Cómo estudiaba e investigaba Mao Zedong

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Mao no fue un teórico de escritorio, ni un académico libresco, sino un hombre de acción. Se ha destacado en la historia mundial no precisamente por su labor científica, sino como un genio político y eminente estratega militar, que dirigió victoriosamente la lucha del pueblo chino por su liberación y desarrollo económico socialista, una de las proezas de mayor significación en la historia contemporánea. El Mao político es, pues, quien destaca su figura. Pero Mao ha sido, además, un intelectual de sólida cultura y un estudioso e investigador, también eminente. Es más, podría decirse que si Mao pudo realizar tal proeza fue, precisamente, porque se guió siempre, ante cada problema, de acuerdo al criterio -que se podría convertir en la síntesis de su perfil intelectual- de «quien no estudia e investiga no tiene derecho a opinar«, frase que ha gustado repetir en diversos artículos y de la cual nunca se avergonzó de haberla pronunciado, pese a los diversos ataques de que ha sido víctima por ello. (1)

Pero es por eso también que el maoísmo, como se verá, no es tan sólo «una corriente de opinión»; es algo más. Es una teoría específica de la sociedad y la revolución chinas. Porque indiscutiblemente Mao no sólo fue el principal dirigente de la revolución china, sino además su principal teórico. Precisamente, lo que se intentará exponer en este estudio, será eso que hemos denominado «el perfil intelectual y científico de Mao Tse-Tung«. Trataremos de mostrar especialmente su estilo de trabajo teórico y método de investigación. Porque lo cierto es que Mao supo hacer ciencia empírica, es decir un estudio concreto de la realidad concreta. Y lo hizo con tal pasión por la verdad, espíritu revolucionario, actitud de estudio y rigor analítico, que sus hábitos de trabajo, su vocación científica y método de investigación constituyen, en su conjunto, un modelo de trabajo intelectual digno de ser emulado.

La exposición se ha dividido en dos partes. La primera trata de exponer sus hábitos y forma de estudio, su actitud ante el marxismo, la ciencia y la cultura, y de comunicar, al mismo tiempo, el rigor con que realizaba sus estudios teóricos. La segunda parte pretende disecar algunos rasgos del método de investigación científico, explícito o implícito, en sus investigaciones.

Cómo estudiaba Mao

Mao dijo que todo conocimiento surge de la práctica. Pero él sabía que en «las palabras escritas», es como el hombre comunica a los demás sus conocimientos. Por eso consideró que «los comunistas deben ser el ejemplo en el estudio» e instaba a los militantes a ir a los libros, en busca de sabiduría, aunque debían ir con una actitud crítica y no como meros lectores pasivos.(2) De hecho Mao fue un ávido lector de libros y diarios. Todos sus biógrafos nos testimonian su gran «pasión por los libros» o lo definen como un «lector voraz e incansable». Su pasión por los libros la adquirió en su adolescencia y juventud.

El Mao premarxista y el Mao marxista fueron ambos estudiosos.

En efecto, desde que se alfabetizó, a los 8 años de edad, leyó 4 novelas, y a partir de entonces no paró jamás. A tal punto le atraía la lectura que prefería, años después, no asistir a la escuela y tener tiempo para leer. Cuenta Jerome Chen, que «a los 19 años no era nada, ni soldado ni estudiante. No obstante tenía libertad para leer lo que quisiera y siempre que quisiera«. «Vivía de pan y agua y se pasaba todo el día en la biblioteca provincial«(3) y según el propio Mao, la biblioteca era para él como «el prado para el buey«.(4) Allí se pasaba los días enteros leyendo libros y sobre todo periódicos(5) . Allí estudió «The Wealth of Nation» de Adams Smith; «El Origen de las especies«, de Darwin; «Evolución y Etica» de Huxley; «Lógica» de MilI; «Estudio de Sociología» de Spencer; «El espíritu de las leyes» de Montesquieu; «El Contrato Social» de Rousseau; Mitología griega; Geografía e Historia mundial; y, sobre todo periódicos.

