirme al día siguiente. 

Cuando a mí me preguntan “¿qué piensa de los códigos deontológicos de los periódicos?”, no hay un código deontológico para que le gustes al jefe, eso es mentira, no existe. ¿Cuál es el código deontológico de la cajera del supermercado? Pues no puede ser al que al jefe le guste, porque si no, mañana no vuelves a trabajar. 

A mí me gusta hablar del derecho a informar y estar informado, es decir, que los colectivos sociales tengan el derecho a tener plataformas donde comunicar a la ciudadanía sus reivindicaciones. Que un grupo ecologista pueda denunciar que han cortado un bosque, que un grupo de vecinos pueda denunciar que les han cerrado un consultorio médico, que un grupo de trabajadores pueda denunciar algún despido de 100 trabajadores, es el derecho a informar. 

Y luego me gusta hablar del derecho a estar informado, es decir, que al ciudadano no le oculten lo que está pasando, que no me ocultes lo que está pasando en Ucrania, que no me ocultes las violaciones de derechos humanos que están ocurriendo en Colombia, que no me ocultes la verdad de las elecciones de Cuba. 

Es decir, la libertad de expresión, como puedes ver, puede ser algo tremendamente vacío en lo que además se han refugiado tremendas inequidades 

¿Sabes que cuando Correa cambió el estatuto del periodista y estableció un salario mínimo para los periodistas, los grandes propietarios de los periódicos dijeron que fue un ataque contra la libertad de expresión porque entonces iban a ser menos rentables? Fíjate para lo que sirve el discurso de la libertad, para denunciar que hay que pagarles más a los periodistas. 

Es impresionante el uso que se hace del discurso de la libertad de expresión. 

En nombre de la libertad de expresión, se está mintiendo, se está manipulando, se está engañando, se están haciendo miles de cosas en Europa, nos han prohibido los medios rusos, para garantizar que haya libertad de expresión y que no nos engañen los rusos. 

Yo creo que el ejemplo más claro son las palabras de la responsable de la política exterior europea, que dijo, literalmente, que “hemos cerrado los medios rusos para que el europeo no esté sometido a las mentiras y para poder garantizar la libertad de expresión”. 

¿Cuál es la realidad de los medios alternativos en Europa? 

La realidad de los medios alternativos evidentemente es un fenómeno muy duro, difícil. Yo creo que aquí se muestran también los gobiernos. 

Hoy es impensable en Europa, porque estamos mucho más atrás, otorgar una licencia para los medios comunitarios en el caso de los audiovisuales, y están en una ilegalidad tremenda. Te cuento solo un ejemplo muy elocuente, la ley más progresista que se hizo, la ley audiovisual. ¿Qué hizo un gobierno socialista [en España]? Otorgar 20 años para los medios sin ánimo de lucro, pero las radios no podían facturar más de 20.000 euros para poder ser medio sin ánimo de lucro, es decir, si usted no es pobre, yo decreto que tiene que ser pobre. Como te puedes imaginar, es tener dos personas en nómina, no fue nada. 

El oligopolio es tremendo. En este momento, en televisión, en España 95% del mercado publicitario es de dos empresas que dicen que tiene muchos canales, pero es mentira. Son dos empresas que controlan todo el mercado publicitario y son las que controlan la mayoría de las televisiones; cuando se ampliaron las licencias de televisión en Europa, había cuatro empresas que se convirtieron en dos porque se agrupaban dos y dos y los que tenían dos ahora tienen 12 y esta es la pluralidad, el tema está muy complicado, muy duro. 

Yo creo que en este momento la única opción está en los medios escritos digitales, donde hay toda una discusión, un debate de cómo sanearlos económicamente, es decir, si pagas o no pagas por los contenidos, básicamente. Eso es un debate muy interesante en el que se han puesto varias opciones, como dejar una parte de la información cerrada en la que hay que suscribirse o que esa parte puede ser toda o puede ser el 40, el 20, el 5 por ciento, o puede ser cero y entonces te suscribes por solidaridad. 

Pero, evidentemente, yo creo que es una discusión importante crear los mecanismos para lograr no rentabilizar, sino evidentemente soportar la situación económica. 

Yo creo que el papel tiene un grave problema, al menos en el caso europeo, que es que el sitio donde se compraban los periódicos ha desaparecido. Por lo tanto, entiendo que, muy a mi pesar, el futuro tiene que ser en formato digital. 

Es verdad que hay fenómenos que vale la pena estudiar y que han salido y que están saliendo bien y que yo creo que vale la pena reflexionar sobre ellos, cómo funcionan, pero son experiencias casi pintorescas. En Italia hay un periódico, El Manifiesto, que tiene la ventaja de que hay un dinero público que se da a los medios escritos y que cuando no tiene recursos y llevan tres meses sin cobrar, ese día el periódico vale 50 euros. El lector sabe que ese día tiene que pagar 50 para tapar el agujero de los días anteriores. 

En Bélgica existe otro que se financia con los movimientos sociales, todos los movimientos sociales dan un dinero, pero dejan autonomía al staff periodístico y ellos funcionan así como los accionistas del periódico, pero no se meten en los contenidos. 

En el caso de Le Monde Diplomatique se divide en tres, una cosa curiosa, para funcionar; hay una gran empresa que pone dinero, que es Le Monde, pero que no llega al 50%. Los trabajadores tienen otro porcentaje de poder en el consejo de redacción y una asociación de amigos del periódico tiene otro porcentaje. Ninguno de esos tres tiene capacidad de cambiar el estado, es decir, si la empresa Le Monde quiere cambiar el estado, quiere cambiar la línea, necesita asociarse con los trabajadores o con lectores. Si los periodistas quieren cambiar la línea, tienen que asociarse con la empresa o con los lectores. Es buscar un mecanismo de equilibrios. 

