EDUCACIÓN.- La Reforma Universitaria en el siglo XXI (I)

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  • Educación
  • Abril 10, 2021

La Reforma Universitaria en el siglo XXI
Saludos al III Congreso de La Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) de Colombia

Septiembre de 2011

(Acompañado de DOCUMENTOS HISTÓRICOS
del movimiento estudiantil latinoamericano:
Deodoro Roca, Julio Antonio Mella, José
Carlos Mariátegui, Ernesto Che Guevara)

  • Palabras sobre los exámenes (Deodoro Roca)
  • El concepto socialista de Reforma Universitaria (Mella)
  • La Reforma Universitaria: Ideología y reivindicaciones (Mariátegui)
    *Discurso sobre el rol de la Universidad (Che Guevara)
    Néstor Kohan
    (Integrante de la Cátedra Che Guevara de Argentina)
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    Como San Martín y Bolívar y como el Che, como revolucionarios latinoamericanos,
    los mejores hijos de nuestro pueblo sabrán hacer honor a nuestras hermosas
    tradiciones revolucionarias, transitando gloriosamente sin vacilaciones por el triunfal
    camino de la segunda y definitiva independencia de los pueblos latinoamericanos.
    Mario Roberto Santucho (“Robi”, “El Negro”)
    ¡Salud, hermanos y hermanas de Colombia! Alegría enorme enterarnos
    y saber que el movimiento estudiantil está de pie y sigue luchando a
    pesar de tanta represión y hostigamiento contra el movimiento popular
    colombiano. La lucha de ustedes por una educación gratuita y al
    alcance de todos y todas es también nuestra, en el sur de la Patria
    Grande, Nuestra América.
    Desde 1918 hasta hoy, casi un siglo después, la larga marcha de la
    Reforma Universitaria ha planteado siempre, al mismo tiempo, la doble
    tarea de transformar la Universidad y cambiar la sociedad.
    Deodoro Roca, redactor del Manifiesto Liminar de junio de 1918 y el
    primer ideólogo de la Reforma Universitaria de Córdoba (que dio
    nacimiento a un movimiento continental que ya lleva un siglo) nos
    enseñó que detrás de la Universidad y sus debates pedagógicos… se
    encuentra un mundo entero por descubrir y transformar. No habrá
    reforma universitaria sin cambios radicales en la sociedad. Ni en
    Colombia ni en ningún país del mundo.
    No debemos parcelar nuestra lucha. Ni solo cambios educativos y
    pedagógicos, ni exclusivamente cambios económicos, sociales y
    políticos. ¡Ambos al mismo tiempo! Un nuevo proyecto pedagógico —que
    cuestione no sólo los contenidos sino también la estructura jerárquica,
    elitista y burocrática que gobierna actualmente los estudios
    académicos, sus “claustros” medievales, las normas de producción,
    consumo y circulación del saber e incluso sus formas de evaluación y
    consagración— implica y presupone, necesariamente, un nuevo
    proyecto de sociedad. Constituye una ilusión absolutamente errónea e
    ingenua el pretender cambiar la Universidad dejando intacto todo el
    andamiaje social, político e institucional del cual la Universidad es
    expresión en el terreno de la pedagogía y la ideología.
    “El puro universitario es una cosa monstruosa”, afirmaba Deodoro
    Roca y tenía toda la razón. Lucha estudiantil y debate pedagógico que
    no se prolonguen en una lucha por cambiar cada país, el continente y el
    mundo constituyen un escapismo de la peor calaña. Sencillamente
    apesta.
    Ese ha sido justamente, durante el último cuarto de siglo por lo menos,
    el señuelo que las ONGs subvencionadas por el imperialismo y otras
    agencias de financiamiento “inocente” (como el Banco Mundial…) han
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    promovido entre el mundo académico, sus estudiantes, sus
    profesores/as y sus intelectuales. Bajo la bandera tramposa del
    “profesionalismo” y el culto mediocre del “especialista” se ha inducido el
    apoliticismo. Usando mal y de manera frívola y superficial las
    reflexiones de Pierre Bourdieu sobre las diferencias entre el “campo
    intelectual” y el “campo político” (haciendo caso omiso de las
    conclusiones del último Bourdieu que revisa y modifica su propia
    teoría), se nos pretendió recluir en el mundo gris y opaco de las revistas
    “con referato” para eludir cualquier involucramiento y cualquier
    compromiso con las luchas sociales de nuestros pueblos.
