Claudia De Laurentis1
Simmons Maarten, Masschelein Jan y Larrosa Jorge (ed.) Miño y Dávila Editores. Colección:
Educación: Otros lenguajes. Buenos Aires. Argentina
“Un clásico es un libro que nunca termina de decirlo que tiene que decir”
Ítalo Calvino
Simons, Masschelein y Larrosa, profesores universitarios
expertos en filosofía y política educativa, compilan una serie
de ensayos que se proponen contestar a las tres preguntas
claves que Jacques Rancière atribuye a la pedagogía del
gran maestro Jacocot: ¿qué ves?, ¿qué piensas?, ¿qué
dices?… Estos trabajos profundizan y problematizan el
pensamiento de quien rescatara esta fi gura de las postrimerías
de la Revolución Francesa para convertirlo en paladín de la
emancipación educativa, estética y política.
Filósofo, crítico literario, historiador, teórico de la estética,
Rancière es ciertamente un pensador difícil de catalogar,
precisamente por la permanente ruptura que ejerce su
pensamiento en los bordes de las disciplinas en las que abreva
y discurre su obra. Discípulo dilecto de Althusser, rompió con
él durante el Mayo Francés en la búsqueda de sortear la
distancia que separaba a los trabajadores de los intelectuales.
Búsqueda que lo llevo, en su intento de repensar la historia
social y escribirla desde abajo, a pertenecer al colectivo Le
Revoltes Logiques y a criticar la corriente de Les Annales por
sostener el rol mediador del historiador entre el pueblo y su
propia historia (Iles y Roberts 2012:5). Su interés se centró en
un principio a la contradicción entre lo social y lo político en la
tradición de la clase trabajadora, investigación que concluye
con la concepción de que lo que llamamos clase trabajadora
o proletariado es sólo un nombre cuya función principal en
construir quizás, una relación de otredad (Rancière: 1997)
Su preocupación por la igualdad y la emancipación lo
llevan a escribir El Maestro Ignorante que hace intervenir
al revolucionario Jacocot en el debate de las reformas
educativas que impregnaban a la sociedad francesa de la
década del 80 (Vermeren, Patrice y ot.2003:44) Publicado en
1981, cuando educadores tradicionales, que abogaban por
el acceso igualitario de todos los miembros de la sociedad a
un capital cultural custodiado por intelectuales y transmitido
por docentes, se enfrentaban a reformistas que invocaban
el carácter facilitador del docente y la necesidad de brindar
herramientas para la inserción en el mundo del trabajo
y la cultura, Rancière rescata la palabra provocadora de
Jacocot que enuncia la igualdad de todas las inteligencias
y la posibilidad de enseñar aún aquello que no se conoce.
A partir de la historia del revolucionario exiliado abocado
a la tarea de enseñar a estudiantes que sólo hablaban el
fl amenco, idioma que Jacocot mismo desconocía, El Maestro
Ignorante enuncia una serie de categorías que provocan e
inquietan. Asiste a los albores de una nueva confi guración
de los saberes, a los orígenes de la instrucción pública
obligatoria, de la pedagogía ilustrada y anticipa las jerarquías,
las injusticias, las exclusiones que traen aparejadas (Dussel
2003: 68) Los principios de Jacocot, que permearán la obra de
Rancière, desafi arán no sólo los argumentos a favor del papel
fundamental que ocupan los expertos como transmisores de
conocimiento en el sistema educativo, si no la condena que
del mismo hacen los críticos reproductivos por considerarla
extremadamente pesimista. Una edición del Telémaco bilingüe
se convierte en el instrumento capaz de captar la atención de
Jacocot y sus estudiantes, quienes trabajando en torno a las
tres preguntas antes mencionadas consiguen, al fi nalizar el
curso, escribir en francés sus refl exiones sobre dicha obra.
El maestro ignorante sale airoso de esta prueba de fuego,
puntapié inicial de lo que él llamará en adelante, la educación
universal.
