El FMI y la lucha de clases en América Latina: develando el papel del FMI

Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

David Barkin y Juan Santarcangelo

David Barkin es profesor distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, miembro emérito del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Premio Nacional de Economía Política (1979). En 2016, recibió una plaza de investigador de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania. 

David Barkin es profesor distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, miembro emérito del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Premio Nacional de Economía Política (1979). En 2016, recibió una plaza de investigador de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania. 

Juan Santarcángelo es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y director del Centro de Estudios del Desarrollo, Innovación y Economía Política de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.

Manifestación en contra de las prácticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional el domingo 26 de abril de 2009 en Washington, DC Por Ben Schumin de Montgomery Village, Maryland, EE.UU. – Manifestación del Banco Mundial/FMI [06] , CC BY-SA 2.0 , Enlace .

David Barkin es profesor distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, miembro emérito del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Premio Nacional de Economía Política (1979). En 2016, recibió una plaza de investigador de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania. 

Juan Santarcángelo es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y director del Centro de Estudios del Desarrollo, Innovación y Economía Política de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.

La teoría económica dominante postula que el camino hacia la prosperidad de los países en desarrollo pasa por la implementación de un conjunto de políticas de “libre mercado”, que, entre sus principales medidas, propugnan la apertura económica, la desregulación y liberalización de los mercados y la privatización de las empresas públicas. A pesar de que la evidencia empírica muestra que ningún país desarrollado ha alcanzado su capacidad actual mediante la aplicación de estas políticas, los países centrales del mundo siguen manteniendo este discurso y, más importante aún, intentan asegurar que los países en desarrollo implementen estas medidas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) juega un papel integral en esta configuración. Con el supuesto objetivo de salvaguardar la estabilidad de la economía global, el FMI ha sido clave en la reconfiguración y extensión del dominio del capital financiero internacional sobre los recursos productivos locales de América Latina al favorecer la consolidación de clases capitalistas locales subordinadas a los designios y el poder del capital global.

El objetivo de este artículo es, por un lado, demostrar que la relación entre América Latina y el FMI es un fiel reflejo de una lucha de clases global, en la que dinámicas de poder internas y externas se han articulado a lo largo de los años a favor del capital. Por otro lado, se busca reflexionar sobre las posibilidades concretas que se abren para la región en el futuro si decide no repetir su historia. 1 Con estos objetivos en mente, comenzamos revisando brevemente el papel del FMI en la economía global, los países que controlan sus decisiones y sus principales funciones y fuentes de financiamiento. Luego examinamos la relación de largo plazo entre los países latinoamericanos y el FMI desde mediados de la década de 1970 hasta la actualidad. El objetivo es reconsiderar estos elementos para dar cuenta de las formas específicas en que la intervención del FMI resultó inevitablemente decisiva en la lucha de clases de los países de la región, siempre a favor del gran capital. Finalmente, en la última sección, reflexionamos sobre la naturaleza del FMI y las posibilidades que se abren ante la región si decide revertir este desastroso legado histórico.

Surgimiento del FMI y sus principales funciones

Los orígenes del FMI se remontan a 1944, cuando el mundo aún se encontraba inmerso en la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto, cuarenta y cuatro naciones aliadas y asociadas, junto con un país neutral (Argentina), lideradas por Estados Unidos y el Reino Unido, se reunieron en Bretton Woods, New Hampshire, para discutir los planes económicos que se implementarían en la paz de posguerra. 2 Los gobiernos apuntaban a garantizar la paz y la prosperidad mundiales a través de la cooperación económica internacional, que se articularía a través de un mercado global donde los capitales y las mercancías pudieran circular libremente y sin barreras.

El Acuerdo de Bretton Woods no sólo estableció las reglas generales de funcionamiento de las relaciones internacionales diseñadas por las dos últimas potencias hegemónicas mundiales (Gran Bretaña y Estados Unidos), sino que representó fundamentalmente la voluntad de estas potencias de expandir el mercado capitalista a nivel global y subordinar a los países periféricos dentro de sus esquemas de acumulación global. Es importante destacar también que, si bien Bretton Woods fue resultado de una planificación y cooperación entre Estados Unidos y el Reino Unido, Estados Unidos dominó la conferencia, dirigiéndola en función de sus intereses nacionales y de su surgimiento como potencia hegemónica mundial indiscutida.