Los norteamericanos hacen cosas muy peregrinas para conseguir dinero, que son impensables para nosotros. Ellos montan un crucero en el que los solidarios pagan 100.000 euros para viajar al lado de Michael Moore y así consiguen 100.000 euros. 

Hay una dependencia más solapada que tiene que ver con las plataformas digitales, el famoso lenguaje SEO que obliga a adaptarte para que luego en los motores de búsqueda aparezcan las notas. ¿Cómo ves ese fenómeno y qué es lo que puedes llegar a advertir como riesgos? Porque no deja de ser una gran empresa multinacional que ofrece la plataforma para la existencia del medio digital. 

Hablamos de las redes sociales, de Google a Twitter, y eso es otro mito que tenemos que romper. Cuando nacieron las redes sociales se dijo: “Esto ya el colmo de la libertad de expresión, es ya la bomba, pues resulta que a través de una cuenta de Twitter yo tengo las mismas posibilidades de dirigirme a los ciudadanos uruguayos”. No existe un sueño más espectacular de libertad de expresión que un sistema con el cual, tanto en Berlín como España o Uruguay, compartamos el mismo mecanismo de comunicación, todos con nuestra cuenta de Twitter. 

Eso ha demostrado ser mentira una vez más. No sé si son conscientes de eso, pero se ha demostrado primero con los mecanismos de censura de Twitter, una plataforma que puede permitirse prohibir al presidente de Estados Unidos, imagínate tú la simpatía que tengo yo por el expresidente de Estados Unidos, pero te demuestra el tremendo poder de estos tipos que son capaces de prohibir la cuenta de Donald Trump, es terrible. 

Al principio todo el mundo se alegró mucho que prohibieran su cuenta, pero resulta que si estos tipos han prohibido la cuenta de Donald Trump, imagínate lo que van a hacer con nosotros, lo que podrían hacer con nosotros. Yo no quiero que haya una plataforma que sea más poderosa que Donald Trump ni tampoco quiero que él vuelva a ser presidente. 

Lo que me parece gravísimo es el poder que pueden tener ellos; los mecanismos que ha inventado Google de intervención son tremendos. En Google han desaparecido todos los medios rusos y los nombres rusos, es decir, periodistas amigos rusos no aparecen, no aparecen en Google; de YouTube ha desaparecido toda la documentación y todos los videos en los que había rusos son de agencias que no hacen nada. O sea, hay una agencia rusa que solamente pone imágenes en bruto. Por ejemplo, las imágenes de Julian Assange siendo retirado de la embajada, estaba en Londres ese video. Fíjate tú qué tremendas manipulaciones en video, una imagen en bruto pertenece a una agencia de prensa rusa que está prohibida en YouTube, que se suponía que era neutral. 

Así igual la prohibición de las cuentas; en Europa no podemos entrar y, si puede entrar con una cuenta en Twitter, cuando llega una noticia de Rusia, aparece una advertencia si la quieres ver, porque eres de Rusia, lo mismo si es de la agencia de Sputnik y así los mecanismos de marcar. O sea, cuando uno retuitea algo de un presidente cubano o de un periodista que ellos han considerado que está relacionado con el gobierno cubano, te advierte: “Usted va a leer una cosa de un señor muy malo que es amigo del presidente del gobierno cubano. ¿Está seguro de que quiere retuitearlo?”. El nivel de intervención es así de espeluznante, el mecanismo puede quitar usuarios de las búsquedas de todo. 

Habrá que estar, pero habrá que decirle a la gente que esto es otro engaño; decir esto tampoco es libertad de expresión, te recuerdo que esto no es libertad de prensa. La televisión mayoritaria que usted ve por las mañanas no es libertad de expresión. 

¿Qué condiciones o qué requerimientos debería tener el periodista? 

Es otro debate interesante; yo creo que el medio debe tener la soberanía para decidir quién publica, qué publica y qué no. 

Yo fui responsable de crear un medio, ya del Neolítico, que se llamaba Rebelión y podíamos publicar lo que nosotros queríamos. Cuando alguien dice “no me han querido publicar esto”, es censura. No es censura porque en cada medio hay un tipo que da la cara por él y que responde. Yo no sé si tu perfil da o no y, sobre todo, no sé si lo que vas a escribir tiene calidad; es perfectamente lícito, eso no es censura, Eso sí, eso lo decides en virtud de un criterio profesional. Aquí somos 20 periodistas, hemos sido una cooperativa, hemos creado un periódico y se publica lo que nos da la gana, acá damos cuenta de nuestra decencia, nuestra profesionalidad y nuestro criterio, y con esa bandera nosotros damos la cara. 

Ahora bien, si nosotros somos tres periodistas, hemos creado un medio que nos lo financia con un millón de euros el BBVA, que le debemos otro millón a Morgan Stanley, que vivimos de la publicidad de Repsol y de Ford, que decimos que somos independientes porque somos nosotros que decidimos, evidentemente usted nos está engañando porque usted tiene que devolver el préstamo, porque a usted le puede quitar publicidad la empresa Repsol si va a denunciar que hay un derrame de Repsol en el río Orinoco, evidentemente va a perder la publicidad, eso lo sabemos todos. 

Entonces vamos a ver en virtud de qué principios, de qué valores, y de ahí el dinero es importante, dónde está el dinero, lo que decía el juez Falcone contra la mafia: hay que seguir la pista del dinero.

https://www.carasycaretas.com.uy/entrevistas/siempre-hay-que-preguntarse-quien-paga-dar-noticias-n61320

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