¿Podemos hacer algo los ciudadanos? ¿Qué estrategias se pueden adoptar para organizarse frente la multiplicacion exponencial de las injusticias sociales?
En un mundo marcado por crisis recurrentes, el geógrafo David Harvey analiza cómo el neoliberalismo consolidando la desigualdad a través de la «acumulación por desposesión». Desde las ciudades hasta las universidades, surgen nuevas formas de resistencia que abren caminos para la organización ciudadana. Pero ¿qué es «acumulación por desposesión?
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Vivimos en una época marcada por crisis constantes: económicas, ambientales, sociales y políticas. ¿Por qué se están produciendo con tanta frecuencia?
En las últimas décadas, el mundo ha experimentado numerosas crisis: financieras, ambientales, sanitarias y sociales. Ante estas situaciones, las ideas del reconocido geógrafo y teórico social David Harvey resultan extraordinariamente útiles para entender por qué pasan estas cosas.
Harvey nos indica que el neoliberalismo —ese conjunto de políticas económicas que da cada vez más poder a los ricos y a las empresas— no es un error accidental, sino un “proyecto de clase”.
¿Qué quiere decir eso? Que la intención principal del neoliberalismo, fase actual del capitalismo, es fortalecer a un grupo muy reducido de personas, normalmente dueñas de grandes empresas y fondos de inversión, mientras la mayoría de la población sufre las consecuencias.
¿QUÉ ES LA “ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN”?
Harvey explica que, hoy en día, la forma de ganar dinero de las élites no se basa solo en producir más y más bienes (como hacían las fábricas antiguamente), sino también en quitarles a otros lo que ya tienen.
Esto lo llama “acumulación por desposesión”. Por ejemplo, tras la crisis financiera de 2008, millones de familias en Estados Unidos, en España y en Europa, perdieron sus casas porque no pudieron pagar las hipotecas. ¿Y qué fue lo que pasó con esas viviendas? Las compraron muy baratas grandes fondos de inversión y, al cabo de unos años, las vendieron más caras. Así, unas pocas personas se hicieron más ricas aprovechándose del sufrimiento de muchas familias.
Esta idea no se limita a las casas: también se aplica a la privatización de la educación, la salud, el agua, las semillas o las patentes de medicamentos. Antes, cosas que eran gratuitas o muy baratas, ahora se venden a precios elevados. Según Harvey, esto no es casual: cada crisis se convierte en una oportunidad para que unos pocos se enriquezcan más.
La importancia de las finanzas y la globalización
Harvey compara el dinero invertido en bolsa y en finanzas con una “mariposa” que puede volar a cualquier parte del mundo buscando las condiciones más favorables: lugares con salarios más bajos, menos impuestos y menos regulaciones. Así, las empresas pueden cerrar fábricas en Europa o Estados Unidos para abrirlas en países donde pagar a los trabajadores es más barato. Esto no solo afecta a los obreros de las fábricas, sino a todos los trabajadores, que ven bajar sus salarios y su calidad de vida porque siempre hay otra parte del mundo donde la mano de obra es más barata.
La mercantilización de casi todo
Además de apropiarse de viviendas y recursos naturales, el neoliberalismo extiende su mano hacia bienes “inmateriales”. Esto quiere decir que ya no solo se trata de vender productos físicos, sino de convertir en negocio las ideas, el conocimiento y la cultura.
Hoy en día, las grandes empresas tecnológicas obtienen ganancias controlando patentes, datos, algoritmos y hasta información personal de los usuarios. Esto crea una economía “rentista”, en la que no siempre se produce algo nuevo, sino que se cobra por poseer algo que otros necesitan: desde una patente médica hasta un programa informático.
De la fábrica a la ciudad: nuevas formas de resistencia
En el pasado, la clase obrera se identificaba con los obreros de una fábrica. Ahora las cosas han cambiado en parte. Hoy las desigualdades no solo se ven en el lugar de trabajo, también aparecen en las ciudades: alquileres altísimos, transporte público caro, ausencia de vivienda digna, privatización del agua, etc. Las luchas sociales no solo nacen en la fábrica, sino en el barrio, la escuela, el centro de salud, la calle.
Por ejemplo, en Chile en 2019, la gente salió a protestar porque subió el precio del metro. Esto se convirtió en una gran movilización contra la desigualdad en general.
