EDUCACIÓN.- BLANCA ASCANIO: LA MAESTRA COMUNISTA QUE DESAFIÓ AL FASCISMO DESDE UNA PEQUEÑA ISLA CANARIA

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A los 89 años de su detención por los golpistas sublevados contra la II República

El 28 de agosto de 1936, la maestra comunista Blanca Ascanio era detenida por su papel en la resistencia al golpe franquista en La Gomera. Su vida, marcada por la lucha de clases, la represión y el exilio, es hoy un símbolo de la memoria democrática de Canarias y de España (…).

Por CLAUDIA MELIÁN SANTANA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   Hace justo 89 años, el 28 de agosto de 1936, la maestra comunista Blanca Ascanio Moreno era detenida en Vallehermoso, La Gomera, por las fuerzas golpistas sublevadas contra la II República.  Ese día se selló un capítulo de dignidad, resistencia y sacrificio en la historia de Canarias. La historia de Blanca no es la de una víctima pasiva de la represión franquista, sino la de una combatiente revolucionaria que utilizó el arma más poderosa de todas: la educación. Desde su infancia hasta su exilio, su vida fue un ejemplo de cómo la conciencia de clase, cuando se convierte en praxis, puede desafiar incluso a los aparatos más represivos del poder burgués y militar.

 

Semillas de Rebeldía en un Territorio Semifeudal

   Blanca Ascanio nació el 4 de noviembre de 1910 en Vallehermoso, en una isla de La Gomera marcada por el caciquismo, el analfabetismo y la explotación semifeudal del campesinado. Su familia, pese a formar parte de la pequeña burguesía rural, desarrolló una conciencia crítica ante las abismales desigualdades sociales que reinaban en la isla. La contradicción entre el privilegio relativo de su origen y la miseria del entorno sembró en Blanca una sensibilidad revolucionaria desde joven.

  El sistema económico basado en la exportación del plátano estaba controlado por compañías europeas que explotaban sin piedad al proletariado agrícola. Fue en este ambiente de injusticia donde la joven Blanca empezó a gestar su compromiso con las clases trabajadoras. Su militancia no fue espontánea ni carente de fundamento: fue una respuesta directa a un régimen social que condenaba al hambre y al silencio a la mayoría.

 

Educación como herramienta de liberación

  Blanca se formó como maestra en la Escuela Normal de Magisterio de La Laguna. Pero para ella, enseñar no era reproducir conocimiento dentro del orden establecido, sino subvertir ese orden desde sus raíces. Desde la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), vinculada a la UGT, impulsó una educación laica, popular y liberadora. En Vallehermoso impartía clases al proletariado, organizaba actos culturales, y con sus discursos políticos encendía conciencias. En una sociedad donde el saber era monopolio de la oligarquía, su labor educativa era una forma de lucha de clases.

  Su participación en mitines —una rareza para una mujer en su época—, su trabajo con la Federación Obrera y su activismo en el Partido Comunista no solo revelan su compromiso ideológico, sino también su valentía al desafiar los roles de género impuestos por el sistema patriarcal.

 

Una familia de luchadores comprometidos con la clase trabajadora

  La historia de Blanca Ascanio no puede contarse sin detenerse en la dimensión profundamente revolucionaria de su familia. Los Ascanio Moreno fueron parte fundamental del frente de combate contra la injusticia, el caciquismo y el fascismo. La militancia de Blanca fue parte de una unidad familiar de resistencia organizada y consciente, que convirtió su vida cotidiana en un acto de combate ideológico.

  Su hermano, Guillermo Ascanio, fue una figura clave del movimiento revolucionario en Canarias y en el conjunto de la República. Fundador de las Juventudes Republicanas en La Gomera, dirigente comunista y brillante orador, Guillermo asumió un papel decisivo durante la Guerra Civil, en la organización inicial de la resistencia republicana.  Se incorporó como voluntario en las milicias populares y tuvo un rol esencial en el reclutamiento del Batallón Canarias, una unidad compuesta por voluntarios procedentes mayoritariamente del archipiélago canario que se desplazaron a la Península para combatir por la República. Ascanio llegó a ser comandante de esta unidad, que protagonizó acciones destacadas en diversos frentes, incluyendo el asalto al Alcázar de Toledo, las batallas de Seseña y Talavera y la defensa del Puente de los Franceses en Madrid.

