
La víspera del Golpe de Estado del 36 desde Canarias
Pocas fechas resultan tan decisivas como invisibles en la memoria colectiva como el 17 de julio de 1936. Mientras los libros de historia señalan el 18 como el día del alzamiento franquista, fue en realidad la víspera cuando, desde una isla alejada del continente, se selló el destino de la República española. Lo que ocurrió en Gran Canaria aquel día no fue un simple preludio: fue el acto fundacional de una guerra que cambiaría para siempre la historia del país (…).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Mañana se cumplirá un nuevo aniversario del 17 de julio de 1936, una fecha que rara vez protagoniza titulares. Sin embargo, fue ese día -y no el 18- cuando en Gran Canaria se tomó la decisión definitiva que arrastraría a millones de españoles a la Guerra Civil.
En apariencia fue un día tranquilo, pero entre bastidores se había activado la maquinaria golpista que cambiaría para siempre el rumbo de la historia de España.
Mientras el país vivía en tensión tras meses de agitación social, huelgas y violencia política, en el archipiélago canario se desarrollaba una operación clave que coronaría a Francisco Franco como líder militar del alzamiento. Lo que ocurrió en las islas —y especialmente en Gran Canaria— ese 17 de julio permite entender no solo el golpe de Estado, sino el proyecto político y social que se proponía aplastar.
UN CONTEXTO DE MIEDO OLIGÁRQUICO
Para comprender el 17 de julio es necesario mirar el contexto previo. Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, España inició una fase de reformas moderadas: reparto de algunas tierras, laicismo en la educación, derechos laborales, autonomía regional.
Para las clases trabajadoras aquellas moderadas reformas resultaban era un paso gigantesco; para la oligarquía terrateniente, la Iglesia y la alta burguesía, se trataba de una amenaza intolerable.

Esas élites, acostumbradas a controlar el aparato del Estado desde el siglo XIX, temían que el nuevo equilibrio político desbordara los cauces institucionales.
Aunque la República no era ni mucho menos revolucionaria, el ascenso del movimiento obrero y el empuje popular hacia transformaciones más profundas encendieron todas las alarmas. Desde el punto de vista de la izquierda, lo que estaba en juego era la defensa de la hegemonía de clase.
GRAN CANARIA: LA VÍSPERA DECISIVA
El 17 de julio de 1936, Francisco Franco se encontraba en Las Palmas de Gran Canaria, donde había viajado desde Tenerife con el pretexto de asistir al funeral del general Amado Balmes.
Balmes, que era entonces el comandante militar en la Isla, había muerto el día anterior en un extraño “accidente” mientras -dicen- manejaba su pistola. Historiadores de prestigio, que investigaron posteriormente el «accidente», sostienen que fue asesinado para facilitar el Golpe, ya que Balmes no sentía ninguna simpatía con la conspiración que se estaba urdiendo.
Esa mañana, Franco participó en el multitudinario cortejo fúnebre que recorrió la ciudad de Las Palmas. Pero aquella ceremonia obituaria no era solo un homenaje. Ese mismo día Franco recibió un telegrama cifrado que confirmaba que el «Alzamiento militar» había comenzado en Melilla.
La sublevación, cuidadosamente planeada, se había activado en el norte de África. Y Franco, el hombre clave para hacerse con la jefatura del Ejército colonial, debía partir rápidamente.
A lo largo de la tarde y noche del 17, Franco mantuvo reuniones clandestinas con mandos militares en Las Palmas. Se afinaron los últimos detalles del Alzamiento en las Islas. Se coordinaron los movimientos del día siguiente, se distribuyeron cargos y comandos, y se afinó igualmente cuál iba a ser la estrategia para la toma de edificios e infraestructuras. El golpe ya era una realidad.
EL VUELO HACIA LA GUERRA
El célebre avión Dragon Rapide, un pequeño bimotor británico, había llegado días antes a Gando procedente de Londres, vía Casablanca. Contratado por monárquicos y empresarios implicados en la conspiración, su objetivo era trasladar a Franco desde Canarias a Marruecos para asumir el mando del Ejército de África.
Pero ese 17 de julio no voló. Franco aguardaba la señal definitiva. Con el Alzamiento confirmado, la orden fue dada: el vuelo saldría el día siguiente, 18 de julio. El día que pasaría a la historia como el inicio del golpe ya estaba preparado la noche anterior.
Así, mientras España aún respiraba, en Gran Canaria ya se había sellado el destino del país.
18 DE JULIO: EL GOLPE SE HACE VISIBLE
En la mañana del 18, el Dragon Rapide despegó hacia Marruecos. Franco voló a Casablanca y luego a Tetuán, donde se haría con el control del poderoso Ejército del norte de África. Ese mismo día, la sublevación en Canarias se activó: se tomaron los cuarteles, las radios, las oficinas gubernativas. Y fue declarado el «estado de guerra».
La sublevación triunfó rápidamente en las Islas, sin mucha resistencia. El golpe de Estado, que en otras regiones fracasó o encontró fuerte oposición, en Canarias sus primeros efectos fueron fulminantes. Y lo fue, en buena medida, gracias a lo urdido y ejecutado el día anterior.
UNA REACCIÓN DE CLASE, NO UNA “CRUZADA”
Los propagandistas del franquismo, y sus herederos actuales, han intentado justificar el golpe como una defensa del “orden” frente al “caos revolucionario”. Pero esa narrativa es deliberadamente falsa. Lo que hubo realmente fue un intento de profundizar reformas sociales dentro del sistema republicano, no una revolución socialista. Aun así, las élites manifestaron su decision de no estar dispuestas a aceptar ni la más mínima redistribución del poder.
Desde una perspectiva de izquierdas, lo ocurrido el 17 y el 18 de julio fue realmente una contrarrevolución de clase, encabezada por el Ejército, pero diseñada por los intereses del gran capital, del latifundio y de la jerarquía eclesiástica. Un ataque preventivo ante el avance popular.
El golpe no respondió a una supuesta situación ingobernable, sino a la pérdida de control político por parte de los sectores históricamente dominantes. Fue la expresión más clara de cómo el Estado, lejos de ser neutral, sirve siempre como herramienta de clase.
LA DICTADURA COMO RESTAURACIÓN
La definitiva victoria del Golpe en 1939 trajo consigo cuatro décadas de dictadura. Bajo la jefatura de Franco, las clases que habían promovido el Alzamiento aprovecharon la insólita oportunidad para consolidar su poder: se abolieron los sindicatos, se persiguió toda oposición, se reinstauraron el dominio agrario, clerical y militar. El franquismo no fue una excepción histórica, sino una restauración autoritaria del viejo orden oligárquico.
RESCATAR LA MEMORIA DE LA VÍSPERA
El 17 de julio no suele figurar en los libros de texto ni tampoco en los actos oficiales. Pero fue, sin duda, el día en que comenzó todo. Fue el momento en que Franco decidió actuar, en que las élites se lanzaron al abismo y en el que la historia de España cambió de rumbo .
Rescatar la memoria de ese día es, pues, una forma de entender el Golpe no como un acto aislado, sino como una intensa y violenta ofensiva de clase, premeditada y ejecutada con matemática precisión. Una ofensiva que comenzó en silencio, desde una Isla perdida en el Atlántico, el día antes de que los fusiles comenzaran a hablar.