¿EXISTE REALMENTE UNA DIFERENCIA ENTRE ESPECULACIÓN E INVERSIÓN EN EL SISTEMA CAPITALISTA?

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¿Por qué hasta las empresas más “laboriosas” dependen de la lógica del mercado financiero?

¿Es la economía capitalista una apuesta disfrazada de racionalidad productiva? ¿Puede existir inversión sin especulación en un sistema basado en la acumulación de ganancias inciertas? Doug Henwood, en un artículo publicado bajo el título “Siempre hemos vivido en un casino”, desmonta la supuesta distinción entre inversión real y especulación como polos separados y claramente distinguibles (…).

REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG

      En un artículo publicado por Doug Henwood en la revista «Jacobin», bajo el título “Siempre hemos vivido en un casino”, se desarrolla un profundo análisis sobre la naturaleza especulativa inherente al capitalismo financiero contemporáneo, desmontando la supuesta distinción entre inversión real y especulación como polos separados y claramente distinguibles.

     Según mantiene Henwood,

     el capitalismo ha estado históricamente teñido de prácticas especulativas que no se limitan a los operadores de bolsa o los fondos de cobertura, sino que atraviesan incluso las decisiones productivas de las empresas.

    Doug Henwood retoma una célebre cita de John Maynard Keynes, en la que el economista reformista advertía que cuando el desarrollo económico se convierte en una extensión de las apuestas especulativas, el trabajo y la producción sufren consecuencias desastrosas.

      De acuerdo a lo expresado por Henwood, la diferencia entre especulación e inversión real es cada vez más difusa, sobre todo en un sistema donde las ganancias no provienen tanto de producir bienes o servicios útiles, sino de predecir movimientos futuros de precios.

     Esta lógica atraviesa desde la compraventa de derivados hasta la organización general de los mercados bursátiles. Como señala el autor del artículo, incluso el acto de fabricar un producto con la esperanza de venderlo ya implica una dosis de especulación: nunca se sabe si habrá un comprador, por tanto, todo capitalista es también un apostador.

    El texto hace además un recorrido por las grandes burbujas especulativas del siglo XX y XXI, desde la fiebre inmobiliaria de Florida en los años 20, hasta las puntocom de los noventa y la reciente crisis financiera iniciada en 2008. En todas ellas, la especulación fue el motor visible, pero también el detonante de colapsos con consecuencias humanas devastadoras.

      Henwood subraya que estas burbujas, a pesar de su caos, dejan infraestructuras duraderas, como el tendido de fibra óptica o gigantes tecnológicos como Amazon, lo cual refuerza la tesis de que incluso las peores apuestas del casino capitalista terminan dejando sedimentos “reales”.

     Una parte especialmente reveladora del artículo es cuando Henwood describe cómo la revolución del accionista transformó la economía estadounidense desde los años 80. Según su análisis, a partir de entonces los accionistas comenzaron a imponer su lógica cortoplacista a las empresas, exigiendo recortes de gastos, despidos y subidas del precio de las acciones por encima de cualquier otra prioridad.

    En esta transformación, los mercados financieros dejaron de ser meras plataformas de inversión para convertirse en instrumentos de poder y control sobre el mundo del trabajo. Como consecuencia, la inseguridad laboral, la externalización y la precariedad se convirtieron en normas estructurales del nuevo orden económico.

      Doug Henwood critica también el enfoque moralista que demoniza la especulación como un vicio y propone una ilusoria vuelta a una supuesta “empresa productiva pura”. En cambio, el autor sugiere que esta separación es falsa: incluso las actividades económicas más respetadas, como la agricultura o la producción industrial, están impregnadas de cálculo especulativo.

    Para Henwood, solo una transformación profunda del sistema económico —es decir, el socialismo— podría permitir una economía verdaderamente “laboriosa”, donde la producción esté guiada por necesidades sociales y no por apuestas rentables.

    En conclusión, el artículo de Henwood. en el digital estadounidense Jacobin. ofrece un diagnóstico demoledor de la economía capitalista contemporánea, donde la especulación no es un desvío, sino el motor mismo del sistema.

   Según plantea el autor del artículo, las soluciones no vendrán de moralizar sobre el exceso especulativo, sino de cuestionar el marco estructural en el que el beneficio, incluso el más productivo, siempre es incierto y, por tanto, esencialmente una apuesta.

https://canarias-semanal.org/art/37237/existe-realmente-una-diferencia-entre-especulacion-e-inversion-en-el-sistema-capitalista

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