Como parte integral de este acuerdo, se previeron tres instituciones reguladoras para ayudar en el nuevo funcionamiento global: el FMI, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (conocido posteriormente como el Banco Mundial) y la Organización Internacional de Comercio (que luego se convertiría en la Organización Mundial del Comercio). El FMI era la institución más poderosa de las tres, centrada originalmente en cuestiones financieras relacionadas con los tipos de cambio y los préstamos de balanza de pagos, que eran importantes pero no muy controvertidas o discutibles. 3 Sin embargo, a principios de la década de 1970, en el contexto de importantes transformaciones en el capitalismo global, incluido el abandono del patrón oro, la institución modificó su postura política frente a los llamados países del tercer mundo. Comenzó a ofrecer préstamos a cambio de la implementación de una batería de políticas que incluían la apertura y liberalización de las economías, privatizaciones e insistencia en la aplicación de una mayor “austeridad” en la gestión fiscal de los gobiernos nacionales.

Esta transformación de las condiciones impuestas a los países deudores no fue casual, sino que respondió a intereses claros de los países centrales, en particular de Estados Unidos, de someter cualquier intento de un modelo de desarrollo alternativo que pudiera desafiar la hegemonía norteamericana. Según su carta constitutiva, el FMI es un organismo supranacional cuyos propósitos son fomentar la cooperación monetaria internacional, facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional, promover la estabilidad cambiaria, asistir en el establecimiento de un sistema multilateral de pagos y poner (con las salvaguardas adecuadas) recursos a disposición de los países miembros que experimenten desequilibrios en sus balanzas de pagos. Estas funciones, en términos prácticos y organizativos, se agrupan en tres categorías básicas: asistencia financiera (que implica otorgar préstamos a los países miembros que enfrentan problemas de balanza de pagos), vigilancia (con el supuesto objetivo de mantener la estabilidad y prevenir crisis en el sistema monetario internacional) y fortalecimiento de capacidades (para lo cual el FMI brinda constantemente asistencia técnica y capacitación para promover y establecer un conjunto de prácticas que supuestamente apuntan a mejorar las instituciones existentes y fortalecer las capacidades técnicas de sus equipos en los países). 4

En 1969, el FMI creó un nuevo activo de reserva internacional, conocido como Derechos Especiales de Giro (DEG), para complementar las reservas oficiales de los países miembros. Los DEG son la principal fuente de recursos financieros de que dispone la organización para sus operaciones y su valor, desde el 1 de octubre de 2016 hasta la actualidad, se basa en la evolución de una canasta de cinco monedas: el dólar estadounidense, el euro, el renminbi chino, el yen japonés y la libra esterlina del Reino Unido. El total mundial de asignaciones de DEG asciende actualmente a unos 204.000 millones de DEG (aproximadamente 296.000 millones de dólares estadounidenses).

Los miembros del FMI aportan cuotas diferentes, que reflejan su tamaño y posición relativa en la economía mundial, así como su poder dentro de la organización. Las nueve principales economías del mundo –Estados Unidos, Japón, China, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, India y Rusia– aportan el 53% de los DEG, lo que les otorga el 50,39% del total de votos y les permite controlar la organización financiera internacional. Es evidente que el FMI no es una institución democrática en el sentido de igualdad entre los países, ya que las posibilidades de otorgar créditos y la aplicación (o no) de condicionalidades para esos préstamos dependen únicamente del acuerdo y la voluntad de las grandes potencias económicas del mundo.

Los préstamos del FMI se estructuran en torno a dos programas principales: los Acuerdos Stand-By y los Acuerdos de Facilidad Ampliada del Fondo o Facilidad de Crédito Ampliada. El primero es el más utilizado por los países miembros y suele tener una duración relativamente corta, de entre doce y veinticuatro meses, pero rara vez supera los treinta y seis meses. Por lo general, estos acuerdos implican un seguimiento constante de las políticas económicas del país por parte del FMI, pero tienen pocas condicionalidades en cuanto a reformas estructurales centradas en el cumplimiento de ciertos objetivos establecidos. El segundo tipo de acuerdo, la Facilidad de Crédito Ampliada, se aplica a países que no sólo experimentan un problema temporal de balanza de pagos, sino que se considera que tienen desequilibrios estructurales. Con este tipo de acuerdo, el FMI propone intervenir en la estructura económica del país, imponiendo austeridad fiscal, liberalización del tipo de cambio y directrices sobre las tasas de interés; suele incluir también una serie de medidas relacionadas con privatizaciones, reformas laborales y cambios en la seguridad social. Estos planes no están diseñados genuinamente para ayudar a los países deudores a resolver sus problemas económicos y financieros, sino que se limitan a la implementación de medidas de apoyo a los países deudores. Por el contrario, el FMI claramente tiene la intención de intervenir en su política interna, imponiendo políticas de mercado neoliberales bajo el disfraz de una asistencia “incondicional”, asegurando así su cumplimiento de las demandas de los mercados de capital internacionales.

