¿Sobrevivirá Die Linke al terremoto electoral o desaparecerá para siempre del Bundestag? Opinan sus ex votantes.
El 23 de febrero marcará el destino de la izquierda alemana. En medio de traiciones, luchas internas y el ascenso de una nueva fuerza política, Die Linke se juega su última carta para no desaparecer. Mientras tanto, Wagenknecht pisa fuerte y la derecha se frota las manos. ¿Estamos ante el final del socialismo en Alemania?
POR HANSI QUEDNAU, DESDE ALEMANIA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Alemania se encuentra en un momento político a la vez y decisivo. Las elecciones anticipadas del 23 de febrero de 2025 han cambiado el tablero electoral, y la izquierda se enfrenta a una de sus crisis más profundas en décadas.
Por una parte, la coalición reformista del gobierno del Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP) se ha desmoronado, está hecha pedazos dejando. Ello brinda a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) constituirse en el partido con mayores posibilidades de ganar.
Sin embargo, el mayor drama lo está viviendo el autodenominado sector «progresista«, donde Die Linke, una suerte de «IU» a la alemana, está combatiendo por lograr sobrevivir, y la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) ha terminado emergiendo como una fuerza alternativa a la misma.
La izquierda alemana se encuentra, pues, dividida y en peligro desaparecer el mapa electoral. Las encuestas sitúan a Die Linke en torno a un insignificante 4% de los votos, lo que la dejaría fuera del Parlamento si no logra ganar tres distritos electorales clave. Esto no solo afectaría al partido, sino también a la representación de una política que se presenta como socialista en el Bundestag.
Hoy la gran pregunta fundamental es: ¿cual es el futuro de la izquierda alemana?
DIE LINKE: UN PARTIDO EN LA «CUERDA FLOJA».
Fundado en 2007 como resultado de la fusión entre el Partido del Socialismo Democrático (PDS) y la facción de izquierda del partido socialdemócrata alemán, Die Linke ha sido durante años el principal referente institucional del socialismo en Alemania. Su discurso ha girado en torno a la defensa de los trabajadores, la oposición a la OTAN y la exigencia de impuestos más altos para los ricos.
Sin embargo, en los últimos años, el partido ha sufrido fuertes divisiones internas y pérdida de apoyo electoral. Uno de los golpes más duros fue la salida de Sahra Wagenknecht, una de sus figuras más carismáticas, quien en 2024 fundó su propio partido: Bündnis Sahra Wagenknecht (BSW). Este hecho ha profundizado la crisis de Die Linke, llevándola al borde del colapso parlamentario.
A pesar de estas dificultades, Die Linke asegura haber sumado nada menos que a 6,000 nuevos miembros en el último año, intentando reconstruirse con nuevos liderazgos.
En octubre de 2024, Ines Schwerdtner y Jan van Aken fueron elegidos colíderes del partido, con la difícil tarea de relanzar una formación en caída libre. Schwerdtner, una periodista de izquierda, y Van Aken, ex inspector de armas químicas de la ONU, buscan recuperar el contacto con las bases y modernizar la imagen del partido.
Su principal apuesta es ganar tres distritos electorales estratégicos (dos en Berlín y uno en Leipzig). Si lo logran, podrán mantener representación en el Bundestag, aunque no lleguen al 5% de los votos nacionales.
LA AMENAZA DE BSW: ¿RUPTURA O RENOVACIÓN DE LA IZQUIERDA?
La Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) parece haber irrumpido con fuerza en la política alemana, logrando entre el 12% y el 16% de los votos en elecciones regionales del este y desbancando a Die Linke en varias regiones. La clave de su éxito ha sido combinar un discurso económicamente progresista con una retórica menos a la moda en relación con cuestiones tales como la inmigración y los temas de «género».
Mientras Die Linke defiende la apertura de fronteras y la multiculturalidad, el BSW aboga por limitar la inmigración y reforzar la seguridad. Esta posición ha hecho que muchos votantes de izquierda, pero con tendencias más nacionalistas o conservadoras en lo social, hayan terminado viendo en Wagenknecht una opción más viable que Die Linke.
“La gente está harta de la política de puertas abiertas. No se puede integrar a todos los refugiados sin límite. Wagenknecht al menos es realista en esto”, opina Thomas Becker, un votante de Dresde (antigua RDA) que anteriormente apoyaba a Die Linke, pero ahora se inclina por BSW.
Sin embargo, otros creen que la creación de este nuevo partido solo ha fragmentado aún más a la izquierda y favorecido a la derecha. Anna Müller, estudiante en Leipzig, expresa así su frustración:
“Lo que ha hecho Wagenknecht es imperdonable. En lugar de fortalecer la izquierda, la ha dividido en dos y ha debilitado cualquier posibilidad de cambio real”.
CUAL ES LA OPINON DE LOS EX VOTANTES DE DIE LINKE?
Aquellos alemanes, que hasta ahora habían formado parte del ámbito electoral de «Die Linke», dicen haber dejado de apoyar esta formación por múltiples y muy variadas razones. Entre ellas, contabilizan las constantes y furibundas peleas internas que se han estado produciendo en el seno de esa formación a lo largo de los ultimos años.
Durante años, Die Linke ha estado dividido, por una parte, entre una corriente «más pragmática» y moderada, que ha presionado para que se alcanzara un acercamiento con los socialdemócratas del SPD y de Los Verdes. Y por otra, un sector constituido por un ala más radical, que rechazaba de plano cualquier tipo de pacto con partidos que consideraban abiertamente socio liberales.
