PALESTINA LIBRE.- GAZA. EL RETORNO DE HAMÁS A LA TÁCTICA DE LA GUERRILLA

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LEILA SEURAT   

Gaza. El retorno de Hamás a la táctica de la guerrilla

© Reuters/Khaled Abdullah

ORIENT XXI

El 18 de agosto de 2025, Hamás aceptó una nueva propuesta de alto el fuego en Gaza. El acuerdo presentado por Egipto y Qatar retomaba en gran medida las propuestas anteriores de Estados Unidos, que Israel había apoyado inicialmente, sin aprobarlas. Preveía la liberación de diez de los veinte rehenes israelíes aún con vida, a cambio de una tregua de sesenta días. A diferencia de las propuestas anteriores, Hamás no solicitó ninguna modificación del documento y lo aceptó en cuestión de horas. Hasta ahora, Israel no ha dado respuesta a esta oferta.

Cambio de táctica

Muchos observadores interpretaron esta aprobación inmediata por la parte palestina como una muestra de debilidad, incluso de desesperación. Según esta interpretación, tras casi dos años de bombardeos y asedios incesantes de Israel sobre Gaza, el asesinato de los principales líderes de Hamás y los ataques masivos contra sus aliados en la región, incluidos Irán y Hezbolá, Hamás tendría ahora muy pocas cartas en la mano.

Sin embargo, la rápida aceptación del acuerdo podría ser tanto una maniobra estratégica como una señal de angustia. Es cierto que la organización política de Hamás ha sufrido grandes pérdidas y que su autoridad sobre la Gaza en ruinas es frágil. Sin embargo, a pesar de la creciente destrucción, sus combatientes han seguido activos. Desde la primavera de 2025, han intensificado los ataques contra las fuerzas israelíes en toda la franja, incluida una ofensiva a gran escala contra una base israelí el 20 de agosto, así como otras operaciones en junio y julio que causaron la muerte de varios soldados israelíes. Al mismo tiempo, han aumentado su coordinación con otros grupos armados en Gaza y han reforzado sus filas, mientras la hambruna se ha generalizado entre la población.

Esperanzas frustradas

La resistencia de Hamás se basa en una evolución de su enfoque de la guerra, que ha elevado aún más los riesgos. Podría convertir la nueva campaña israelí para tomar la ciudad de Gaza en un desastre tanto militar como humanitario.

Para comprender la estrategia de supervivencia de Hamás, es necesario repasar la evolución de sus objetivos. Cuando ordenó los ataques del 7 de octubre, la dirección de Hamás en Gaza pensaba que la operación arrastraría rápidamente a sus aliados regionales a la guerra y provocaría un levantamiento generalizado de los palestinos, e incluso del público árabe. En resumen, esperaba una repetición a mayor escala de lo ocurrido en mayo de 2021, cuando la confiscación por parte de Israel de viviendas palestinas en Jerusalén Este desencadenó una respuesta colectiva sin precedentes: levantamientos en Cisjordania y en ciudades israelíes, lanzamiento de cohetes por parte de Hezbolá y otros aliados desde el Líbano y Siria, y un bombardeo masivo de cohetes por parte de Hamás desde Gaza. El 7 de octubre debía reproducir esta unión de frentes, pero a una escala mucho mayor.

Tras casi 700 días de guerra, estos objetivos se han visto frustrados. Tras el ataque unilateral de Hamás desde Gaza, los palestinos de Israel apenas se movilizaron, mientras que los de Cisjordania fueron objeto de una intensa represión israelí. La mayoría de los aliados regionales de Hamás se mantuvieron al margen. Hezbolá, a pesar de su potente arsenal en el sur del Líbano, intentó contener el conflicto en lugar de ampliarlo; luego, en septiembre de 2024, fue decapitado por la Operación Beeper israelí. En diciembre de 2024, la caída del régimen de Bashar Al-Assad cortó las rutas de suministro militar cruciales.

El colapso de estos frentes exteriores se sumó a las dificultades encontradas en Gaza. Tras la ruptura del alto el fuego en marzo de 2025, Israel centró inicialmente sus esfuerzos en los bombardeos aéreos, limitando las incursiones terrestres. La ausencia de combates urbanos impidió a Hamás tomar la iniciativa, reduciéndolo a menudo al papel de espectador impotente ante las masacres. Mientras tanto, Israel volvió a ocupar gran parte de la franja. Junto con el bloqueo total de la ayuda impuesto en marzo de 2025, esta nueva ofensiva israelí agravó el sufrimiento de la población.

