
En una de las mayores masacres del periodismo a nivel mundial, el enemigo israelí cometió un atroz crimen contra periodistas en Yemen el miércoles pasado, atacando directamente las sedes de los periódicos 26 de Septiembre y Al-Yemen en la capital, Saná. Esto resultó en la muerte de 31 periodistas en uno de los crímenes más atroces contra la prensa de la historia moderna.
Lo que el enemigo israelí cometió al atacar las sedes de ambos periódicos constituye un crimen de guerra que merece juicio y castigo. Sin embargo, su continua impunidad es lo que lo ha impulsado a persistir en la comisión de sus crímenes, incluido este, en el que periodistas fueron atacados en sus lugares de trabajo con las armas más destructivas, lo que resultó en decenas de víctimas en uno de los peores crímenes que ha presenciado el periodismo en su historia.
A pesar de todo esto, el mundo, incluidas las plataformas sindicales, guarda silencio sobre lo que ha sufrido la prensa en Yemen. Se trata de un crimen sin precedentes por su crudeza y atrocidad, ya que periodistas que ejercen su derecho a la libertad de expresión bajo la bandera del periodismo fueron atacados.
Treinta y un periodistas fueron asesinados en un brutal ataque contra las sedes de dos periódicos en un barrio residencial de la capital, Saná. Además de la masacre de periodistas, se cometió un crimen paralelo contra transeúntes y residentes de viviendas vecinas, varios de los cuales fueron asesinados. Esto convierte este crimen en algo sin precedentes por la doble naturaleza de las víctimas, con los periodistas en primera línea.
Los sindicatos de periodistas internacionales y regionales tienen ahora la tarea de tomar posición y condenar este crimen cometido por el enemigo israelí contra periodistas en Saná, y exigir la formación de un comité internacional para investigar esta masacre que tuvo como objetivo a periodistas cuya protección está garantizada por las convenciones internacionales bajo todas las circunstancias.
Atacar a medios de comunicación, que se consideran instalaciones civiles, es una flagrante violación de todas las normas, convenciones y leyes internacionales que protegen a los periodistas incluso en zonas de conflicto y los clasifican como civiles a los que no se les puede hacer daño.
Según el derecho internacional humanitario, específicamente el artículo (79) del Primer Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra, los periodistas que ejercen sus funciones en zonas de conflicto son considerados civiles y deben gozar de plena protección contra cualquier ataque.
Atacar directamente a periodistas se considera una grave violación que exige rendición de cuentas ante tribunales internacionales, incluida la Corte Penal Internacional. Atacar a medios de comunicación también viola los principios de distinción y necesidad militar, y demuestra una intención deliberada de silenciar las voces de los medios que se oponen a la ocupación.
A pesar de la enormidad de este crimen cometido por el enemigo sionista, que tuvo como blanco las sedes de los dos periódicos con múltiples ataques aéreos y fue presenciado por todo el mundo, no hubo ninguna condena clara por parte de la comunidad internacional, los organismos de derechos humanos o las organizaciones internacionales pertinentes que defienden la libertad de prensa, opinión y expresión.
Las Naciones Unidas tampoco han emitido ninguna declaración condenando este brutal crimen, que representa una mancha para la humanidad. Esto plantea muchas preguntas sobre la doble moral que se aplica en los casos de periodistas en distintos países. También refleja la complicidad internacional y el desprecio deliberado por este crimen.
El ataque a periodistas en la capital, Saná, no fue simplemente una acción militar aleatoria, sino un ataque deliberado a la verdad y un aterrorizar a los periodistas, con el objetivo de silenciar a los medios y las voces libres que exponen los crímenes de la entidad sionista en Gaza y Yemen.
Este crimen forma parte de los intentos del enemigo sionista de quebrar la determinación y la voluntad de los periodistas yemeníes, que han demostrado su presencia efectiva para descubrir la verdad y enfrentarse a la maquinaria mediática del enemigo, que busca socavar la posición de Yemen, su liderazgo, su ejército y su pueblo, en apoyo a las causas de la nación y defensa de sus santidades, la más importante de ellas la causa palestina.
El silencio internacional sobre este crimen, que costó la vida a un grupo de periodistas, constituye una falta moral y humanitaria, oculta este crimen e incluso constituye complicidad en él.
La comunidad de prensa yemení espera que las instituciones y sindicatos de medios árabes, islámicos e internacionales tomen medidas para condenar este crimen, presionen a sus perpetradores para que rindan cuentas y trabajen para implementar mecanismos internacionales de rendición de cuentas contra esta entidad terrorista que asesina a periodistas.
Saba
