El libro de papel y el futuro de la cultura por Basilio Baltasar 

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Basilio Baltasar /  Premio Formentor

El libro de papel y el futuro de la cultura

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La última edición de las Conversaciones de Formentor, celebradas del 3 al 5 de octubre en el Hotel Occidental de Aranjuez, estuvo dedicada a comentar la composición armónica de las artes cultivadas por la comedia, la tragedia, la novela, la poesía, la epopeya, los rituales sagrados y la gran tradición musical que ha hecho de la ópera un acontecimiento de magnánima influencia cultural, bajo el lema «Tenores, sopranos y barítonos: Dramaturgia teatral, imaginación literaria y polifonía musical”.

A continuación, reproducimos el discurso de apertura de Basilio Baltasar, director de la Fundación Formentor, en el coloquio de editores europeos.

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Amigos, colegas.

Bienvenidos a la nueva edición de las Conversaciones de Formentor.

Nos precede el coloquio que el año pasado se celebró en Marrakech con los directores de los suplementos literarios y las Revistas Culturales, el que reunió a los traductores del español a las diferentes lenguas europeas y el que años antes se dedicó a las Editoriales Independientes.

Permitidme contaros una anécdota personal: tendría yo por entonces unos 15 o 16 años. Me detuve frente a un kiosko y me fijé en una de las revistas colgadas en el expositor. Triunfo . Triunfo fue desde la década de los años 60 bajo el franquismo un espacio de reflexión crítica contra el régimen. La compré y me senté a leer el primer artículo. Lo recuerdo con nitidez: una doble página dedicada a la huelga de los mineros en el país de Gales. No entendí absolutamente nada. Ni pillé sus referencias a los teóricos del sindicalismo británico, ni sus alusiones al problema español, ni el mensaje encriptado que dirigía a los lideres clandestinos de la oposición.

«Si tuviera que fechar el comienzo de mi entrenamiento intelectual diría que fue ese día: cuando descubrí que leer es además interpretar, traducir, descifrar, desentrañar»

Si tuviera que fechar el comienzo de mi entrenamiento intelectual diría que fue ese día: cuando descubrí que leer es además interpretar, traducir, descifrar, desentrañar y comprender lo que está escrito con tinta invisible en los márgenes de cada página.

El artículo lo firmaba Eduardo Haro Tecglen. Cuando me instalé a vivir en Madrid en el año 2005 una de las primeras cosas que hice fue invitarle a almorzar, para conocerlo y para contarle la anécdota que tan vivamente había recordado. Pero antes de sorber la primera cucharada de la sopa de alcachofa que habíamos pedido, Haro Tecglen cayó al suelo y murió en mis brazos.

Ya habéis visto los títulos que anuncian nuestro coloquio: el libro de papel y el futuro de la cultura, pensar de nuevo la inteligencia del libro, la acuciante mutación cultural, la sustitución del autor por la máquina.

Será un coloquio dedicado a enumerar y entender los dilemas, desafíos y amenazas que se ciernen sobre una de las columnas vertebrales de la cultura europea: el libro, las bibliotecas, las librerías y la comunidad lectora.

«Lo cierto es que tanto en EE. UU. como en otros lugares, las personas están dejando de leer en favor de actividades como navegar sin parar por las redes sociales»

El pasado 22 de agosto el diario británico Financial Times publicó un editorial titulado “El lamentable declive de la lectura”.

El melancólico enunciado advierte que sólo una minoría de la humanidad practica la venerable costumbre de tener un libro entre las manos. “Estimado lector, usted forma parte de un grupo cada vez más reducido. En todo el mundo, cada vez menos personas leen libros, periódicos o revistas.”

