La lucha de los estudiantes allana el camino
La frustración y el resentimiento contra las condiciones imperantes crecen en el seno de los estudiantes. La crisis económica, que se agravó con la pandemia, con la consiguiente reducción de la capacidad de las residencias universitarias subvencionadas por el Estado, provocó un problema candente para los estudiantes: La escasez de vivienda. Los dormitorios privados alternativos son muy caros y suelen pertenecer también a asociaciones políticas islámicas estrictamente controladas. Las tasas y los alquileres de las residencias son elevados e inasequibles para los estudiantes. En cualquier caso, según la Agencia de Planificación de Estambul, los alquileres en la ciudad han aumentado un 66 por ciento en comparación con el año anterior, y el incremento de los precios es aún mayor en las zonas que rodean las universidades. A diferencia de otros grupos sociales, los estudiantes relacionan estas injusticias y penurias con el régimen fascista y contraatacan. En Estambul, los estudiantes iniciaron un movimiento en el que ocupan plazas por la noche y duermen de forma demostrativa en bancos. La acción se extendió rápidamente a muchas ciudades y también se expuso inmediatamente a los ataques de la policía. Este nuevo movimiento resultante de la escasez de vivienda de los estudiantes ocupó rápidamente su lugar en la agenda social. Las demandas del movimiento son más plazas en las residencias universitarias subvencionadas por el Estado, una vivienda asequible, un límite de alquiler, así como más federaciones de estudios financieros y ayudas a la vivienda. Es necesario que este movimiento se convierta en una perspectiva para toda la población, ya que los problemas de alquiler no sólo afectan a los jóvenes. Los trabajadores con salarios bajos, los inmigrantes y los sintechos también luchan con estos problemas existenciales. Por no hablar de que los inmensos precios de los alquileres son un gran obstáculo para que las mujeres se divorcien. El potencial de este movimiento, iniciado por los estudiantes, para convertirse en todo un movimiento popular es grande. Al igual que la resistencia en la Universidad de Boğaziçi, el movimiento estudiantil ilustra que existe una tendencia contraria al anterior declive de los movimientos en las calles, tras el cual la dictadura de Erdogan ha llevado a cabo una política de aniquilación y supresión desde 2015. De diversas maneras, las demandas políticas vuelven a salir a la calle de forma masiva. Para nosotros es importante defender las actuales demandas económicas de los estudiantes y conectarlas con nuestro programa revolucionario, porque sólo cuando la tierra, los edificios y todo tipo de viviendas pasen a ser propiedad del pueblo para distribuirlas entre los necesitados, podremos llegar a la raíz de los problemas de vivienda.
Para ello, debemos transformar la forma de resistencia pasiva de los estudiantes ocupando parques y durmiendo en los bancos en una forma de resistencia activa. No hay límites a nuestra creatividad en esto. Desde la creación de ciudades de tiendas de campaña en los parques hasta las huelgas de alquiler y la ocupación de casas vacías, hay un abanico de posibilidades para abrir una nueva salida antifascista con este movimient