PorVanessa Monar

En el día a día de los centros educativos, surgen situaciones desafiantes que podemos afrontar desde el lenguaje de la queja (en el cual vemos una barrera que no podemos hacer nada por saltar y que nos imposibilita la acción porque es responsabilidad o culpa de otras personas) o podemos utilizar, como señalaba Freire, el lenguaje de la posibilidad, que nos impulsa a sentirnos parte de la solución del desafío, sabiendo que si lo abordamos nos hará más competentes profesionalmente y personalmente.
Cuando lo hacemos desde esta perspectiva del lenguaje de la posibilidad, también tenemos diferentes opciones para llevarlo a cabo. Podemos hacerlo a través de ocurrencias propias o de otras personas, a modo de “experimento” que no sabemos qué consecuencias tendrá. Es decir, no sabemos si resolveremos el desafío o si, al contrario, empeoraremos la situación de partida. O podemos hacerlo desde la formación rigurosa en evidencias científicas, conociendo lo que ya ha demostrado que funciona en otros contextos y qué resultados tiene si se aplica.
Para llevar a cabo este acercamiento a las evidencias científicas con impacto social en la educación, podemos hacerlo en solitario, leyendo y sacando de estos estudios las claves importantes, o podemos hacerlo a través de la formación dialógica, en una tertulia pedagógica en la que, tras una lectura individual y reflexiva de búsqueda personal de uno o varios aspectos que nos parecen claves, lo preparamos concienzudamente para transmitir a otras personas el por qué nos lo parece y cómo esto puede mejorar la educación para todas las personas. Y esta acción de leer, reflexionar y detallar para poder explicar la elección de las ideas del texto compartido no la realiza una persona desde un perfil determinado, sino que en la tertulia pedagógica dialógica (TPD) hay diversidad de perfiles, tanto profesorado de todas las etapas educativas desde infantil hasta la universidad como familias, alumnado de la universidad, educadoras sociales… Esto hace que cada reflexión que se comparte se enriquezca y se agrande, porque va siendo comentada o pensada para encontrar respuestas a los desafíos que nos encontramos, no solo mirando desde una perspectiva, sino como reflejo de un diálogo conjunto de la ciudadanía con la ciencia.
Esta formación la vivimos un sábado al mes en Cantabria, a través de la formación dialógica ofrecida por Hipatia AEBE Cantabria, tal y como la viven en otros lugares de España a través de TPD impulsadas por las asociaciones que reivindican una educación basada en evidencias científicas, como Iris AEBE en la Comunidad Valenciana, Asturias AEBE, Adarra Pedagogi Erakundea, Odissea Educació en Cataluña, Seminario de Madrid Comunidades de Aprendizaje…
Si queremos una solución a los desafíos educativos, debemos abordarlos desde el lenguaje de la posibilidad, asentando este en lo que nos ofrece la ciencia en forma de evidencias científicas, y a través de un diálogo conjunto, plural e igualitario que nos ayude a encontrar respuestas a los retos que nos encontramos.
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Vanessa Monar
Maestra de educación infantil y primaria. Máster en necesidades educativas y atención temprana