En Francia, los “chalecos amarillos” se rebelaron por el aumento de los combustibles y terminaron señalando muchos problemas del sistema.
Así vemos, pues, que la ciudad se convierte en un escenario crucial para las protestas. Como señalaron los vecinos de sectores populares en Santiago, Chile,
“la gente se cansa de que el transporte y la vivienda sean lujos y no derechos”.
Las ciudades son el espacio donde la acumulación por desposesión se siente en la vida diaria, y por eso son también el lugar donde se generan nuevas resistencias.
El papel de las universidades y el conocimiento
David Harvey destaca que la lucha contra el neoliberalismo también ocurre en las universidades y centros de investigación. ¿Por qué? Porque allí se debate qué tipo de conocimiento se produce y cómo se comparte. Hoy podemos detectar cómo se está produciendo una extraordinaria presión para que la enseñanza sea un negocio y no un derecho.
Muchos estudiantes o sus familias se endeudan para pagar sus estudios, y las patentes limitan la difusión del conocimiento.
Sin embargo, también surgen luchas, movilizaciones y batallas para oponerse a esto: profesores, investigadores y estudiantes se organizan en grupos para defender la educación gratuita o crear universidades populares.
La pandemia de COVID-19 lo dejó claro: mientras las farmacéuticas buscaban patentar las vacunas para ganar dinero, muchas organizaciones sociales y expertos pedían que las vacunas se compartieran libremente con los países pobres.
¿Cómo puedo organizarme para hacer cambiar las cosas?
Quizá, al entender la magnitud del problema, te esté preguntando qué puedes hacer tú frente a los gigantes que controlan el poder de los Estados. A veces no existe una asociación ni un grupo listo para actuar sobre la injusticia que te preocupa:
– la falta de vivienda a precios razonables en tu barrio,
– la mala calidad del transporte, la especulación con la alimentación,
– la ausencia de espacios públicos, la precariedad laboral...
Sin embargo, esto no debe desanimarte. Puedes empezar a organizarte desde cero.
Estos pasos básicos podrían ayudarte a dar los primeros pasos que te permitan a ti y a los que comparten tus ideas a crear un grupo de acción ciudadana, sin importar el tema que te preocupe:
-Comparte el conocimiento:
Cuando dispongas una base de información sólida, no la guardes para ti. Habla con tu familia, tus amigos, vecinos, compañeros de trabajo o de estudio. Usa redes sociales, blogs, folletos, reuniones informales. Es muy probable que no seas la única persona preocupada por este tema.
-Fomenta el diálogo
Si otras personas muestran interés, intenten reunirse, aunque sean pocos al principio. La idea es hablar, intercambiar puntos de vista, sumar más información y evaluar posibles acciones. Al inicio las reuniones pueden ser informales, pero con el tiempo pueden volverse un espacio más organizado.
-Crea un pequeño núcleo organizado:
Una vez que se reúnan algunas personas comprometidas, pueden pasar a la acción:
– Planifiquen encuentros periódicos para mantenerse informados, discutir y tomar decisiones.
– Difundan sus preocupaciones: redes sociales, comunicados para la prensa local, participación en foros vecinales.
– Inviten a expertos o personas con experiencia en el tema que puedan orientarlos.
Una organización no es más que la acción conjunta de varias personas con un propósito común. Si ya estás reuniendo a gente con el mismo interés, ¡ya estás creando una organización!
Crecimiento y acción concreta:
Con el tiempo, si el grupo crece, podrá:
– Unirse con otras organizaciones similares, ampliando su alcance.
– Exigir transparencia a las autoridades locales o nacionales.
– Promover la educación pública sobre el problema que han identificado.
– Emprender acciones más visibles (debates públicos, campañas informativas, movilizaciones).
Ten siempre presente que los cambios no llegan de la noche a la mañana. Cada conversación que inicias, cada persona a la que informas, es un paso adelante.
La autoorganización es una herramienta poderosa porque convierte la inquietud individual en fuerza colectiva. No se trata de salvar el mundo en un día, sino de ir sumando esfuerzos, construyendo redes y creando alternativas, paso a paso.
https://canarias-semanal.org/art/34634/acumulacion-por-desposesion