EL IMPERIALISMO ‘BLANDO’ DE CHINA EN AMÉRICA LATINA: ¿NUEVA OPORTUNIDAD O VIEJA DEPENDENCIA?

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¿Es China un aliado estratégico o un nuevo imperio económico?

La presencia de China en América Latina ha crecido de manera vertiginosa en las últimas dos décadas, convirtiéndose en el segundo socio comercial de la región. Aunque Pekín presenta esta relación como una alianza basada en el respeto mutuo, críticos advierten que detrás de su discurso de cooperación se esconde una nueva forma de dependencia económica. Hemos recogido las opiniones de líderes políticos, intelectuales y partidos comunistas sobre el papel que realmente desempeña el gigante asiático en la región.

POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

    [Img #83022]

    A lo largo de la historia, América Latina ha sido un territorio codiciado por grandes potencias extranjeras. Primero fue el colonialismo europeo, luego el dominio económico y político de Estados Unidos, y ahora, en pleno siglo XXI, emerge un nuevo actor con ambiciones globales: China. 

       Su presencia en la región ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, generando un intenso debate sobre si su modelo de inversión representa una alternativa a la hegemonía estadounidense o si, por el contrario, estamos ante una nueva forma de dependencia económica.

     China ha logrado posicionarse como el segundo socio comercial de América Latina, superando a la Unión Europea y acercándose a Estados Unidos. Su estrategia, sin embargo, es distinta: mientras Washington ha utilizado históricamente intervenciones militares y presiones políticas para mantener su dominio, el gigante asiático apuesta por el comercio, la inversión en infraestructura y el financiamiento sin condiciones políticas explícitas. 

    Esto ha llevado a algunos analistas a hablar de un “imperialismo blando”, donde el poder económico desplaza al tradicional intervencionismo militar.

EL CRECIMIENTO DE CHINA EN AMÉRICA LATINA

       El comercio entre China y América Latina ha crecido de manera impresionante: en el año 2000, los intercambios comerciales entre ambas regiones apenas alcanzaban los 10.000 millones de dólares; para 2022, la cifra superó los 450.000 millones. Esta relación ha sido impulsada, en gran parte, por la demanda china de materias primas como petróleo, cobre, litio, hierro y soja, recursos que América Latina posee en abundancia.

     Pero China no solo compra recursos. También invierte fuertemente en infraestructura y energía. En países como Ecuador, Brasil, Argentina y Venezuela, empresas privadas chinas han financiado carreteras, represas hidroeléctricas y proyectos de telecomunicaciones. Un caso emblemático es el canal interoceánico en Nicaragua, un megaproyecto de 40.000 millones de dólares que, aunque actualmente está detenido, reflejaba las ambiciones chinas en la región.

     Para los gobiernos latinoamericanos, China ha sido una alternativa a los préstamos tradicionales del FMI y el Banco Mundial. Mientras estos organismos imponen estrictas condiciones económicas y reformas estructurales, los créditos chinos se presentan sin exigencias políticas directas. Esto ha sido clave para países como Venezuela y Argentina, que han encontrado en China un financista dispuesto a respaldarlos sin los condicionamientos de Occidente.

¿UNA RELACIÓN WIN-WIN («GANAR-GANAR») O UNA NUEVA DEPENDENCIA?

     La narrativa oficial de los gobiernos chinos y de algunos mandatarios latinoamericanos insiste en que la relación con China es de beneficio mutuo, lo que se ha llamado un esquema win-win (“ganar-ganar”). Sin embargo, los datos y testimonios de expertos indican que esta visión es, en el mejor de los casos, incompleta.

    El académico mexicano Enrique Dussel señalaba que si bien China no impone condiciones políticas explícitas, su influencia económica es innegable. 

    “China ha superado a EE.UU. en algunos sectores clave en América Latina, pero lo hace con una estrategia diferente: financia proyectos sin imponer condiciones políticas directas. Sin embargo, esto no significa que no tenga objetivos estratégicos en la región”, afirmaba el desaparecido filósofo. 

    Por su parte, Kevin Gallagher, investigador de la Universidad de Boston, advierte sobre un problema estructural: 

   “China ha sido un salvavidas financiero para América Latina, pero su modelo económico también genera dependencia en la exportación de materias primas, sin fortalecer la industria local”. 

    En otras palabras, América Latina sigue ocupando el mismo rol de proveedor de recursos que tenía en la época colonial, ahora con China como principal comprador.

