
Por Evgueni Ivánov. Extraído del Portal Jose Vissaronovich Stalin. Traducido por Nestor Guadaño.
En Rusia, la población, empezando por los niños en las escuelas, esta intentando formar una imagen ruda de los bolcheviques – que fueron los destructores del Imperio Ruso, unos rebeldes revolucionarios, quienes fueron culpables de la muerte de la «vieja Rusia» donde todo estaba bien, de la destrucción de la «élite» de la sociedad – del sacerdocio, nobleza, oficialidad, mercancías, etc. Para ello, tachan a Lenin y los comisarios bolcheviques como una fuerza impura, que mató y pisoteó a la Santa Rusia.
En general Lenin y Bolcheviques, desde la década de 1990, sigue tildándose de una imagen de traidores sangrientos, sin ley, contratados por el espionaje alemán, que destruyó el estado ruso, que desmoronó su independencia, mataron al rey y a su familia, comenzaron una sangrienta guerra civil, ahogaron al país en la sangre de millones de víctimas inocentes, por tomar el poder. Y después de la victoria en los años veinte, que organizaron un campo de concentración totalitario en Rusia, según estos parámetros era el «imperio del mal», la URSS.
Así, la nueva «élite» rusa, instalada en Rusia, que saqueó mal el país, y sigue viviendo del legado de la civilización soviética hasta el día de hoy, intenta ocultar muchas preguntas inconvenientes a su población. Después de todo, la historia de los objetivos de la revolución de 1917 -febrero y octubre-, tras ella la Guerra Civil y los sucesos posteriores, hasta la época del tildado «sangriento Stalin», esconde una amenaza inquietante para esta «élite»: el despertar del pueblo ruso, que siempre defiende la verdad y la justicia social.
Los hechos son irrefutables, ni Lenin ni los bolcheviques perdieron el territorio del Imperio ruso y su independencia. Lenin estaba en el exilio, casi no tuvo influencia en Rusia hasta después de la Revolución de febrero, y se pensó que no sobreviviría hasta la revolución proletaria. Los bolcheviques en los años de la 1ª Guerra Mundial fueron perseguidos, huyeron del país, arrojados a prisiones, exiliados a Siberia. Aunque, se trataba de un pequeño partido que no tuvo una gran influencia en la sociedad hasta la caída del zarismo. En el momento social del cambio burgués, eran tanto liberales como cadetes quienes gobernaron. Entre la mayoría de los trabajadores, eran los mencheviques y eseristas los que impulsaban los cambios
Cuando Lenin, junto con los líderes de otros partidos revolucionarios y sociales, impulsaron otra forma de transformar la sociedad rusa, los alemanes se aprovecharon de ello. La guerra seguía su curso, Berlín encontró muchas oportunidades para debilitar al enemigo. Los revolucionarios comprendieron ese juego, de engaño de unos a otros. Además, no hay que olvidar que entonces los gobiernos tras el mes de febrero, estaban tutelados por los antiguos «militares zaristas», el servicio secreto del Imperio Ruso subsistía vigilando estrechamente las actividades de los revolucionarios. Hay incluso evidencias, que algunos bolcheviques trabajaron en interés de esos servicios secretos.
La verdad es que la independencia rusa y el Imperio ruso no fueron destruidos por los comisarios de Lenin, sino por los jefes de aquella «vieja Rusia», de grandes príncipes y aristócratas, generales y altos funcionarios, miembros de la Duma, y líderes de partidos liberales, banqueros e industriales, de esa burguesía y casposa urdimbre zarista. Incluso los miembros de la iglesia participaron en ese acoso.
Una parte especuladora, rica y educada en el capitalismo de la sociedad rusa, quería vivir «como en Occidente», para establecer un «dulce régimen» como en Holanda, Inglaterra o Francia en Rusia. Sin un rey, con un autogobierno, «con sus sobrevivientes imposiciones feudales, sobre los derechos y las libertades». Querían crear una república parlamentaria. Hacer de Rusia parte de la podrida civilización europea. Un antiguo sueño de las potencias occidentales. En 1917, estos dominaban a los revolucionarios de febrero.