  Tras la traición del coronel Casado al gobierno de Juan Negrín,  Guillermo Ascanio se opuso al golpe y resistió hasta ser detenido y ejecutado por el franquismo, el 4 de julio de 1941, en el Cementerio del Este. Sus palabras antes de ser fusilado —“Soy comunista, he sido jefe de una división… y hasta el último momento de mi vida haré cuanto pueda contra el fascismo y por la revolución”— supusieron un último testimonio de su firmeza ideológica.

  La hermana de BlancaAmelia, también fue encarcelada, condenada a 20 años de prisión por auxilio a la rebelión, tras ser detenida en Madrid. La saña con la que el régimen persiguió a esta familia se explica porque no los veía como individuos aislados, sino como un núcleo peligroso por su compromiso de clase, por su capacidad organizativa, por su valentía.

   La tragedia familiar no terminó con los tres hermanos. Sus primos Fernando y Pablo también desaparecieron en prisiones tinerfeñas. 

La Rebelión del pueblo y la respuesta del fascismo

   Cuando estalló el golpe militar en julio de 1936, Vallehermoso no se arrodilló. Fue uno de los pocos enclaves de resistencia en Canarias. Blanca se convirtió en una de las figuras visibles de esa oposición al fascismo. Desde el Ayuntamiento llamó a resistir, participó en la defensa del pueblo durante los sucesos del Fogueo y rechazó las negociaciones de rendición.

   Por su papel en la resistencia fue detenida el 28 de agosto de 1936. Pasó por varias prisiones y, finalmente, fue juzgada en un Consejo de Guerra el 27 de febrero de 1937. El tribunal franquista la condenó a muerte, acusándola, irónicamente, de «rebelión». El 10 de marzo, su penas fue conmutada por 30 años de prisión.

 

Exilio y resistencia Cultural en Venezuela

   Tras ser excarcelada, Blanca se exilió en Venezuela, en 1943, junto a su hermana Amelia. Allí, en un país que se convirtió en refugio para muchos exiliados republicanos, continuó su labor pedagógica. Aunque los detalles de su vida en el exilio son escasos, su trayectoria permite suponer que mantuvo una intensa actividad formativa, enfocada en sostener viva la memoria revolucionaria y los valores de justicia social. En un contexto de diáspora, la educación volvió a ser su campo de batalla: una forma de resistencia cultural, un acto de fidelidad a los caídos y a los ideales que la dictadura pretendió aniquilar.

 

    Blanca regresó a Canarias en los años 70. Su retorno no fue un acto nostálgico, sino una decisión política: dar testimonio, romper el silencio y disputar, en la medida de sus posibilidades, la narrativa oficial del franquismo impuesta durante la Transición.  Mientras el «pàcto» establecido entre los representantes de la dictadura y la oposición cooptada imponía el olvido, ella denunció y reivindicó a quienes lucharon por una sociedad justa.  En una época donde  el «pàcto» establecido entre los representantes de la dictadura y la oposición cooptada impuso el olvido, ella denunció y reivindicó a quienes lucharon por una sociedad justa. Blanca insistió en recordar y habló del asesinato de su hermano, del sufrimiento de su familia y de los compañeros desaparecidos.

  Blanca Ascanio murió el 14 de noviembre de 1988 en Santa Cruz de Tenerife. Su legado no se apagó con ella. Hoy, su nombre figura en colegios, libros y documentales. Su figura representa la alianza entre pedagogía y revolución, entre el saber y la lucha. Fue, y sigue siendo, la “maestra roja” que convirtió las aulas en trincheras y la palabra en arma contra la injusticia y a favor de la emancipación. 

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