J. Stalin: No olvidemos Oriente – 1918
En un momento en que el movimiento revolucionario crece en Europa, en que los viejos tronos y coronas caen para dar paso a los Soviets revolucionarios de obreros y soldados, y en que las regiones ocupadas expulsan de sus territorios a las criaturas del imperialismo, todas las miradas se dirigen naturalmente hacia Occidente.

Es allí, en Occidente, donde hay que romper, en primer lugar, las cadenas del imperialismo que se forjaron en Europa y que asfixian al mundo entero. Es allí, en Occidente, donde debe surgir, como de una fuente, la nueva vida, la vida socialista. En momentos como estos, resulta «evidente» que el lejano Oriente, con sus cientos de millones de habitantes esclavizados por el imperialismo, caiga en el olvido.
Y, sin embargo, no hay que olvidar a Oriente ni por un minuto, aunque sólo sea por el hecho de que sirve de reserva “inagotable” y de retaguardia “segura” para el imperialismo mundial.
Los imperialistas siempre han considerado a Oriente como la base de su prosperidad. ¿No han sido sus innumerables recursos naturales (algodón, petróleo, oro, carbón, minerales) una “manzana de discordia” para los imperialistas de todos los países? Esto explica, en particular, por qué mientras luchaban en Europa y hablaban de Occidente, los imperialistas no dejaron de pensar en China, India, Persia, Egipto, Marruecos: ¿no era acaso Oriente lo que estaba siempre en cuestión?
Esto explica sobre todo el ardor con que mantienen «el orden y la legalidad» en los países del Este: sin esto es imposible asegurar la retaguardia del imperialismo.
Pero los imperialistas no sólo necesitan las riquezas de Oriente. Necesitan este «material humano» «dócil» que abunda en las colonias y semicolonias de Oriente.
Necesitan la “mano de obra” barata y “complaciente” de los pueblos del Este. Necesitan también a los «muchachos» «dóciles» de los países del Este, de entre los cuales reclutan lo que llaman tropas «de color», que se apresurarán a lanzar contra «sus propios» obreros revolucionarios. Por eso llaman a los países del Este su reserva «inagotable».
La tarea del comunismo es despertar a los pueblos oprimidos de Oriente de su letargo secular, inculcar en los obreros y campesinos de esos países el espíritu liberador de la revolución, despertarlos a la lucha contra el imperialismo y privar así al imperialismo mundial de su retaguardia «segura» y de su reserva «inextinguible».
Sin esto no puede hablarse de un triunfo definitivo del socialismo, de una victoria total sobre el imperialismo.
La Revolución Rusa fue la primera que inspiró a los pueblos esclavizados de Oriente a luchar contra el imperialismo. Los Soviets de Diputados de Persia, India y China son una prueba directa de que el letargo secular de los obreros y campesinos de Oriente está quedando atrás.
La revolución occidental dará sin duda un nuevo impulso al movimiento revolucionario en Oriente, le infundirá vigor y fe en la victoria.
Los propios imperialistas darán un apoyo considerable a la causa de la revolución en Oriente, ya que sus nuevas anexiones atraerán a nuevos países a la lucha contra el imperialismo y ampliarán la base de la revolución mundial.
La tarea de los comunistas es intervenir en el movimiento espontáneo que surge en el Este y desarrollarlo ulteriormente hasta convertirlo en una lucha consciente contra el imperialismo.
Desde este punto de vista, la resolución de la reciente Conferencia de comunistas musulmanes, que aboga por el fortalecimiento de la propaganda en los países del Este, en Persia, en la India, en China, tiene sin duda un profundo significado revolucionario.
Esperamos que nuestros camaradas musulmanes lleven a cabo su importante decisión. Porque debemos aceptar de una vez por todas esta verdad: si queremos el triunfo del socialismo, es imposible olvidarnos de Este.
VIVE LE MAOÏSME!
LA CULTURE ET LA CULTURE