Con tan sólo 17 años, Jorgelino se puso al servicio de una de las secciones más macabras de los servicios policiales y militares chilenos durante la dictadura de Pinochet. El se encargaba de servir «los cafecitos» a los torturadores, mientras estos se encontraban en plena faena de tortura. Con prodigiosa memoria jorgelino muestra a lo largo del documental los lugares y los procedimientos con los que se torturaba a los detenidos. El documental «El Mocito» no es otra cosa que un retrato psicológico de un hombre destruido por su pasado.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
Durante años Jorgelino trabajó como agente en los aparatos de represión del gobierno militar pinochetista chileno. Jorgelino era “el mocito” del establecimiento donde se realizaban las torturas.
Contando con tan sólo 17 años, Jorgelino se encargaba de servir los cafecitos a los torturadores de la dictadura militar chilena, mientras estos se encontraban en plena faena de tortura.
Pero Jorgelino hacía más cosas: lo habían responsabilizado del empaquetamiento de los cuerpos, ya inertes, de los torturados, que los cargaba en cofres mortuorios en el interior de los autos que se encargaban de trasladarlos hacia otros lugares.
El casi imberbe jovenzuelo conocía los lugares más recónditos de aquel ignoto inmueble por el que pasaron decenas de opositores chilenos, ninguno de los cuales logró salir vivo del macabro lugar.
En el curso del documental, Jorgelino, con prodigiosa memoria, va describiendo cada uno de los lugares donde se realizaban las torturas. Reconoce en su testimonio el local donde estaba ubicada la «parrilla», una cama metálica, sin colchón, en la que aplicaban descargas eléctricas a los detenidos, situándoles un cable eléctrico en la boca y otro en los testículos. «El Mocito» contemplaba cómo los cuerpos de los detenidos se estremecían de la cabeza los pies por los efecto de las descargas. Sin embargo, Jorgelino parecía contemplar aquel espectáculo con la misma naturalidad con la que los vecinos colindantes con los campos de concentración alemanes podían olfatear intenso olor a carne quemada procedente de los hornos crematorios nazis.
Hace poco Jorgelino fue acusado formalmente de haber participado en la muerte de Víctor Díaz, el Secretario General del Partido Comunista chileno, torturado y asesinado en 1976 en una de esas macabras sesiones de torturas. Este hecho parece haberle ofrecido a Jorgelino la oportunidad de reflexionar en torno a su propia historia, a su infame biografía.
El documental «El Mocito» no es otra cosa que un retrato psicológico de un hombre destruido por su pasado. Un hombre que participó a título de ayudante en el horror y los crímenes de la dictadura militar chilena, y que hoy, al tomar conciencia tardía de todo aquello, busca desesperadamente el perdón.
Ésa fue la razón por la que en un momento del documental, sostuvo una reunión con los hijos del citado líder político, a los que termina proporcionándoles los nombres de aquellos torturadores que asesinaron a su padre, Víctor Díaz.
DOCUMENTAL: