EDUCACIÓN.- Profesor en busca de la felicidad… y de estudiantes

Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

La distribuidora A Contracorriente estrena en salas de cine la película Bienvenido a la montaña, con guion y dirección de Riccardo Milani, una comedia sobre las vicisitudes de un profesor en una pequeña escuela rural, mostrando el papel vertebrador de la educación en la sociedad.

Jordi Ojeda

Imaginen una escuela de primaria cuyo nombre es el de un aclamado escritor nacional y universal fallecido en 1990, en homenaje a su contribución a la literatura y al periodismo y a la cultura en general. Imaginen ser profesor en esa escuela con varias décadas de experiencia impartiendo clase a infantes menores de doce años. Imaginen su disgusto y su pesar al reconocer que ni los padres ni los alumnos de toda la escuela saben quién es ese ilustre escritor que da nombre a la institución donde acuden cada día desde hace años.

Esto es lo que le sucede al personaje de Michele, interpretado por el actor Antonio Albanese, en este caso encarnando a un profesor desde hace cuarenta años de la ficticia Escuela Alberto Moravia, sita en el extrarradio de la ciudad de Roma, y que es el protagonista de la película italiana Bienvenido a la montaña (Un mondo a parte, 2024), con guion y dirección de Riccardo Milani. Al inicio de la película nos quedamos igual de atónitos que Michele cuando escuchamos la respuesta que le da un alumno de unos diez años al que el profesor le ha pedido que le entregue el móvil con el que está jugando en clase: «No te lo pienso dar, de lo contrario, vendrá mi padre y te pegará».

Como espectadores entendemos que para este profesor ya da igual si este alumno (o estos alumnos), tienen el síndrome del protagonista o el síndrome del hijo único o cualquier otra circunstancia personal o colectiva, o, sencillamente, son unos auténticos incultos y maleducados. Lo que quiere en realidad es huir de ese ambiente tóxico tan poco respetuoso, así que su alegría es suprema cuando le comunican que le han aceptado la petición de realizar una estancia en una pequeña escuela rural, en plena naturaleza. Desconoce si los alumnos serán igual de impertinentes e insolentes, pero sabe con seguridad que podrá vivir en un entorno menos estresante y más hospitalario y, sobre todo, que serán muchos menos. Y no le faltaba razón, aunque no resultará una experiencia tan sencilla como había planeado.

El nuevo lugar de trabajo se sitúa en la ficticia localidad de Rupe, de 364 habitantes, aunque en este caso es importante indicar que está rodada en el municipio medieval de Opi, en pleno Parque Nacional de los Abruzzo, en la provincia de L’Aquila en el centro de Italia, a poco más de ciento cincuenta kilómetros de Roma, y con la población que se indica en la película, menos de cuatrocientas personas. El traslado se efectúa en pleno invierno, justo al inicio de la película, en medio de una gran ventisca, por lo que dejará al nuevo profesor atorado en la carretera por no llevar cadenas ni neumáticos de nieve apropiados. Y congelado de frío, puesto que, con su abrigo de la gran ciudad y sus mocasines en los pies, no lleva una indumentaria apropiada para soportar las inclemencias del tiempo. Unos estereotipos asociados a los urbanitas, coherentes en una comedia familiar que rezuma una gran dosis de verosimilitud, especialmente cuando le indican a su llegada que le han engañado con la calidad de las ruedas que le acababan de vender en la gran ciudad.

La persona que lo recoge en plena carretera nevada justo antes de que se congele literalmente es la vicedirectora del nuevo colegio, Agnese, interpretada por la actriz Virginia Raffaele, que le mostrará en primera instancia la hospitalidad con la que será recibido por todo el pueblo a partir de ese instante, incluido el mecánico que le recogerá el vehículo y le sustituirá las ruedas por otras más adecuadas, además de añadir las correspondientes cadenas, todo ello, claro, sin pedir nada a cambio. Agnese le hará de cicerone ante sus nuevos compañeros de trabajo (un conserje multitarea y una joven profesora que debe de realizar clase en diferentes ubicaciones durante la semana, desplazándose de un lugar a otro en su coche).

La nueva clase de Michele está formada por siete infantes ubicados en una única aula multigrado, compartiendo el espacio alumnos de primero, tercero y quinto curso de primaria. Y pronto descubrirá que son muy pocos como para mantener la escuela abierta. Así que su exilio voluntario adquirirá una nueva dimensión al proponerse conseguir como sea mantener la escuela abierta para evitar los largos y pesados desplazamientos a los que se debería de someter a esos siete estudiantes para poder asistir con regularidad a su nueva escuela. El caladero de posibles alumnos de primaria se encontrará, por un lado, entre los descendientes de los emigrantes llegados desde Marruecos que trabajan desde hace años en los campos de cultivo en los Llanos del Fucino, y, por otro lado, entre los refugiados que han llegado desde Ucrania, huyendo de la guerra, aunque, en este caso, con algún problema añadido con el idioma. También deberán aguzar el ingenio para conseguir el objetivo, una solución que, además, nos servirá para recordar al espectador que estamos viendo una comedia.

Para conseguir traer a esas nuevas familias, los dos profesores deberán involucrar a los poderes fácticos del pueblo: alcalde, policía, empresarios y, como no, al sacerdote, para asegurar las viviendas y las ocupaciones y garantizar la aceptación y permanencia en el pueblo y que, de rebote, retrase el cierre de la escuela de primaria. Todo el pueblo colaborará con un único objetivo: evitar que el pueblo se acabe convirtiendo en un nuevo Sperone, una ciudad real ahora abandonada (en la película los protagonistas visitan sus ruinas), cuyo declive empezó precisamente con el cierre de la escuela, lo que provocó a la larga el abandono de la ciudad.

