¿POR QUÉ SE ESTAN YENDO LOS CHINOS DE ESPAÑA?

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¿Por qué están cerrando los bazares chinos? ¡Te sorprenderán las razones de la huida!

Durante décadas, los comerciantes chinos fueron una presencia constante en barrios y ciudades de toda España. Hoy, muchos de sus locales aparecen cerrados o en traspaso. Lejos de tratarse de una crisis repentina, su marcha obedece a una estrategia comercial lúcida: anticiparse al colapso.

POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

     Durante años, la comunidad china fue una presencia constante en las calles de España. Abrían bazares, restaurantes, tiendas de ropa y todo tipo de pequeños negocios que se integraron rápidamente en la vida cotidiana de barrios, pueblos y ciudades. 

    Resultaba difícil caminar unas pocas calles sin encontrar un bazar chino abierto, con sus estanterías llenas y sus dueños trabajando de sol a sol. Sin embargo, algo está cambiando. Cada vez son menos. Algunos ya se han ido. Otros ya no quieren venir. ¿Qué es lo que está pasando?
 

     En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia ya hay zonas donde los antiguos locales regentados por familias chinas están cerrando o traspasados. Lo que antes era una comunidad en expansión, ahora parece estar en retroceso. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población china en España ha descendido hasta ocupar el puesto 14 entre los colectivos extranjeros. Han sido superados por otras nacionalidades como la ucraniana o la colombiana. Pero esto no es casualidad.

    Una de las explicaciones más repetidas, tanto por estudios como por miembros de la propia comunidad, es que los chinos tienen una sensibilidad muy aguda para detectar cambios económicos. Son comerciantes, y como buenos comerciantes, se anticipan.

LA PROSPERIDAD EN CHINA Y EL “EFECTO LLAMADA INVERSO”

    Otro punto importante que explica esta vuelta de muchos chinos a su país tiene que ver el desarrollo del propio capitalismo chino.  Las grandes multinacionales de ese país han crecido a un ritmo exponencial. Están ya presentes en una buena parte del mundo, y los efectos de su expansión sobre los más débiles no son diferentes ni mejores que los que ocasionan los monopolios occidentales

      Además, no se trata solo de un regreso individual. La comunidad china suele  actuar de forma coordinada. Y cuando se toma la decisión de irse, lo hacen con una estrategia: venden sus negocios, trasladan el dinero y aprovechan los contactos para reinvertir en otros destinos como Italia, Alemania, en su propio país o, incluso, en América Latina.

“NO SE VAN PORQUE ESTÉN MAL, SINO PORQUE DETECTAN QUE LE PUEDE IR A PEOR”

     Esta frase resume bien el espíritu con el que la comunidad china está actuando. No se van porque estén siendo expulsados, ni porque les vaya fatal. Simplemente observan que el contexto está cambiando y prefieren no esperar a que sea demasiado tarde.

     En el caso concreto de los bazares, por ejemplo, muchos han visto cómo se multiplican los impuestos, cómo los proveedores suben precios o cómo el consumo baja. A eso se suma que el modelo del bazar está quedando anticuado frente al avance de las compras online.


 
¿QUE ES LO QUE HA PASADO?  

   Hasta hace no tanto, abrir un bazar chino en cualquier ciudad de España era casi garantía de éxito. Vendían de todo: desde pilas y linternas hasta utensilios de cocina, ropa barata, juguetes, material escolar… de todo.  Eran productos que, en su mayoría, traían directamente de China a bajo coste, y que no tenían casi competencia en precio. Pero eso ha cambiado, y mucho. ¿Qué fue lo que pasó?
 

     Hoy cualquiera, desde su sofá, puede entrar en las plataformas de las poderosas multinacionales chinas Alibaba, AliExpress, JD.com, Temu, Shein… y pedir directamente a ese país los mismos productos que antes compraba en el bazar de la esquina, pero aún más baratos y con envío gratis. Aunque haya que esperar unos días o semanas, mucha gente prefiere eso. Y claro, eso resta clientela a las tiendas físicas, que además tienen que pagar alquiler, impuestos, luz y otros gastos fijos.

    Antes, la competencia de un bazar chino era otro bazar dos calles más allá. Ahora se ven obligados a competir  contra los gigantes multimillonarios del e-commerce mundial. Empresas con una logística ultraeficiente, acuerdos directos con fabricantes y márgenes ridículos que un pequeño comerciante en España no puede nunca igualar.


   Además de los  cambios en los hábitos de compra, mantener un pequeño comercio hoy en España cuesta mucho más que hace diez o veinte años. Subieron los alquileres, la electricidad, los impuestos, el salario mínimo, y las exigencias administrativas (inspecciones, licencias, etc.). Muchos pequeños negocios chinos que antes vivían con márgenes estrechos ya no pueden sostenerse.

    Y si vendes productos de muy bajo precio -como suelen hacer los bazares-, una subida de un 10% en los gastos puede hacer que el negocio deje de ser viable.  Pongamos un ejemplo concreto. Una linterna que se vende a 5 euros en el bazar, enAliExpress puede costar 2 euros, con envío incluido. Es el mismo producto, posiblemente de la misma fábrica.

   La diferencia estriba en que en la tienda física hay que cubrir el sueldo del dependiente, el alquiler del local, los impuestos municipales, la factura de la luz y el margen de beneficio. ¿Resultado? El cliente, por su parte, que también está apretado con sus finanzas, elige lo más barato.

    El crecimiento de los tentáculos de las multinacionales del comercio chino online, paradojas del desarrollo capitalista,  está influyendo en la caída de la rentabilidad de los negocios físicos de la comunidad de ese mismo país en España. Ya no es una cuestión solo de inflación o alquileres, sino de un cambio profundo en el modelo de consumo global.

    Los bazares que antes eran imprescindibles ahora compiten con plataformas digitales que ofrecen el mismo producto por menos dinero. Y aunque aún sobreviven algunos negocios gracias a la cercanía, la confianza o la urgencia del cliente, lo cierto es que cada vez es más difícil mantenerlos rentables.

     Se trata, en el fondo, de una contradicción curiosa: lo que antes era una ventaja para los pequeños comerciantes chinos en España, —vender productos baratos traídos de China—,  ahora se ha convertido en una desventaja, porque esos productos llegan directo al consumidor sin pasar por ellos como intermediarios. 

    «¡Es el mercado, amigo!», que diría el hoy enchironadodelincuente Rodrigo Rato.

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