EDUCACIÓN.- ¡Aprender es divertido! Que no te engañen

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¡Aprender es divertido! Que no te engañen

Sara Carbonell

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Si alguna vez has oído frases como “ya tendrás ganas de vacaciones, ¿no?”, “ya sé que esto es un poco aburrido, pero hay que aprenderlo” o “¡ánimo, que ya estamos a jueves!”, habrás captado que quien las dice intenta hacernos creer que ir a la escuela y aprender no es divertido ni apasionante. 

¡Nada más lejos de la realidad! Aprender es una tarea estimulante en todos los sentidos. ¿Sabías que en nuestro cerebro no dejan de suceder cosas maravillosas cuando estamos aprendiendo algo nuevo y difícil? Además, cuando logramos comprender algo difícil, la satisfacción que obtenemos es casi indescriptible; yo me lo imagino tan maravilloso como cuando se lanza un castillo de fuegos artificiales. 

Pero ¿qué ocurre cuando transmitimos la idea contraria? ¿Qué pasa si decimos que aprender es aburrido, qué pasa si lo asociamos a lo que se debe hacer pero no a lo que deseamos hacer? Pues, como estarás pensando, lo que pasa es que nos lo creemos y estamos deseando que acaben las clases para irnos a “pasarlo bien”, y muchos y muchas acaban por abandonar los estudios porque acaban sintiendo que para ellos no es una tarea motivante. 

Sin embargo, podemos contrarrestar esta falsa idea con experiencias de vida, de personas cercanas y también de personas de ciencia que han contribuido a salvar y mejorar nuestras vidas. Muchas personas han experimentado que la diversión y el aprendizaje van de la mano y que no pueden concebirse como opuestos. Una de estas personas es Katalin Karikó, quien en su libro Breaking Through lo explica de esta manera: 

«Y de todas las lecciones tempranas que me prepararon para ser científica, creo que esta es la más importante de todas: que el trabajo y el juego pueden fusionarse, volverse uno y lo mismo, hasta que la idea misma de su distinción parezca carente de sentido

La falsa idea de que aprender es aburrido suele estar muy presente en la sociedad, pero aún más en entornos vulnerables y de exclusión social, perjudicando más sus vidas. Para el alumnado que vive en su infancia situaciones adversas, es más urgente, si cabe, que la escuela le ofrezca un entorno estimulante cognitivamente, que incluya desafíos y aprendizajes de alto nivel para contrarrestar la falta que pueden tener en sus contextos. Esto debe ir unido al deseo por aprender, a la idea de que es la actividad más apasionante que se le puede ofrecer a un niño o niña. Si los adultos no lo tenemos claro y creemos que debemos ofrecerles “aprendizajes fáciles y más horas de juego” desligado del aprendizaje, estaremos contribuyendo a empeorar su desarrollo, condenando a muchos estudiantes al fracaso escolar.

Volviendo al ejemplo de Katalin Karikó, su infancia no fue fácil. Vivió un periodo de guerra con mucha pobreza y enfermedades, vivió una pandemia mundial, la escuela estaba muy lejos de su casa y tenía que caminar horas… Pero tuvo profesores que nunca bajaron las expectativas, pudo entrar en un club de química (porque existía en su escuela) y nunca creyeron que como tenía una vida muy dura había que reducir “dificultades”. En este ambiente vivió que aprender es divertido y que nadie es buen o mal estudiante en sí mismo, sino que depende de lo que se trabaje

«Y resulta que el cerebro es maleable. Lo que practicamos lo fortalecemos. Practiqué ser una estudiante excelente; era una práctica activa. Como una atleta, mejoré

Transmitir al alumnado, desde muy pequeños, esta pasión por aprender puede ser el mejor regalo. Sobre todo cuando están viviendo situaciones adversas en sus vidas, ya que, como refleja Karikó en su libro, no podemos cambiar algunas situaciones, pero sí podemos desear aprender más y trabajar duro para mejorar nuestras vidas y las de otras personas. 

«Cuando nos enfrentamos a reveses o fracasos, no debemos culpar a los demás; asignar culpas nos mantiene centrados en cosas sobre las que no tenemos poder. En cambio, podemos responder a la desgracia aprendiendo más, trabajando más duro y siendo más creativos.»

 [Imagen: Freepik

Sara Carbonell

Doctora en Educación. Durante 23 años maestra de pedagogía terapéutica y educación primaria y 8 años directora del CEIP

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