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«El avance tecnológico propicia con enorme eficacia el soporte ideológico al poder material. »
Paulo Freire
Artículo del educador y filósofo brasileño Paulo Freire. Publicado por primera vez en su libro «A la sombra de este árbol» y que forma parte del capitulo «Soporte y Mundo»
Por: Paulo Freire
El estado no puede ser tan liberal como a los liberales les gustaría que fuese. Es tarea de los partidos progresistas luchar a favor del desarrollo económico, de la limitación del tamaño del Estado. Este no puede ser un señor todopoderoso ni un lacayo cumplidor de las órdenes de aquellos que viven bien. Los proyectos de desarrollo económico no pueden excluir a las muje res y a los hombres de la historia en nombre de ningún fatalismo.
Mi radicalidad me exige una absoluta lealtad al hombre y a la mujer. Una Economía incapaz de programarse en función de las necesidades humanas, que convive indiferente con el hambre de millones a quienes todo les es ne gado, no merece mi respeto de educador ni, sobre todo, mi respeto como persona. Y no me digan que “las cosas son así porque no pueden ser diferentes”. No pueden ser de otra manera porque, si lo fuesen, herirían el interés de los poderosos: sin embargo, éste no puede ser el determi nante esencial de la práctica económica. No me puedo volver fatalista para satisfacer los intereses de los podero sos. No puedo tampoco inventar una explicación “científica” para encubrir una mentira.
El poder de los poderosos siempre procuró aplastar a los que no tienen poder. Pero, al lado del poder material siempre ha estado otra fuerza, la fuerza ideológica, fuerza material también, reforzando aquel poder. El avance tecnológico propicia con enorme eficacia el soporte ideológico al poder material.
Una de las tareas más importantes para los intelectuales progresistas es desmitologizar los discursos post modernos sobre lo inexorable de esta situación. Rechazo de forma vehemente tal inmovilización de la historia.
La afirmación de que “las cosas son así porque no pueden ser de otra forma” es odiosamente fatalista pues decreta que la felicidad pertenece solamente a los que tienen poder. Los pobres, los desheredados, los excluidos estarían destinados a morir de frío, no importa si en el Norte o en el Sur del mundo.
Si el poder económico y político de los poderosos desaloja a los débiles de los mínimos espacios de su pervivencia, no es porque así deba ser. Es preciso que la debilidad de los débiles se transforme en una fuerza capaz de instaurar la justicia. Para ello es necesario un rechazo definitivo del fatalismo. Somos seres de trans formación y no de adaptación.
No podemos renunciar a la lucha para el ejercicio de nuestra capacidad y de nuestro derecho a y a romper sin el cual no podemos reinventar el mundo. En este sentido insisto en que la Historia es posibilidad y no determinismo.
Somos seres condicionados pero no determinados. Es imposible entender la Historia como tiempo de posibilidad si no reconocemos al ser humano como un ser de decisión y de ruptura. Sin este ejercicio no es posible hablar de ética.
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