Los ultrarricos imponen sus reglas: el 1% posee más riqueza que el 95% de la población mundial.

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Un informe de Oxfam Intermón señala que más de un tercio de las 50 mayores empresas tienen a un milmillonario al frente. La concentración de poder, concluyen, amenaza la respuesta global a los grandes desafíos del planeta, como la crisis climática, la pobreza o la desigualdad.

La Marea

Cada vez más ricos. Cada vez más pobres. Es decir, más desiguales en un mundo en el que, como asegura Franc Cortada, director de Oxfam Intermón“los ultrarricos y las megaempresas que controlan están conformando las reglas del juego a su favor”. Esta organización –tomando los datos del banco UBS– ha elaborado el informe Multilateralismo en una era de oligarquía global, cuyo corolario es que el 1% más rico posee más riqueza que el 95% de la población mundial.

El estudio, que se publica este lunes (23 de septiembre) en el marco de las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pone el foco en el veloz crecimiento que está teniendo la influencia de los milmillonarios sobre la economía. Actualmente, destacan, más de un tercio de las 50 mayores empresas del mundo tienen a un milmillonario como director ejecutivo o accionista principal. Y la capitalización bursátil total de estas empresas asciende a 13,3 billones de dólares.

Mandan los ultrarricos

El director de Oxfam advierte de que “la sombra de la oligarquía mundial se cierne sobre la Asamblea de las Naciones Unidas, que está perdiendo capacidad de acción frente al poder creciente de los milmillonarios”. Esto provoca que los esfuerzos globales para responder a los mayores desafíos del planeta, como la crisis climática o los niveles persistentes de pobreza y desigualdad, “estén siendo amenazados por la concentración de poder en manos de los ultrarricos y las megaempresas”, subrayan.

Según los datos que ofrece esta organización, el 1% más rico posee el 43% de todos los activos financieros globales. Dos multinacionales son propietarias del 40% del mercado mundial de semillas. Y las tres grandes gestoras de fondos estadounidenses (BlackRock, State Street y Vanguard) gestionan 20 billones de dólares en activos, cerca de una quinta parte de todos los activos de inversión en todo el mundo.

La hiperconcentración de poder y riqueza, sostienen, “alimenta la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos. De hecho, a pesar de representar el 79% de la población mundial, los países del sur global sólo cuentan con el 31% de la riqueza global”.

Las grandes corporaciones quebrantan la cooperación en fiscalidad internacional

Es tal la riqueza de los ultrarricos que incluso influyen en la toma de decisiones políticas, señalan en el estudio. Y lo ilustran con tres ejemplos.

El primero se refiere a cómo las grandes corporaciones quebrantan la cooperación en fiscalidad internacional. Esto queda demostrado, según Oxfam, porque el marco inclusivo del Plan de acción contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios del G20/OECD (BEPS, por sus siglas en inglés) “se ha quedado corto”.

En su opinión, “el nuevo estándar para la reasignación de derechos tributarios apenas generará recursos adicionales para los países de renta baja, entorno al 0,026 % de su PIB. La exclusión de los servicios financieros del nuevo paquete de medidas de BEPS es sin duda el resultado de las presiones de los países con grandes industrias bancarias y financieras”.

Para generar un contrapeso en estas negociaciones, los países del sur global, liderados por el grupo africano, han logrado que se abra paso la negociación de una Convención Marco en la ONU sobre fiscalidad internacional, comentan.

En el informe indican también que “este avance histórico”, junto con el liderazgo de Brasil en el G20, es “una señal de esperanza hacia la recuperación de una mayor equidad en el diseño internacional y una tributación más justa de los ultrarricos y las grandes corporaciones”.

Las farmacéuticas y los monopolios con las vacunas del COVID-19

El segundo ejemplo se basa en el hecho de que “las grandes empresas farmacéuticas se resisten frente a los intentos por desmontar los monopolios sobre las tecnologías de vacunas contra la COVID-19”, manifiestan desde Oxfam.

El poder monopolístico de la producción de vacunas fue muy rentable durante la pandemia puesto que, “tan solo en 2021, los siete mayores fabricantes tuvieron unos beneficios netos de aproximadamente 50.000 millones de dólares con la venta de vacunas, lo que se tradujo en cuantiosos dividendos para sus ricos accionistas y en la aparición de nuevos milmillonarios”.

El director general de Pfizer, Albert Bourla, calificó el llamamiento a compartir las tecnologías de vacunas como “un sinsentido total”, recuerdan en el estudio. Asimismo, “la falta de distribución equitativa de éstas contribuyó a un exceso de hasta 1,3 millones de muertes en todo el mundo”.

Los acreedores privados agravan la crisis de deuda mundial

La tercera muestra tiene que ver con que “los países de renta baja destinan casi el 40% de sus presupuestos anuales al servicio de la deuda, lo que supone un 60% más de lo que destinan de manera conjunta al gasto en educación, salud y protección social”, detallan.

Ahondando en la cuestión, comentan en Oxfam que “más de la mitad de la deuda externa de los países de renta media y baja se debe a prestamistas privados, como bancos o fondos de inversión libre (hedge funds). Además, algunos de estos acreedores son fondos buitre, que compran deuda en contextos de sobreendeudamiento a bajo precio, y explotan mecanismos legales para recibir el pago en su totalidad, cosechando enormes beneficios a costa de los países”.

Fuente: Lamarea.com

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