     La socióloga argentina Maristella Svampa refuerza esta idea al hablar del “Consenso de las commodities”, en referencia a la primarización de las economías latinoamericanas. 

     “En los últimos años se ha intensificado notoriamente la expansión de megaproyectos tendentes al control, la extracción y la exportación de bienes naturales, sin mayor valor agregado”, explica. 

      Esto significa que los países latinoamericanos siguen siendo exportadores de materia prima sin capacidad de desarrollar una industria propia, perpetuando la dependencia de los precios internacionales y de las decisiones de las potencias extranjeras.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE CHINA Y EE.UU.

     Si bien China y EE.UU. compiten por el control económico de América Latina, sus estrategias presentan diferencias significativas.

 -Similitudes

   – Extracción de recursos naturales: Ambos países han centrado su interés en la explotación de petróleo, minerales y productos agrícolas. Mientras EE.UU. ha dominado el sector petrolero en México y Colombia, China ha ganado terreno en Venezuela y Brasil, con inversiones en energía.

  – Expansión de empresas nacionales: EE.UU. impuso sus marcas globales como ExxonMobil, Coca-Cola y McDonald’s; China está haciendo lo propio con Huawei, Sinopec y Alibaba.

  – Inversión en infraestructura: EE.UU. financió proyectos como el Plan Alianza para el Progreso en los años 60, mientras que China ha construido represas y redes de telecomunicaciones en toda la región.

– Diferencias

   – Condiciones políticas vs. pragmatismo económico: EE.UU. ha condicionado su ayuda económica a reformas políticas alineadas con su modelo (ejemplo: el Plan Colombia). China, en cambio, otorga préstamos sin exigir cambios políticos, lo que le ha permitido acercarse a gobiernos como los de Venezuela y Nicaragua.

   – Uso de la fuerza militar: EE.UU. ha intervenido militarmente en América Latina en múltiples ocasiones, desde la invasión de Panamá hasta el apoyo a golpes de Estado en Chile, Argentina  o Guatemala. China, por el contrario, no tiene bases militares en la región ni interviene en conflictos internos.

   – Modelo de endeudamiento: Mientras EE.UU. usa el FMI y el Banco Mundial para otorgar créditos con condiciones de austeridad, China ofrece préstamos directos con garantía de acceso a recursos naturales, como el petróleo venezolano o el litio boliviano.

 

CONSECUENCIAS AMBIENTALES Y SOCIALES

     El impacto de la presencia china en América Latina no se limita al ámbito económico. La expansión de la minería, el agronegocio y la infraestructura financiada por China ha tenido también consecuencias ambientales y sociales significativas.

      En Perú, por ejemplo, la empresa china Shougang ha sido denunciada por explotación laboral y contaminación en la mina de hierro de Marcona. Los trabajadores han reportado condiciones precarias y enfermedades pulmonares debido a la exposición prolongada al polvo minero.

     En Argentina y Brasil, el monocultivo de soja impulsado por el mercado chino ha multiplicado la deforestación masiva del Amazonas y el Gran Chaco. Organizaciones ambientales advierten que el avance de este modelo extractivista está destruyendo ecosistemas frágiles y desplazando comunidades indígenas.

 

      China ha transformado su relación con América Latina de manera acelerada, consolidándose como un actor económico clave en la región. Su estrategia de inversión sin intervención política directa ha sido vista como una alternativa a la hegemonía de EE.UU., pero también ha generado nuevas formas de dependencia.

    El problema central no es solo quién domina la economía latinoamericana, sino bajo qué términos se establecen esas relaciones. Si los gobiernos de la región continúan apostando por un modelo basado en la exportación de materias primas sin desarrollar su propia industria el ciclo de dependencia se perpetuará, con China como nuevo protagonista.

     El desafío para América Latina es evitar repetir la historia y construir una verdadera independencia económica que no dependa de una sola potencia, sino de su propia capacidad de desarrollo soberano.

OPINIONES DIVERSAS SOBRE EL IMPERIALISMO «BLANDO» DE CHINA

     La creciente influencia de China en América Latina ha generado un intenso debate en círculos políticos y académicos a nivel mundial. Mientras algunos han visto estas prácticas comerciales como una alternativa al dominio estadounidense, otros advierten que su expansión económica sigue una lógica imperialista disfrazada de cooperación. Al respecto hemos recopilado una serie de opiniones  de académicos y políticos que nos podrán servir  de referencia a la hora  de reflexionar sobre tan importante tema.