Febreristas de alto rango y totalmente asentados, fueron destruyendo la independencia rusa de Occidente, abriendo conscientemente la Caja de Pandora. Profundas contradicciones y luchas de clase se habían acumulado en Rusia durante siglos. La intransigencia y un ejército fuerte, fueron los últimos elementos básicos que contenían la agitación social. Las élites occidentales veían que había que destruir esa independencia, pues la ebullición social había comenzado. Guerra soterrada entre el campesinado y la ciudad. Se fraguaba una revolución radical. Se pensaba en una intervención directa. Pues era muy evidente, que la guerra se cernía entre los proyectos revolucionarios y los conservadores. «La marcha era hacia la soberanía.»
Lenin y los bolcheviques salvaron la civilización rusa.
El gobierno postimperial, comprando los señuelos de Occidente y participando en la guerra mundial, seguido por el Gobierno Provisional, llevaba a la destrucción de la civilización, el estado y el pueblo ruso. La guerra civil comenzó ya en los primeros días de febrero, extendiéndose a las exigencias del campesinado, las huelgas fabriles y las manifestaciones del pueblo. El gobierno interino impuesto, había intentado controlar las prerrogativas de los mandos del antiguo ejército imperial, y su poder militar. El país se estaba cayendo a pedazos. Los separatistas de diferentes regiones, y nacionalistas de otras naciones, incluidos los cosacos que declararon ser un pueblo separado, iban destrozando la unidad de Rusia. Ninguno de los problemas principales fueron resueltos. La agitación extremadamente sangrienta de los enfrentamientos, y la intervención de fuerzas externas secretas, ponían una lápida al mundo ruso y su población.
Rusia fue salvada sólo por la Revolución de Octubre. Los comunistas rusos, Lenin y los bolcheviques, tomaron el poder que estaba tirado en el barro.
Respondieron a las principales demandas: paz a las naciones, tierra a los campesinos, fábricas de los trabajadores, el poder de los Soviets era el poder del pueblo, derecho de las naciones a la autodeterminación. Los comunistas rusos rompieron decisivamente con el mundo pasado, no trataron de resucitar el cadáver. Y sobre todo, ofrecieron al pueblo una nueva realidad y un nuevo mundo. Los bolcheviques tenían una imagen de la nueva sociedad, atractiva, para la parte abrumadora mayoritaria de la población (campesinos, trabajadores, parte de los cosacos y de la pequeña burguesía), pues su partido tenía una voluntad de hierro, energía, fe y organización.
El ideal comunista coincidía con el «código matriz humanista» de la civilización rusa y del pueblo. Era una comunidad de habitantes que vivían con la conciencia de un mejor futuro y auténtica verdad. Un mundo sin explotación del hombre por el hombre, sin parasitismo social. No fue una coincidencia que las ideas del comunismo coincidieran con los pensamientos de muchos rusos pensadores-filósofos de mente cristiana. Los bolcheviques estaban a favor de la justicia social, rechazando el espíritu de robo, apropiación y parasitismo (capitalismo predatorio). El comunismo se basaba en la ética del trabajo honesto, la solidaridad como base social, la unidad entre el esfuerzo y la creación, que también correspondía a los cimientos del mundo antiguo ruso.
Mas, también había ideas revolucionarias que imponían la realidad sobre las leyes, la equiparación de la identidad material con la espiritual. Esta fue la gran fortaleza de la nueva sociedad del futuro. Fábricas, institutos y laboratorios, en lugar de calabozos y burdeles.
Así, Lenin y los comunistas rusos ofrecieron al pueblo un proyecto rojo liberatorio. Se convirtieron en la única fuerza que, después de los motines y la catástrofe estatal de principios de 1917, ofreció una nueva realidad que estaba cercana a la «matriz rusa». Al hacerlo, salvaron a la civilización rusa y al pueblo de la destrucción completa, de la extinción como un «caldo nutritivo» para otros proyectos (fundamentalmente occidentales), de dominación de clase por otros estados. Le dieron a Rusia un nuevo aliento y vida. Ellos crearon un proyecto soviético, la civilización del futuro.
El hombre que cambió el mundo.
