Estas formas de violencia sexual digital (VSD) pueden tener importantes consecuencias sociales y emocionales. Las víctimas reclaman mayor formación en privacidad y seguridad en línea.
Recibir contenido sexual no solicitado, insultos en la red por la apariencia física, presión para hacerse fotos o vídeos de tipo sexual… todo esto forma parte de la denominada violencia sexual digital (también conocida con las siglas VSD), un tipo de violencia que ha padecido hasta un 60% de los adolescentes y jóvenes de entre 16 y 29 años, según el estudio ‘Generación Expuesta: Jóvenes frente a la violencia sexual digital’ realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud y el equipo de Investigación Divisar de la Universidad Complutense de Madrid.
Entre las formas más comunes de VSD se incluyen la recepción de contenido sexual no consentido (22,1%) y el acoso por el aspecto físico (21,3%), seguidas de acoso por parte de una persona adulta siendo menor de edad (16,6%) y presiones para hacerle fotos o vídeos de tipo sexual (13,9%). Además, los participantes también mencionan otras situaciones como mostrar fotos suyas como un objeto sexual, recibir insultos por su vida sexual, amenazas de difundir imágenes o vídeos suyos y difundir contenidos íntimos o sexuales propios sin consentimiento. Incluso, un 6,4% destaca haber sido víctima de creación de imágenes sexuales suyas con inteligencia artificial.
El impacto en la víctima
Lo cierto es que hombres y mujeres sufren estas agresiones en proporciones similares, aunque el informe pone de manifiesto que el impacto social tiende a ser más grave para ellas. Así, experimentan con más frecuencia aislamiento social o reducción de actividades fuera de casa (29,4%), abandono o uso limitado de las tecnologías (20,7%), y aparición de autolesiones o pensamientos suicidas (19,4%). La violencia digital sexual también afecta al bienestar emocional de las víctimas: casi 4 de cada 10 mujeres siente vergüenza tras padecer la agresión; un 33% sufre ansiedad, un 29,9% siente miedo, y un 26,9% experimenta un deterioro de su autoestima.
En la mayoría de los casos las afectadas comparten lo sucedido con su entorno, pero un 14,6% no se atreve a contar su experiencia principalmente por vergüenza (56,7%), pero también por el miedo a ser juzgadas o a que se les responsabilice de la agresión. Asimismo, el temor a la revictimización o el hecho de percibir barreras institucionales hacen que sólo un 11,6% de las mujeres se decida a denunciar ante la policía o busque apoyo jurídico.
Propuestas para crear un entorno seguro
El estudio también presta atención a las formas de protegerse que buscan las víctimas: un 41,5% de las mujeres jóvenes decide bloquear a sus agresores en las plataformas digitales; y un 29,2% opta por denunciar en la plataforma el contenido ofensivo. Sin embargo, estas medidas generalmente no son suficientes y un 65,6% de las encuestadas propone como prioridad mejorar la formación en seguridad y privacidad en línea.También piden que las empresas y plataformas tecnológicas actúen más rápidamente, abogando por identificar a los agresores y eliminando el contenido ofensivo de forma más eficiente.
Por último, un 66,4% cree necesaria una mayor concienciación en cuanto al contenido que se sube a redes, y un 64,5% considera que el apoyo social a las víctimas debe mejorar, destacando la necesidad de fortalecer las redes de apoyo para quienes sufren violencia sexual digital.
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