¿Podrá el Occidente capitalista resistir el embate de los vehículos eléctricos de la China capitalista?
Mientras los vehículos eléctricos chinos inundan los puertos europeos, la competencia feroz y la sobreproducción en el mercado doméstico chino están desencadenando toda una serie de quiebras y reestructuraciones. Este fenómeno no es solo un desafío para el capitalismo occidental, sino también una manifestación de las contradicciones internas del capitalismo chino. A través de esta confrontación feroz por la conquista inter imperialista de los mercados, el dedo escrutador de Marx vuelve a señalarnos algunas verdades enunciadas hace ya 175 años.
POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
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China está emergiendo como un líder arrollador e implacable en el mercado global de vehículos eléctricos, generando con ello que a sus homólogos los capitalistas occidentales les resulte muy difícil conciliar el sueño. Una oleada de preocupaciones está rompiendo el sosiego tanto de los estrategas industriales de Occidente como de los ejecutivos y accionistas de las grandes Corporaciones que les pagan.
El fenómeno, lejos de ser un simple caso de éxito industrial, está reflejando las profundas contradicciones y tensiones inherentes al capitalismo contemporáneo, especialmente en un contexto como el chino, donde el Estado desempeña un importante papel en la economía.
SOBREPRODUCCIÓN Y GUERRA DE PRECIOS: LAS CONSECUENCIAS DE UN CRECIMIENTO FULMINANTE
La producción de vehículos eléctricos en China ha crecido exponencialmente, impulsada en gran parte por generosos subsidios gubernamentales que han totalizado alrededor de 57 mil millones de dólares entre 2016 y 2022 .
Estas subvenciones han permitido a los fabricantes chinos no solo expandir su capacidad de producción, sino también reducir significativamente los costos, lo que se traduce en precios más bajos en el mercado global. Esta estrategia- argumentan sus competidores de Occidente- ha colocado a China en una posición de ventaja, no solo en términos de producción, sino también en la cadena de suministro de baterías, que representa aproximadamente el 40% del costo de fabricación de un vehículo eléctrico.
Sin embargo, este rápido crecimiento ha creado una sobrecapacidad significativa. China ahora posee el 58% de la capacidad de fabricación global de vehículos eléctricos, lo que ha dado lugar a una situación de sobreoferta en el mercado. Empresas como BYD, Huawei y Li Autoestán aumentando sus entregas a niveles que superan la demanda proyectada, lo que ha llevado a una guerra de precios agresiva. Las consecuencias parecen estar a la vista: quiebras, despidos y reestructuraciones dentro de la industria.
Este escenario se agrava con la competencia internacional. Los fabricantes occidentales no solo enfrentan precios más bajos, sino también un ecosistema regulatorio complejo y a menudo desfavorable. En respuesta, países como Estados Unidos y miembros de la Unión Europea han comenzado a imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos, tratando de proteger sus mercados locales. Este mismo jueves, la Comisión Europea imponía aranceles provisionales de hasta 37,6% a la importación de los coches eléctricos chinos. Sin embargo, estas medidas han tenido un impacto limitado hasta ahora, dado que las ganancias por vehículo vendido en Europa son considerablemente más altas para las empresas chinas comparadas con las de su mercado doméstico.
El auge de la industria de vehículos eléctricos chinos puede ser interpretada como una manifestación del capital global en su búsqueda incesante de nuevos mercados y mayor rentabilidad. La expansión de las empresas chinas en el mercado internacional, respaldada por el Estado, ilustra cómo el capital utiliza la intervención estatal para facilitar su propia acumulación y expansión. Esta dinámica está enraizada en las contradicciones del capitalismo: la necesidad de expandir continuamente la producción para maximizar las ganancias, a pesar de la capacidad limitada del mercado para absorber dicha producción.
LA GUERRA DE PRECIOS
Además, la sobreproducción en el sector de vehículos eléctricos en China es un ejemplo clásico de la tendencia del capitalismo hacia la sobreacumulación, donde la capacidad productiva excede la demanda efectiva. Esta situación no solo lleva a la guerra de precios y a la competencia destructiva entre empresas, sino que también refleja una crisis subyacente de sobreproducción y subconsumo que es endémica al sistema capitalista. Las empresas recurren a la reducción de precios y la expansión agresiva en mercados extranjeros como una forma de descargar el exceso de productos, perpetuando un ciclo de competencia feroz y de eliminación de competidores más débiles.
Este panorama también pone de relieve las profundas desigualdades que se generan dentro del propio sistema capitalista. Mientras los gigantes industriales como BYD pueden prosperar y expandirse, muchas pequeñas y medianas empresas son absorbidas o eliminadas en este proceso. Las quiebras de firmas como WM Motor y Aiways son ejemplos claros de cómo el capital tiende inexorablemente a concentrarse en manos de unos pocos a medida que el mercado se consolida .
LAS LECCIONES DE ECONOMÍA MARXISTA DE ESTA LUCHA INTER IMPERIALISTA POR LOS MERCADOS
El imparable avance de los vehículos eléctricos chinos, pues, es una historia de éxito tecnológico y económico que, sin embargo, está cargada de tensiones y contradicciones inherentes al capitalismo global. La expansión y sobreproducción, impulsadas por el apoyo estatal y la feroz competencia, no solo reflejan las dinámicas del capital en su búsqueda de nuevos mercados, sino también las crisis recurrentes de sobreproducción y desigualdad que caracterizan al sistema.
Una situación como esta, aunque presenta desafíos significativos para sus competidores occidentales, también ofrece una ventana para entender mejor las complejidades del capitalismo contemporáneo y sus efectos globales.
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