La relación entre el FMI y América Latina

Para entender la relación entre el FMI y América Latina, primero debemos comprender el papel que Estados Unidos ha asignado históricamente a la región. Para el país más poderoso del mundo, América Latina sirve principalmente como proveedor de materias primas y recursos naturales baratos. Esto es muy diferente del papel que Europa, por ejemplo, ha tenido (y sigue teniendo) para Estados Unidos, como lo analiza conmovedoramente Eric Toussaint. 5 En el marco de la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se enfrentó al dilema de cómo prestar dinero a sus países europeos aliados. Según Toussaint, un historiador belga, el objetivo central de Estados Unidos en el período de posguerra era mantener el pleno empleo logrado a través del colosal esfuerzo bélico y asegurar un superávit comercial en las relaciones estadounidenses con el resto del mundo. Sin embargo, los principales países industrializados capaces de importar bienes de Estados Unidos estaban literalmente sin dinero. Para permitirles comprar productos fabricados en Estados Unidos, se les tenía que proporcionar grandes cantidades de dólares. Había tres maneras de hacerlo: (a) prestar dinero y hacer que los receptores pagaran en especie; (b) prestarles dinero y obligarlos a pagar sus deudas en dólares; y (c) donar el dinero hasta que se recuperaran. Con la primera posibilidad, los productos europeos competirían en Estados Unidos y el pleno empleo sería imposible. Con la segunda posibilidad (devolución en dólares), para que pagaran la deuda, tendrían que recibir un préstamo del doble de la misma cantidad más los intereses. El riesgo de entrar en un ciclo incontrolable de endeudamiento (que podría bloquear o volver a frenar las operaciones comerciales) se combina con el riesgo evocado en la primera posibilidad. Por lo tanto, la opción elegida fue donar los dólares en lo que se conoció como el Plan Marshall, donde los europeos los utilizarían para comprar bienes y servicios, asegurando una salida para las exportaciones estadounidenses y, en consecuencia, el pleno empleo. 6 El Plan Marshall también fue parte de la estrategia de la Guerra Fría de reconstruir Europa Occidental en oposición al bloque soviético.

En contraste con este estado de cosas, la situación en América Latina fue completamente diferente. Esto se puede observar tanto en la evolución de la relación en su conjunto como en la situación de cada país de la región. Durante los años de posguerra (1945-70), la región latinoamericana buscó estimular el desarrollo económico con base en la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones, siguiendo el liderazgo de las políticas un tanto heterodoxas formuladas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La región necesitaba dólares para mantener el volumen de importaciones necesario para sostener su crecimiento industrial y, durante todo este período, el sector financiero estuvo enteramente subordinado al sector productivo, estructurado como una institución para estimular el desarrollo industrial.

A fines de los años 1960 y principios de los 1970, la región vivió varias dictaduras militares que tomaron el poder e impusieron un nuevo modelo económico diseñado para asegurar la hegemonía del capital financiero (internacional). El objetivo principal de estos golpes militares fue reducir drásticamente el papel predominante de la clase trabajadora en el proceso de acumulación, suprimiendo los salarios reales y reduciendo el gasto social. También cambiaron la lógica del endeudamiento de los países de la región. El endeudamiento que los países latinoamericanos habían utilizado para superar sus restricciones externas y promover la industrialización se convirtió en un elemento clave en el surgimiento y consolidación de la hegemonía de los intereses financieros internacionales. 7

Tras el abandono del patrón oro por parte de Estados Unidos en 1971 y un período relativamente corto de ajuste acompañado de un aumento de la inflación, una crisis de confianza en los mercados internacionales del dólar generó un período de inestabilidad, durante el cual Paul Volcker fue nombrado presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (el banco central de Estados Unidos) en agosto de 1979. Para frenar la inflación, implementó un conjunto de políticas monetarias contractivas drásticas y elevó las tasas de interés, lo que indujo una recesión en Estados Unidos y la mayoría de los países avanzados. El acceso al crédito se volvió significativamente más caro, creando las condiciones para una «crisis de deuda» en México y obligando al Ministro de Hacienda de ese país, Jesús Silva Herzog, a anunciar el incumplimiento del país de sus obligaciones de deuda externa. La decisión de México fue seguida rápidamente por Argentina, Brasil y Venezuela, y luego se extendió a otros países de la región. Como resultado, los bancos privados cortaron todo financiamiento a la región.