La pasión de Mao por el estudio, fue favorecida por el hecho de que, en los momentos de su juventud, en China se desarrolló el movimiento revolucionario llamado «4 de mayo», el cual perseguía «La introducción de la ciencia y de la democracia» forman(do) los aspectos más constructivos del movimiento 4 de mayo. Los nuevos pensadores esperaban restringir mediante la democracia, los poderes de los que hasta entonces se había abusado, y confiaban racionalizar, mediante la ciencia, la actitud hacia el conocimiento y hacia gran parte de los problemas con que se enfrentaban. Los intelectuales confiaban que la publicidad de sus ideas mejoraría las perspectivas del futuro chino. Creían en la omnipotencia de la democracia y de la ciencia; lo mismo hicieron, bajo su influencia, todos los jóvenes, entre los que se contaba Mao Tse-Tung.(6)

De modo que cuando Mao, a la edad de 20 años, viajó a Pekín decidido a estudiar Magisterio, se encuentra con un ambiente propicio, lleno de ideas que aguijonean su mente y lo obligan a pensar e investigar. Para entonces el marxismo había ya penetrado en China.

Sus primeros conocimientos de marxismo los obtuvo a través de un periódico radical (La Jeneuse), que editaba Chen Tu Hsiu, y sus lecturas favoritas eran libros de Kropotkin, Bakunin y Tolstoi. Como diría textualmente «mi interés por la política aumentó, y yo mismo me hice más radical. Estaba entonces influenciado por una fuerte tendencia al anarquismo«.(7)

Sus contactos con el movimiento marxista, lo llevaron a leer «Historia del Socialismo» de Kapupp; «Manifiesto Comunista» de Marx y Engels; «Lucha de clases» de Kaustsky; y «Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico«, de Engels. Estas lecturas dieron su último toque de conversión al comunismo.

Cuando se hizo marxista y dirigente, éste hábito no desfalleció, si no por el contrario. Nunca vio su labor de dirigente y el estudio, como algo contradictorio, sino complementario. Naturalmente, ya no podía «pasarse los días enteros en la biblioteca«. Su labor política le exigía ordenar de otro modo su horario de estudio y así lo hizo.

Jerome Chen, cuenta que Mao «trabajaba y estudiaba duro, y se acostaba de madrugada«. Y Snow nos dice que normalmente trabajaba de 13 a 14 horas, «muchas veces hasta muy avanzada la madrugada«. Cuenta que en una ocasión «eran ya pasadas las dos de la madrugada y yo estaba extenuado, pero no podía ver el menor síntoma de cansancio en el rostro pálido de Mao, un rostro que parecía denotar ictericia«.

Ocho años después, al final de una entrevista que duró desde las tres de la tarde hasta las tres de la madrugada, Gunther Stein escribió:

«A las tres de la madrugada, cuando al final conseguí levantarme para marcharme, con mala conciencia, doloridos los miembros y los ojos quemados, él (Mao) estaba todavía tan fresco y animado, parecía tan lúcido en su charla como por la tarde del día anterior«.

Snow supo en 1936 que Mao trabajaba normalmente de 13 a 14 horas al día, muchas veces hasta muy avanzada la madrugada, retirándose frecuentemente a las dos o a las tres. Parece que tenía una constitución de hierro. El guardia de corps de Mao, Chai Tsao-Chün, relata cómo fue escrito el famoso ensayo «Sobre la guerra prolongada«, en 1938. «Los dos primeros días, Mao no durmió nada en absoluto, trabajando continuamente a la luz de un par de candiles y a veces olvidándose hasta de comer. Cuando estaba cansado se refrescaba la cara con un trozo de franela de algodón humedecido en agua caliente. El quinto día estaba visiblemente más delgado, comía todavía menos y tenía los ojos completamente rojos, pero seguía escribiendo. El séptimo día estaba tan sumergido en su trabajo, que no sé dio cuenta de que el brasero le estaba quemando el zapato derecho hasta que la llama hizo un agujero y le lamió un dedo del pie. Dio un brinco y se echó a reir mientras él y su escolta miraban el dedo: ¿Cómo ha podido suceder esto?, se preguntó; bebieron un trago de vino y continuó su trabajo. Nada sorprendente podía ser el hecho de que al octavo día le doliera terriblemente la cabeza y fuese incapaz de dormir o comer. Se llamó a un médico, el cual diagnosticó que la causa de la indisposición de Mao era fatiga. Sin embargo, el paciente siguió trabajando hasta el noveno día, en que la obra fue terminada. La revisó antes de pasarla a Liu Shao-Chi, Chen Yün, Kang Sheng y Chen Wen-Tien para que la criticaran«.