Reevaluación táctica

Las fuerzas de Hamás cambiaron entonces de estrategia. El 20 de abril de 2025, un pequeño grupo de combatientes organizó una emboscada desde un túnel en Beit Hanún, al norte de Gaza, en una zona de amortiguación controlada por Israel. Utilizando lanzacohetes y bombas artesanales, volcaron un vehículo militar israelí, mataron a un soldado e hirieron a varios más. Desde entonces, grupos similares han multiplicado estas acciones en toda la franja. El 24 de junio, las Brigadas Al-Qassam, el brazo armado de Hamás, mataron a siete soldados israelíes en Khan Yunis, en el sur del enclave. El 7 de julio, de nuevo en Beit Hanún, atacaron un convoy de tanques a pocos metros de la frontera, matando a cinco soldados e hiriendo a catorce. El 15 de julio, en Jabaliya, también en el norte, otros tres soldados murieron en una emboscada dirigida contra un equipo de ingenieros israelíes. El 22 de julio, en Deir El-Balah, una operación tuvo como objetivo un convoy militar y un tanque de combate Merkava.

Estos ataques se intensificaron y se volvieron más audaces. A mediados de agosto, mientras el ejército israelí reanudaba sus incursiones en zonas residenciales, las operaciones de Hamás se multiplicaban al este de la ciudad de Gaza, especialmente en los barrios de Tuffah, Zaytoun y Shajaya. El 20 de agosto, 18 combatientes llevaron a cabo un ataque coordinado contra un campamento militar israelí en Khan Yunis, utilizando cohetes y ametralladoras de corto alcance, una operación de gran envergadura, posiblemente destinada a capturar soldados, que requirió una preparación y una coordinación considerables.

Estas acciones forman parte de una reevaluación táctica de Hamás, que busca convertir los objetivos ampliados de Israel en oportunidades. A pesar de la abrumadora superioridad militar del Estado israelí, la organización apuesta por la guerra asimétrica y la determinación de sus combatientes. Mientras Israel reducía sus incursiones urbanas, comenzó a atacar a los soldados en las zonas de amortiguación.

Como han reconocido los responsables israelíes, Hamás ha reconstituido sus fuerzas, incluso en sectores que el ejército creía haber limpiado. Hoy, mientras Israel intenta apoderarse de amplias zonas de la ciudad de Gaza, se enfrenta a una guerrilla urbana en un terreno que Hamás conoce al dedillo. Estas tácticas podrían ser especialmente eficaces en el laberinto de ruinas de la ciudad de Gaza, donde Hamás sigue disponiendo de una amplia red y donde Israel había evitado hasta ahora incursiones importantes.

Otra forma de poder

A pesar del aislamiento exterior y de la creciente presión, los combatientes de Hamás han demostrado una sorprendente capacidad de resistencia. La capacidad del movimiento para renovar sus efectivos es una característica antigua: siempre ha logrado mantener un fuerte arraigo en la sociedad palestina a pesar de las grandes pérdidas. La guerra actual no es una excepción. La muerte de importantes líderes —Yahya Sinouar, jefe de Hamás en Gaza y cerebro de los ataques del 7 de octubre; Mohammed Deif, jefe militar; y Marwan Issa, su adjunto— apenas ha tenido impacto visible en su capacidad operativa.

El número exacto de combatientes sigue siendo impreciso. A mediados de 2024, Israel afirmaba que 17 000 militantes habían sido asesinados desde octubre de 2023, entre ellos “la mitad de la dirección” militar. Pero en mayo de 2025, fuentes israelíes recogidas en una base de datos revelada por The Guardian y la revista en línea +972 solo reconocían la muerte de 8900 combatientes (de Hamás y la Yihad Islámica) identificados nominalmente. Los servicios estadounidenses estimaban incluso que Hamás había podido reclutar hasta 15 000 nuevos combatientes desde el inicio de la guerra. Si estas cifras son correctas, más del 80 % de los 53 000 muertos registrados en mayo de 2025 desde octubre de 2023 son civiles.