En un año, la exposición financiera de los nueve bancos más grandes de Estados Unidos alcanzó el 180 por ciento de su patrimonio neto. La caída del valor de mercado de la deuda latinoamericana no sólo amenazó a esos bancos, sino que también tenía el potencial de conducir a una crisis bancaria global. 8 La región se enfrentó a un verdadero club de acreedores, coordinado por el gobierno estadounidense para evitar una gran crisis bancaria en su país. 9 Fue la primera crisis de su tipo en el mundo “en desarrollo” y causó pánico en los mercados financieros internacionales. El FMI otorgó a México un préstamo de 1.000 millones de dólares, calmando los mercados internacionales y proporcionando un breve respiro a la economía mexicana. 10 El FMI condicionó esta “ayuda” a la imposición de una austeridad extrema y otras políticas económicas, inaugurando lo que se conocería como la “década perdida” (en términos de crecimiento económico) para los países más grandes de América Latina. En México, esto implicó no sólo una reducción drástica del gasto público, que llevó a recortes significativos en los servicios públicos y proyectos de inversión, sino que también obligó al país a adherirse al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio. Esto se convertiría en el preludio de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, instrumento central en todo el conjunto de políticas para imponer el neoliberalismo en el país, un paquete integral de medidas ampliamente conocido como el Consenso de Washington. 11

Tras la implementación de este programa, en un esfuerzo por generar un frente independiente que contrarrestase las presiones del norte, surgió en junio de 1984 el Consorcio de Cartagena, que reunió a representantes de once países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela. 12 Estos países representaban el 80 por ciento de la deuda regional, pero, a pesar de los intentos de acción conjunta y cooperación, su declaración final sólo creó un mecanismo de consulta y seguimiento regional para ayudar en las negociaciones con los acreedores. La rápida reacción del Tesoro de Estados Unidos, coordinada con un consorcio de bancos estadounidenses y el FMI, logró neutralizar esta amenaza de los países latinoamericanos.

La crisis de la deuda en la región duró ocho años, hasta principios de los años noventa, a pesar de varios intentos infructuosos de resolverla. 13 El último esfuerzo por resolver el problema de la deuda llegó con el Plan Brady, ideado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady. El plan proponía intercambiar los viejos bonos de deuda externa por otros nuevos respaldados por el Tesoro de Estados Unidos. México fue el primero en adoptar el plan en 1989, y en los años siguientes lo firmaron diez países de la región: Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. La reducción de la deuda fluctuó entre el 35% y el 45%, reduciendo la relación deuda/PIB del 54% en 1987 al 32% en 1997. 14 Las consecuencias de la crisis fueron dramáticas en términos económicos y sociales para la mayoría de los países de la región, pues los niveles de deuda aumentaron y se perdieron para siempre los grados de autonomía en las decisiones soberanas. 15

A mediados de los años 90, la región sufrió una nueva crisis de deuda, originada una vez más en México. La “crisis del tequila” (crisis del peso mexicano) derivó en una “corrida bancaria” que amenazó la estabilidad de los bancos privados. Esta vez fue el resultado perfectamente previsible de un programa insostenible de mantener un tipo de cambio artificialmente fijo durante la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari, en un intento de pulir su reputación internacional. Con el cambio de administración en 1995, la comunidad financiera forzó una gran devaluación, que condujo a un aumento dramático de la inflación y de las tasas de interés que llevaron a millones de personas a la quiebra, lo que llevó a la destrucción de pequeñas empresas y obligó a segmentos significativos de la población a perder sus hogares cuando los bancos los embargaron debido a los impagos de las hipotecas. El FMI intervino con un préstamo de 50 mil millones de dólares, apoyando la decisión de México de “socializar” las deudas impagables de la banca privada a través del mal llamado “Fondo Bancario para la Protección del Ahorro” (FOBAPROA, popularmente llamado “Roba-aproa”), por un total de más de 500 mil millones de pesos. Era evidente que su propósito era salvar a los bancos privados (en su mayoría extranjeros), dotándolos de liquidez y absorbiendo sus deudas impagables a costa de una carga pública que la población mexicana estaría pagando durante generaciones, limitando la capacidad del sector público para financiar las obras y servicios públicos esenciales que el país necesitaba. 16

Esta etapa marca el auge del neoliberalismo en la región y las políticas implementadas provocaron transformaciones estructurales de enorme calado. Tal vez el caso paradigmático en este sentido haya sido el de Argentina, que durante la década de 1990 implementó con prontitud todas las recomendaciones del Consenso de Washington, lo que derivó en un proceso de sobreendeudamiento y fuga de capitales que culminó en 2001 con la peor crisis económica y social de la historia del país. A fines de 2001, Argentina declaró un default parcial de su deuda externa por más de 100.000 millones de dólares, uno de los mayores defaults de deuda soberana de la historia mundial. El default fue parcial porque no incluyó un default de los préstamos de los principales organismos internacionales, incluido el FMI. 17

Este proceso, que en distintos grados se replicó en la mayoría de los países de la región, implicó una fuerte redistribución del ingreso a favor de los grandes grupos de capital nacionales e internacionales que no habría sido posible sin la intervención deliberada del FMI, que, actuando con complicidad local, logró obligar a los países latinoamericanos a implementar estas políticas.