Leía con verdadera voracidad. Snow recuerda: «En cierta ocasión, cuando mis entrevistas nocturnas con él a propósito de la historia del comunismo, un visitante le llevó varios libros nuevos sobre fIlosofía. Mao me pidió aplazar nuestras conversaciones. Consumió aquellos libros en tres o cuatro noches de intensa lectura durante las cuales pareció olvidarse de todo lo que ocurría a su alrededor. La lectura, una costumbre que se adquiere en la juventud, como en el caso de Mao, le proporcionaba una excelente información«.(8)

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Y Chen Shang Jeng, quien era su lugar-teniente, dice que Mao empezaba a trabajar después de cenar ligero, y lo hacía hasta altas horas de la madrugada y luego se levantaba tarde al otro día para descansar.(9)

Este ritmo fue constante aún en su largo período de guerras, pues nunca dejó de llevar consigo «documentos y libros en su mochila«.(10) Sólo dejó la costumbre de acostarse de madrugada en 1946, pues su labor de estadista en las zonas liberadas exigía que estuviese despierto temprano.

Chen Chang Jeng relata que al llegar a una ciudad o pueblo, lo primero que hacía Mao, era dirigirse a los archivos del enemigo, y conseguir periódicos. De joven Mao era aficionado a la lectura de diarios y tenía como práctica coleccionar artículos de los periódicos. Mao tenía por hábito hacer anotaciones en los márgenes de los libros y hacer resúmenes, a los cuales les agregaba los pensamientos o razonamientos que se le ocurrieran como fruto de esa lectura. Leía participando, no como receptor pasivo.

Para mantenerse despierto, Mao usaba diversos procedimientos: Tomaba té, se restregaba la cara con agua caliente, metía los pies en agua, y se sentaba en una silla dura. De esta manera combatía el sueño y el cansancio.(11)

Mao ha basado su estudio del marxismo en los clásicos

A pesar de que Mao se inició en el marxismo al través de la lectura de periódicos y revistas, su conversión al comunismo y la obtención de sus primeros conocimientos sólidos los obtuvo tras el estudio de las obras de Marx y Engels.(12)

Ciertamente a partir de entonces, nunca dejó de estudiarlos, lo mismo que a Lenin y Stalin. A ello se debió precisamente que pudiera comprender tan profundamente el marxismo-leninismo. Al través de una revisión de la bibliografía que cita Mao al final de algunas de sus obras(13) y siguiendo la pista al gran número de libros y artículos de los clásicos que cita, es evidente que no había obra importante, de filosofía, política y economía M-L que no hubiera estudiado. Incluso se tiene referencia de que por lo menos el Tomo I de «El Capital«, lo leyó tempranamante, y de que conocía las fuentes rusas y alemanas que nutrieron posteriormente el marxismo, como fueron Kaulspas, Plejanov, Dimitrov, etc.(14)

Sin embargo, Mao no se contentaba sólo con el estudio de los clásicos, sino que seguía de cerca el desarrollo del marxismo y no había obra importante que no conociera. Se interesaba continuamente por los nuevos enfoques de los autores contemporáneos y del continuo debate teórico entre los marxistas. Estudiaba y conocía a Plejanov, Kaustky, Bujarín, etc; e incluso su obra filosófica fundamental: «Sobre las contradicciones«, surge para esclarecer, tras un enfoque propio, basado en las notas de Lenin y Engels, este tema, que estaba siendo debatido entre filósofos marxistas, tras las apreciaciones de la llamada escuela de Deborin(15)