Rancière consagra en su obra al maestro ignorante, no
en el sentido de quien no conoce lo que enseña, si no de
quien es capaz de disociar ese conocimiento del ejercicio
de su docencia (Corradini 2008), de quien puede prescindir
de la explicación que atribuye jerarquías y de esta manera
emancipar. La igualdad se convierte así en piedra fundacional
de la democracia y de la política. Política que para Rancière no
constituye el procedimiento por medio del cual se consiente y
legitima un orden dado, se organiza el poder y se distribuyen
lugares y roles, con implicancias estéticas, que establece
que es visible, y que es decible… política por tanto que rara
vez ocurre. La verdadera política se da cuando ese orden,
que Rancière llama policial, es cuestionado, y eso sólo
ocurre desde la presunción de igualdad. (May 2008:41) Esta
presunción, axioma de la pedagogía propuesta por Jacocot
deviene así para Rancière en supuesto básico para la acción
política y la vida democrática, supuesto que atraviesa desde
distintas ópticas y contextos los ensayos que componen
Jacques Rancière: la educación pública y la domesticación
de la democracia
La introducción nos presenta esta experiencia del
maestro Jacocot y las ideas base sobre la que se asentarán
los ensayos posteriores divididos en tres secciones: releer,
repensar y reescribir. Define el objetivo que guía a los
compiladores: introducir las ideas fi losófi cas y educativas
de Rancière, así como presentar investigaciones que siguen
esa línea. Estas rondan alrededor de la preocupación por
la igualdad y la libertad, de la educación como artífi ce de
la emancipación, no en términos del conocimiento, si no en
tanto y en cuanto produce el alejamiento del individuo del rol
que tiene asignado socialmente, y al hacerlo produce una
reconfi guración del territorio de lo decible, de lo pensable y de
lo posible. Lo político ocupa para Rancière un lugar central y
tiene una dimensión estética: se refi ere a lo que vemos y a lo
que podemos decir sobre ello, y a quienes tienen la capacidad
de ver y de hablar. De esta concepción se desprende el temor
a la democracia, ya que esta asigna poder a los que no lo
detentan, a quienes no están califi cados, a quienes no tienes
títulos. Cuando la escuela, en su afán emancipador, da voz
a quienes no la tienen, generando espacios democráticos
y convirtiéndose en un lugar público, refuerza este temor.
La primera sección, bajo el título Releer, nos propone
posibles contestaciones a la primera pregunta del maestro
Jacocot a sus alumnos: ¿qué ves? Goele Cornelissen propone
considerar a las corrientes tradicionales y constructivistas
como igualmente embrutecedoras a la luz de Rancière. No
serán ni el conocimiento, ni el desarrollo de competencias el
objetivo del maestro emancipador. Si lo serán en cambio, la
puesta de algo en común, de algo que mantenga la atención,
que invite a mirar, pensar y hablar. Esta situación, genera
una relación igualitaria, que permite, tanto al docente como
al alumno, tomar distancia del orden social, reforzando el rol
público de la enseñanza. Por su parte, Romina Pérez Toldi
pone a consideración una experiencia en la que propuso como
ese “algo en común” la lectura de El Maestro Ignorante en
un seminario para docentes llevado a cabo en la Universidad
del Barcelona. El efecto transformador de la experiencia
se traduce en la advertencia que Larrosa hace desde sus
palabras al margen:”…hay libros que no se pueden leer de
lejos, ni de costado ni desde arriba. Hay libros que amenazan
la tranquilidad de nuestra forma de vivir” Esta amenaza se
hace palpable con la relectura que Maarten Simons y Jan
Masschelein hacen de la democracia según Rancière en
términos de Foucault. Abrevando en la idea de que la esencia
de la democracia no es el consenso sino el disenso, los
autores se proponen discutir la democracia, la educación y la
igualdad de la manera en que hoy las damos por sentadas.
Se preguntan por la posibilidad de una domesticación de la
democracia a través de los procedimientos de participación,
de negociación y de consenso que la neutralizan, focalizando
en el papel que le cabe a la educación en este proceso.
El segundo grupo de ensayos nos propones repensar,
contestar al ¿qué piensas? de Jacocot, sobre las categorías
que surgen de la obra de Rancière, y a través de ellas, el rol
que su fi losofía podría ocupar en el ámbito de la educación.
Por un lado Gert Biesta problematiza términos como alumno,
aprendiz (learner), estudiante y hablantes para referirse a los
sujetos de la educación. Estos términos no sólo tienen que
ver con corrientes pedagógicas más o menos aceptadas,
sino con paradigmas educativos y políticos signifi cativamente
diferentes. Vocablos que invocan carencias, o posibilidad
de hablar se abordan desde la óptica rancieriana de la
“distribución de lo sensible”, donde los sonidos pueden
existir como sonido o como ruido. Siguiendo esta línea de
repensar quienes son los que tienen voz en el orden social
hoy predominante, Claudia W Ruitenberg cuestiona la
deseabilidad de hacer visible y decible lo queer en espacios
educativos. Ambos autores recurren a la diferencia entre
identifi cación, mecanismo por el cual nos apropiamos de
una identidad ya existente, una que ya es posible dentro
del orden social, y la subjetivación, acto mediante el cual
nos hacemos presentes desde un lugar que no existía en
el orden social existente. El desafi ar el rol determinante que
tiene el género en lo social, el cuestionamiento del sexo, y
de las normas sexuales dominantes, forman parte, sin duda
para los autores, del asunto de enseñar. Profundizando en
este asunto de enseñar Verónica Gago y Diego Sztulwark se
proponen pensar sobre quien es verdaderamente el maestro
en este contexto y cuál es el verdadero rol del conocimiento.
