JESSE OWENS: LA LEYENDA DEL DEPORTE QUE FUE PEOR TRATADO EN EE.UU. QUE EN LA ALEMANIA NAZI

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Pudo cuestionar el relato racista de los nazis, pero no el de la norteamérica segregacionista

Jesse Owens es una figura icónica en la historia del deporte, recordado por su actuación estelar y  su impactante triunfo en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, donde ganó cuatro medallas de oro y desmanteló la narrativa nazi de la supremacía aria. Pero Owens no pudo apuntarse esta misma victoria en su propio país (…).

Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   Este domingo, 8 de septiembre, tenía lugar la ceremonia declausura de los de los Juegos Paralímpicos en París. Un evento en el que deportistas de los más diversos países pudieron poner en valor la capacidad de los seres humanos para sobreponerse a las dificultades y que, con razón, podría considerarse como una loa a los valores de la igualdad y la inclusión. Estos grandes escaparates públicos, sin embargo, a menudo esconden historias mucho más duras, donde las elites que afirman defender estos valores, para su propia propaganda, abandonan luego a los atletas tras sus efímeros éxitos.

  Tal fue el caso de la leyenda del atletismo Jesse Owens, nacido un 13 de septiembre de 1913, que a pesar de haber vivido una vida marcada por la segregación racial en Estados Unidos, fue presentado tras su muerte como símbolo de una igualdad que siempre le fue negada.

  Jesse Owens es una figura icónica en la historia del deporte, recordado por su actuación estelar y  su impactante triunfo en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, donde ganó cuatro medallas de oro y desmanteló la narrativa nazi de la supremacía aria.

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   Pero aunque es innegable que su victoria supuso un triunfo sobre las ideas racistas de los nazis, no logró vencer esas mismas ideas y las prácticas segregacionistas en su país de origen.

   En Estados Unidos, un país que se jactaba de ser el baluarte de la democracia y la igualdad, Jesse Owens fue peor  tratado que en la Alemania nazi.

  Jesse Owens nació en Oakville, Alabama, en una familia de aparceros afroamericanos. Siendo el menor de diez hermanos, Owens creció en una época marcada por la segregación racial en los Estados Unidos, lo que afectaría profundamente su vida personal y deportiva. Desde joven mostró un talento extraordinario para el atletismo, batiendo récords en la escuela secundaria y en la universidad, aunque tuvo que hacerlo enfrentando UNA discriminación sistemática. En Ohio State University, Owens no podía vivir en el campus, ni comer en los mismos restaurantes que sus compañeros blancos, a pesar de ser la estrella indiscutible del equipo.

  En 1936, fue seleccionado para representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Berlín, un evento que el régimen nazi planeaba utilizar como escaparate de la supuesta supremacía de la «raza aria»Owens no solo ganó,  convirtiéndose en la figura de los Juegos, sino que lo hizo de manera aplastante, obteniendo cuatro medallas de oro en las pruebas de 100 y 200 metros, el salto de longitud y el relevo 4×100 metros.

   En Berlín, Owens desafió no solo a los mejores atletas del mundo, sino también la ideología racial de Hitler. El dictador alemán, que había promovido los Juegos como una plataforma pde propaganda y blanquedo de su régimen, y que  fue testigo de cómo un hombre negro  arrasaba en cada prueba que disputaba.

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  Pero la realidad sobre la historia de Jesse Owens, que durante décadas se ocultó al gran público, es que el atleta fue tratado con mucho más respecto en la Alemania nazi que en su propio país de origen. Aunque los nazis intentaron minimizar su éxito, el público alemán lo admiró y Owens pudo alojarse en los mismos hoteles que los atletas blancos. Un trato impensable en los Estados Unidos segregados de la época que Owens tuvo que seguir sufriendo tras regresar a su país, convertido en campeón olímpico y con sus 4 medallas de oro.

El regreso a Estados Unidos: segregación y desprecio

   A pesar de sus hazañas deportivas, el regreso de Jesse Owens a Estados Unidos no fue glorioso. Franklin D. Roosevelt, entonces presidente de Estados Unidos, no lo felicitó ni lo invitó a la Casa Blanca, un gesto que había reservado para atletas blancos en el pasado.

  Incluso durante una ceremonia en su honor en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York, Owens tuvo que utilizar el montacargas para llegar al evento, ya que las normas racistas le prohibían usar el ascensor principal.

   Lejos de ser tratado como un héroe, Owens siguió enfrentando las mismas barreras raciales que afectaban a millones de afroamericanos.

   Fue despojado de su estatus de atleta amateur por aceptar patrocinios, lo que significó el final de su carrera deportiva.  Estuvo obligado a trabajar en los oficios humildes, reservados para los negros e incluso tuvo que aceptar la humillación de participar en carreras contra caballos, en una suerte de espectáculo circense, para ganar algo de dinero.

  Owens continuó sin poder acceder a los hoteles, restaurantes y otros lugares reservados para los blancos y fue excluido de la vida social a la que habría accedido cualquier atleta blanco de su nivel, debido al color de su piel.

   Sin embargo,  con el paso del tiempo los medios estadounidenses comenzaron a moldear el legado de Jesse Owens, utilizándolo como un símbolo del triunfo de la democracia sobre el racismo nazi.

  En los años 80, productos como la mini serie de televisión«The Jesse Owens Story» promovieron una narrativa que, al no poder ocultarla totalmente, minimizaba la realidad racista que hubo de soportar Owens, al tiempo que presentaba su éxito en los Juegos Olímpicos como un ejemplo de la libertad y la igualdad representada por los Estados Unidos. 

 Lo cierto es que no fue  hasta la década de 1970, cuando Owensestaba cerca de su muerte, que comenzó a recibir algún tardío reconocimiento. En 1976, el presidente Gerald Ford le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, uno de los más altos honores civiles en Estados Unidos. Pero este reconocimiento llegó demasiado tarde para cambiar las condiciones de vida de Owens, quien pasó la mayor parte de su vida luchando contra la pobreza y el racismo.

  Jesse Owens murió en 1980, a los 66 años, de cáncer de pulmón. Aunque su legado como atleta es indiscutible, su historia también es un recordatorio del racismo estructural que dominaba en los Estados Unidos y que, pese a las políticas de aparente inclusión publicitadas por la elite de ese país, aún no ha superado.

https://canarias-semanal.org/art/36713/jesse-owens-la-leyenda-del-deporte-que-fue-peor-tratado-en-eeuu-que-en-la-alemania-nazi

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