Mao y la valoración de la cultura general

No se puede ser marxista sin cultura general, sin un conocimiento elemental. Mao sabía eso perfectamente, pues como vimos, él mismo pudo comprender el marxismo y llegó a él, tras las inquietudes y el estudio de las ciencias sociales, fIlosofía e historia. Tan convencido estaba Mao de esto que hizo al Comité Central de su partido adoptar una resolución en ese sentido: «El Comité Central de nuestro Partido exige ahora especialmente que nuestros cuadros con un pasado obrero o campesino adquieran una instrucción elemental, pues así podrán luego aprender cualquier materia: política, ciencia militar o economía. Si no, por muy rica que sea su experiencia, nunca serán capaces de estudiar la teoría«.(16)

Mao comprendía cabalmente que no se podía estudiar marxismo y llegar a dominarlo, aprendiendo tan sólo citas sueltas, sin una comprensión sistemática. Que así como el marxismo había surgido como una síntesis del pensamiento de toda la producción intelectual acumulada, no podía ser entendido si no se poseía una cultura elemental. Al igual que Lenin y Marx, piensa que no se puede hacer teoría si no se comprende y estudia ciencias modernas. Por eso nunca existió para él contraposición entre el estudio de Marx y el estudio de las ciencias.(17)

Mao prácticamente vivió 30 años en lucha armada por la revolución china, la mayor parte como dirigente. Mao además vivió en China, tradicionalmente de cultura atrasada y aislada; y a pesar de las limitaciones que estas dos circunstancias imponían, se conoce que tenía conocimientos de literatura china y occidental. Frecuentemente en sus escritos se leen citas o referencias a Shakespeare, Tostoy, Fedoyev, Las Fábulas de Esopo, Aristóteles, etc. Mao realmente no era fuerte en Historia Natural, Matemáticas y Física como muchos otros jóvenes de su generación, pues él se desarrolló en un «tiempo en que la agricultura, la medicina y las artes mecánicas, estaban fuera de los estudios académicos, la industria moderna aún no se había desarrollado y la investigación científica era particularmente imposible en China«(18). Pero es sabido que Mao conocía y leía por lo menos a los representantes más destacados de las fuentes burguesas de la sociología, la filosofía alemana y la economía clásica. Había estudiado como se sabe, a A. Smith y a Spencer, Ricardo, Stuart Mill, Rousseau, Montequiau, Hegel, Kant, Poulsen, Darwin, etc; a pesar de que no podía afirmarse que fuera ningún erudito, ni que su conocimiento tuviera la precisión de un académico.

Pero además estudió con especial interés el idioma. «¿Por qué debemos aprender el idioma y más aún estudiarlo con empeño?«, se preguntaba, y en seguida respondía: «Porque el idioma no se domina fácilmente, para dominarlo hay que hacer un esfuerzo tenaz.(19) Sólo así se le puede llegar a dominar «plena y audazmente», y sólo así podrá ser usado en la propaganda, y expresar con claridad nuestros juicios«.

Mao estudiaba, además y con particular entusiasmo, arte y literatura. Sus charlas a los artistas y escritores en el foro de Yenán, muestran su profundo dominio de la teoría literaria, y, en especial, de la crítica de Arte, la cual es particulamlente difícil pues «requiere muchos conocimientos especiales«.(20)

Mao tenía, naturalmente, talento propio y una sensibilidad exquisita como artista. Se reveló por primera vez como promesa literaria siendo aún estudiante.(21) Cuando sus ensayos y composiciones eran colocadas en lugares visibles para que los demás apreciaran la belleza de sus prosas. Incluso algunos críticos afirman que «su fuerza poética le hubiera asegurado el triunfo en la literatura china contemporánea, con independencia de su prominente situación en la vida política«.(22-a)