Hay que destacar que todas esas interpretaciones están realizadas por lugareños, algunos actores aficionados, otros profesionales de todo tipo que han colaborado en la producción de la película, conscientes de lo que iba a suponer una vez estrenada en las salas de cine, con un mensaje alertando sobre el cierre progresivo de escuelas rurales, obviando el valor de su capacidad vertebradora de la comunidad. En la publicidad de la película, los productores destacan datos escalofriantes: «Entre 2012 y 2015 cerraron 236 escuelas en toda Italia. La reducción de nacimientos y, por tanto, de alumnos, unido a los problemas presupuestarios del Ministerio, hacen que el hacha de los recortes amenace a 900.000 alumnos, el 12% del total, que viven en centros de poblaciones con menos de 5.000 habitantes».

En noviembre de 2023, seis meses antes del estreno de la película en Italia, el alcalde de Tarsogno, una localidad de los Apeninos en la provincia de Parma, en Italia, publicaba una carta abierta a la ciudadanía confirmando que no se cerraría el instituto de secundaria, y agradeciendo a las familias y funcionarios toda la labor que habían realizado desde que saltaron las alarmas en mayo, cuando se confirmaba que el número de inscritos era inferior al mínimo necesario. Una victoria singular de una batalla en una guerra perdida desde hace varios lustros, y con una proyección futura muy negra teniendo en cuenta los datos demográficos, con la reducción progresiva de los nacimientos.

De hecho, es probable que en los próximos años no haya ya ni nieve en invierno en esas poblaciones montañosas. Pero sí se mantendrán las costumbres y tradiciones y la camaradería entre los habitantes, como sugiere el título original de la película, que se podría traducir como «un mundo aparte». En la película, el profesor Michele cita en varias ocasiones al libro La restanza (2022), del antropólogo italiano Vito Testi, como si de un manifiesto se tratara, en el que el autor aboga a «la necesidad, el deseo y la voluntad de generar un nuevo sentido de los lugares. Este es un tiempo marcado por las migraciones, pero también es tiempo, más silencioso, para aquellos que permanecen en su lugar de origen y lo viven, lo caminan, lo interpretan, en un vértigo continuo de cambios». El derecho a migrar se corresponde con el derecho a quedarse, construyendo otro sentido del lugar y de sí mismo, afirma el profesor en la película, y ese discurso incentivará a jóvenes emprendedores a iniciar proyectos que les permita quedarse en su ciudad. Cultivar lentejas puede ser un buen ejemplo como solución de futuro. La «restanza» como alternativa a la emigración y a la despoblación.

Michele, el recién llegado profesor, no solo se sorprenderá por el empoderamiento de algunos jóvenes, sino también al descubrir como sus nuevos alumnos de primaria no solo conocen al autor que da nombre en la ficción a la escuela del pueblo, sino que son capaces de recitar algunas de sus poesías. El director y guionista de la película, Riccardo Milani, realiza un homenaje al poeta local y pastor conocido como Jurico (un apodo familiar relacionado con el hecho de ser una especie de médico de personas y de animales a la vez). Cesidio Gentile (1847-1914) aprendió a leer y escribir por su cuenta, por instinto natural, dotado de una prodigiosa memoria, llegando a leer y memorizar a los clásicos de la literatura. Aprovechó sus largos viajes trashumantes con el rebaño de ovejas para escribir una profusa producción de poemas, la gran mayoría perdidos. Coincidiendo con el centenario de su muerte se publicó el libro La vita e le opere di Cesidio Gentile detto Jurico (2014), hasta ahora, la obra más completa sobre el autor. En la película se utiliza algunos de sus versos para reivindicar la importancia de la educación en general, y de la educación pública en particular, puesto que sus padres no tenían los recursos para enviarlo a una escuela privada, y la pública era inexistente.

El poeta nació en Pescasseroli, una de las localidades donde se rodó parte de la película y de donde eran también algunos de los actores aficionados que aparecen en el metraje. También es la ciudad donde se realizó el preestreno mundial de Un mondo a parte, en una pequeña sala de cine superviviente, que lleva el nombre del director de cine italiano Ettore Scola (1931-2016). El añorado director de películas míticas como Una jornada particular (Una giornata particolare, 1977) o de La familia (La famiglia, 1987), fue uno de los realizadores del documental colectivo Un altro mondo è possibile (2001), que daba voz a las protestas de los ciudadanos que reivindicaban en Génova el derecho a participar en las decisiones sobre el futuro del mundo, mientras se estaban debatiendo en una reunión del G8, por unos mandatarios ajenos a esas peticiones.

La película Un mondo a parte fue vista en salas de cine italiana por más de un millón de personas, convirtiéndose en todo un fenómeno social. Y llega a las salas españolas con un año de retraso. Parece que la elección de la sala donde realizar el preestreno de Italia estaba cargada de simbolismo, puesto que no solo están en peligro de extinción las escuelas de las ciudades que se están despoblando, sino también sus salas de cine. Y no solo está pasando en Italia.

Nuestro periodismo es democrático e independiente . Si te gusta nuestro trabajo, apóyanos tú también. Página informativa sobre eventos que ocurren en el mundo y sobre todo en nuestro país, ya que como dice nuestro editorial; creemos que todo no está perdido. Sabemos que esta democracia está presa sin posibilidad de salvarse aunque su agonía es lenta. Tenemos que empujar las puertas, son pesadas, por eso, necesitamos la cooperación de todos. Soñamos con una patria próspera y feliz, como idealizó el patricio Juan Pablo Duarte. necesitamos más que nunca vuestra cooperación. Haciendo clic AQUÍ ó en el botón rojo de arriba
Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

Noticas Recientes

Opinión