    Tenemos que cuestionar este modelo de Universidad. No basta con
    reclamar mayor presupuesto para la educación. Tampoco con pedir
    únicamente educación gratuita, incluso si se propone nacionalizar
    empresas para financiar la educación (ambas banderas justas y
    legítimas, desde ya). El movimiento estudiantil debe ser menos tímido.
    Nuestros proyectos deben ser más ambiciosos. No alcanza con
    mantener intacta la actual Universidad simplemente dotándola de
    mayor cantidad de dinero. ¡Hay que cambiar de raíz esta universidad,
    que hoy es legitimadora del orden capitalista dependiente y de su
    cultura colonial!
    El Che Guevara nos reclamó ““Qué la universidad se pinte de negro, que
    se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los
    profesores, que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de
    pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al
    pueblo”. Ese y no otro es el viejo sueño de Simón Bolívar y Simón
    Rodríguez. Moral y luces. Una nueva pedagogía, desde una nueva ética
    y en el marco de un nuevo horizonte político de cambios radicales.
    Históricamente, el estudiantado formó parte de lo más avanzado del
    movimiento popular latinoamericano. Fue parte de (disculpas si esta
    categoría asusta, pero sigue siendo útil) la vanguardia en la lucha
    popular contra las injusticias y por un mundo mejor. De allí nace la
    famosa consigna de la Reforma Universitaria de 1918: «¡Obreros y
    estudiantes: unidos adelante!» Violeta Parra, entrañable compositora
    y cantante chilena, lo inmortalizó en aquella famosa canción: “¡Me
    gustan los estudiantes!” (también conocida como “¡Qué vivan los
    estudiantes!”), tantas veces repetida en fogones juveniles y reuniones
    estudiantiles.
    Sin embargo, hoy en día la situación ha cambiado. El estudiantado es
    carne de una feroz disputa entre el campo revolucionario y el
    imperialismo. La USAID y la NED, entre otras “instituciones benéficas y
    desinteresadas” (como hace décadas lo fue la Fundación Ford, otra
    máscara de la CIA) ponen gruesas sumas de billetes para dividir,
    neutralizar, cooptar y comprar al movimiento estudiantil de nuestro
    continente.
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    No es casual que en Venezuela un segmento importante del
    estudiantado esté enrolado y se movilice bajo banderas y consignas
    profundamente reaccionarias, elitistas y que no le pertenecen. Algo
    similar sucede en algunas regiones de Bolivia, donde el movimiento
    universitario se ha dejado arrastrar por la derecha racista y
    “autonomista” contra los indígenas, contra el campesinado y contra la
    clase obrera. En ambos casos se deja ver la garra del imperialismo, sus
    departamentos de “guerra psicológica”, sus instituciones de cooptación
    disfrazadas de “inocente y suave sociedad civil”.
    Para enfrentar esta manipulación necesitamos sembrar en amplios
    sectores de la juventud y el movimiento estudiantil la semilla de la
    conciencia rebelde, insumisa, clasista, patriótica y antiimperialista, no
    sólo entre los militantes ya convencidos sino también entre los
    descreídos, los “apolíticos”, los puramente académicos y los que sólo
    asisten a la universidad para obtener un título que les permita
    encontrar empleo y reproducir su fuerza de trabajo en el mercado.
    Si esa es la tarea del momento en América Latina, en la especificidad
    del caso colombiano, el movimiento estudiantil se enfrenta a un intenso
    peligro, mucho mayor que en el resto de sus compañeros y compañeras
    del continente. Su militancia cotidiana en centros de estudiantes debe
    realizarla en medio de una represiva “seguridad democrática” disfrazada
    de amplia y pluralista, pero que deja el país regado de fosas comunes,
    «falsos positivos» (curioso eufemismo), desplazados y muertos por
    doquier.
    Enfrentando al mismo tiempo la cooptación y la represión, el
    movimiento juvenil necesita recuperar la rebeldía emancipatoria y
    libertaria de Simón Bolívar y el igualitarismo de Simón Rodríguez, junto
    con el ejemplo insurgente de todos los libertadores de la Gran Colombia
    y de Nuestra América. Para ello resulta imprescindible la solidaridad.