Esta llamativa falta de cohesión ideológica llegó a su punto crítico con la salida de sus filas de Sahra Wagenknecht, quien fundó su propio partido, el BSW. Muchos votantes creen que estas luchas internas terminaron debilitando seriamente a Die Linke arrastrándolo a perder de vista los problemas reales que tiene la gente.
Con objeto de que el lector español pueda disponer de un panorama de opiniones más o menos amplio, hemos recogido algunas de ellas emitidas tanto en los medios de comunicación germanos, como en las redes internáuticas:
Según Marc, un ex votante berlinés de Die Linke, de 35 años, dice:
«Llevan años peleándose entre ellos en lugar de construir una alternativa real. Ya no se puede confiar en un partido que se la pasa dividiéndose.»
Por otra parte, no son pocos los ex votantes esa formación que creen que Die Linke ha abandonado su enfoque original en justicia social y derechos laborales para centrarse demasiado en debates sobre temas tales como el «lenguaje inclusivo y corrección política‘, las «políticas de identidad», (feminismo, LGTBIQ+, antirracismo) y el ecologismo .
Si bien una buena parte de los antiguos votantes de Die Linke opinan que este tipo de cuestiones no dejan de ser importantes, interpretan que se trata de una temática muy «desconectada de los problemas cotidianos de la clase trabajadora».
Esta percepción ha hecho que sectores populares, especialmente en el Este de Alemania, en la antigua República democrática alemana, se hayan alejado de Die Linke y traten de encontrar alternativas como el BSW o, incluso, en la ultraderecha de AfD.
Thomas, 47 años, obrero de Leipzig, dice:
«Antes Die Linke hablaba de salarios y vivienda. Ahora solo les importa la ideología de género y el lenguaje inclusivo.»
Para Helga, de 62 años, jubilada en Dresde.
«No se puede simplemente abrir las puertas sin límite». Hay que pensar en cómo se integra a la gente. Wagenknecht lo entiende, Die Linke no.»
Die Linke ha mantenido una postura muy flexible en relación con la inmigración, defendiendo fronteras abiertas y la regularización de migrantes. Sin embargo, en muchas zonas de Alemania, especialmente en el Este, existe la percepción de que una inmigración descontrolada afecta los servicios públicos y genera una intensa competencia en el mercado laboral.
Así, Uwe, joven berlinés de 29 años, y antiguo votante de Die Linke alega que:
«No conozco a los líderes de Die Linke. No aparecen en los medios. ¿Cómo quieren ganar votos si nadie sabe quiénes son?»
Svenja, de 41 años, profesora en Hamburgo, por su parte, asegura:
«Si nunca quieren pactar con nadie, ¿cómo van a hacer política? Prefieren quedarse en la oposición eterna.» .
Lukas, 22 años, activista en Berlín:
«Si Die Linke no está en redes, no existe para los jóvenes. Es así de simple.»
EL ASCENSO DE LA DERECHA Y LA CRISIS SOCIALDEMÓCRATA
Mientras Die Linke y el BSW se pelean ferozmente por los mismos votantes, la derecha alemana ha crecido de manera alarmante. La CDU, liderada por Friedrich Merz, encabeza las encuestas con cerca del 30% de intenciunón de voto.
Merz ha endurecido su discurso en temas de inmigración y seguridad, y ha llegado a cooperar con Alternativa para Alemania (AfD) en algunas votaciones locales. Esta alianza con la extrema derecha está siendo muy polémica, y figuras como Angela Merkel la han criticado duramente, considerándola una traición a los valores democráticos.
Por otro lado, la socialdemocracia liberal también está embrollada en una profunda crisis política. El SPD, del canciller Olaf Scholz, ha perdido más de 10 puntos desde las elecciones de 2021 y está luchando denodadamente por tratar de conseguir continuar manteniéndose a flote. Su alianza con Los Verdes, con los que ha gobernado en coalición los últimos años, tampoco está siendo muy bien visto por el electorado alemán.
ESTRATEGIAS DE CAMPAÑA: REDES SOCIALES Y EL VOTO JOVEN
Ante la falta de recursos para una campaña tradicional, Die Linke ha apostado por TikTok y otras redes sociales para intentar llegar a los votantes más jóvenes.
Su colíder parlamentaria, Heidi Reichinnek, ha ganado notoriedad con una estrategia digital agresiva. Actualmente, tiene más de 317,000 seguidores en TikTok, lo que parece demostrar que, a pesar de los malos resultados de las encuestas, aún existe un sector joven que sigue estando interesado en su mensaje.
“El futuro de la izquierda no está en la televisión ni en los medios tradicionales. Está en las redes y en la movilización de base”, explica Lukas, un activista berlines de 22 años.
LA DISYUNTIVA: SUPERVIVENCIA O DESAPARICIÓN
Las elecciones del 23 de febrero de 2025 serán un momento clave para la izquierda alemana. Si Die Linke no consigue tener representación parlamentaria, perderá gran parte de su actual influencia política institucional .
El BSW de Wagenknecht podría consolidarse como la nueva fuerza hegemónica en la izquierda, pero a costa de haber dividido al electorado progresista. Mientras tanto, la CDU y la extrema derecha de AFD se benefician de esta telúrica fragmentación.
El futuro de Die Linke dependerá no solo de los votos, sino también, opinan algunos, de su capacidad de reinventarse. Si logra sobrevivir a estas elecciones, deberá reconstruirse, adaptarse a las demandas de sus electores y recuperar la confianza de los votantes. De lo contrario, podría desaparecer totalmente del mapa político alemán.
La noche electoral del 23 de febrero será larga y decisiva. La izquierda alemana está en juego.