El sistema educativo está en crisis porque estudiar no garantiza mejores puestos de trabajo
Ahora que comienza un nuevo curso escolar es un buen momento -escribe Antonio Bethancourt Estupiñan – para realizar algunas aclaraciones sobre la relación entre estudio y trabajo (…).
Por ANTONIO BETHANCOURT ESTUPIÑAN PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Ahora que comienza un nuevo curso escolar es un buen momento para algunas aclaraciones sobre la relación entre estudio y trabajo.
Primera: Cada vez hay más estudiantes en España; no parece que esta sea la solución al paro.
Desde la crisis de 2007 ha aumentado el número de estudiantes en España. En el año 2016 la tasa neta de escolarización universitaria fue la más alta en la historia (31,5%), mientras que un 42,1% de la población de 25 a 29 años tenía titulación en Educación Superior (casi 5 puntos por encima de la media de la UE) (1). Hablando de Canarias, en los últimos diez años la tasa de abandono escolar se ha reducido más de la mitad (del 36,4% al 17,1%) (2).
Este gran crecimiento escolar se justifica en la supuesta necesidad de una mayor formación para incorporarse al mercado laboral. El objetivo es hacernos creer subrepticiamente que el empleo depende de nuestro nivel formativo; de fondo, se trata de mantener a la población entretenida y responsable de su propio fracaso.
Segunda: El sistema educativo está en crisis porque estudiar no garantiza mejores puestos de trabajo.
Que haya más estudiantes no significa que haya mejorado el nivel académico, posiblemente, todo lo contrario. El «florecimiento» académico se ha hecho a costa de la presión al profesorado para que apruebe a la mayoría del alumnado. El resultado social ha sido que a más estudiantes menos importancia del estudio, es decir, la llamada democratización académica en España ha conllevado en última instancia que estudiar ya no signifique ascenso social. Digan lo que digan, la educación ha perdido prestigio no por cuestiones pedagógicas sino porque el estudio no es garantía de mejores trabajos. En palabras de un catedrático universitario:
«España es el país de Europa que tiene más profesores universitarios por habitante […]. En Alemania dos de cada tres chicos menores de 18 años optan por la Formación Profesional, en España se van a la Universidad. En nuestro país es nula la diferencia de sueldo entre un titulado universitario y uno que no lo es, mientras en Alemania un universitario gana tres veces más» (3).
Tercera: Para conseguir un buen trabajo es más importante la clase social que estudiar.
En estos «tiempos de crisis» la relación directa entre el éxito laboral de padres e hijos comienza a no poder disimularse. Los ricos cuentan con su capital social, sus contactos, para colocarse en los mejores puestos de trabajo empezando por heredar las propias profesiones de los padres, algo que se mantiene totalmente normalizado en todo tipo de trabajos.
La versión simplista es darnos cuenta que si mi padre es dueño de un bufete de abogados yo tengo muchas papeletas para heredarlo más allá de mis capacidades personales, a pesar de que algunas como la banquera Ana Botín se atrevan a afirmar que a ella «nadie le ha regalado nada» (4).
Resulta evidente que un título académico no es lo mismo para un pobre que para un rico. Hace algunos años conocimos el ejemplo de Froilán de Todos los Santos, en estos días vemos los de Casado y de Montón, pero la sociedad está llena de ellos. Partiendo de sus posibilidades, los ricos van a procurar que sus hijos tengan titulación sea de la manera que sea. Titular, que no estudiar, se ha convertido en un requisito más.
En el lado opuesto, las estadísticas también demuestran que la clase trabajadora es dependiente de sus relaciones sociales para conseguir mejor o peor trabajo, es decir también «se heredan» los trabajos manuales de padres a hijos. De hecho, se ha normalizado en los medios de desinformación españoles considerar el indicador de éxito del estudio universitario encontrar un trabajo, indiferentemente de cual sea, mientras en España la sobrecualificación en jóvenes alcanzó el 68% en 2016 (5).
Tampoco nos tenemos que olvidar que en la carrera educativa entre más pobre seas más hándicaps tendrás. Una familia rica podrá pagar a sus hijos estudios en el extranjero, una bien avenida podrá mantener a su hija mientras estudia oposiciones durante años en la vida adulta… En conclusión, entre mayor exigencia académica en una profesión menor es la presencia de pobres en esta, que suele coincidir con las profesiones donde los estudios todavía marcan cierta diferencia sociolaboral (medicina, aviación, funcionariado…).
Cuarta: Hay correlación entre el crecimiento académico y el empeoramiento de las condiciones laborales.
El resultado de esta inflación forzada de estudiantes está siendo la precarización de los puestos de trabajo independientemente si son profesiones «cualificadas» o no. Sobran todo tipo de profesionales. Ya es perceptible en periodistas cobrando céntimos por palabras, ingenieros inframileuristas y nuevos profesores universitarios cobrando ciento y pico euros como falsos autónomos.
Las propias universidades nos venden la moto abiertamente. La Universidad de La Laguna llegó a emitir un anunció en la Televisión Canaria hablando de los beneficios laborales de estudiar, en donde implícitamente se difundía que las personas sin título universitario tienen y deben tener peores trabajos: estudiar como huida de la clase trabajadora, la lucha social no se trata de mejorar las condiciones laborales, sino escapar de ellas a través del estudio universitario. Este fenómeno es la otra cara de la moneda del desprestigio de la clase trabajadora: pocos quieren estudiar formación profesional porque «nadie» quiere ser un obrero. La realidad, como digo, es la proletarización de todas las profesiones.
Para terminar, me permito copiar el siguiente párrafo de Javier Vallet en La nueva psicología de la sumisión que refleja la farsa que hay montada en España con respecto a la relación de estudios y trabajo:
«Llama la atención igualmente la contradicción entre dos hechos. Por un lado, se nos machaca constantemente con la “importancia de la formación”, pero asistimos curiosamente a la generación de jóvenes mejor preparados de la historia de España con una tasa de paro que, según Eurostat, alcanza nada más y nada menos que el 43,5% (toda vez que va cayendo el mito de la “generación ni-ni”, pues se sabe por estudios que es una ínfima minoría la que ni estudia ni busca trabajo). ¿En qué quedamos entonces? ¿Acaso creen que somos tan tontos como para que nos creamos que después del ciclo, la carrera o el curso de formación ocupacional nos espera un trabajo a la mayoría? (6).
Notas y referencias bibliográficas:
(1) http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/indicadores/2017/2017-seie-final-21-julio-2017.pdf?documentId=0901e72b8260b0e1
(2) https://www.eldiario.es/canariasahora/premium_en_abierto/abandono_escolar-educacion-canarias-ESO-aulas-estudiantes-INE-estadisticas_0_657235527.html
(3) https://www.eldiario.es/sociedad/el_master_de_Cifuentes-universidad_0_804220118.html
(4) http://www.elmundo.es/cronica/2017/04/30/590489bc22601dce718b464c.html
(5) https://asempleo.com/wp-content/uploads/2017/02/NdP.AML_Febrero-2017.pdf
(6) https://culturayresistenciablog.wordpress.com/2017/09/07/la-nueva-psicologia-de-la-sumision-por-javier-vallet-burguillos/