El inicio del nuevo siglo marcó el fin de la implementación activa de las políticas neoliberales en medio de una profunda crisis económica, política y social que condujo al colapso del modelo económico anterior. En muchos países de la región se eligieron nuevos gobiernos progresistas, fuertemente críticos de la doctrina neoliberal, del papel del FMI y del retiro del Estado de la provisión de salud pública, educación, servicios sociales y vivienda. Así surgieron Néstor Kirchner, Luiz Inácio Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, entre otros, quienes con mayor o menor éxito lograron revertir algunos de los legados más infames que dejó el neoliberalismo. Entre sus principales logros se destacan un importante proceso de reducción de la deuda en los países de la región, un aumento de los salarios reales y una disminución de las tasas de desempleo y pobreza. Adicionalmente, en 2005, durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, los países lograron rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas.

Otro elemento clave en la relación entre los países latinoamericanos y el FMI se produjo en 2006 cuando Brasil y Argentina, de manera organizada, decidieron pagar anticipadamente las deudas que tenían con el organismo internacional. 18 Esto fue especialmente significativo, tanto por el monto involucrado (por ejemplo, para Argentina representaba el 34 por ciento de las reservas del país), como por poner fin a la prolongada injerencia del FMI en la política interna mediante la imposición de todo tipo de condicionamientos. Las palabras del entonces presidente Kirchner al anunciar la condonación de la deuda reflejaban esta realidad: “Esta deuda ha sido un vehículo constante de injerencia porque está sujeta a revisiones periódicas y ha sido fuente de demandas y más demandas, contradictorias y opuestas al objetivo de crecimiento sustentable. Además, desnaturalizado como está en sus propósitos, el Fondo Monetario Internacional ha actuado, respecto de nuestro país, como promotor y vehículo de políticas que causaron pobreza y dolor al pueblo argentino, de la mano de gobiernos que se proclamaron estudiantes ejemplares del ajuste permanente”. 19

El descrédito del FMI por el impacto de las políticas económicas que promovía fue tan amplio y profundo en la región que los países centrales (Atlántico Norte) iniciaron un proceso de “rebranding” del FMI. Así, ciertos intelectuales “orgánicos” comenzaron a postular la existencia de un nuevo FMI, que hubiera aprendido de sus errores y hubiera modificado y rectificado algunos errores técnicos. A raíz de ello, surgieron discusiones sobre la existencia de este FMI reimaginado, que proponía el surgimiento de un “nuevo” y “revisado” Consenso de Washington. Sin embargo, en la práctica no se produjeron cambios sustantivos en el organismo y sus recomendaciones siguieron alineándose con una visión dominante de la economía, de apoyo al capital financiero.

Como contrapeso a los gobiernos progresistas que dominaron la escena regional a principios del siglo XXI, surgieron en toda la región nuevos partidos de derecha y ultraderecha que comenzaron a competir por espacios políticos. Fuertemente apoyados y financiados por Estados Unidos, algunos de estos nuevos grupos llegaron al poder durante la segunda década del siglo XXI. Entre ellos se encuentran casos como Mauricio Macri en Argentina, Michel Temer y Jair Bolsonaro en Brasil, Lenín Moreno en Ecuador, Enrique Peña Nieto en México y Luis Lacalle Pou en Uruguay, entre otros. Se inició así un doble proceso de regresión económica y social. Por un lado, se volvió a implementar políticas económicas neoliberales, desregular los mercados, reducir el papel del Estado y priorizar el sector financiero sobre el productivo; Por otra parte, muchos de estos gobiernos recurrieron nuevamente al endeudamiento externo con el FMI para asegurarse de que, en caso de nuevas victorias electorales de gobiernos progresistas, se enfrentarían a condiciones impuestas externamente y se subordinarían a los dictados del FMI.