Mao no era ciertamente un teórico de gabinete, ni un académico de profesión, pero consideraba que quien no tenía cultura era un ignorante, y un ignorante no puede ser un marxista, ni mucho menos un dirigente. A lo sumo sería lo que él define como «un revolucionario miope y estrecho«. Es el tipo de gente de la que Mao dice que «se entregan al trabajo práctico, pero no prestan atención al estudio de la realidad objetiva, con frecuencia actúan llevados solamente por el entusiasmo y sustituyen la política del partido por su propio parecer«. «Hay dos versos -nos dice- que retratan al tipo de personas que he mencionado«. Dicen así:

Juncos en la pared: capa abundante, tallo débil, raíz superficial«.
Retoño de bambú entre las rocas: lengua afilada, corteza gruesa, panza vacía…»

Por eso, aún en medio de la lucha y la guerra, -sin entrar en contradicción con su vocación de dirigente proletario- Mao supo combinar sin dificultades el estudio de la mitolog ía griega, con sus indagaciones de la ciencia militar, o sus lecturas de filosofía marxista.

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Sin embargo, Mao nunca perdió de vista que ese estudio era sólo un marco, en el centro del cual colocaba su función primera como teórico marxista y dirigente político; Que si estudiaba y obtenía conocimientos universales era para poder enmarcar el conocimiento de su país y encausar la lucha revolucionaria de su pueblo. Por eso, Mao estudió especialmente en China, su historia, su folklore, la idiosincracia de su pueblo, su lenguaje, sus fábulas, su geografía y sus refranes.

Mao estudiaba apasionadamente su propio país

Como todo hombre que alcanza una estatura universal, Mao concentró sus esfuerzos teóricos y prácticos en comprender las dimensiones culturales, históricas y sociales de su propio país. Y lo logró. El gran valor de las teorías de Mao es precisamente el haber comprendido empíricamente las circunstancias de su lucha, su medio. Si estudió el marxismo y la cultura universal, fue porque sólo allí encontraría el conocimiento sólido y el método adecuado para lograr su objetivo último: conocer a China, en todos sus ángulos; conocerla para transformarla.

«Integrar la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución china«. En esta frase suya se puede sintetizar el núcleo de su actividad intelectual. Y «quien tiene esa actitud -nos dice- aplica la teoría y el método marxistas, al estudio de su propio país«.(22-b)

Mao fue consecuente con ese pensamiento. Ha sido un profundo conocedor de la historia y geografía.

Pero sobre todo, Mao se interesó por conocer en forma detallada y concreta la economía y la sociedad chinas. Conocía el pensamiento confusiano y taoista, y frecuentemente exponía sus ideas a través de sentencias y refranes, y fábulas populares chinas. Y así como estudiaba la literatura universal, conocía también las novelas populares de su propio país. Entre las novelas populares chinas cita a menudo: «La orilla del agua«; «El mono«; «El sueño de la cámara roja«; «El romance de los tres reinos«. Es particularmente amante de los ensayos y cuentos satíricos de Lu Hein, a los que alababa en numerosas ocasiones.(23)

Consideró que sin «un análisis de las clases y de la economía china«, no podía haber dirección correcta. Él mismo realizó numerosas investigaciones y estudios acerca de las diversas clases sociales, y las caracterizó y definió concretamente, en función de la sociedad china. En diversos libros suyos, ha quedado plasmado este esfuerzo: «Sobre la Nueva Democracia«; «Análisis de clases de la sociedad china«; «Bases para el estudio de las clases en China«; etc…

Fue a partir de este estudio, de su país y de un esquema de la revolución propios, sobre cuyos pilares Mao alcanzó la estatura y personalidad madura, que le permitieron enfrentar con éxito las influencias extrañas y dogmáticas que la internacional empezó a manifestar en su política hacia China, y enrumbar, fmalmente, con éxito creciente, la revolución china. Y si ese era su ideal último, su tarea primera tenía que ser comprender y luchar por transformar la realidad. Para Mao, marxismo y práctica revolucionaria eran la cara y la cruz de una misma moneda: la revolución.

Mao era, pues, de principio a fin, un hombre de ciencia, que desplazó con clara posición revolucionaria, su objeto de estudio a las condiciones específicas de la revolución china, y su fuerza intelectual la dedicó a la práctica política. En él confluían pues, ambas cosas: científico-político. Y, en su conjunto, quizás pueda hallarse ahí la clave de su victoria; pues su estudio e investigación, adquiría así una profunda significación práctica y revolucionaria.

