EL BULO, LA «FAKE» Y EL CAPITAL

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«Ni las fake news son nuevas, ni tienen su origen en las redes sociales»

    Cuando se habla de bulo, de noticia falsa (fake news), en estos tiempos, se pretende trasladar la idea -escribe Pedro Andrés G.R. – de que son fenómenos nuevos. Es decir que antes (¿cuándo?) no las había y ahora han aparecido. Es más, se los vincula a una forma concreta de extenderse, las redes sociales (…).

Por PEDRO ANDRÉS G. R. PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

    Cuando se habla de bulo, de noticia falsa (fake news), en estos tiempos, se pretende trasladar la idea de que son fenómenos nuevos. Es decir que antes (¿cuándo?) no las había y ahora han aparecido. Es más, se los vincula a una forma concreta de extenderse, las redes sociales, obviando la cantidad de veces que se publican en medios de comunicación convencionales. Con esto se quiere generar la ilusión de que haciendo desaparecer o regulando las redes sociales se acabaría con el bulo o la fake.

      Sin embargo, ninguna de estas afirmaciones son ciertas: ni son nuevos ni tienen su origen en las redes sociales ni, por supuesto, la regulación de éstas acabará con las noticias falsas.

     Más allá de que la mentira acompañe al hombre desde que empieza a comunicarse, lo que se está planteando es que la mentira se considere una forma de intervención política, socialmente aceptada y, en un momento determinado, como el modo necesario de la reproducción del capital.

    Debería sorprendernos, me pregunto, que la mentira sea un ingrediente constitutivo del capitalismo, o deberíamos añadirlo como un determinante de la relación social general, el capital, al igual que la explotación, la valorización o la acumulación.

      El capitalismo produce la conciencia libremente enajenada, es decir, que hace que las personas porten la capacidad de regir su acción deteniéndose en la apariencia (libertad), olvidando su esencia (enajenación) y elevando la apariencia a la categoría de esencia. Es decir, que se crean libres cuando realmente son multidependientes (mercado, dinero, capital) y, en muchos casos, sin ser conscientes de ello. Pero, el capitalismo, borra aparentemente todas esas dependencias y genera la ilusión de que basta tener el dinero en el bolsillo para que todo ocurra mágicamente (fetichismo).

      No es solo que la clase capitalista use la mentira, en su modernidad bulo y fake, para mantener su dominio; por tanto, incorpore la mentira en su estructura de dominación (fuerza bruta, legalidad, escuela, familia). Ni siquiera que la propia clase obrera, cuando es incapaz de hacer la crítica del capital, en la subsunción al capital se encargue de reproducir la mentira capitalista. Por no hablar del papel del representante político del capital, el Estado, o sus gestores inmediatos, los gobiernos. Recuérdense: las mentiras sobre el derrame del chapapote del Prestige, las armas de destrucción masiva de Irak, el 11M, o las de la dana de Valencia, etc. Todo ello forma parte de una mentira aún mayor, el propio capitalismo.

       Es mentira que la propiedad (privada o publica) de las cosas esté en la naturaleza de las cosas, es la relación social general, el capital en el caso del capitalismo, la que requiere que ello sea así. También es mentira que el dinero sea necesario, es la relación social la que obliga a que sea así. Como una mentira es que la fuerza de trabajo haya de ser una mercancía y venderse por un salario, es el capital el que exige que sea así. Por no decir que el salario equivalga a la contribución de la fuerza de trabajo en el proceso capitalista de producción. Y mentira es, que la única forma en que se puedan relacionar las personas sea la relación social general de las sociedades actuales, el capital. Pero, el capital exige que así lo creamos.

       Como se ve, los fundamentos de la sociedad actual, están basados en la mentira (el capital como atributo natural de la persona, cuando no el único o mejor) como “verdad” socialmente admitida. Mantener la mentira como “verdad” socialmente admitida exige un esfuerzo, que concierne a toda la sociedad. Un esfuerzo que consiste en crear un aparato, que exige la intervención de varios actores (creadores, difusores, legitimadores, …), toda una superestructura que se eleva sobre la base capitalista.

       Un sociedad que se afirma en la mentira, como la capitalista, no tiene más medio que hacer de la mentira un medio de su reproducción. Otra cosa es que el fenómeno se ha disparado en la actualidad, pero eso será para otra ocasión.

https://canarias-semanal.org/art/37311/el-bulo-la-fake-y-el-capital

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