El artículo cita lo que “un extenso estudio reveló: que solo el 16 % de las personas dedican su tiempo libre a la lectura, en comparación con el 28 % de hace dos décadas”. Investigadores de la Universidad de Florida y el University College de Londres, analizaron los hábitos de 236.000 personas, y publicaron la preocupante conclusión del estudio: “A pesar de que los neurocientíficos y psicólogos sociales constatan los numerosos beneficios recibidos al sumergirse regularmente en un libro o periódico, la mejora de la salud mental, el tono general del bienestar y el mayor enriquecimiento educativo y cultural…”

Lo cierto es que tanto en EE. UU. como en otros lugares, las personas están dejando de leer en favor de actividades como navegar sin parar por las redes sociales o ver vídeos cortos en TikTok, Instagram y otras plataformas.

«El libro, sin embargo, como sabemos, exige enfocar la atención, activar la reflexión simultánea, y despertar la mirada que no puede desfallecer»

Quizá haya llegado el momento de hacer un crudo balance del proyecto alentado por la Ilustración y preguntarnos hasta dónde ha sido capaz de llegar el compromiso histórico de la educación universal. Quizá el nuevo enemigo de la Ilustración no sea solo la feroz ignorancia que se deseaba suprimir de la condición humana, sino un adversario más peligroso, seductor y letal: la industria de entretenimiento, dedicada a consolar la angustia vital del hombre aburrido, facilita a la multitud la ocasión de perder el tiempo en vano y sin esfuerzo: adormilarse ante las pantallas en un estado hipnótico cada vez más poderoso, absorbente y adictivo, caótico, bulímico y oscuro.

El libro, sin embargo, como sabemos, exige enfocar la atención, activar la reflexión simultánea, y despertar la mirada que no puede desfallecer. La lectura entrena la capacidad cognitiva, expande la sinapsis neuronal, adiestra la retentiva, ejercita la inteligencia y prepara al lector para el momento culminante de la comprensión.

Y un ejercicio añadido que los mejores lectores practican con deleite: contar en voz alta lo que han leído. No sólo es un test de agudeza, memoria y oratoria, sino el acto central del ágape al que hemos sido invitados.

«La oferta que hoy publicita la corporación tecnológica escandalizaría a cualquiera de los maestros que tuvimos el privilegio de tener en nuestra infancia y adolescencia»

La oferta que hoy publicita la corporación tecnológica escandalizaría a cualquiera de los maestros que tuvimos el privilegio de tener en nuestra infancia y adolescencia. La considerarían una impostura haragana y perezosa: que la máquina haga por ti lo que tú renuncias a hacer no solo es un pecado de lesa majestad, sino una falta académica irreparable.

En lugar de entrenarte para hacer crecer tus capacidades intelectuales, tu agilidad mental, tu memoria, discernimiento y erudición, tu orgullo de ser humano soberano y autónomo, hoy la propaganda divulgada por las instituciones te instiga a encoger tu cerebro, atrofiar tu inteligencia, menguar tu lucidez, resignarte a la dependencia mórbida del dispositivo y extirpar las potencias que como ser humano heredaste por el simple hecho de nacer.

¿Cuántos se resistirán a la tentación?

«No quiero poner en cuestión lo que dicen los expertos en marketing, pero el mordisco a la manzana, como bien saben los lectores de la Biblia, simboliza el pecado original»

No olvidemos el logotipo que eligió Apple como marca de lo que la compañía considera  “símbolo de innovación, diseño y tecnología de vanguardia”. No quiero poner en cuestión lo que dicen los expertos en marketing, pero el mordisco a la manzana, como bien saben los lectores de la Biblia, simboliza el pecado original, la fatal tentación, la primera y condenada imprudencia de la Humanidad.

Cabe recordar en estos momentos de tan turbulento temor, alarma y espanto lo que George Steiner advertía hace treinta años:

“La cultura de masas, la erosión de la privacidad, la supresión sistemática del silencio en las culturas tecnológicas del consumo, el desahucio de la memoria en el aprendizaje escolar, acarrean el eclipse del acto de la lectura, y del libro mismo”.

Que nadie diga que no fuimos avisados.

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