El método y estilo de exposición de Mao

Para Mao, el rigor y el cuidado que pone en los detalles para el conocimiento de una cosa, se extrapola también al proceso de exposición. Mao poseía un estilo literario transparente, una prosa particularmente clara, concisa, lógica y didáctica. Pero nunca pensó en eso, era un «simple don natural«. Por el contrario, al margen de sus posibles condiciones específicas, él consideró siempre que la preocupación por escribir claro era una preocupación ligada al mismo proceso de conocimiento. Siempre se opuso a lo que él llamó «el estilo de cliché«, es decir dogmático, de exposición.

Consideraba que, al exponer un problema o la solución del mismo al que hemos arribado, debemos hacerlo en forma tal que transmita no sólo un conocimiento preciso sobre el tema, sino que exponga las bases objetivas, los hechos en que basamos nuestras conclusiones y, si es posible, el proceso de razonamiento que nos indujo a rechazar las demás opciones posibles; y cómo, finalmente, llegamos a la solución propuesta. Esta forma de proceder es, en sí misma, un mecanismo de autoverificación de nuestro conocimiento. Incluso, como ya se ha dicho, Carlos Marx, utilizaba las «monografías» para tratar de exponer un problema y darse cuenta de las cosas que no dominaba bien y de los lugares en los cuales encontraba dificultades para exponerlo, lo cual le obligaba a seguir estudiando.

La exposición es por decirlo así, la parte final de una investigación, donde, por tanto, es preciso mantener el mismo rigor y el máximo de cuidado. En este sentido, exponer un problema o su solución, requiere un conocimiento sobre el asunto, previamente investigado. Por eso Mao dice que «es irresponsable tomar una pluma y ‘forzarse a escribir’, sin investigación y estudio previo«, pues no se debe «forzarse a escribir si no se tiene nada que decir«. Pero tampoco se puede proceder un problema, su solución, si sólo hemos investigado o visto un poco. El nos dice que «los artículos reflejan la realidad objetiva. pero como la realidad es intrincada y compleja, debemos estudiarla una y otra vez antes de que podamos reflejarla con propiedad, actuar con negligencia a este respecto es ignorar las nociones más elementales del arte de escribir«.(24)

En segundo lugar, es preciso al exponer un problema, esforzamos al máximo en utilizar los términos y conceptos en un sentido preciso. Mao nos dice que es necesario tener para ello, un claro dominio del lenguaje (el idioma), y los conceptos fundamentales de la ciencia marxista.

Nos recomienda que «no inventes calificativos u otras cosas parecidas que nadie entiende«. Exponer con claridad y precisión es un reflejo directo de que conocemos con precisión y específicamente el problema planteado. No hay nada que refleje más desconocimiento que ese cúmulo de palabras vagas, generales e imprecisas, llenas de calificativos en que muchas veces se esconde la falta de conocimiento verdadero.

Pero si conocemos un problema, no sólo es posible exponerlo, clara y precisamente, sino también concisamente. Para Mao es imperdonable la «habladuría huera«(25) que se encuentra en los artículos demasiado largos e insustanciales. Por eso recomienda que: «Lee tu escrito por lo menos dos veces después de haberlo terminado, y procura en lo posible suprimir sin ninguna piedad las palabras, frases y párrafos superfluos. Es preferible condensar en un relato el material para una novela a estirar el material de un relato para escribir una novela»; y -añade- «en mi opinión, si se trata de un artículo importante, es conveniente leerlo más de diez veces, revisándolo a conciencia antes de que se publique«.(26)

Porque la ciencia no sólo exige trazar normas y métodos para garantizar la objetividad y eliminar la mayor fuente posible de error en el proceso de investigación, sino que al mismo tiempo exige los llamados «requisitos formales» en la exposición de las teorías y tesis a las que ha arribado; requisitos que pueden sintetizarse en la utilización de un lenguaje preciso, conceptos idénticos a sí mismos y ausencia de contradicciones lógicas.