Lenin salvó a Rusia del colapso. Los bolcheviques, los comunistas rusos, reprimieron la contrarrevolución con mano de hierro. Derribaron el proyecto «blanco», el intento de restaurar una sociedad burguesa, y con ella el capitalismo. Lograron seducir a la aldea, que se enfrentaba a cualquier forma de poder estatal obrero. La delincuencia fue erradicada, aunque la lucha contra las pandillas, grandes o pequeñas, más o menos mafiosas, duró bastante. Derrotaron a los separatistas, incluyendo a los Basmachí (los precursores de los actuales yihadistas). Forzaron la salida del ejército de intervención, catorce potencias occidentales, que acometieron el territorio ruso. Lenin y los bolcheviques sentaron las bases de la nueva gran potencia en Rusia y los demás territorios, la URSS.
Bajo la inteligencia de Lenin, los trabajadores comenzaron a recibir vivienda gratuita y educación gratuita por primera vez, los hijos de campesinos y trabajadores se convirtieron en oficiales, mariscales, ministros, profesores, médicos, constructores, inventores, maestros y médicos. Los trabajadores soviéticos fueron los primeros en Europa en introducir una jornada laboral de 8 horas, eliminaron la explotación más cruel de la clase trabajadora, introdujeron las vacaciones anuales pagadas, que antes no existían. Los bolcheviques introdujeron el derecho universal a la atención médica gratuita y al seguro social completo. Es decir, todos los logros del estado social, que los actuales plutócratas capitalistas están destruyendo constantemente.
Pero además, Lenin se convirtió con sus medidas, en un símbolo de justicia social que mostró a toda la humanidad que es posible crear un nuevo mundo, para desafiar al despiadado sistema imperialista, de la explotación y la esclavitud, fue el creador del estado social. Con esta creación de un estado de trabajadores y campesinos con garantías sociales en Rusia, revolucionó esta conciencia a preparar la revolución mundial. En todo el mundo, los pueblos oprimidos y esclavizados lograron la libertad, y desarrollar transformaciones auténticamente sociales. El mundo del capitalismo imperialista tuvo que esconder su faz depredadora mientras la Unión Soviética influía en el mundo.
En la Rusia moderna, combatiendo a los neonazis y ladrones-oligarcas de Ucrania, regularmente, el gobierno intenta recordar a la población, que sus medidas están acordes con la destrucción del anterior sistema socialista de los años 90, del siglo pasado.
Para ello quieren «enterrar» a Lenin. Representantes de la «élite» burguesa de la Federación Rusa realizan constantemente acciones en la idea que el pueblo eslavo, sobre todo, olvide que Lenin es el ser humano más imprescindible de los siglos actuales. Gracias a la Gran Revolución de Octubre, toda la historia mundial cambió. Muchos pueblos y países recibieron su libertad y derechos sin precedentes.
Porque Lenin es un gran filósofo y pensador, economista y sociólogo, estadista y político. No tiene, ni ha tenido comparación como telón de fondo, con los políticos de entonces y actuales, simplemente hipócritas. No mejor se puede decir, pues Lenin es un verdadero titán.
Obviamente, la «élite» burguesa, incluyendo esa burocracia bien pagada, y la inteligencia liberal, están contentos con el lugar de Rusia en el mundo (una periferia semicolonial del mundo capitalista occidental). Pero todos ellos aún siguen temiendo asustados, que se acuerde su población del legado teórico y práctico de Lenin y Stalin. El crecimiento de su popularidad entre el pueblo, es para ellos aterrador.
No les gusta que este patrimonio ideológico tenga una manera de salir, práctica, a la crisis actual y a las próximas debacles económicas y sociales. Un nuevo proyecto socialista se está abriendo camino entre los jóvenes, con la autoorganización popular y la transición del poder a los Soviets Populares, a la nacionalización del sistema financiero, bancos e industrias estratégicas.
¡Con el eslogan, por la justicia social!
Con el rechazo del modelo occidental, depredador, parasitario, de una sociedad occidental de consumo sin futuro, siempre detrás del «becerro de oro». En Rusia, se plantea abiertamente la creación del mundo y la cultura rusa, la reunificación de todas las tierras rusas. Creando una sociedad como la «edad dorada soviética», una sociedad donde el trabajador sea el centro del universo, su creador.
De ahí el odio de los actuales burgueses, capitalistas y sus partidarios hacia la inteligencia de Lenin y Stalin. Este es el temor de los partidarios capitalistas de Europa, desde Lisboa hasta Vladivostok (o los Urales), a la posibilidad del renacimiento de un estado ruso, genuino, social que restaure la justicia social.
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Publicado por Amistad Hispano-Soviética