Una vez más, el caso emblemático es Argentina, donde Macri retomó el endeudamiento con el FMI en 2018. A través de un Acuerdo Stand-By, el FMI brindó un paquete de asistencia, inédito en su historia (US$44.000 millones) e incluyó sus recomendaciones clásicas de política económica, como la “consolidación fiscal”, la reforma de la carta orgánica del Banco Central y la implementación de un esquema de metas de inflación. 20 La masiva inyección de dólares del FMI, que superó ampliamente las cuotas máximas de Argentina en el organismo, no puede entenderse sin considerar el apoyo explícito brindado por el gobierno de Donald Trump a su aliado regional en el marco de su disputa contra los gobiernos progresistas de la región. 21 Al respecto, Mauricio Claver-Carone, exdirector ejecutivo de Estados Unidos en el FMI, reconoció que fue Washington el que impulsó el mayor programa de asistencia en la historia del organismo para “ayudar a Argentina”, incluso cuando los representantes europeos se oponían al mismo. El expresidente Macri, sin embargo, declaró cínicamente: “Usamos el dinero del FMI para pagar a los bancos comerciales que querían irse porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo”. 22

La disputa sigue abierta y en varios países de la región se alternan gobiernos progresistas con gobiernos neoliberales. Lo que sí es claro es que la relación del FMI con América Latina muestra repercusiones profundas y extensas y sigue moldeando el desarrollo de América Latina después de más de cuatro décadas. Durante estos años, el FMI se convirtió en el representante político y técnico de la comunidad bancaria internacional acreedora en América Latina, responsable de diseñar programas de ajuste y monitorear su implementación. En este sentido, los acreedores no quieren que estos países reduzcan su carga de deuda; más bien, el objetivo es estimular el endeudamiento permanente, maximizar los beneficios en forma de pago de la deuda e imponer políticas acordes con sus intereses acreedores, asegurando la subordinación de estos países en el escenario internacional. El FMI trabaja efectivamente para reforzar grupos financieros y sociales que causan estragos en la economía y la sociedad del país. Esta reestructuración intensifica la pobreza en la región y desmantela los esfuerzos para crear una estructura productiva que atienda las necesidades de la población.

Los desafíos de la clase trabajadora latinoamericana

Los organismos internacionales no son instituciones neutrales, juegan un papel clave en el desarrollo del capitalismo y están alineados fundamentalmente con los intereses de los grupos de poder de los países que los dirigen. El FMI fue decisivo en la imposición de los planes de ajuste estructural que, bajo el pretexto de ser planes de “ayuda”, obstaculizaron el desarrollo económico genuino de los países deudores. Además, como es evidente, el FMI opera como una herramienta utilizada por las élites locales de derecha en su lucha nacional por el tipo de políticas que adoptan, al tiempo que aseguran un alineamiento con el modelo de globalización neoliberal imperante a nivel global.

Las implicaciones de este análisis son claras. El FMI sigue asumiendo un papel preponderante en la política interna de los países “en desarrollo” que se encuentran en serios problemas debido a su exposición en los mercados internacionales de deuda. Esta trampa de la deuda cada vez más profunda lleva a la incapacidad del sector público en la mayoría de los países latinoamericanos de responder a las demandas de su base social (la clase trabajadora, los campesinos y otros “de abajo”), ya que el poder político está controlado por el sector financiero y los grupos empresariales que impiden efectivamente la promulgación de una estructura tributaria progresiva. Para limitar aún más el margen de maniobra de estos gobiernos, las ganancias de la explotación de los recursos naturales generalmente se destinan a proyectos de infraestructura para promover el modelo productivo neoliberal. Para decirlo claramente, se está librando una lucha de clases, que el sector público intenta mitigar emitiendo deuda pública claramente insostenible (impagable) en los mercados financieros globales. El FMI interviene y presiona a los gobiernos para que adopten políticas restrictivas que castigan deliberadamente a las masas “populares”, reequilibrando la balanza del poder a favor de los grupos ricos.

La situación actual en el mundo “en desarrollo” está cambiando. Con los conflictos internos vividos en Estados Unidos y la consecuente búsqueda de alternativas a la hegemonía norteamericana y al carácter “universal” del dólar, hay diversas iniciativas encaminadas a encontrar otras formas de financiación del comercio internacional. En primer lugar, están los avances realizados por China, no sólo en lo económico sino también en lo financiero, para facilitar su comercio con cuentas en su moneda, el yuan. Esto implica necesariamente mayores esfuerzos para promover el comercio entre el gigante asiático y sus nuevos socios, así como iniciativas para brindar algún tipo de alivio a muchos países del Sur Global que han acumulado deudas con China debido a inversiones en infraestructura. Ha surgido una nueva fuerza internacional en la forma de la unión BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), recientemente ampliada a otros países, que ha recibido un nuevo impulso con la elección de Lula por tercera vez en Brasil. Las naciones BRICS+ están ansiosas por reducir la dependencia internacional del sistema liderado (y controlado) por Estados Unidos y el FMI. Finalmente, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, creada en 2010, está discutiendo propuestas que aún están en etapa exploratoria, pero que podrían convertirse en una alternativa. Estos intentos son aún incipientes en términos de ofrecer un contrapeso real al dominio estadounidense, pero indican un desencanto con el ejercicio del poder que ha inclinado la balanza a favor de los grupos financieros nacionales e internacionales a expensas del bienestar de las mayorías.

