
¿Puede el bloque BRICS convertirse en una alternativa real al orden occidental?, se pregunta el economista brasileño Plinio de Arruda
¿Qué ocurre cuando un bloque que aspira a disputar la hegemonía mundial revela su falta de cohesión y voluntad política? ¿Hasta qué punto puede hablarse de independencia geopolítica si se actúa bajo el veto implícito de Estados Unidos?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En unas declaraciones formuladas por Plinio de Arruda a la emisora uruguaya Radio Centenario CX36, expresadas bajo el titular «Grupo de los BRICS es ‘un tigre de papel’ carente de una alternativa», su autor ofrece un análisis crítico de la reciente cumbre del bloque BRICS celebrada en Brasil.
Desde su perspectiva de economista y profesor en San Pablo, Plinio de Arruda denuncia la inconsistencia política y estratégica del grupo, destacando su incapacidad para constituirse como una verdadera alternativa geopolítica frente al orden mundial hegemonizado por Estados Unidos.
Según afirma Arruda, la 17ª Cumbre de los BRICS, presidida por Lula da Silva, fue poco más que un acto burocrático sin trascendencia real.
La ausencia de los principales líderes del bloque –notablemente Xi Jinping y Vladimir Putin– es interpretada como un síntoma evidente de la debilidad del grupo y, en particular, del papel ambiguo que en él desempeña Brasil.
De acuerdo a lo expresado por Plinio en su entrevista con Radio Centenario, el hecho de que Putin se ausentara por temor a ser arrestado y que Xi Jinping no asistiera en una especie de represalia silenciosa por la postura ambigua de Lula frente a Estados Unidos, despojó a la reunión de cualquier contenido estratégico real.

Plinio de Arruda señala que la ambigüedad de Brasil se manifestó también en el veto a la participación de Venezuela, país cuya presencia era promovida tanto por Rusia como por China, en parte por los intereses energéticos en juego, particularmente el petróleo venezolano.
De este modo, Plinio de Arruda sostiene que la exclusión de Venezuela no solo reveló una falta de autonomía política del gobierno brasileño, sino que también minó la posibilidad de que los BRICS asumieran una posición coherente y alternativa frente al imperialismo occidental.
No obstante, el autor reconoce un aspecto positivo en la cumbre: la condena expresa del genocidio en Palestina. En particular, destacó el discurso de Lula en defensa del pueblo palestino como uno de los pocos momentos de contundencia política.
Sin embargo, incluso esta postura es matizada por Arruda, quien cuestiona la coherencia del gobierno brasileño al no romper relaciones diplomáticas con Israel si verdaderamente considera que se está perpetrando un genocidio.
El análisis de Plinio concluye que el grupo BRICS, lejos de convertirse en una alianza geoestratégica alternativa, actúa como un «tigre de papel», es decir, una fuerza que aparenta potencia, pero que carece de la capacidad para actuar con independencia, coherencia y firmeza frente a las potencias dominantes.
Según el entrevistado, mientras persista esta subordinación política –particularmente de Brasil hacia Estados Unidos– y se mantenga el bloqueo hacia aliados estratégicos como Venezuela, los BRICS no serán más que un foro protocolar, incapaz de constituirse en un polo real de poder mundial.