Se preguntan, preguntan a Rancière y nos preguntan, si es
posible una ética de la ignorancia. En este sentido, proponen
replantear la crítica, que para Rancière asume un rol atontador
ya que, en su afán transformador pretende convertirse en guía
de las masas. Esto es posible desde la doble operación de
traducción y contratraducción de pensamientos en palabras
y palabras en pensamientos propuesta por el fi lósofo. En su
análisis del espectador emancipado Rancière describe un
primer momento en que se sustrae a la obra u objeto de la
situación particular, para que posteriormente el espectador,
como creador de un nuevo signifi cado, genere su propia
emancipación.
Finalmente, tres ensayos responden al ¿qué dices? de
Jacocot, reescribiendo a Rancière. En primer lugar Florelle
D’Hoest problematiza, en el contexto de los conceptos de
orden policial y la política, entendida como distorsión, la
relación entre las palabras y las cosas. A partir del relato de
la vida de tres hermanos a quienes sus padres pretender
preservar de todo contacto con el mundo exterior al que
sólo accederán una vez que “se les caiga el canino derecho”
, la autora traza un paralelo entre las ideas de Rancière
y una posible lectura del fi lm Canino (Yorgos Lanthimos,
2009) Su análisis profundiza en la idea de democracia y en
la posibilidad de acceder al espacio suspendido entre las
palabras y las cosas como contrapartida de una educación
basada en la promesa de encontrar la igualdad al fi nal de
un largo proceso, promesa incumplible como la de esperar
la caída del canino derecho. A continuación, Jorge Larrosa
se propone interrogar a la fi losofía sobre el lugar que le
cabe hoy en el campo educativo. A pesar del desaliento que
le provoca un sistema educativo que atonta, no sólo a los
estudiantes, sino a los docentes, insiste en la necesidad
de “desdisciplinar, desescolarizar textos y formas de leer,
desalumnizar y desprofesorizar la educación” y generar esos
espacios democráticos que serán claves para la formación de
los futuros docentes. Como broche de oro, Jan Masschelein
y Maarten Simons, cierran esta serie de ensayos elaborando
una de las ideas más radicales de Rancière: la igualdad
no puede ser institucionalizada ya que la emancipación es
siempre un asunto individual y no colectivo. Sin embargo,
los autores vislumbran esta posibilidad reescribiendo desde
Rancière la concepción de la escuela como un lugar de tiempo
libre por oposición al tiempo productivo, lugar que ofrece un
espacio igualitario. Conciben a la escuela como un ̈recreo”
de la sociedad y al maestro como un amateur, caracterizado
por la pasión que le provoca su disciplina y sus alumnos,
generando juntos momentos de igualdad que permiten trabajar
por una nueva sociedad.
Atraviesan a los autores y los ensayos la preocupación
constante por el rol de la educación en la democracia, por su
carácter emancipatorio, por la igualdad como presupuesto
y no como promesa a realizar. Un presupuesto que debe
verifi carse en la acción cotidiana y que produce, en el intento,
efectos emancipatorios (Rancière 2003:23).Son quizás estos
ensayos, provenientes de contextos y voces diferentes ese
intento de verifi car la igualdad en el ámbito educativo Moviliza
a sus autores el ánimo de traducir y contratraducir lo educativo,
“… el deseo de comprender y hacerse comprender sin el cual
ningún hombre daría sentido a las materialidades del lenguaje”
(Ranciére 2003:37) Nos proponen reescribir una fi losofía,
enunciarla desde la igualdad (Skliar 2003:80), ofrecerla para
ser experimentada en el pensamiento de otro, que brinde la
oportunidad de emancipación de quienes transitan las aulas
de una Facultad de Educación.
Rancière y su maestro ignorante asombran, sacuden,
rebelan, proponen, pero sobre todo se convierten en aquello
que sostiene nuestra atención, nos invita a pensar y hablar.
Pensar y hablar sobre nuestra práctica docente, desde el
lugar del que aprende junto con el estudiante, de quien
genera espacios que cuestionen el orden dado, espacios que
den voz a quienes no la tienen, que generen un verdadero
orden democrático. El Maestro Ignorante forma parte sin
duda, de aquellos libros que nunca se terminan de leer, que
siguen produciendo ecos. Este volumen se constituye en
parte de ellos, en testimonio del impacto que Jacocot sigue
produciendo aún hoy en nuestros paradigmas educativos.
Fecha de recepción: 29/10/12
Fecha Evaluación: 25/11/12
Fecha de Aceptación: 25/11/12
Notas
1Licenciada en Ciencia Política (UNR) y Profesora de
Inglés (UNMDP). Becaria de Iniciación en la Facultad
de Humanidades (UNMDP). Miembro del Grupo de
Investigaciones en Educación y Estudios Culturales (UNMDP)
Bilbligrafía
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