El poder financiero global, con base en Estados Unidos/Canadá, Europa Occidental y Japón, también ha castigado duramente muchos intentos de implementar programas de “sostenibilidad” ambiental que implicarían limitar las inversiones extractivas, causando daños significativos a los planes de expansión capitalista a nivel mundial. Este es otro aspecto de la inversión extranjera que está causando grandes conflictos al interior de los países “receptores” de estas inversiones, impactando mayormente a grupos sociales como los pequeños agricultores y los pueblos indígenas, quienes quedan indefensos en los escenarios nacionales. El equilibrio de poder en algunos de estos países del Sur Global está comenzando a cambiar en cierta medida debido a una mayor conciencia de los derechos y contribuciones de los grupos locales frente a las actuales crisis sociales, económicas y ambientales. Actualmente, estos están involucrados en diversos esfuerzos para formar alianzas nacionales e internacionales para presionar sus demandas. 23

El FMI sigue desempeñando un papel crucial en la reestructuración y la ampliación del dominio del capital financiero internacional sobre los recursos productivos locales, interviniendo para arbitrar disputas entre clases sociales dentro de los países al promover la consolidación de una clase capitalista local subordinada a los dictados y el poder del capital internacional. Asimismo, entendemos que en toda América Latina existe una creciente presión del FMI que claramente apunta a prevenir o detener cualquier intento de rebelión nacional. Por lo tanto, se vuelve irrelevante cuán “progresista” o incluso centrista sea un gobierno nacional, o qué constelaciones de fuerzas están en juego a nivel nacional, o incluso los “grados de libertad” que posee la política interna, ya que invariablemente están profundamente limitados por la naturaleza de las finanzas internacionales. Hoy, el desafío planteado para las fuerzas progresistas en la región –y en el Sur Global en general– es cómo organizar una oposición contraria que limite la efectividad del FMI.