Pero Mao aclara: «a lo que nos oponemos es al estilo de cliché que se manifiesta en los artículos largos y vacíos, pero esto no quiere decir que todo debe ser corto para ser bueno«. «Si los artículos largos y vacíos no son buenos, ¿qué decir de los cortos e insustanciales? Tampoco lo son. Debemos terminar con toda palabrería». «Los artículos sin contenido son los menos justificables y los más condenables. Lo mismo puede decirse de los discursos; debemos terminar con toda clase de perorata difusa y sin sustancia«.(27)

Quizás se deba a ese método riguroso de exponer, a lo que Mao debe ese don, poco común de escribir en la triple dimensión, en que convergen claridad, precisión y concisión, que reflejan sus ensayos.

Esta precisión, concisión, nitidez y claridad que exige Mao, es imprescindible para poder exponer con rigor conceptual y sin contradicciones lógicas, los hallazgos del verdadero conocimiento. El método de exposición, es en este sentido, un complemento indispensable, una parte del método de investigación.

Notas:

1) Esta frase de Mao se encuentra en varios trabajos y conferencias.

2) Cfs. Mao. «Rectifiquemos el estilo de trabajo en el partido«. O. E. tomo III, pág. 36 Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín 1971.

3) Cfs. Jerone Chen «Mao y la revolución china«. Oikos – Tau S.A. ediciones. España, 1967, página 50.

4) ldem.

5) Esa aficción a la lectura de periódicos y revistas fue en Mao una pasión desde joven. Sabido es que llegó a ser incluso, presidente de la Asociación de Lectores de Periódicos, que fundaron un grupo de jóvenes en China. Véase J. Chen. Obra. Véase también el libro de Chong Feng.

6) Cfs. Jerone Chen.

7) Idem.

8) Snow E. «Red Star Over China«, 1937. Cit. en Idem. pág. 335-236.

9) Chen Chong Feng «En la gran marcha con el presidente Mao«. Ediciones en lenguas extranjeras. Pekín 1960. Pág. 10.

10) Idem.

11) Idem.

12) Ya hemos hecho mención más arriba a este contacto temprano y directo de Mao con los clásicos M-L.

13) Aunque esta bibliografía citada por Mao no da un registro exacto de sus lecturas, por lo menos es el único indicador que da una idea de su nivel de información.

14) Véase Jerone Chen «Mao y la Revolución China«.

15) Cfs. «Sobre la contradicción«. Obras Escogidas, tomo 1, pág. 33. Edición citada.

16) Cfs. Mao «Rectifiquemos el estilo de trabajo en el partido» O. E. tomo 111, pág. 38.

17) De lo anterior es evidente el reconocimiento de no contraponer estos conocimientos. Al respecto Chen, expresa de Mao que «es plenamente consciente del valor de la ciencia aún cuando sea poco versado en ellas«.

18) Jerome Chen. «Mao«.

19) Mao Tse-tung. O. E. tomo 111.

20) Cfs. Mao. «Intervenciones en el foro de Yenan sobre arte y literatura«. Pág. 87, tomo 111. Obras Escogidas. Edición citada.

21) Véase a Jerome Chen. pág. 40.

22-a) Michael Bullock y Jerome Chen, pág. 350.

22-b) Esta fue su preocupación constante. Ya cuando estudiaba en la escuela secundaria y en la escuela de maestro Mao «ocupó el puesto de director y jefe adjunto de investigaciones«. (Véase Jerome Chen, pág. 68). Esta tendencia se deja sentir a lo largo de sus obras principales. «Análisis de clases de la sociedad china«, Tomo 1, prólogo y epílogo de las investigaciones rurales. Tomo III, pág. 7, «Reformemos nuestro estudio«, tomo III, etc.

23) Jerome Chen, O. C.

24) «Contra el Estilo de cliché en el Partido«.

25) Idem

26) Idem.

27)ldem.

Extraído del libro «Cómo estudiaban e investigaban Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao» de M. Glasser e Ismael Ortiz Venet.

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