Chaplin, la risa en el abismo por José Antonio Escrig Aparicio

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José Antonio Escrig Aparicio

Chaplin, la risa en el abismo

El vagabundo que hace cien años llegó a Alaska buscando oro, merced a las salas de proyección, encarnaba la fantasía del triunfo de la risa sobre la desgracia. Así supo verlo Chaplin, cuya imaginación detectó un umbral. El cine mudo había alcanzado su plenitud creativa, él estaba en su madurez artística, pronto llegaría un cambio, otra estación. Chaplin, que representa una cima del humorismo, confió siempre en sus poderes e intentó hacer valer su fuerza en el tránsito de dicho umbral. Optó por jugar en el abismo, extremar la partida.

«El vagabundo Charlot es inocente como un niño e ingenuo en un mundo desalmado»

Quien mejor ha estudiado la risa es Luis Beltrán Almería, que ha definido su contenido, trazado su historia y dibujado sus figuras. Entre ellas está la risa del niño y la risa del tonto, y en lo hondo de la risa está su triunfo sobre la muerte, su ejercicio constante de metamorfosis (tras el invierno, la primavera). El vagabundo Charlot es inocente como un niño e ingenuo en un mundo desalmado. En La quimera del oro, la fiebre que acabó con la vida de miles de emigrantes desesperados en busca de fortuna se transforma en una comedia sobre la resurrección a través de la risa. Las pesadillas y ensoñaciones permiten momentos mágicos e hilarantes, los humanos se transforman en animales y viceversa. La fiesta (Acción de Gracias, Nochevieja) celebra la lucha por la supervivencia y la naturaleza colectiva de los humanos, que penan y cantan juntos.

«Una de las escenas memorables de la película, donde se decide la suerte final, presenta una cabaña suspendida en el abismo»

Chaplin entendió que el fruto espléndido y maduro del cine mudo corría peligro y su risa se hizo más amplia para acoger también el drama, el sentimiento amoroso. De ahí su fe en la música, como un perfume de violetas.

Una de las escenas memorables de la película, donde se decide la suerte final, presenta una cabaña suspendida en el abismo. “Bendita ignorancia”, reza el cartel cuando amanecen los inquilinos de esta cabaña en la que se juega su vida. La vida era eso, mostraba en estado de gracia La quimera del oro con su blanco y negro radiante. La risa era la cara alegre de la existencia suspendida en el invierno.

José Antonio Escrig Aparicio

José Antonio Escrig Aparicio es profesor del Departamento de Didácticas Específicas de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, donde imparte asignaturas relacionadas con enseñanza de la Lengua y de la literatura infantil. Su trabajo, recogido en diferentes publicaciones académicas, tiene como intereses de estudio la teoría literaria (teoría de los géneros literarios y teoría de la historia literaria), así como el análisis de la literatura infantil y juvenil desde una perspectiva estética, como parte del conjunto de la imaginación humana.

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