17 de septiembre de 1936. VERSOS ANTE EL RUMOR CRECIENTE DEL ASESINATO DE FEDERICO GARCÍA LORCA. Por EMILIO PRADOS.

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17 de septiembre de 1936. VERSOS ANTE EL RUMOR CRECIENTE DEL ASESINATO DE FEDERICO GARCÍA LORCA. Por EMILIO PRADOS.

«La Alianza no quiere decir aún su palabra sobre el caso de Federico García Lorca. Ante la duda prefiere el silencio. Sin embargo, «EL MONO AZUL», dedica al gran poeta, vio, presente siempre entre nosotros, como homenaje en todo momento merecido, estas páginas del «Romancero de la guerra civil», ilustradas hoy por don Francisco de Goya.» «El Mono Azul», del 17 de septiembre de 1936). Uno de los primeros poemas escritos teniendo como fondo el muy posible asesinato del poeta FEDERICO GARCÍA LORCA, aparecería en uno de los primeros números de «El Mono Azul», la Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. En concreto, en su número 4 del 17 de septiembre de 1936; pocos días después de que apareciera, como cierta, en muchos medios periodísticos la notica de la desaparición y asesinato del poeta granadino por fascistas golpistas. Un trágico y cobarde hecho que tiempo después se haría, trágicamente, real y que había tenido lugar un mes antes, el 18 de agosto de 1936 en un lugar indeterminado del camino que unía las poblaciones granadinas de Víznar y Alfacar. Un poema, junto a otros, publicado en su sección titulada «Romancero de la guerra civil», dedicada a la figura de Federico García Lorca. Un poema titulado «LLEGADA» del poeta y editor malagueño EMILIO PRADOS, un asiduo en «El Mono Azul». Ambos grandes amigos y ambos pertenecientes a la «Generación del 27».

Federico García Lorca -nacido en Fuente Vaqueros (Granada) el 5 de junio de 1898- y Emilio Prados -nacido en Málaga capital el 4 de marzo de 1899. se conocería por primer vez en 1912 en Málaga; dos adolescentes que iniciaría una estrecha amistad. Volviéndose a reunir en 1920 cuando ambos coincidirían en la Residencia de Estudiantes de Madrid; hecho que Emilio Prados recordaría en su «Diario íntimo», que sería publicado en la revisa «Litoral» en 1966: «La única alegría que he tenido hoy ha sido el habar encontrado en Federico al amigo que tanto deseaba. A él le he abierto el corazón y él ha sabido comprenderlo (…). Su manera de ser y pensar es muy semejante a la mía, su misma niñez de hombre, su afán por subir a la cumbre de la gloria, su (palabra tachada) no comprendido, pero deseado por desear lo nuevo, lo revolucionario: todo es igual a lo mío.»

Tras la fundación, en Málaga, por parte de Emilio Prados -junto al también poeta Manuel Altolaguirre- de la revista poética «Litoral»; aparecería, en 1927, una de las obras poéticas de Federico García Lorca, en concreto su poemario «Canciones», además de preparar otras posibles publicaciones de Federico. Tras estallar la guerra, Emilio Prados, muy comprometido políticamente con la República, viajaría a Madrid, uniéndose de inmediato a la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, participaría en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa que se iniciaría el 4 de julio de 1937 en Valencia, y prepararía la edición del «Romancero general de la guerra civil», conformado por 335 poemas de distintos poetas republicanos y que tenía como fin la propaganda de guerra y el animar la moral de lucha de los soldados republicanos.

En 1937, Emilio Prados publicaría «HOMENAJE AL POETA FEDERICO GARCÍA LORCA CONTRA SU MUERTE», en el que incluiría el poema «LLEGADA», que a continuación compartimos. Un poema donde podían, o querian, más las ganas de pensar que Federico seguía vivo, desmintiendo las noticias, que las noticias tristes y trágicas de su asesinato por los fascistas rebeldes. IMAGEN: En la fotografía que ilustra este texto, aparecen en el centro Federico García Lorca y a su izquierda y con gafas Emilio Prados, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, junto a otros compañeros.

«LLEGADA. A Federico García Lorca. Alamedas de mi sangre. ¡Alto dolor de olmos negros! ¿Qué nuevos vientos lleváis? ¿Qué murmuran vuestros ecos? ¿Qué apretáis en mi garganta que siente el tallo del hielo aún más frío que la muerte estrangular mi deseo? ¡Qué agudo clamor de angustia rueda corazón adentro, golpe a golpe, retumbando como campana de duelo, ahuecándome las venas, turbando mi pensamiento, prendiendo mis libros ojos, segando mi vista al viento! ¿Qué rumor llevan tus ojos que todo mi cuerpo yerto bajo sus dolientes ramas, ni duerme ni está despierto, ni vivo ni muerto atiende a la voz de ningún dueño, que va como un río sin agua andando en pie por un sueño? Con cinco llagas agudas clavadas sobre su pecho, sin pensamiento y sin sombra, vaga con temblor de espectro por ciudades y jardines, al mar libre y en los puertos, triste pájaro sin alas acribillado a luceros. Alamedas de mi sangre, decid, ¿qué amargo secreto mordió las sanas raíces que os dan vida y movimiento. Vine de Málaga roja. De Málaga roja vengo, vine lleno de banderas y toda la sangre ardiendo. Llegué a Madrid perseguido de enemigos pensamientos, aún con rumores de lucha y con zumbidos de truenos: más de mil brazos traía alrededor de mi cuerpo, saludando mi alegría, desatando mi silencio. Amigos, vengo de Málaga; aún me huele a sal el sueño, me huele a pescado y gloria, a espuma y a sol de fuego. Muchos que contaros traigo, mucho que contar y bueno. Amigos, os hallé a todos alegres en vuestros puestos. ¿En dónde está Federico? A él solo de menos echo y a él tengo más que contarle; mucho que contarle tengo. ¿En dónde está Federico? Sólo responde el silencio. Un temor se va agrandando, temor que encoge los pechos. De noche los olivares alzan los brazos gimiendo. La luna lo anda buscando rodando, lenta, en el cielo. La sangre de los gitanos lo llama abierta en el suelo; más gritos lleva la sombra que estrellas el firmamento. Las madrugadas preguntan por él, temblando el miedo. ¡Qué gran tumba esta distancia que calla su hondo misterio! Vengo de Málaga roja, de Málaga roja vengo; levántate, Federico, álzate en pie sobre el viento, mira que llego del mar, mucho que contarte tengo. Málaga tiene otras playas y grandes peces de acero, con mil ojos vigilantes defienden, firmes, su puerto. ¿En dónde estás, Federico? Yo este rumor no lo creo. Yo este rumor no lo creo. ¡Cómo me duelen las balas que hoy circundan tu recuerdo! Desde Málaga a Granada rojos pañuelos al cuello, gitanos y pescadores van con anillos de hierro; sortijas que envía la muerte a tus negros carceleros. Aguárdame, Federico; mucho que contarte espero… Entre Málaga y Granada una barrera de fuego. Emilio PRADOS.» (Fuente: «El Mono Azul».

Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Año I – Nº 4 – Página 4. Madrid, jueves 17 de septiembre de 1936).

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