Paradójicamente, la escalada israelí alimenta la resistencia de Hamás. La creciente desesperación de los civiles de Gaza ha provocado protestas contra Hamás, especialmente tras el bloqueo total de la ayuda en marzo. La organización palestina ha tolerado estas manifestaciones en algunos casos y las ha reprimido en otros. Pero Israel también ha tratado de exacerbar las divisiones armando a una milicia anti-Hamás en Rafah dirigida por Yasser Abu Shabab, un conocido traficante fugado de prisión y vinculado a Fatah. Según la ONU, esta milicia desvía los convoyes de ayuda, alimentando la idea de que Hamás roba los alimentos, una estrategia de división que tiene como objetivo preparar el día después en Gaza.

Sin embargo, este enfoque también ha reforzado la resistencia popular: muchos habitantes de Gaza perciben ahora la guerra como una empresa de exterminio. La impopularidad de la milicia de Abu Shabab es tal que su propia familia ha pedido su muerte. Al mismo tiempo, cada vez más jóvenes palestinos sin formación se unen a las Brigadas Al-Qassam para llevar a cabo acciones de guerrilla. A pesar de los bombardeos y la fragmentación del territorio, la capacidad de acción armada no ha sido erradicada.

Otra baza esencial de Hamás sigue siendo su red de túneles. Incluso después de meses de bombardeos y del uso de tecnologías avanzadas, Israel no ha logrado destruir este Estado subterráneo que permite ocultar rehenes, proteger a los combatientes y lanzar ataques. Esta incapacidad es la marca de la asimetría del conflicto: por un lado, sistemas de armamento sofisticados y costosos; por otro, cohetes artesanales y túneles.

Aislado, pero no solo

Aunque Hamás esperaba recibir apoyo regional después del 7 de octubre, su organización en Gaza siempre ha actuado de forma autónoma. El grupo no compartió los detalles del ataque con sus aliados del eje de la resistencia y fue claramente el único instigador. A cambio, estrechó sus lazos con otras facciones de Gaza, en particular con la Yihad Islámica, con la que colabora desde hace mucho tiempo. Su sala de operaciones conjuntas, creada en 2006, coordina ahora a una docena de organizaciones palestinas.

Sin embargo, recientemente han aparecido fisuras en esta coalición: algunas facciones han pedido a Hamás que ponga fin a la guerra y han criticado su lentitud a la hora de aceptar un alto el fuego, lo que podría explicar la aceptación inmediata de la propuesta del 18 de agosto de 2025. Pero la determinación de continuar la lucha sigue siendo compartida: para las Brigadas Al-Qassam, solo la presión militar podrá obligar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a aceptar un alto el fuego duradero.

Israel entre Hamás y el yugo

Tras dos años de guerra, las fortalezas y debilidades de Hamás son casi opuestas a las de Israel. Este último dispone de inmensos recursos militares, pero le cuesta movilizar suficientes tropas para su invasión de la ciudad de Gaza; Hamás, a pesar de las pérdidas masivas, sigue reclutando. Mientras intensifica sus operaciones, Israel pierde más soldados sobre el terreno y tiene dificultades para movilizar a sus reservistas.

La propuesta de alto el fuego del 18 de agosto no era nueva. Inspirada en un plan anterior del enviado estadounidense Steve Witkoff, preveía la retirada total de las tropas israelíes y permitía a Israel reanudar la guerra tras dos meses de tregua. Hamás ya había aceptado versiones similares anteriormente. Sin embargo, Netanyahu aborda estas propuestas no como negociaciones, sino como un medio para obtener por la vía política lo que Israel no ha podido obtener por la fuerza. A finales de agosto, exigió un acuerdo de todo o nada que los mediadores consideran irrealizable.

Netanyahu intenta ahora empujar al ejército a entrar en los túneles de la ciudad de Gaza, a pesar de la oposición de los responsables militares, que estiman que una operación de este tipo llevaría más de un año y sería extremadamente peligrosa. Al no haber logrado sus objetivos contra Hamás, Israel ha intensificado sus ataques en el Líbano, Siria, Yemen e incluso contra Irán, para desviar la atención de su fracaso en Gaza. Así se abre una brecha entre la imagen de la guerra que el Gobierno israelí quiere proyectar y la realidad sobre el terreno.

Leila Seurat es en el Centre arabe de recherches et d’études politiques (Carep París) e investigadora asociada en el Centre de recherche sociologique sur le droit et les institutions pénales (Cesdip).

Traducción: viento sur.

https://vientosur.info/gaza-el-retorno-de-hamas-a-la-tactica-de-la-guerrilla

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