Notas

  1.  David Barkin y Gustavo Esteva, Inflación y Democracia: El caso de México (México: Siglo XXI Editores, 1979). Para un resumen en inglés, véase David Barkin y Gustavo Esteva, “Social Conflict and Inflation in Mexico”, Latin American Perspectives 9, no. 1 (1982): 48–64.
  2.  Richard Peet, Una trinidad impía: el FMI, el Banco Mundial y la OMC (Londres: Zed Books, 2003).
  3.  Peet, Trinidad impía .
  4.  Fondo Monetario Internacional, “ FMI y autoridades argentinas alcanzan acuerdo a nivel de personal técnico sobre un servicio ampliado del Fondo ”, comunicado de prensa n.° 22/56, 3 de marzo de 2022.
  5.  Eric Toussaint, “ ¿Por qué el Plan Marshall? ”, Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima, 7 de febrero de 2024.
  6.  Toussaint, “¿Por qué el Plan Marshall?”
  7.  Esta nueva constelación de fuerzas económicas fue espectacularmente estimulada por la intervención generalizada de un nuevo grupo de asesores económicos encabezados por los “Chicago Boys”, cuyo liderazgo intelectual estuvo a cargo de Milton Friedman y Arnold Harberger.
  8.  Diana Tussie, “ La Concertación de Deudores: Las negociaciones financieras en América Latina ”, Ola Financiera 8, no. 20 (2015): 201.
  9.  Robert Devlin, Deuda y crisis en América Latina: el lado de la oferta de la historia (Princeton: Princeton University Press, 1989).
  10. ↩ Carlos Alfredo Justo Parodi Trece , “ La Crisis de la Deuda en América Latina de la década de los ochenta ”, Documento de trabajo, Universidad del Pacífico Centro de Investigación, Lima, 2015.
  11.  John Williamson, Ajuste en América Latina: cuánto ha sucedido (Washington, DC: Instituto de Economía Internacional, 1990).
  12.  José Eduardo Navarrete, “ Política exterior y negociación financiera internacional: la deuda externa y el Consenso de Cartagena ”, Revista de la CEPAL , no. 27 (1985): 7–26; Manuel Pastor, “América Latina, la crisis de la deuda y el Fondo Monetario Internacional”, Perspectivas Latinoamericanas 16, no. 1 (1989): 79-110.
  13.  José Antonio Ocampo, “La crisis de la deuda latinoamericana en perspectiva histórica” en La vida después de la deuda: los orígenes y las resoluciones de la crisis de la deuda , Joseph Stiglitz, ed. (Londres: Palgrave Macmillan, 2014), 87–115.
  14.  Barbara Stallings, “La economía política de las negociaciones de la deuda: América Latina en la década de los ochenta”, en José A. Ocampo, Barbara Stallings, Inés Bustillo, Helvia Belloso y Roberto Frenkel, La crisis latinoamericana de la deuda desde la perspectiva histórica , CEPAL (Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2014), 71.
  15.  Juan Santarcángelo, “La crisis financiera y de deuda argentina de 2019”, en The Encyclopedia of Financial Crisis , Sara Hsu, ed. (Northampton: Edward Elgar, 2023), 351–53.
  16.  Incluso la revista Expansión , publicada por y para la clase empresarial y bancaria, lo caracterizó “como un acto de corrupción y oportunismo por parte de los banqueros, quienes clasificaron como vencidas las deudas de las instituciones y fueron rescatadas por el gobierno” (Selene Ramírez, “Claves para entender qué es el Fobaproa y por qué se sigue pagando”, Expansión , 7 de junio de 2023). Para una revisión y evaluación integral del proceso, véase Andrés Manuel López Obrador, Fobaproa: expediente abierto. Reseña y Archivo (México: Grijalbo, 1999), y especialmente el CD que lo acompaña, que contiene datos valiosos.
  17.  Juan Santarcangelo y Juan Manuel Padín, “Endeudamiento en Argentina: crisis, factores estructurales y condicionantes de largo plazo (2001–2021)”, Realidad Económica 52, no. 351 (2022): 94-101.
  18.  Eduardo Basualdo, Estudios de Historia Económica Argentina. Desde Mediados del Siglo XX a la actualidad (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2006).
  19.  Néstor Kirchner, “ Palabras del presidente de la nación, Néstor Kirchner, en el acto de anuncio del plan de desendeudamiento con el fondo monetario internacional ”, Casa Rosado, Argentina, 15 de diciembre de 2005, casarosada.gob.ar.
  20.  Fondo Monetario Internacional, “ El FMI y las autoridades argentinas alcanzan un acuerdo a nivel de personal técnico sobre un servicio ampliado del Fondo ”.
  21.  El crédito ascendió al 1,277 por ciento de la cuota argentina, muy superior a lo que normalmente permiten sus pautas operativas. Se dice que esta operación fue resultado de la intervención directa del régimen de Donald Trump. Fue duramente criticada por importantes sectores del personal del FMI y ampliamente cuestionada en la prensa financiera internacional (Santarcángelo y Padín, “Endeudamiento en Argentina”).
  22.  “Mauricio Macri: ‘La plata del FMI la usamos para pagarle a bancos comerciales que tenían miedo de que volviera el kirchnerismo’”, Perfil , 11 de agosto de 2021.
  23.  Véase, por ejemplo, la historia de La Vía Campesina ( viacampesina.org ), la organización social más grande del mundo, con más de doscientos millones de miembros en ochenta y un países, que está promoviendo organizaciones comunitarias para difundir la autosuficiencia alimentaria local con sistemas agroecológicos. También está el consorcio internacional de “Territorios de Vida” en más de doscientos países, a través del cual los miembros de las comunidades están promoviendo la autonomía local y comprometiéndose con medidas de conservación que cubren más de una cuarta parte del territorio del planeta ( iccaconsortium.org ). El Tapiz Global de Alternativas es otra red que une a comunidades en decenas de países para apoyar sus iniciativas de independencia política y fortalecer su capacidad de promover el bienestar local ( globaltapestryofalternatives.org ).
Nuestro periodismo es democrático e independiente . Si te gusta nuestro trabajo, apóyanos tú también. Página informativa sobre eventos que ocurren en el mundo y sobre todo en nuestro país, ya que como dice nuestro editorial; creemos que todo no está perdido. Sabemos que esta democracia está presa sin posibilidad de salvarse aunque su agonía es lenta. Tenemos que empujar las puertas, son pesadas, por eso, necesitamos la cooperación de todos. Soñamos con una patria próspera y feliz, como idealizó el patricio Juan Pablo Duarte. necesitamos más que nunca vuestra cooperación. Haciendo clic AQUÍ ó en el botón rojo de arriba
Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

Noticas Recientes

Opinión