    A nivel continental, el estudiantado se pone de pie nuevamente. La
    juventud chilena nos enseña que a la modorra y a la mediocridad
    posmoderna por fin les ha llegado la noche. Vale la pena participar e
    incluso jugarse la vida por una nueva educación y una nueva sociedad.
    Y si las cosas no siempre salen bien, a no desanimarse, tener paciencia
    y prolongar la lucha a largo plazo. Es el tiempo de tomar decisiones no
    para un par de años sino para toda la vida.
    Los desafíos no terminan cuando se acaban las carreras universitarias.
    ¡Al contrario! Allí comienzan realmente. Cuando uno estudia, el sistema
    capitalista (hasta en los países más represivos) permite cierta rebeldía e
    incluso hasta cierto «hippismo», pero ni bien el estudiantado se recibe
    se acaba la aparente «flexibilidad». Allí los engranajes de la maquinaria
    de dominación se aceitan y requieren que la gente que pudo estudiar
    abandone de una buena vez todas al ambivalencias juveniles, se ponga
    directamente y sin más dilaciones al servicio del capital. Llega entonces
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    la hora de “madurar”…, es decir, de arrodillarse y subordinarse al poder
    capitalista. Poder que olvida fácilmente los «pecadillos juveniles» y
    requiere de los entonces profesionales que se conviertan en aquello que
    se espera de ellos: buenos peones y oficiales del capital.
    Si no existe una buena y sólida organización estudiantil, si no hay
    semillas bien sembradas, el estudiantado que culmina sus estudios se
    incorporará inmediatamente al mundo empresarial y/o al Estado
    represor. Pero si en cambio se abonó bien el terreno y se consolidó un
    poderoso movimiento estudiantil (que tenga un proyecto global de
    universidad y de país, no sólo tres o cuatro consignas agitadoras para
    una asamblea o una manifestación), la rebeldía podrá prolongarse una
    vez que se sobrepase la obtención del título. Quien haya logrado
    construir una conciencia y una sólida identidad política clasista,
    patriótica, antiimperialista y socialista no se dejará comprar. No
    alquilará su conciencia y su saber. Trabajará, quizás en el mercado,
    para comer y sobrevivir, pero pondrá todo lo adquirido, todo su saber,
    su experiencia, su voluntad y su energía, al servicio de la revolución y
    de las grandes tareas y fuerzas de transformación social.
    Para dar esa disputa, no solo presente sino fundamentalmente futura,
    pensando no únicamente en el 2011 sino de aquí a varios años, incluso
    décadas, hace falta consolidar y fortificar el movimiento estudiantil (en
    Colombia y en toda América Latina), en estrecha alianza con el
    movimiento de graduados y profesores, rompiendo la lógica corporativa
    de los “claustros” en función de un mismo proyecto político de alcance
    nacional y continental: la Patria Grande bolivariana y el socialismo.
    Alianza que debe prolongarse fuera de la universidad, junto con la clase
    trabajadora, el campesinado, el movimiento indígena y popular y todos
    los movimientos de lucha.
    En definitiva, las tareas son inmensas, los desafíos más anchos aún.
    Estamos seguros que ustedes seguirán firmes en la lucha sin equivocar
    el rumbo y sin dejarse tentar por los falsos cantos de sirena del poder ni
    los gobiernos de turno.
    Y si en algún momento se aburren, no se olviden lo que advirtió Lenín:
    no hay nada más divertido que luchar por la revolución (incluso es
    mucho más divertido que escribir sobre ella).
  • Seguro nos encontraremos en la lucha
    Abrazos fuertes desde el sur y no aflojen
    Néstor Kohan y compañeros/as de la Cátedra Che Guevara

Nuestro periodismo es democrático e independiente . Si te gusta nuestro trabajo, apóyanos tú también. Página informativa sobre eventos que ocurren en el mundo y sobre todo en nuestro país, ya que como dice nuestro editorial; creemos que todo no está perdido. Sabemos que esta democracia está presa sin posibilidad de salvarse aunque su agonía es lenta. Tenemos que empujar las puertas, son pesadas, por eso, necesitamos la cooperación de todos. Soñamos con una patria próspera y feliz, como idealizó el patricio Juan Pablo Duarte. necesitamos más que nunca vuestra cooperación. 

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