LAS «GUERRAS ARANCELARIAS» DE HITLER Y TRUMP: LA SIMILITUD DE DOS GOTAS DE AGUA

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¿Preludia la Guerra arancelaria de Trump los mismos efectos que la de Hitler en los años treinta? Si asi fuera… mejor comencemos a correr hacia los refugios.

El proteccionismo extremo impulsado por Hitler en 1933 fue más que una política económica: se convirtió en el detonante de tensiones internacionales que anticiparon la Segunda Guerra Mundial. Descubre cómo decisiones aparentemente económicas escondían peligrosas ambiciones políticas.

  REDACCIÓN  CANARIAS SEMANAL.ORG

     El ascenso de Adolf Hitler al poder en enero de 1933 no solo marcó un cambio político radical en Alemania, sino que también inauguró una etapa económica caracterizada por políticas proteccionistas y de nacionalismo extremo. 

    Apenas dos días después de asumir el cargo, Hitler impulsó agresivas medidas arancelarias sobre productos agrícolas con objetivos más políticos que económicos. Su interés estaba claramente enfocado en asegurar una victoria aplastante en las cruciales elecciones parlamentarias del 5 de marzo de 1933.

      Hitler carecía de conocimientos económicos sólidos y su gobierno carecía de una visión clara sobre el manejo financiero del país.

    Sus promesas de estabilidad económica eran vagas y sus soluciones a la inflación, simplistas y autoritarias, descansando más en la fuerza de sus unidades paramilitares, las Sturmabteilung, que en políticas económicas coherentes. 

     Para diseñar sus estrategias económicas se apoyó en Gottfried Feder, economista del partido nazi y firme defensor del proteccionismo y la autarquía. Las ideas de Feder estaban impregnadas de racismo y xenofobia, buscando aislar a Alemania de una economía globalizada, sosteniendo que los alemanes debían producir y consumir únicamente productos nacionales, excluyendo cualquier influencia extranjera.

    Estas políticas de autosuficiencia resultaron ser económicamente desastrosas. Miembros del gobierno, como el ministro de Asuntos Exteriores Von Neurath y el exministro Eduard Hamm, alertaron sobre las consecuencias devastadoras de esta estrategia económica. Hamm advirtió claramente que Alemania dependía en gran medida de sus exportaciones industriales y que la imposición de tarifas altaspodía poner en riesgo cerca de tres millones de empleos.Sus advertencias fueron ignoradas.

     El enfoque autárquico se evidenció claramente en ejemplos como el de la grasa de cerdo, un producto básico en la alimentación alemana. Al subir los aranceles sobre las importaciones de grasa de cerdo, el gobierno esperaba incentivar a los agricultores locales a producir más internamente. No obstante, el plan ignoraba aspectos básicos de rentabilidad y eficiencia agrícola: los cerdos más grandes requerían más alimento y eran menos rentables que las razas pequeñas tradicionalmente utilizadas para bacon. Este tipo de decisiones demostró un desconocimiento absoluto de la lógica económica, terminando por afectar negativamente a los propios agricultores alemanes.

     La implementación de estas políticas proteccionistas generó rápidamente una guerra comercial con los países vecinos.Las tarifas arancelarias sobre productos agrícolas y textiles se dispararon hasta un 500%. Dinamarca, los Países Bajos y los países escandinavos vieron cómo sus exportaciones hacia Alemania colapsaban abruptamente, reaccionando con medidas igualmente hostiles. 

     En cuestión solo de días, Alemania enfrentó una caída drástica en sus cifras de exportación y la cancelación de múltiples reuniones diplomáticas con socios comerciales importantes. Las represalias comerciales no tardaron en llegar, hundiendo aún más al país en la incertidumbre económica.

     Mientras tanto, la respuesta interna fue de incredulidad y alarma. Economistas, empresarios y organizaciones industriales expresaron abiertamente su desacuerdo. La Asociación Alemana de la Industria y el Comercio criticó duramente las políticas de Hitler, alertando sobre graves consecuencias futuras. La confianza empresarial, crucial para la inversión y la recuperación económica, se evaporó rápidamente, generando una paralización total del crecimiento económico.

Un preludio al conflicto mundial

    Estas políticas proteccionistas, lejos de ser una solución, se convirtieron en el preludio de la catástrofe que vendría después. El 10 de febrero de 1933, cuando se anunciaron oficialmente los nuevos aranceles, el New York Times habló explícitamente de una «guerra comercial» iniciada por Alemania. Sin embargo, en su discurso de ese mismo día, Hitler ignoró por completo el desastre económico que había comenzado a generar. Prefirió centrarse en una retórica nacionalista, exaltando la autosuficiencia y la recuperación del honor alemán tras el Tratado de Versalles, dejando ocultas sus verdaderas intenciones de rearmar el país.

    La guerra comercial iniciada por Hitler fue, en definitiva, un paso crucial hacia el estallido del conflicto bélico mundial. La historia, con su conocida ironía, advierte sobre cómo decisiones aparentemente económicas ocultan en ocasiones peligrosas ambiciones políticas y militares. 

   Hoy, recordando aquella tragedia de los años 30, resulta muy llamativo reconocer las alarmantes coincidencias que se están produciendo no solo en las políticas arancelarias que está aplicando el actual gobierno estadounidense de Donald Trump, sino también en la similitud en las repercusiones económicas que aquellas igualmente ocasionaron.

Fuentes consultadas:

  • Timothy W. Ryback (2025). «Comment la guerre commerciale d’Hitler a pavé la voie à la guerre».
  • Marc Vandepitte (2025). «La guerre commerciale d’Hitler et ses conséquences économiques et sociales».
  • Historia económica del Tercer Reich, publicaciones académicas diversas sobre proteccionismo y autarquía en la Alemania nazi.

https://canarias-semanal.org/art/37533/las-guerras-arancelarias-de-hitler-y-trump-la-similitud-de-dos-gotas-de-agua

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