David Harvey (geógrafo británico, teórico del capitalismo y la globalización):

    «El capitalismo chino no es menos agresivo que el occidental; simplemente opera bajo una lógica diferente, donde el poder económico es el principal mecanismo de control.

«Fuente: El nuevo imperialismo (2003).

Noam Chomsky (lingüista y analista político):


      «Estados Unidos ha utilizado la violencia y la intervención para garantizar su control en América Latina. China, en cambio, usa la deuda y el comercio como herramientas de dominación.»

Fuente: Entrevistas sobre geopolítica y globalización.


 Liu Kang (director del Centro de Investigación sobre China, Universidad de Duke):

    «China ha logrado lo que EE.UU. no pudo: convertirse en una potencia influyente en América Latina sin recurrir a la intervención militar.»

Fuente: Duke University.

Atilio Borón (politólogo argentino, especialista en imperialismo y economía política):


     «El modelo chino no trae desarrollo, sino dependencia. Es el mismo viejo esquema de intercambio desigual, solo que con otro actor hegemónico al mando.»

Fuente: Geopolítica del imperialismo en América Latina.

Fernando Coronil (antropólogo venezolano, estudioso de la dependencia económica):


     «El ‘imperialismo chino’ se disfraza de cooperación, pero al final mantiene la misma lógica extractivista que históricamente ha atado a América Latina a las grandes potencias.”

Fuente: Ensayos sobre dependencia y globalización.

Kevin Gallagher (Universidad de Boston, especialista en economía internacional):


    «China ha sido un salvavidas financiero para América Latina, pero su modelo económico también genera dependencia en la exportación de materias primas, sin fortalecer la industria local.»

Fuente: Global Development Policy Center, Boston University.


 Guillermo Almeyra (historiador marxista argentino, columnista en La Jornada):


     «China no es un modelo socialista, es un capitalismo de Estado que se expande con métodos diferentes, pero con la misma lógica de acumulación y explotación.»

Fuente: Entrevista en La Jornada (2017).

 Franck Gaudichaud (historiador marxista francés, especialista en América Latina):


       «Si se analiza cualitativamente, se ve que los discursos sobre la relación ‘ganar-ganar’ entre China y América Latina son una ilusión. Lo que está ocurriendo es la consolidación de un nuevo mapa geopolítico donde China actúa como una potencia imperialista en la región.»

Fuente: Entrevista en Rebelión (2016).

Dimitris Koutsoumbas (Secretario General del KKE):


     «China no es un país socialista, sino una potencia imperialista que compite con EE.UU. y la UE por el control de los mercados y los recursos. Sus inversiones en América Latina y África no son diferentes a las de cualquier otra potencia capitalista.»


 Fuente: Discurso en el 21° Congreso del KKE (2021).

Giorgos Marinos (miembro del Buró Político del KKE):


     «Los monopolios chinos no son diferentes a los estadounidenses o europeos. Compran tierras, recursos y empresas en América Latina con el único objetivo de garantizar el crecimiento de su propio capital. No hay nada de socialista en esto.»


 Fuente: Entrevista en Rizospastis, órgano oficial del KKE (2020).

José Luis Centella (ex secretario general del PCE, 2009-2017):


     «China juega un papel fundamental en la construcción de un mundo multipolar, pero su modelo económico no puede ser idealizado. La expansión de su capital en América Latina responde a intereses estratégicos, no a la solidaridad internacionalista.»


 Fuente: Congreso del PCE (2016).

Alberto Garzón (ex coordinador de Izquierda Unida y exministro de Consumo, vinculado al PCE):


    «China es un actor clave en la transformación del orden mundial, pero su papel en América Latina debe analizarse con precaución. No debemos caer en una nueva dependencia económica.»


 Fuente: Entrevista en Público (2020).

Carmelo Suárez (ex secretario general del PCPE, 2002-2019):


      «China ya no es un país socialista. Su papel en América Latina es el de una potencia imperialista que busca controlar recursos y mercados sin recurrir a la violencia, pero con la misma lógica de explotación.»


 Fuente: Entrevista en Unidad y Lucha (2018).

Algunas fuentes consultadas:

https://canarias-semanal.org/art/37243/el-imperialismo-blando-de-china-en-america-latina-nueva-oportunidad-o-vieja-dependencia

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